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Reseña. Barros, C. (2020). La base material de la nación. El concepto de nación en Marx y Engels. Madrid: El Viejo Topo

 

Por Jefferson Orlando Corredor Uyaban

Historiador de la Universidad Autónoma de Colombia, Archivo Oral de Memoria de las activista social, investigador en temas relacionados con Víctimas (AMOVI-UIS), la memoria y el conflicto social, político y armado en Colombia.

Correo electrónico: [email protected]

ORCID-ID: https://orcid.org/0000000230407448

Actualmente los marxismos han abordado lo nacional como una “cuestión” sin desarrollar un concepto propio de esta, lo cual también estuvo influenciado de forma negativa a lo largo del siglo XX por la noción descriptiva y cerrada que Stalin hizo en 1913 en El marxismo y la cuestión nacional (Stalin, 1979). Frente a esta problemática el profesor Carlos Barros presenta una nueva edición de su investigación sobre el concepto de nación que expuso al mundo por primera vez en 1985.

En sus páginas se encuentra una metodología que parte del concepto de “condiciones de producción” elaborado por Marx y Engels, pero que capturó la atención del bolchevique Ber Borojov en la Rusia de 1905 (Barros, 2020). En este concepto encontró los elementos útiles para elaborar una concepción histórica materialista, es decir marxista de la nación. Sin embargo, Barros reconoce las limitaciones objetivas y temporales de su elaboración teórica, ya que en vida de Borojov aún eran inéditos textos como La ideología alemana, los Grundisse o la Dialéctica de la naturaleza, además de bastantes artículos y cartas, que resultan ser fuentes esenciales para conocer la aplicación de este concepto sobre los procesos nacionales contemporáneos.

Razón por la cual Barros en las 223 páginas de extensión que tiene su obra se centró en superar estas limitaciones, demostrando que el concepto inicial de nación marxista es móvil y abierto, pues se concentra en buscar la base material e histórica de esta y de los proyectos nacionales, entendiendo lo nacional como un tipo de “totalidad concreta”, donde lo subjetivo y lo objetivo se entrelazan de un modo específico según cada caso, lo cual complementa los conceptos teórico-metodológicos como “fuerzas productivas”, “relaciones de producción”, “modos de producción”; y “formación social”, ya que Marx definía las condiciones de producción, y más genéricamente las condiciones de existencia nacional como algo que había que indagar en cada hecho y momento particular teniendo en cuenta tres partes interconectadas: condiciones económicas, condiciones naturales y condiciones históricas. De ese modo, difícilmente se podría restringir lo nacional a lo puramente económico, o a lo puramente cultural o político.

En si Marx y Engels no dejaron una teoría acabada de la nación desde el punto de vista materialista, pero lo que sí hay en sus escritos y actividad política son múltiples referencias al hecho nacional, omnipresente en la realidad política del siglo XIX en la historia y en las relaciones sociales y económicas de aquel contexto. Por lo cual, el objetivo del autor fue localizar esas referencias de tipo político, teórico y metodológico, a veces indirectas, ordenarlas y relacionarlas, para constatar que en los creadores del marxismo se encuentran elementos suficientes para aproximarse y reconstruir el concepto materialista de la nación.

 

1.      La nación

En el vocabulario de Marx y Engels nación y nacionalidad en ocasiones son términos equivalentes, y en otras diferentes, pues comparten la idea de que las naciones modernas se constituyen reuniendo nacionalidades diversas de origen precapitalista. Por ende, nación, nacionalidad, patria país, pueblo, Estado, comunidad, tienen indudablemente para los autores una acepción común, compatible con las acepciones específicas y puntuales de cada vocablo. Ante esto Barros precisa el contenido de esa acepción común, en vez de tratar de delimitar los matices posibles del significado semántico de cada palabra.

Los elementos descriptivos de la nación que Marx y Engels utilizan están dentro del estándar de todas las definiciones de la segunda mitad del siglo XIX, y también de principios del siglo XX que corresponden a regularidades empíricamente observables, como, por ejemplo: a.) el territorio, b.) la población y la raza, c) la lengua, la literatura y la cultura; d.) el carácter, e) las clases en su ámbito y función, y por último f.) el Estado.

Concluyendo entonces que un territorio delimitado, con una población homogénea que consta de una lengua, cultura propia y carácter específico, además de un poder político con una historia en común y condiciones económicas particulares, son los rasgos que describen externamente a una nación, sin que necesariamente tengan que darse todos estos elementos en todos los casos ni de la misma forma en todas las épocas.

Los creadores del marxismo se valen del concepto de nación en diferentes épocas históricas que abarcan desde la antigüedad hasta el mundo contemporáneo. Para ellos existen las naciones antiguas que incluye a griegos y romanos, así como las naciones sojuzgadas por los bárbaros. También hablan de las naciones asiáticas que tienen la concentración de la tierra por parte del Estado, en otro lado están las naciones feudales, donde Engels pone a la nación provenzal como modelo de nación objetivo/subjetiva en la Edad Media y, por último, las naciones burguesas, que como lo explica Marx en El Manifiesto Comunista son las que se consolidan en el proceso por el cual la burguesía centraliza los medios de producción y administración para formar una nación, diferenciando además naciones civilizadas y naciones bárbaras, naciones capitalistas y naciones precapitalistas (Barros, 2020).

Barros hace énfasis en que para Marx y Engels la nación debe ser considerada como un hecho histórico que se manifiesta de manera cambiante en los fundamentales modos de producción, así que las características tipológicas van a depender de cada modo de producción y sus condiciones de producción, articulando así el concepto de nación en un sentido amplio, general e histórico, con otro más estricto, diferenciando por consiguiente

“nación moderna” de “nación general”.

De acuerdo con la lectura de Barros, la diferencia cualitativa que Marx señaló, entre naciones precapitalistas y capitalistas extendió dentro y fuera del marxismo una teoría reduccionista de la nación que según su opinión es incorrecta, ya que solo detecta la existencia de naciones en la época del capitalismo.

 

2.      Origen y desarrollo histórico de la nación

Ni Marx ni Engels dejaron escrita una definición vulgarizadora de nación, pero sí, conceptos, notas y retazos sobre el desarrollo de esta. En lo que respecta al origen de la nación Marx escribió en la Ideología Alemana (2014) que la más importante división de trabajo físico e intelectual es la separación entre ciudad y campo, esta oposición inició en el tránsito de la barbarie a la civilización, del régimen privado al Estado, de la localidad a la nación.

Para Marx la nación nace de forma paralela a la propiedad privada, las clases sociales y el Estado, ya que la división de trabajo lleva aparejada, además, la contradicción entre el interés del individuo concreto y el interés común de todos los individuos relacionados entre sí. Interés común que no existe ciertamente tan solo en la idea como algo “general”, sino que se presenta en la realidad ante todo como una relación de mutua dependencia de los individuos entre quienes aparece dividido el trabajo.

Es decir que cualquiera que sea el lugar de los individuos en el proceso de producción, hay una interdependencia, un interés común que nace del propio proceso de producción y separa los hombres en conglomerados sociales, pluriclasistas que limitan unos con otros. La división del trabajo genera, por lo tanto, una comunidad ilusoria, ideológica estatal, una comunidad real, nacional, dividida en clases y basada en relaciones de mutua dependencia.

En la Ideología Alemana (2014) insiste en la idea del individuo formando parte de un todo más grande, en primer lugar, de manera natural, de una familia y de una tribu, luego de una comunidad bajo sus diferentes formas, resultando del antagonismo y de la fusión de la tribu. Aquí Marx subraya el paso de la tribu a las diferentes formas de comunidad, en las que predomina la relación con el territorio por encima de las relaciones de parentesco. Tiempo después, Engels rectificaría esta idea sobre el origen de la nación al escribir El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (2006).

