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Género, historia e historiografía actual*

 

Carlos Barros

Red Académica Internacional Historia a Debate

Agradecer en primer lugar a Cristina Flórez, y a la Universidad Nacional de San Marcos, la invitación a participar en este Seminario Internacional en homenaje a Ella Dunbar. Como todos sabemos Dunbar ha sido la primera historiadora profesional del Perú y también pionera de la historia de las mujeres. Nada menos que en 1939, hace 80 años, publicó una inusual investigación sobre la literatura femenina en la época colonial. Proporcionándonos el precedente académico peruano más antiguo del enfoque de género aplicado a la literatura y la historia.

Debemos que recordar que, hoy, sigue pendiente la reivindicación social e historiográfica de la igualdad de género. Falta mucho para que el género esté debidamente presente en la escritura de la historia humana. Así y todo, la historia inmediata y académica se está moviendo en la buena dirección.

Vivimos en este siglo XXI un auge extraordinario de los movimientos sociales y globales, con un fuerte impacto mental, cultural y político. Primero fue el movimiento de los jóvenes indignados[1], iniciado en el norte de África, en el año 2011, y extendido luego a Europa y América, dónde su última expresión tuvo lugar en 2020 en vuestro país, como todos sabemos.  Recientemente, el movimiento global de las mujeres por sus derechos ha sustituido o, mejor dicho, se ha solapado encima del movimiento global juvenil de 2011.

El feminismo denomina “tercera ola”[2] a las movilizaciones actuales de las mujeres, entendiendo por primera ola el sufragismo y por segunda ola el feminismo de los años 70. La presente ola está protagonizada por mujeres jóvenes (millennials), portadoras de nuevos tipos de feminismo organizados a través de las redes sociales. Desde el movimiento Me Too de EE. UU., nacido en 2017, hasta el inmenso 8M mundial de 2018: estamos ya en la edad de oro del movimiento feminista de masas. Simbolizado ahora mismo (2022) por la lucha de las mujeres en Irán contra el régimen de los ayatolas. Y es más clara que nunca, la influencia de los movimientos sociales del siglo XXI en la sociedad, la política y la historia inmediata: antes los indignados, ahora y con más claridad las mujeres.

No estamos a la altura

Volviendo a la historia de los historiadores. Debemos reconocer el décalage existente en este tema entre la historia académica y la sociedad actual, entre la historia que hacemos y la historia que escribimos: los historiadores -más los hombres que las mujeres- no estamos a la altura de lo que los tiempos nos exigen: impulsar el enfoque de género en la historia y en la historiografía. Estudiar el papel de la mujer en todas las épocas históricas, así como los porqués de los avances y las resistencias historiográficas a la visión de género, en el pasado y en el presente. La historia profesional siempre progresó asumiendo los retos del presente. El mayor desafío historiográfico en este siglo XXI es, en nuestra opinión, implementar el enfoque de género para conseguir una escritura más global de la historia.

Necesitamos además conocer más y mejor el papel de la mujer en la historia y la historiografía para comprender críticamente el presente y construir un futuro más igualitario. Desde los años 70 se viene trabajando en este sentido, y pese a este prolongado esfuerzo, no hemos logrado poner el género en el centro de la historia escrita, al mismo nivel cuanto menos de lo que ya ocurre en nuestras sociedades más avanzadas. La solución es implicarnos todos: las mujeres, pero también los hombres, el conjunto de los historiadores[3].

Nuestros deberes

Nosotros hemos hecho los deberes: en el primer Congreso Internacional de Historia a Debate de 1993 dedicamos ya un apartado de reflexión historiográfica a la historia de las mujeres, nada usual hace 30 años. Todavía pasa, salvo en los congresos especializados en historia de género. No es el caso de este seminario internacional, claro. Tampoco las colegas que vienen haciendo historia de las mujeres suelen invitar a historiadores no especializados.

Una precoz excepción fue la mesa redonda organizada, en 1996, por Cristina Segura en la Universidad Complutense, donde intervine -junto con Jim Amelang de la UAM- sobre “La historia de las mujeres en el nuevo paradigma de la historia”[4]. Tres años después celebramos en Santiago de Compostela el Segundo Congreso Internacional Historia a Debate, y dedicamos una mesa redonda a hablar de “Hombres y mujeres, historia común”[5], insistiendo en que los géneros hay que estudiarlos de manera interrelacionada. Entre 1999 y 2001 llevamos a cabo una macroencuesta internacional -seguro que participasteis algunos de vosotros- sobre “El estado de la historia” en el mundo, donde planteamos sustituir la definición de historia de Marc Bloch “la historia es la ciencia de los hombres en el tiempo”, por otra más actualizada: “la historia es la ciencia de los hombres y las mujeres en el tiempo y el medio ambiente” [6]. Nos llevamos una agradable sorpresa al comprobar que el 74% de los colegas que cubrieron la encuesta, respondieron favorablemente al cambio[7]. En el año 2015, siguiendo nuestra línea de análisis e intervención historiográfica, dicté en Oviedo una conferencia sobre “El papel de las mujeres en la historiografía global”[8]. Y, en 2021, aproveché el confinamiento para impartir vía Internet un curso de vídeos breves sobre “¿Qué es la historia?” (metodología, historiografía, teoría, historia y sociedad). El episodio número 35[9] estuvo dedicado a la cuestión del género en la historia y la historiografía, resumiendo nuestras   propuestas anteriores y actualizándolas en el año II de la pandemia.

Con todo esto quiero decir que nuestra preocupación por el presente y el futuro de la historia como disciplina está muy vinculada a resolver el problema perenne -y ahora más bien urgente- de introducir de una manera general y definitiva, más allá de la especialidad académica, el enfoque de género en la investigación y por lo tanto en la enseñanza y la divulgación de la historia, de toda la historia.

¿Cuál es ahora la situación?

En la segunda década del nuevo siglo qué balance podemos ofrecer: grandes avances y resistencias, tanto en la academia como en la sociedad[10].  Los progresos saltan a la vista, comencemos pues por la parte llena del vaso. Los estudios de género se han consolidado en la academia y, desde las instituciones se hacen cada vez más políticas públicas en pro de la igualdad de las mujeres, lo que a su vez favorece los estudios de género en general, y en el campo histórico en particular. De manera que, en las comunidades actuales de historiadores, renovadas generacionalmente, haya ahora mayor sensibilidad hacia la historia de las mujeres, y los estudios de género, que hace 20 o 30 años. Las historiadoras y los historiadores más jóvenes están siendo educados, en los diferentes niveles, desde criterios didácticos de igualdad de género y menos machistas, que acabarán venciendo las resistencias primitivas e antidemocráticas. El balance, de momento, es moderadamente bueno.

¿Estamos los historiadores a la vanguardia o a remolque?

Sigue pendiente en realidad lo que planteábamos en la Universidad Complutense, en 1996: la historia de las mujeres no progresará si no cambiamos el concepto general de historia, quedando aquella reducida a una especialidad académica, necesaria pero cada vez menos suficiente para decir que nuestra disciplina aprueba ya mínimamente la asignatura pendiente del género. Urge que las historiadoras y los historiadores feministas intervengan más en el debate historiográfico general, más allá del género historiográfico específico, para que el oficio de historiador deje de ser un obstáculo patriarcal para incluir de manera efectiva a la mitad de la población en la investigación científica del pasado que nos posibilite comprender créticamente el presente, ayudando de este modo a construir un futuro más igualitario y democrático para todos y todas.

Decíamos que no es una opción, urge hacerlo. Conforme el feminismo incrementa su influencia en las instituciones y la mentalidad de la gente, coge fuerza una reacción política y social antifeminista, retroalimentada por el auge de la ultraderecha, que pone en jaque la educación en valores universales. Fenómeno tal vez menos manifiesto en el mundo universitario, académico e historiográfico, pero no menos peligroso para nuestras disciplinas y subdisciplinas sociales y humanistas que pueden auto marginarse y fenecer atadas al carro ignominioso de la violencia de género y los feminicidios.

Haciendo Historia Inmediata hemos aprendido que los avances en derechos humanos son reversibles, pues provocan en general una reacción política y social ultraconservadora que nos hacen retroceder (esperemos que provisionalmente). Un nefasto ejemplo es la derogación del derecho al aborto en los Estados Unidos de América, después de 49 años de vigencia[11], por la nefasta acción de los jueces alineados con la extrema derecha. Si Trump vuelve al poder en las próximas elecciones de noviembre de 2024, podría pasar lo mismo con otros derechos y libertades, que tanto costó conquistar. Si esto pasó en los EE. UU. puede pasar también en otros países, dentro y fuera de Europa, donde se da también la militancia o simpatía política de jueces de altos organismos por partidos y movimientos que actualizan con antifeminismo el viejo fascismo. Lo sabemos en España, por desgracia.

Visto el interés que tienen estos “nuevos” ultraconservadores por la historia, me pregunto si los historiadores tendremos que caminar también hacia atrás y volver hacer una historia sin mujeres.  La mejor prevención, además de contribuir como ciudadanos y ciudadanas a defender la democracia y sus conquistas, es propiciar una nueva historiografía donde el género sea asumido, en una medida más relevante, por el conjunto de las comunidades de historiadores.