Por lo cual queda claro que para Marx y Engels la nación es un hecho en continua mutación, histórico, alejado de las concepciones metafísicas que se han elaborado en la actualidad, pues la realidad es que los cambios de fuerzas de relaciones, condiciones de producción, imperios, conquistas, luchas nacionales y de clases, cambian a menudo las relaciones de nacionalidad, ya que los factores nacionales de larga duración como las fronteras naturales, la lengua y cultura no son eternos ni inmutables, como tampoco garantizan una historia nacional lineal.

Respecto al origen de la nación ellos, en La ideología alemana, distinguen cuando el vínculo entre los individuos es la familia, la tribu o la tierra, de cuando se los supone independientes unos de otros y relacionados solamente por el medio del intercambio, destacando en resumen el papel del mercado en las relaciones sociales capitalistas, lo que es especialmente cierto en el caso de la relación de nacionalidad frente al papel de la tierra y del parentesco en las relaciones sociales y nacionales precapitalistas. En el precapitalismo, la tierra es el medio de producción principal, y las formas de servidumbre y dependencia la norma de las relaciones sociales de producción. En el capitalismo, los medios de producción se convierten en capital, y los hombres y los productos concurren libremente al mercado que conecta las diferentes partes de la sociedad nacional e internacional.

Ya en el siglo XIX, con la burguesía, la nación es, o pretende ser patrimonio de todos, un ideal común, una categoría abstracta que no discrimina hombres libres de hombres siervos, que no tienen por símbolo máximo un monarca feudal o un déspota oriental, al que los demás están vinculados por relaciones de dependencia. Con el capitalismo se desenvuelve enteramente una voluntad colectiva, una conciencia común, un sentimiento nacional que abarca no sola a una élite sino a toda la sociedad. Pero, que la burguesía hegemonice la nación no contradice la participación en la nación vía necesidad y consenso de las clases subalternas.

Comúnmente el elemento nacional como factor de cohesión del cuerpo social fue subestimado muchas veces al pensar que este solamente era de orden superestructural, ilusorio o consecuencia exclusiva de la dominación burguesa, pero resulta que, sin contemplar su dimensión económica y nacional, no se entiende la robusta estructura de la sociedad civil burguesa, ni las divisiones y retrocesos del movimiento obrero y de los partidos marxistas.

En este caso, Marx entiende a la nación como sociedad civil o burguesa, y la separa del Estado en un contexto capitalista, siendo este último la expresión oficial o política de sociedad civil, y según sus enunciados la anatomía de esta hay que buscarla en la economía política. Engels remarcaría más adelante esta idea indicando que en la historia moderna el Estado, y el régimen político son el elemento subalterno, y la sociedad civil el reino de las relaciones económicas. Por consiguiente, la sociedad civil nos conduce a la conclusión marxista de que la anatomía de la nación debe buscarse en la economía política, ya que la representación estatal, oficial, política y superestructural de la nación es lo secundario, lo principal es la nación como reino de las relaciones económicas; por ende, la nación no es un invento subjetivo de las clases dominantes o que aspiran a serlo:

[…] esta tiene su explicación según se va deduciendo de los textos de Marx Y Engels en que hay un vínculo que afecta a todos los individuos de una sociedad dada, la razón de ser de este nexo social-nacional está en la economía, en las relaciones económicas.

La nación en última instancia es un hecho económico (Barros, 2020).

En este punto el profesor Carlos Barros aterriza los diferentes aportes teóricos que ha sistematizado de su lectura de la obra de Marx y Engels y se plantea la pregunta sobre ¿cómo se articula el concepto de nación con el concepto de nación moderna? La cual plantea de entrada un problema metodológico y es ¿qué validez histórica tienen los conceptos de la sociedad burguesa?

Frente a esto recurre a Marx para explicar que la sociedad burguesa es la organización histórica de producción más desarrollada, por lo tanto, las categorías que expresan sus relaciones permiten la comprensión de su estructura, y posibilitan al mismo tiempo comprender las relaciones de producción de todas las formas de sociedad desaparecidas.

Las categorías y principios metodológicos que explican la sociedad capitalista, y que nacen de su interior, han de utilizarse para el conocimiento del pasado, siempre y cuando tengan en cuenta los diferentes contextos históricos; pero acá al autor le interesa la relación que existe entre la nación en general y la moderna, resultando que el tránsito de la localidad a la nación se revela dos veces: en el momento inicial de la formación de clases o la nación antigua, y en el momento pleno de la formación de la burguesía, es decir la nación moderna.

Marx empleaba habitualmente esta dimensión dual de las naciones, tanto en lo que afecta a la producción y las relaciones económicas, como más globalmente a la sociedad y las relaciones sociales (Barros, 2020). En el primer grupo de categorías económicas se puede comprobar en los casos de producción, trabajo, y dinero, acudiendo a la guía metodológica que es la Introducción a la crítica de la economía política (Marx, 1974). En el segundo grupo de categorías sociales Barros se enfoca en los conceptos de nación, sociedad civil, y Estado que han sido abordados como hechos históricos simultáneos e interdependientes.

Así expone que, mientras en el Manifiesto Comunista dicen que, en todas las épocas históricas se encuentra una división de la sociedad en diversas clases, en La ideología alemana, por el contrario, explican detalladamente que las clases plenas son producto de la burguesía, diferenciando la clase de estamento, y aseverando inclusive que en la Alemania del siglo XIX los estamentos aún no se desarrollan totalmente hasta convertirse en clase.

Así que génesis de clase y génesis de nación son procesos paralelos, por lo cual, según Barros, la categoría de nación resulta adecuada para todas las épocas por su carácter general y abstracto, que solo consigue una validez plena en las condiciones capitalistas de producción, dada la naturaleza predominantemente económica, más que corporativa o política de las relaciones sociales burguesas. “Tenemos de esta manera, una concreción de cómo el modo y las condiciones históricas de producción determinan las relaciones sociales, en este caso la nación” (Barros, 2020. p.55).

La nación madura es un concepto tan moderno como lo son las condiciones productivas que dan paso a tal abstracción. Esta categoría nace en el contexto del capitalismo, pero como realidad es muy anterior. Sin embargo, la nación con su forma burguesa produce la conciencia más desarrollada, las teorías sobre sí misma y el movimiento nacionalista, y de este modo la clase dominante puede presentar su propio interés como el interés nacional, la causa de todos, construyendo unas concepciones que, sobre una base real, introducen lo ilusorio.

 

3.      Procesos nacionales en la época de Marx

Como es sabido Marx y Engels eran hombres de estudio y de acción, compatibilizaban la labor teórica con la militancia, para ellos la práctica subjetiva era el criterio demostrativo de la verdad objetiva, razón por la cual tomaban parte activa de las luchas nacionales de la segunda mitad del siglo XIX, y se preguntaban ¿a quién concederle el apoyo para construir un Estado y, en muchos casos absorber otras nacionalidades? Inicialmente apoyaban al movimiento nacional que más favoreciera el desarrollo de las fuerzas productivas, porque aceleraban las condiciones para una posterior revolución obrera, pero esto cambia a finales de siglo, cuando bogan por hacer valer la autodeterminación, el derecho a la secesión de las nacionalidades oprimidas y de las colonias (Barros, 2020).

El interés metodológico del profesor Carlos Barros por analizar estas situaciones nacionales concretas consiste en develar la forma en que se combina el enfoque subjetivo con el objetivo, donde la primacía de lo político, que depende de la voluntad de los hombres en la acción nacional de clase, coexiste con las condiciones económicas heredadas, independientemente de la voluntad de los hombres. Por otra parte, al tratarse de posiciones analíticas y políticas de coyuntura, obtienen una mayor relevancia las referencias a las determinaciones materiales de los movimientos nacionales, lo cual le permitió una aproximación a conceptos esenciales para la teoría materialista de la nación que pretende construir.

Los ejemplos históricos que propone los organiza de acuerdo a la siguiente tipología: en primer lugar, Barros expone los modelos clásicos de formación de las naciones capitalistas, que superan dialécticamente a través de un gran estado a las nacionalidades medievales, integrando, asimilando y unificando internamente una sociedad civil con fronteras precisas. Dentro de este modelo subdivide a las naciones que lograron una unidad nacional y estatal de forma temprana en los siglos XVII y XVIII, por medio de una revolución burguesa radical, como es el caso de Francia e Inglaterra. También se encuentran las naciones que consiguieron la independencia y unificación tardíamente en el siglo XIX, a través de una revolución burguesa incompleta: Alemania e Italia y, por último, las naciones que consiguieron el carácter de tales escindiéndose de la metrópoli inglesa sin pasar por las nacionalidades feudales, caso de Estados Unidos, Canadá y Australia.

En el segundo lugar de su tipología se encuentran los modelos anómalos de formación de naciones, que contaron con una economía capitalista subdesarrollada o periférica respecto al sistema capitalista mundial, y que solo pudieron acceder al estatuto de naciones plenas por la vía de la secesión y la liberación nacional. Barros distingue entre las nacionalidades europeas oprimidas por uno o varios estados, como Polonia, Irlanda y los pueblos eslavos, y por último las nacionalidades extra-europeas reducidas a colonias por el capital comercial tal como India y China.

La diferencia que hay de un grupo de modelos al otro es que, en el primero de ellos, Marx y Engels conocieron el resultado final de los procesos de formación de las grandes naciones burguesas, en el segundo caso no fue así, es por eso que a continuación se expondrá un ejemplo de cada modelo.

 

3.1. Unificación de Alemania

El proceso nacional alemán contó con la presencia tanto de Marx como de Engels en los años cruciales de 1848-1849, los cuales tenían una concepción materialista de la reconstrucción nacional de Alemania y del papel que tenían las diversas clases sociales en el proceso unificador que tenía por modelo a Francia y, en menor medida a Gran Bretaña.

Para Marx la base real para las guerras de independencia de 1813 estaba en la escasez de azúcar y café provocada por el bloqueo de Napoleón, que prohibió en 1806 el comercio alemán y europeo con Inglaterra. En la misma línea Engels entendía que, después de la disolución del Sacro Imperio Germánico por Napoleón, la lucha por la unidad alemana fue una expresión general del descontento con el orden de cosas establecido, máximo en los Estados pequeños, que se concretaba primeramente en el peso muerto de los impuestos.

La asimilación, unificación nacional y lucha contra el invasor napoleónico tenía para Marx y Engels causas socioeconómicas. La expansión alemana hacia el Este de Elba se detuvo en las fronteras de las naciones más grandes: los húngaros y los polacos. Los restantes pueblos eslavos, explica Barros, carecieron de las primeras condiciones de existencia nacional, como lo son una población considerable y una comunidad de territorio. Cada nación tenía sus límites en las naciones vecinas: las naciones existían como sistemas de naciones, no como entidades aisladas, estableciendo relaciones que dependían en último extremo del grado de desarrollo de sus respectivas fuerzas productivas.

Las condiciones de existencia nacional además de internas son externas y antes que nada económicas, las condiciones burguesas de producción son las condiciones fundamentales para la vida nacional unificada de la nueva Alemania. Antes de las victorias prusianas contra Dinamarca, Austria y Francia y de la definitiva unificación política en 1871 del segundo Reich, tuvo lugar la unificación aduanera de los estados alemanes anterior a la revolución de 1848 (Barros, 2020). Motivo este por el que Engels concedía al espíritu nacional poco valor, y lo mismo ocurría con la acción individual, así que esa subordinación relativa a los factores objetivos económicos fue comprobada por Barros, cuando comenta las pocas posibilidades que las actividades estatales tenían de cambiar las tendencias del desarrollo histórico en la introducción que realizó de su texto Las guerras campesinas en Alemania. Aunque en este también reconoce que el ritmo y la forma de los procesos nacionales están directamente afectados por la acción humana y los elementos no estrictamente económicos, sin embargo, sostiene que los factores económicos deciden el contenido de la nación y su constitución.

En los textos estudiados por Barros sobre la formación de Alemania elaborados por Marx y Engels, encuentra a la nación como un marco obligado de existencia, y por lo tanto la lucha de clases está muy presente. Por ejemplo, Engels relaciona la derrota de la revolución campesina de 1525 con la revolución burguesa de 1848, en razón de una incompleta constitución de las clases y de la nación, pues explica que las clases luchaban todas contra todas, formando una masa confusa en el siglo XVI, ya que había un gran número de provincias que a su vez se dividían en numerosa clases y fracciones de clase, fragmentación que estaba sin resolverse en 1848 impidiendo así una acción unificada, efectiva y nacional, la cual pudiera superar los combates ciudad por ciudad.

En este contexto cada clase actuaba en pro de la unidad alemana defendiendo un proyecto nacional propio, con lo que demuestra que la nación es producto de la acción de un conjunto de clases, y no solamente de la burguesía ascendente. Esta lucha de clases decidió un proyecto nacional para la vida en común final: ritmo, límites, forma de Estado, peso de las diferentes clases, y relaciones con otras naciones. En 1848 la constitución de la nación alemana podía en consecuencia frustrarse o triunfar.

En 1851 Engels escribía que durante la revolución de 1848 la unidad de Alemania era motivo de discordia interna, debido a que se encontraban en pugna los proyectos nacionales de las clases: nobleza, burguesía, pequeña burguesía y la clase obrera. La nobleza feudal era anacional, no participaba en la construcción de la nación, la burguesía inicialmente de la Prusia y el Rin luchaba por una Alemania sin Austria, bajo la hegemonía constitucional prusiana y una unificación nacional que acabara con las trabas feudales y burocráticas, que encadenaban su industria y comercio. La nobleza mercantilizada hizo causa común con la burguesía, mientras que la pequeña burguesía, es decir los artesanos, comerciantes y campesinos no tenían en principio un proyecto definido, unos reclamaban la vuelta del imperio, otros una república federal como Suiza, pero luchaban en todo caso contra los imperios, las exacciones fiscales y las trabas a sus negocios. El proletariado, “el partido extremo” abogaba por la República alemana, que declarase la guerra a Rusia y fuese beligerante en favor de la restitución de Polonia. Esta posición nacional competía con el federalismo pequeño burgués y el prusianismo nacionalista de la burguesía.

Las fuerzas sociales segregadas por el modo de producción capitalista, y con especial determinación la burguesía y el proletariado formaban parte, en conclusión, del proceso de construcción de la nación, por intereses inmediatos y también estratégicos configurando para tal fin un bloque histórico de clases heterogéneo, pero eficaz (Barros, 2020). El proyecto nacional que vio la luz fue, desde luego, el promovido por la burguesía. Engels valoraba positivamente en 1886 la edificación de la nación alemana, porque abrió paso a la gran industria y removió viejos obstáculos, que, a pesar de reducirse a la alternativa burguesa de la “pequeña Alemania” (sin Austria), bajo la hegemonía prusiana y con una forma de estado monárquico, condiciones muy diferentes a las defendidas por la Nueva Gaceta Renana, aseguraba a la clase obrera combativa menos obstáculos en las complicaciones nacionales.

Después de la revolución la burguesía se alió con la nobleza derrotada en marzo de 1848, la nación y el Estado moderno alemán fueron un “producto contractual: primero, del contrato de los príncipes de sí y, segundo de los príncipes con el pueblo” (Marx, 2015). Habría que incluir a la burguesía factor esencial de la primera y segunda parte del contrato nacional fundacional. El proyecto nacional burgués no se estableció en definitiva por la vía revolucionaria y parlamentaria, sino por la guerra exterior y el acuerdo con la nobleza. Bismark significó el segundo pacto nacional de la nobleza con el pueblo, forzado por la relación de fuerzas.

3.2. Colonización de la India

Marx escribía en 1853 en el New York Daily Tribune que las causas y los efectos de la dominación británica en la India se debían primero, por la fragmentación en múltiples Estados en la lucha de todos contra todos, y segundo, porque las condiciones sociales de producción indias fueron incapaces para asegurar una existencia nacional propia. Las relaciones sociales de producción, es decir las comunidades de aldea y los Estados despóticos, y las fuerzas productivas que eran el torno de hilar y el telar de mano fueron destruidos por los británicos, que abandonaron las obras de irrigación y pusieron fin a la producción textil, inundando al país de productos manufacturados baratos de la metrópoli (Barros, 2020).