Nuestras propuestas

Llevamos décadas en HaD reflexionando e investigando una escritura de la historia con ópticas de género. Paso a resumir y actualizar nuestras proposiciones para procurar una historiografía general más feminista -y por tanto más justa- que refleje mejor la realidad de la historia.

1) La historia del siglo XXI o será feminista o no será, apremia impregnar toda la historia que se hace con criterios de género. De la misma manera que la historia social impregnó la mejor historia que se hizo en el siglo XX.

2)  Una historia actual de hombres y mujeres supone hacer una historia relacional, dialéctica, en debate, compartida y/o divergente, global y compleja más que estereotipada, que amplie la investigación, por ejemplo, a la masculinidad y el machismo en la historia. Igual que hemos acabado haciendo una historia dialéctica de las clases dominadas y de las clases dominantes, ha de hacerse así mismo –mutatis mutandis– una historia del género dominado y del género dominante, con los matices y contradicciones, divisiones y subdivisiones que correspondan.

3) La historia de las mujeres tiene que ser transversal, respecto de las temáticas históricas o géneros historiográficos. Ya se hace, ciertamente, pero sólo por parte de algunas colegas avanzadas, es preciso asumir mucho más el pluralismo y la globalidad de los enfoques historiográficos de género. Queda mucho trabajo por hacer. Precisamos para ello la colaboración de todas y todos los historiadores que busquen el progreso en la historia que se escribe, propiciando así la puesta al día del viejo oficio del historiador. El dominio patriarcal, a menudo inconsciente, de la historiografía de los siglos XIX y XX, hace necesario revisitar no pocas investigaciones e interpretaciones históricas pasadas. La óptica de género, que puede ser a veces más o menos relevante, aporta siempre un nuevo conocimiento, que puede impugnar inclusive viejas conclusiones canónicas.

Una experiencia personal: estoy con una investigación profusa sobre los irmandiños y el Mariscal Pardo de Cela (Galicia, siglo XV) y me encuentro con una historia familiar de la madre de un líder militar de la revuelta irmandiña, donde cuatro generaciones de mujeres mantienen una relación estrecha, en ocasiones conflictiva, con la Iglesia-catedral de Mondoñedo. Análisis de género que viene a arrojar luz sobre el posicionamiento del capitán insurgente antes, durante y después del levantamiento, lo que nos pasaría desapercebido con anteojeras patriarcales. Aparte de que disponemos de más datos para seguir a la madre (Constanza López de Miranda) y su familia, que al propio caballero irmandiño (Fernán Díaz Teixeiro).

Yo aconsejo aplicar siempre que se pueda un enfoque de género: cuando lo requiera el tema y las fuentes lo permitan, y también cuando las propias fuentes lo sugieran, aunque te “salgas” en apariencia del tema, como en este caso. Es una de las maneras de que disponemos para contribuir con nuestras investigaciones a una historia de género más relacional y transversal. Agregando conocimiento nuevo sobre el papel de la mujer que haga posible una historia general más enriquecida, compleja y global.

4) Diversificación de géneros y orientaciones sexuales. Hemos pasado de la historia de la mujer, primero a la historia de las mujeres y después a la historia del género, que fracasó en parte por falta de estudios concretos acerca en las relaciones hombres-mujeres.  Por ejemplo, carecemos de investigaciones históricas -y actuales- sobre la violencia de género desde el punto de los agresores, y de los hombres en general, lo que nos dificulta para contribuir al entendimiento crítico del inquietante apogeo hoy del machismo y las agresiones de género entre los jóvenes.

Surge igualmente de la realidad inmediata lo que se vienen llamando las sexualidades periféricas por efecto de la irrupción de los nuevos movimientos sociales del espacio LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales y otras opciones sexuales) agrandando la brecha abierta por el movimiento contemporáneo de las mujeres, hoy por hoy dividido sobre esta complejización de los géneros dicotómicos, que siguen en nuestra opinión asimismo vigentes. La gran manifestación internacional del Día del Orgullo Gay, que tiene lugar en Madrid cada 28 de junio, desde 2018, expresa mejor que nada esta diversificación social de las orientaciones sexuales. Que todavía están menos analizados históricamente que las mujeres, pese a las frecuentes menciones documentadas bajo términos por lo general ofensivos: sodomitas, hermafroditas, eunucos, safismo, impotentes, desviados, invertidos… Condición a veces vinculada a hechos históricamente relevantes, como la homosexualidad de Enrique IV y la guerra civil 1465-1468 por la Corona de Castilla.