Marx pensaba paradójicamente que, además de una historia destructora, Inglaterra tenía otra regeneradora en la India. Las condiciones de regeneración que preveía Marx por la dominación británica venían a ser: unidad política, ejército nativo, medios de transporte, comunicación, e industria moderna. En efecto, la unidad política fue obra de la administración colonial, aunque después de la independencia musulmanes e hindúes se dividiesen en dos Estados.

Así y todo, la industrialización de India como efecto positivo de la colonización inglesa era una idea parcialmente equivocada de Marx (Barros, 2020), ya que el lugar de la India en el sistema colonial inglés era de importadora de manufacturas inglesas y exportadora de productos agrícolas. En este trasplante del modelo metropolitano de industrialización europeo a las colonias, argumenta el autor, se evidenciaba en Marx una idea eurocentrista e ilustrada según la cual los países atrasados podían, o debían, seguir los pasos de los países capitalistas.

Aunque este hecho era matizado por Marx cuando reflexionaba que la burguesía inglesa no emanciparía a las masas populares, ni mejorarían su condición social, pues tanto lo primero como lo segundo, dependían del desarrollo de las fuerzas productivas y de que el pueblo se las apropie, remarcaría además el cometido antipopular de la burguesía inglesa en la India, y subrayaría que la liberación de esta solamente sería posible si la revolución proletaria tomaba el poder en la Metrópolis o si los indios alcanzaban la suficiente fuerza para acabar con el yugo británico. En aquel tiempo consideraba ilusoriamente la revolución proletaria inglesa como una posibilidad inmediata, hecho que no ocurrió y así la lucha por el control de las condiciones nacionales de producción tomó otro rumbo, los indios se liberaron por sí mismos en el contexto de la segunda postguerra. “Gandhi reivindicando el torno del hilar y los oficios antiguos destruidos por los ingleses, logró apropiarse de las modernas fuerzas y relaciones de producción que los ingleses ayudaron a crear, para dar una base material a una moderna y emancipada nación india” (Barros, 2020, p.99).

El contenido económico-social y la forma del ser nacional varía según el tiempo y el espacio. Marx y Engels, organizadores del movimiento obrero internacional en la segunda mitad del siglo XIX, dejaron con su militancia y escritos una muestra sobre cómo intentar aprehender ese contenido material e histórico formal del fenómeno nacional, así como a impulsar los hechos nacionales más liberadores para el hombre, sin escaparse de su contexto.

 

4.      La base material de la existencia de la nación

Tal como se planteó en la introducción de esta reseña, Carlos Barros parte de los apuntes teórico-metodológicos del bolchevique Ber Borojov, quien fue uno de los primeros en intentar ligar los dos extremos de una cadena, es decir de la explicación de las clases y de los hechos comunitarios en la obra de Marx y Engels, de los cuales presentó las siguientes tesis que son sintetizadas por Borojov así:

  1. La humanidad está dividida en sociedades
  2. El concepto de condiciones de producción es un punto de partida para construir una teoría puramente materialista de la cuestión nacional.

En este punto explica que la humanidad se agrupa de dos maneras, primero según la diferencia de las condiciones de la relativamente separada producción, la cual recibe el nombre de sociedad, y segundo según su diferente participación en el proceso de producción, y su relación con los medios de producción, que son las clases. En cuanto a las condiciones de producción encuentra que hay tres categorías: las condiciones naturales, no sociales que influyen en las fuerzas productivas a comienzos de la historia. Las condiciones históricas, sociales que van adquiriendo por la acción del hombre una influencia mayor que las naturales, unas y otras presionan desde el exterior sobre la base económica que, adopta diversas formas según la diversidad de las condiciones de producción y, por último, las condiciones económicas que interactúan sobre el medio natural y los factores socio-históricos.

  1. Cualquier sociedad dada necesita en la medida que amplía sus condiciones de producción, conquistar condiciones ajenas […] unos anhelan conquistar, otros buscan defender, por ende, tiene lugar una lucha nacional. Y así como la lucha de clases es producto de un conflicto entre el desarrollo de las fuerzas productivas y el estado de las relaciones de producción, el problema nacional en consecuencia debería ser subrayado como un conflicto de fuerzas de producción y del estado de las condiciones de producción (Barros, 2020, p.114).

Ahora, asumiendo críticamente las tesis de Borojov, el profesor Carlos Barros toma como referencia las obras económicas y metodológicas de Marx y Engels, e identifica dos falencias que a su juicio limitan la eficacia de las tesis del bolchevique judío. La primera consiste en que no considera la base económica como parte fundamental desde el interior de las condiciones de producción; la segunda falencia consiste en que olvida que las condiciones de producción son también de reproducción social.

 

4.1. Nación, totalidad social

Marx no hablaba de la nación como una superestructura o invento “ideológico” de una clase dominante, sino que hablaba de la organización de los hombres en sociedad, en un espacio y tiempo determinados. En textos como El capital y en los Grundisse emplea tanto

“nación” como “país” para referirse a una sociedad dada y circunscrita. Por otro lado, también utiliza expresiones como “producción nacional”, “medios de producción de nación”,

“capital nacional”; “jornadas nacionales de trabajo”, “diferencias nacionales de trabajo”, “riqueza nacional” y; “renta nacional”, que están presentes no como concesiones literarias acientíficas, sino por la conciencia que tenía Marx de que la sociedad era concreta y nacional.

 

4.2. Condiciones de producción

Para entender a la nación como una totalidad social es necesario explicar el concepto de condiciones de producción. Así que, de acuerdo con los creadores del marxismo, la producción es la apropiación de la naturaleza por individuos, en el marco y a través de una particular forma de sociedad, con el fin de satisfacer las necesidades de la existencia humana en la producción social de su existencia, donde los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad entre los propietarios de las condiciones de producción y los productores directos.

Estas relaciones de producción se corresponden con una característica fase de desarrollo de las fuerzas productivas: hombres y medios de trabajo, habilidad, técnica, nivel científico, cooperación y división social del trabajo. Estas relaciones de producción se encuentran íntimamente unidas a las fuerzas de producción, estas y las relaciones de producción definen el modo de producción, que es tanto relación mutua entre individuos, como relación entre estos y la naturaleza inorgánica.

Las distintas combinaciones entre trabajadores y medios de producción distinguen los diversos modos históricos y generales de producción, lo cual en la vida material determina el proceso de la vida social, política y espiritual en general. En todas las formaciones sociales se encuentra un modo de producción que condiciona como un éter las demás formas de producción presentes.

Pero para delimitar unas condiciones generales de producción, Barros argumenta que puede ser suficiente responder al cómo se producen, lo cual implica responder en qué marco social y con qué medios se produce. Sin embargo, llama la atención de contemplar estas condiciones específicas en el espacio y tiempo que se produce. En uno u otro supuesto tienen especial interés, además de las condiciones de producción identificadas directamente con el proceso de producción, aquellas condiciones asimismo materiales sin las cuales los procesos de producción no podrían ejecutarse, bien sean condiciones naturales o históricas.

En este punto los factores que condicionan materialmente los procesos de producción se dividen en inmanentes (condiciones de producción en sentido estricto) y, coadyuvantes (condiciones de producción en el sentido amplio). Ambas condiciones inherentes o resultado de una acción exterior se deben tener en cuenta en el sentido global, históricamente efectivo del concepto condiciones de producción.

La distinción no es gratuita, Marx precisa que trabajo libre y capital representan las condiciones fundamentales del modo de producción burgués; las restantes condiciones, que actúan desde la naturaleza y mediante la historia, o que corresponden a la fase de los procesos de producción y de intercambio, no son fundamentales, aunque si necesarias, todas estas divisiones metodológicas son conceptualmente útiles solamente si son asumidas de manera fluida (Barros, 2020).