Una escritura de la historia que se considere científica, global y plural, como cualquiera realidad pasada y presente, ha de incorporar no sólo a las mujeres, en contraposición al género dominante, sino también los grupos definidos como sexualidades periféricas, de menor peso cuantitativo pero igual de oprimidos -a veces, incluso más- por el dominio patriarcal en las sociedades históricas.

El pretexto común de que no hay fuentes es incorrecto. Siempre quedan huellas y nuestra tarea es hallarlas: no se encuentra lo que no se busca. Los medievalistas estamos si acaso más acostumbrados a trabajar con menos fuentes, afinando más la metodología y reflexionando más sobre los datos obtenidos.

Por lo demás, al tratarse de géneros y opciones sexuales oprimidos a lo largo de la historia, por deontología el historiador está obligado a dedicar atención prioritaria a estos y otros tradicionalmente marginados en la escritura de la historia. Sin historiografía de valores[12], nuestra profesión perdería la ética básica que ha de regir las ciencias humanas y sociales, y la universidad en su conjunto.

* Versión escrita, revisada y anotada por el autor en febrero de 2024, de la conferencia de Carlos Barros en el Seminario Internacional “Ella Dunbar Temple. Una trayectoria de amor por el Perú (XX aniversario de la Cátedra Ella Dunbar Temple)”, organizado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos del Perú. Lima, 25 de noviembre de 2022 (https://youtu.be/Jb4fALBjQn4).

[1] “Historia Inmediata: de Chiapas a los indignados”. Conferencia de Carlos Barros en el XXVII Congreso Internacional Historia Regional / VII Encuentro de Historiadores de Sinaloa. Culiacán, 8 de diciembre de 2011 (https://youtu.be/bHqkczWoBwE?si=r4DVlFZgGCRekk6n).

[2] “No soy una posfeminista, soy la tercera ola”, Rebecca WALKER, “Becoming the Third Wave”, MS Magazine, Jan 1992, p. 39.

[3] Contribuiríamos así, desde la historia, a reducir la malsana reacción machista de ese 44% (encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas de enero 2024) de hombres españoles que se sienten “discriminados” por el auge de la igualdad de las mujeres (https://elpais.com/sociedad/2024-01-15/un-441-de-los-hombres-cree-que-se-ha-llegado-tan-lejos-en-la-promocion-de-la-igualdad-de-las-mujeres-que-ahora-se-les-discrimina-a-ellos.html).

[4] Carlos BARROS, “La historia de las mujeres en el nuevo paradigma de la historia”, La historia de las mujeres en el nuevo paradigma de la historia, Madrid, Asociación Cultural Al-Mudayna, 1997, pp. 55-61 (https://cbarros.com/spanish/mujeres.htm).

[5] Pub. Historia a debate. III. Problemas de historiografía, Santiago, Historia a Debate, 2000, pp. 279-291.

[6] Por un nuevo concepto de la historia como ciencia, conferencia inaugural del VII Congreso Iberoamericano de Historia de la Educación Latinoamericana, Universidad Andina Simón Bolívar-Taller de Estudios Históricos de Ecuador. Quito, 13 de setiembre de 2005 (https://youtu.be/0ihLuEeanIw?si=Enn0ZLDIhzcri3co).

[7] https://h-debate.com/vista/?link=https://h-debate.com/wp-content/old_debates/encuesta/resultados/e_conceptos/p_1_7.htm.

[8] El papel de las mujeres en la historiografía global. Conferencia de clausura del curso “Las mujeres olvidadas”, organizado por el Centro de Profesorado y Recursos de Oviedo. Real Instituto de Estudios Asturianos, 7 de mayo de 2015 (https://youtu.be/57qhPEmAnKI?si=TNlaGtfOBKjwLf1Q).

[9] Género e historia. Episodio 35 de la serie de vídeos breves “¿Qué es la historia?”. Santiago de Compostela, 7 de mayo de 2021 (https://youtu.be/gZybmpofRjQ?si=kj7XuJMRNQoEcLxg).

[10] Frente a los grandes adelantos en igualdad, crece la violencia de género y la derecha política, más radicalizada que nunca, deviene más machista, influyendo negativamente en el conjunto de la sociedad (véase la nota 3).

[11] https://elpais.com/sociedad/2022-06-24/el-tribunal-supremo-deroga-el-derecho-al-aborto-en-estados-unidos.html?event_log=regonetap.

[12] “Historiografía de valores”. Segunda conferencia plenaria de Carlos Barros en el IV Congreso Internacional Historia a Debate. Santiago de Compostela, 16 de diciembre de 2010 (https://cbarros.com/historiografia-de-valores/).