La distinción metodológica entre condiciones económicas fundamentales y condiciones naturales e históricas concretas fue realizada por Marx, y estas se entienden como un todo único, por lo cual resalta el profesor Barros que, es habitual que Marx maneje el término condiciones de producción como sinónimo de condiciones económicas, materiales y fundamentales, en especial cuando estudia los modos de producción en abstracto, sin considerar las particularidades nacionales.

Dentro de las condiciones de producción ocurre una acción y reacción de las llaves economía-historia, base-superestructura, que se encuentran en presencia de fuerzas desiguales, pues Engels detalla la forma en que el acontecimiento histórico es resultado de un grupo infinito de paralelogramos de fuerzas de todo tipo, de las cuales el vector decisivo por lo regular es las fuerzas económicas. En síntesis, las condiciones de producción son factores naturales, económicos, políticos y culturales que forman parte y/o influyen en el proceso de producción.

Las condiciones en que tiene lugar un proceso de producción son, además: 1) intrínsecas, los requisitos fundamentales para la realización del proceso que varía según el modo de producción y la formación social. 2) extrínsecas, el entorno e histórico-social en el que, obligatoriamente los hombres asociados reproducen su existencia. Entonces, las condiciones generales de un modo de producción son una abstracción, pero en todos los casos el espacio y el tiempo introducen la concreción y la variedad. Por último, si bien para Barros las condiciones económicas tienen mayor peso, también reconoce que las naturales e histórico-sociales pueden intervenir en el proceso de producción hasta el punto de interrumpirlo o alterar su forma. Por lo cual, todas las premisas y acondicionamientos de la producción son naturales e históricos. Naturales porque los hombres y sus relaciones sociales y económicas son productos históricos de su actividad, por lo que constituyen la parte subjetiva de la naturaleza. Económicas. porque lo que destacan Marx y Engels es precisamente la dimensión económica del conjunto de las condiciones de producción.

La identidad compartida entre los tres aspectos que expone el autor sobre las condiciones de producción no es óbice para su individualización. La pertinencia de colocar los elementos políticos, culturales, la lucha política de clase, la lucha nacional y el Estado propios del nivel superestructural en las condiciones históricas de producción, viene dada por ser productos históricos por antonomasia, resultantes sociales del albedrío humano, en contraposición con la naturaleza no orgánica y sus leyes más o menos inmutables, y con la economía y sus leyes cuasi naturales (Barros, 2020).

A su vez los factores subjetivos, las luchas de clases y nacionales, en tanto que condiciones históricas de producción inciden en su cara opuesta: los factores más objetivos, empezando por las condiciones económicas de producción. Y es por este motivo que el autor traza otra línea divisoria en la metodología en conjunto de las condiciones de producción: condiciones subjetivas (lucha de clases y naciones) y condiciones objetivas (base productiva y medio natural), conforme al grado relativo de supeditación de la voluntad del hombre organizado socialmente.

 

4.3. Condiciones nacionales de producción

Hasta ahora el autor ha expuesto la categoría de condiciones de producción de forma general, pero resalta que Marx en la Introducción general de la economía política de 1857 indica que existen, primero una producción general y por tanto unas condiciones generales de toda producción y, segundo, una producción particular, dividida en ramas como la agricultura, a la que corresponden indudablemente condiciones específicas de producción. Tercero, una totalidad concreta de producción que corresponde a un cuerpo social dado, y un sujeto social que ejerce su actividad en un agregado más o menos considerable de ramas de producción. La totalidad concreta, y también el sujeto social y político que aparecen mayoritariamente como ámbito de producción y consumo, son protagonistas de los acontecimientos históricos y de la nación que es, al fin de cuentas, su objeto de estudio.

Lo que el profesor Barros pudo observar en su investigación es que los estudios económicos de Marx no partieron de un país determinado, pues ambicionaba ante todo reproducir lo concreto mediante determinaciones abstractas. Es así como en el Capital estudia la “mercancía”, el “dinero”, la “plusvalía” y el “capital”, categorías abstractas y simples con las cuales después se apropiaría de categorías concretas y complejas: como las sociedades nacionales, las clases y el Estado.

Dentro de las limitaciones posibles del proceso abstracto de producción, para Marx y Engels priman desde luego el contexto histórico y el marco nacional, ya que cada época histórica, cada modo de producción tiene sus propias condiciones de producción que suelen incluir también formas menores de producción que coexisten con los grandes modelos históricos de producción, como la pequeña producción de los campesinos y los artesanos o, las comunidades de aldea.

Igual que en la Introducción, en los Grundisse Marx pasa de las condiciones nacionales de producción a las individuales y viceversa, ya en otro nivel Marx y Engels pasan de las condiciones nacionales de producción a las universales: el mercado mundial. Por lo tanto, en el capitalismo existen condiciones de producción individuales, nacionales, mundiales y generales de cada modo de producción consideradas abstractamente, pero el grado de abstracción siempre es relativo respecto a los modos de producción clásicos como el esclavista, el feudal o el capitalista, que supusieron en su origen tiempos históricos y áreas geográficas específicas.

La intención que Marx manifiesta en la Introducción es estudiar las realidades sociales relativamente concretas para después elaborar nociones abstractas: “las condiciones generales del modo de producción capitalista” y más allá de las categorías centrales del materialismo histórico como “fuerzas productivas”, “relaciones de producción”, “modo de producción”, “formación social”, “condiciones de producción”, lo que buscaba era exponer a la nación como una categoría histórica que está íntimamente conectada con la distribución social y espacial de la humanidad, por lo que difícilmente se puede superar la definición simplemente descriptiva sin alcanzar el objetivo de articular conceptualmente fundamentos ambientales, económicos, políticos y culturales entre sí, y también con categorías centrales del materialismo histórico.

El salto de las categorías simples y abstractas a las categorías complejas y concretas, del modo de producción a las totalidades concretas llenas de determinaciones y relaciones, hizo necesaria la reconstrucción posterior, a menudo parcial y simplista, de algunos conceptos usados por Marx, por lo regular con gran elasticidad, como es el caso de la noción de “formación social”.

Pues bien, en la formación social capitalista existen diversos tipos de formaciones sociales, entre la que es necesario destacar la nación (Barros, 2020). Sin embargo, Barros explica que es insuficiente y restrictiva la determinación estructuralista de una nación o formación social nacional, como una articulación de modos de producción, y rescata a Engels quien sostenía que se debe concebir al mundo real, es decir a la naturaleza y la historia tal como se presentan. Es decir, no se puede reproducir lo concreto nacional por la vía del pensamiento, sin integrar en las herramientas teóricas a la naturaleza y la historia.

No se debe restringir la nación a una estructura no diacrónica que omita además de la historia el hecho básico de que todo proceso de producción es consecuencia de las relaciones de los hombres con la naturaleza, y no solo de las relaciones de los hombres entre sí. la articulación jerarquizada de los modos de producción es preciso articularla con el medio geográfico; este entrelazamiento dialéctico permite indagar concretamente en las condiciones de producción y las condiciones generales de cada formación social general.

 

4.4. Dialéctica de las condiciones de producción

La palabra condiciones se presta a varios usos de los que Marx y Engels se sirven

“condiciones de vida”, “condiciones de trabajo”, “condiciones de producción”, “condiciones sociales”, “condiciones generales”, “condiciones campesinas”, “condiciones francesas” … ¿en qué sentidos resume Barros las condiciones en que emplean el vocablo? Primero, en un sentido descriptivo, indicando naturaleza o estado, lo que implica inventarios de propiedades o elementos que constituyen el objeto: condiciones capitalistas, condiciones inglesas.

Segundo, en un sentido circunstancial, indicando los factores que influyen previamente sobre el objeto, como por ejemplo, condiciones naturales y culturales de producción. Tercero, en un sentido causal, indicando que el acondicionamiento es determinante y provoca un efecto dado en el objeto: una relación capitalista de producción determina que un medio de producción se convierta en capital. Cuarto, en un sentido diacrónico, indicando la evolución en el tiempo de los condicionamientos en su relación dialéctica con el objeto, condiciones previas y condiciones resultantes.

Estas acepciones se encuentran presentes en el concepto de condiciones de producción, pero resalta Barros que su eficacia metodológica depende de la justeza con que se defina el punto de vista dialéctico. La virtud dialéctica de este concepto, tal y como lo manejan Marx y Engels, reside en que va más allá de la mera descripción, explica las características del proceso de producción tomando nota, además, de los factores determinantes, de los factores ambientales, e inserta el tiempo como elemento definitorio y esencial del concepto.

Engels diferencia lo que es causa de lo que es condición, previa y resultante, pues entiende que todo factor histórico repercute sobre todo lo que lo rodea, en este juego múltiple de acciones y reacciones, decisorias unas veces, otras no tanto, por lo cual exige contemplar los elementos en presencia como condiciones móviles de un medio: un ecosistema histórico en que el sujeto central es la sociedad humana, donde cada ámbito de producción, requiere de unas condiciones fundamentales, necesarias y suficientes.

Todas esas condiciones económicas, naturales e históricas de producción son suficientes, puesto que producen un efecto, cualquiera que sea el grado de necesidad de este para la realización de proceso. Algunas son necesarias: el dinero, la circulación, el comercio son condiciones necesarias del modo de producción capitalista. Otras son finalmente necesarias y suficientes, como el capital y el trabajo asalariado en el modo capitalista de producción.

Pero ¿cómo se inscribe el tiempo en la definición dialéctica de las condiciones de producción? Frente a esto Marx explica que las condiciones y presupuestos constituyen sus momentos, donde la apropiación de la naturaleza para satisfacer las necesidades de la sociedad humana es necesariamente un proceso continuo, y esta continuidad del proceso de flujo constante de producción constituye una variante que conlleva a que el proceso de producción sea también de reproducción, volviendo a producir sus propias condiciones, previas en una fase y resultante en la siguiente. Por lo cual producción y reproducción corresponden luego a un proceso único, coexistente en el espacio y el tiempo.

Una condición nacional de producción de la génesis del capitalismo es que exista una masa de dinero suficiente para la circulación. Esta premisa es histórica, aunque no se debe interpretar esto como si primero se formase una masa suficiente de dinero y luego se formara la producción capitalista; esta se desarrolla en realidad de forma simultánea con el desarrollo de sus condiciones. Así, el autor expresa que, el tránsito del feudalismo al capitalismo se puede metodológicamente separar en momentos lo que acontece en un tiempo compartido.

Siguiendo a Braudel (Barros, 2020), se puede concebir un proceso de producción de duración corta, media o larga, lo que, en función de los ámbitos cronológicos empleados por Marx, se traduciría en un tiempo inmediato, en un tiempo generacional y un tiempo correspondiente a toda una época histórica marcada por un modo de producción, donde cada generación se ve influida en sus condiciones de vida por las condiciones heredadas -fuerzas productivas y formas de relación social en primer lugar- que a su vez modifica la actividad productiva en condiciones distintas. Y es mediante este movimiento histórico que las generaciones sucesivas transforman los resultados conseguidos por las generaciones que las precedían, entendiendo así a la historia como una sucesión de generaciones que son entendidas como sujetos sociales, al igual que las clases y las naciones, que se van renovando y alternando de acuerdo a las condiciones de producción. Esta idea de la existencia de una conexión material entre las generaciones basada en la continuidad y renovación permanente de las fuerzas de producción es la que contiene un componente importante a la hora de explicar la sucesión de las fuerzas productivas que crea la historia de la humanidad y la historia nacional en particular.

4.5. Reproducción social de la nación

Los miembros de cualquier sociedad al producir sus medios de vida fabrican de forma indirecta su propia vida material, que es la primera de las condiciones de producción, motivo por el cual todo proceso de producción es enfocado en su conjunto a un proceso de reproducción, ya que ninguna sociedad puede dejar de consumir, ni puedo tampoco dejar de producir. Así que reproducir es producir las condiciones de producción, transformando condiciones previas en condiciones resultantes, que a su vez son premisas de la siguiente fase productiva.

Pero Barros en este punto trata de responder ¿qué es preciso reproducir para garantizar un proceso continuo de producción? Y argumenta que, primero se debe reproducir la fuerza de trabajo: los hombres, sus medios de vida y el conjunto de necesidades humanas generadas históricamente, reproducir al hombre biológicamente significa producir la familia que al principio constituye la única relación social. Segundo los medios de producción, tercero las relaciones de producción, cuarto, las clases sociales, quinto las relaciones de dominación, y sexto las relaciones sociales en general.

Marx observa circunstancias en las que se da la pérdida o la inmutabilidad de las condiciones de reproducción social, por ejemplo, los campesinos propietarios de sus condiciones de reproducción pueden perderlas por causa de una mala cosecha, la guerra, el hambre, un incidente fortuito, no pudiendo entonces reponer la semilla y demás condiciones previas para reiniciar la producción. En las formaciones precapitalistas, esta pérdida supone por lo común la entrada en dependencia del campesino libre, quien después de las condiciones de reproducción pierde las propias condiciones de producción. En el capitalismo, supone la entrada del campesino en la clase de los trabajadores asalariados (Barros, 2020).

También las condiciones de reproducción de una sociedad o nación pueden permanecer inmutables o entrar en crisis, hasta el punto de desaparecer por pérdida de sus condiciones de reproducción social. Para Marx y Engels los ámbitos de aplicación del concepto condiciones de reproducción vienen siendo los mismos que para las condiciones de producción. Si estas se constituyen históricamente en el seno de una nación, del mismo modo la reproducción alimenticia del trabajador y la familia, del capital y la plusvalía tienen lugar asimismo a un nivel nacional.

Esto en lo tocante a las condiciones fundamentales de reproducción de la nación. Después están las condiciones generales de la reproducción nacional donde en vez de fijarse en un solo capitalista u obrero, es necesario fijarse en la totalidad de la clase capitalista, de una parte, y de otra en la clase obrera. La reproducción de la nación como sujeto social requiere satisfacer las necesidades inmediatas individuales y colectivas de la reproducción humana, al igual que un excedente necesario para reproducir todos los presupuestos de la vida económica, tanto generales como particulares, y sus relaciones sociales, culturales y estatales específicas.

Los medios de comunicación y transporte constituyen, en consecuencia, una condición económica de reproducción de la comunidad. Por lo tanto, señala Barros que hay que añadirlas a las condiciones básicas de reproducción de la totalidad nacional. En el capitalismo, los ferrocarriles son la coronación de la obra del modo de producción capitalista, al igual que los barcos a vapor y el telégrafo, medios de comunicación adecuados a los modernos medios de producción y circulación del capital.

El ferrocarril nacional, organizado por el Estado, crea una superestructura capitalista que acelera la imposición del modo de producción capitalista (Barros, 2020). Las condiciones generales de reproducción reafirman y extienden las condiciones fundamentales de reproducción, porque crecen más de prisa, convirtiéndose en potentes palancas de reproducción ampliada, del mismo modo que la centralización de capitales, por medio de la concurrencia y del crédito, formando monopolios nacionales, complementa, amplia y acelera la acumulación de medios de producción.

Hay un aspecto más propio del proceso de reproducción que del proceso de producción: la procreación del hombre, que posibilita plantear una relación conservación/destrucción como efecto biológico y social de la reproducción sobre las condiciones anteriores. La progresión de la población desequilibra la fuerza productiva humana respecto de las demás condiciones de producción y reproducción, pudiendo llegar a la ruina de estas. Las condiciones anteriores pueden conservarse igual o resultar eliminadas y abrir paso a otras condiciones, bajo una nueva forma.

Marx y Engels señalaron que la burguesía fabrica la nación moderna, y que la nación es condición previa para la “riqueza nacional” y la dominación de la burguesía. Por ende, la nación forma parte de las condiciones mediatas y generales de producción capitalista como condición previa/condición resultante del proceso de producción y reproducción. Así que, reproduciendo las condiciones nacionales de producción, tanto privadas e individuales, como las públicas y generales, se reproduce la nación como totalidad social, se reproduce su población y sus clases, sus fuerzas productivas y relaciones de producción e intercambio, su relación con el medio geográfico, su Estado, sus relaciones con las naciones vecinas, su conciencia común derivadas de unas condiciones comunes de producción. Reproducción social de la nación sujeta a las contingencias de la conservación/destrucción, continuidad/discontinuidad, inherentes a todos los procesos de producción y reproducción social.

 

4.6. Luchas por las condiciones de producción y reproducción

La lucha entre formaciones socio-nacionales por las condiciones de producción y reproducción es un hecho empíricamente observable en todas las épocas históricas. Los hombres de diferente e incluso antagónica clase social, se juntan a menudo frente a terceros para defender o ampliar las condiciones comunes de producción (Barros, 2020). Esta lucha de naciones se da tanto en periodos de estabilidad como de inestabilidad. En el primer enunciado, la lucha es consecuencia directa de la dinámica usual de las condiciones de producción y reproducción social de la nación; en el segundo enunciado, la lucha deriva de las crisis de las condiciones nacionales de producción, bien sea por causas endógenas o exógenas.

Explica el profesor Barros que, para Marx y Engels, la guerra y la conquista representaron una de las principales bazas económicas de la comuna, la tierra como condición natural de producción podía ser, y era disputada por otras comunidades. Por ende, cuando la reproducción ampliada de la población entraba en contradicción con la disponibilidad de la tierra, sobrevenía la crisis y la lucha entre diferentes comunidades, cuyo conflicto al dilatarse provocaba la sumisión de unas por otras, el intercambio, la división del trabajo y las relaciones de interdependencia.

En el Capital, Marx estudia específicamente la batalla por las condiciones necesarias para la producción capitalista, entre las naciones europeas en el tránsito del feudalismo al capitalismo y en la fase de acumulación originaria, cuyo centro fue pasando de un país a otro entre los siglos XVI y XIX: España, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra. El saqueo de las condiciones de producción tuvo lugar en América, África y Asia; las guerras comerciales fueron detrás: la secesión de los Piases Bajos, Inglaterra contra la Francia Jacobina, la guerra del Opio, proteccionismo y sistema colonial acompañaron el paso de la manufactura a la gran industria.

El capital comercial que impera en esta fase sobre el capital industrial supone el saqueo de las condiciones de producción ajenas. En los siglos XVI-XVIII el trasfondo de la lucha de naciones, es, ante todo, la lucha por las nuevas condiciones de producción, pues disponer de las condiciones históricas de génesis del capital, explica el autor, equivalía a poseer las condiciones precisas para constituirse como naciones modernas. Aquellos países que no consiguieron la unidad nacional, como es el caso de Alemania e Italia, quedaron fuera de esa carrera: la nación es una condición previa para la acumulación primitiva del capital.

Por otro lado, la relación de las clases respecto a las condiciones de producción es diversa. Mientras el proletariado estaba desposeído de las condiciones objetivas de producción y de reproducción, la burguesía se apropió de estas condiciones objetivas -los medios de producción- controlando así las restantes condiciones nacionales de producción, por lo que la nación se convirtió en una mediación social que le permite al capital asegurar su control y hegemonía, mientras que de forma paralela asegura la reproducción del conjunto de la sociedad, y su defensa cuando entre en confrontación con otra sociedad nacional.

Pero en los contextos históricos en que se ha librado una lucha de clase obrera por el control de las condiciones de producción se observa también una lucha nacional para cambiar la forma nacional de reproducción, y mientras el desarrollo y control colectivo de ámbito universal de las condiciones de producción no sean realidad, los hombres se asocian para producir y dominar las condiciones de producción, estableciendo relaciones de hegemonía y subordinación entre las unidades sociales principales: clases y naciones.

En la lucha por las condiciones de producción y reproducción no están en juego solo las fuerzas productivas, sino también las relaciones de producción, que son objeto de apropiación o imposición por parte de las comunidades en lucha, lo mismo que las condiciones naturales de producción y las condiciones históricas de producción. La propia existencia nacional es objeto de expropiación, o conservación como condición de producción.

4.7. Clases y naciones

En esta instancia Barros vuelve a las tesis de los fundadores del marxismo resumidas por Borojov: 1) la humanidad está dividida en naciones como sociedades relativamente separadas. 2) las naciones están divididas en clases. De modo que la distribución de la sociedad es bilateral: las diferencias en las condiciones de producción definen las naciones, mientras que la participación en el proceso productivo y la relación con los medios de producción definen las clases. 3) el conflicto fuerzas productivas/relaciones de producción da lugar a la lucha de clases, y el conflicto fuerzas productivas/condiciones de producción a la lucha de naciones.

División de la humanidad en naciones

En el análisis que Marx hizo sobre el origen de la división del trabajo y el intercambio, argumentaba que, las comunidades descubren en su entorno inmediato diversos medios de producción y diversos modos de sustento; por lo tanto, su modo de producción, su modo de vivir y sus productos varían. Estas diferencias son las que al entrar en contacto unas comunidades con otras determinan el intercambio. No es el cambio lo que crea las diferencias entre las varias órbitas de producción; lo que hace el cambio es relacionar estas órbitas distintas unas con otras, convirtiéndolas en ramas de una producción global de la sociedad, unidas por lazos en distintos niveles de interdependencia, así que la división social del trabajo surge por el cambio entre órbitas de producción.

Los hombres entran en la historia no como sociedad humana única, sino como comunidades sociales diferenciadas; la distribución desigual de las condiciones de producción organiza en determinado momento a los hombres en sociedades nacionales distintas, relativamente separadas, pero interdependientes. Primero son las condiciones naturales de producción las que determinan esta diversidad nacional. Después es la división del trabajo entre comunidades u órbitas de producción que, en un sentido estricto, motivan la división nacional (Barros, 2020).

Conforme los hombres van dominando la naturaleza, la causa de la desigualdad de las condiciones de producción se va desplazando de la naturaleza a la economía, el modo de producción será el que más origine desemejanza de las condiciones de producción y, por consiguiente, la lucha de las naciones. El capitalismo, el primer modo universal de producción agudiza su carácter desigual, recrudeciendo los fenómenos nacionales, al compás de la internacionalización de las fuerzas productivas y demás condiciones de producción.

 

División de la nación en clases

La nación es un conjunto de clases: sede, marco y relación de la existencia y la lucha de clases. Por lo tanto, el interés común que mantiene unidas a las clases, pese a su carácter antagónico en el proceso de producción y reproducción da paso a la nación como suma y unidad de los contrarios. La conexión material-nacional de las clases pone en claro lo que hay de necesario en ese contrato para convivencia nacional, contrato que se explícita en los procesos de formación nacional, y que se reformula o se rompe en los momentos críticos de las naciones (Barros, 2020).

Aquí el problema teórico consiste en desarrollar una teoría unificada de la nación y la clase, lo cual solamente se puede lograr siguiendo a los creadores del marxismo, ya que no hay forma de lograr un corpus teórico de los objetos sociales, sin una óptica materialista.

Explica el profesor Barros, que Borojov define clases y naciones como cosas diversas sin concretar claramente sus relaciones, y ante todo su base material común, y esta confusión, de acuerdo a la investigación realizada por el autor, reside en la exclusión que realizó Borojov de las condiciones económicas fundamentales en su definición del concepto condiciones de producción.

Solamente de esa forma se explica que argumente esquemáticamente que las clases son la relación con los medios de producción y las naciones la relación con las condiciones de producción, sin aclarar que las primeras son parte esencial de las segundas. La nación y las clases son caras opuestas de las mismas condiciones de producción: 1) la nación es producto de la comunidad de las condiciones de producción; 2) las clases son producto de la contradicción de las condiciones de producción.

Los hombres se organizan para producir en sociedades-naciones porque comparten unas condiciones de producción determinadas, con exclusión de terceros, además de lo cual, los hombres se organizan para producir en clases, porque parten de manera desigual ante las condiciones de producción, reproducción y distribución, a la vez que participan de manera desigual en el proceso de producción nacional, lo cual permite explicar tres hechos relevantes:

  • La evolución histórica interdependiente de las clases y de la nación, así como la formación, realización, cambio y desaparición en fases sincronizadas de las dinámicas de las clases y las naciones, que están inferidas de unas bases materiales compartidas.
  • La madurez simultánea de la clase y la nación como categorías plenas en la sociedad civil, burguesa y moderna, además de la íntima conexión material entre clases y naciones, enmarcadas ambas en la sociedad civil.
  • La ambivalencia de la nación, que es el terreno tanto de las luchas de liberación, como de las conquistas, guerras y opresiones nacionales. Pocas veces se asumen ambas caras del fenómeno nacional, pero es la ambigüedad de la nación la que facilita que se preste a la hegemonía de clases y orientaciones ideológicas y políticas contradictorias, pues en la conciencia nacional prima generalmente la comunidad de intereses sobre la contradicción de intereses, de ahí la peculiaridad de su dimensión alienante: la nación como falsa conciencia. En cambio, en la conciencia de clase prima la separación sobre la unión de los intereses en principio opuestos.

 

4.8. Lucha de clases, lucha de naciones

La lucha de clases y la lucha nacional tiene un origen común: la lucha por las condiciones de producción (Barros, 2020). En las sociedades clasistas, la pugna de las comunidades separadas por la propiedad y el control de las condiciones de producción, es relativamente comparable a una lucha de clases, la cual también es una pugna al interior de estas por el control de las viejas y nuevas condiciones de producción y reproducción. Aunque en realidad, la reducción de las dinámicas nacionales a las dinámicas de clases no es absoluta, depende de la relación con un tercer nivel de análisis: la dialéctica de las condiciones de producción.

El autor resume lo siguiente: 1) la lucha nacional siempre es traducible a una lucha de clases, y viceversa; 2) de uno u otro modo, ambas son reductibles al nivel básico de la lucha por las condiciones de producción; 3) la primacía de la lucha de clases sobre la lucha de naciones, de las luchas interiores sobre las exteriores, viene dada porque la dialéctica objetiva de las clases expresa lo más contradictorio, por lo tanto, lo más dinámico y real de la dialéctica de las condiciones de producción, pero, sin olvidar que las clases y naciones corresponden a esferas sociales cualitativamente distintas, sujetas a dinámicas sociales entroncadas, pero relativamente autónomas: clase y nación atañen a momentos y niveles sociales diferentes.

Por último, aunque el desarrollo desigual en la historia y en el espacio de las condiciones de producción cree la base material del hecho nacional, las fuerzas productivas y las relaciones de producción son las que asumen un carácter específico en cada nación, por lo que la regresión o progresión de la nación, depende de las condiciones de su modo hegemónico de producción, de la lucha nacional de clases más que de la lucha internacional por las condiciones de producción.

La apropiación y control de las condiciones de ajenas de producción -lucha entre naciones- está siempre subordinada a la existencia de unas condiciones propias de producción fundamentales, es decir las relaciones de producción y las fuerzas productivas correspondientes, cuyo soporte son las clases. Y es la acción de las clases nacionales la que decide el carácter de las condiciones de producción de cada país. Ahora bien, la lucha de naciones puede concluir con la imposición de un nuevo modo de producción, pero siempre con la mediación decisiva de las clases.

En conclusión, el nivel de mediación social principal en la nación son las clases sociales, esta nace o muere según el apoyo de clases de que disponga. Una variación sustancial de las clases sustentadoras del proyecto nacional da paso a un cambio total de la nación, entonces la lucha de clases en el momento central de la lucha general, individual, clasista, nacional, universal por las condiciones de producción, ya que determina la cualidad de estas (Barros, 2020).

La lucha de clases y la lucha de naciones tienen un origen común: la lucha por las condiciones de producción, pero un alcance diferente: las clases pueden cambiar la base económica de la sociedad, es decir las condiciones de producción, que también pueden ser cambiadas por las naciones, pero solo mediante las clases.

 

5.      La construcción de una teoría global sobre la nación

A través del estudió de los textos de Marx y Engels, el profesor Carlos Barros expuso unos elementos teórico-metodológicos de la teoría materialista, los cuales nos permiten abarcar en su totalidad la investigación y comprensión sobre los hechos nacionales desde su mecanismo interno, pues es en este campo donde se encuentran las determinaciones esenciales y comunes, simples y abstractas que explican a las naciones históricas y concretas.

Estas determinaciones comunes son inicialmente económicas, y tienen que ver con las condiciones de producción, donde también los elementos naturales e histórico-sociales lo son, en la medida que afectan el proceso de producción, pues la economía no trata de cosas, sino de relaciones entre personas, y, en última instancia, de clases. Con lo cual, se puede entender a la nación como la relación económica y diacrónica de las clases entre sí, y del conjunto de las clases con la naturaleza.

El texto de Barros define un enfoque objetivo de la nación que rebate la idea extendida de la nación como una entidad subjetiva y política, ideológica más que económica, hipótesis que no es del todo falsa, pero que queda inconclusa al no relacionar y jerarquizar en lo concreto a la nación objeto y la nación sujeto, y al excluir las relaciones sociales determinadas directa o indirectamente por la economía. Por este motivo urge retomar los planteamientos de Marx y Engels en toda su plenitud y complejidad, ya que en su método se encuentran los elementos necesarios para superar el esquematismo y dogmatismo que ha caracterizado a las investigaciones sobre la nación en las últimas décadas.

Las características de la obra de Marx y Engels, pero también el objetivo de trabajo de Barros sobre la base material de la nación, hizo que se detuviera con mayor detalle en las condiciones económicas y objetivas de la nación; sin embargo, las condiciones no estrictamente económicas, sociales, políticas y culturales son igualmente importantes, no solamente por su incidencia a veces decisiva sobre la base material de la nación, sino porque representan la dinámica autónoma y global del hecho nacional.

La sistematización que Barros llevó a cabo sobre el contenido material e histórico de la nación, muestra las posibilidades de encontrar en los fundadores del marxismo respuestas a vacíos teóricos, que en la cuestión practica ayudarían a superar el esquematismo y la esterilidad del concepto de nación meramente descriptivo, pero esto no solamente se vería reflejado en la práctica académica, sino sobre todo en el campo político, donde la práctica estuvo delante de la teoría,

[…] Fue total la asunción en el siglo XX por parte de los partidos marxistas, en la oposición y el gobierno, de la defensa de los intereses nacionales en el Este y Oeste, el Norte y el Sur. La lucha por la hegemonía y los procesos de liberación y reconstrucción nacional, el combate ideológico contra los nacionalismos de las clases poseedoras y la aproximación al marxismo del nacionalismo popular, continuó, hasta la caída del Muro de Berlín, apoyándose en buena medida en la teoría cerrada y simplista de Stalin […] (Barros, 2020).

Esta práctica sin teoría marxista consecuente condujo a subestimar el contenido material de esa relación social que es la nación. Así que, los aportes presentados en esta nueva edición, que tomó como punto de partida los apuntes de Borojov, contribuye a demostrar la viabilidad de una teoría marxista, materialista, e histórica de la nación que no caiga ni en el materialismo vulgar, ni solamente en la descripción. Pero para lograr esto, se debe hacer un retorno a los textos de Marx y Engels, lo cual abre un campo a nuevos estudios sobre la nación más amplios, en los cuales será posible aprehender el sentido general de esta, lo cual representa, también, un retorno al punto de vista global, pues la globalización de la producción capitalista y su correlato, la creciente importancia del mercado mundial, determina la necesidad de concebir este proceso como un proceso global.