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HISTORIA MEDIEVAL DE LOS REINOS HISPÁNICOS (APUNTES)*

 

*Curso impartido por Carlos Barros en el Grado de Historia de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Santiago de Compostela. Apuntes tomados por Javier Domínguez Oubiña y Adrián de la Fuente Díaz el año académico 2015-2016. Vídeos de la clases en: https://www.youtube.com/playlist?list=PL-D-LPIfgFNSbl2wF_KCrbVaA-ry6tiI_

 

TEMARIO:

1.Transición de la Edad Antigua a la Edad Media.- 2. Invasiones germánicas. Reino suevo y Estado visigodo.- 3. Invasión musulmana. Al-Ándalus.- 4. Reconquista hispanocristiana.- 5. Reinos cristianos del Norte penínsular.- 6. Feudalismo pleno penínsular.- 7. Economía y sociedad, siglos XI-XIII.- 8. Mentalidades y sociedad, siglos XI-XIII.-  9. Iglesia, cristianización y religiosidad.- 10. Monarquía, Reinos y Coronas.- 11. Identidades medievales en la Península Ibérica.- 12. Las mujeres en la Hispania medieval.- 13. Cultura e historiografía hispanocristiana.- 14. Crisis del feudalismo en los Reinos Hispánicos.- 15. Conflictos, revueltas y modernidad.

 

TEMA 1. LA TRANSICIÓN DE LA ANTIGÜEDAD A LA EDAD MEDIA.

En España y en el resto de Europa dividimos la Historia en Prehistoria, Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna y Contemporánea. Aparentemente son cronológicas. Esta divisiones de Edades proviene de la Historia tradicional, de la cronológica, acontecimental, puramente política, marcada por el positivismo decimonónico. Hay la tentación a partir de las nociones historiográficas del XX de cuestionar, sobre todo, con respecto a la vieja historia.

 

Todo esto responde a una base real. Ni las divisiones ni las subdivisiones son gratuitas. Porque esto, aunque se refiera a la Historia acontecimental –de los eventos –, dichos eventos están condicionados por cuestiones de fondo que dan cambios históricos entre unos períodos y otros. Aunque es mejor hablar de una periodización global, que no solo tenga en cuenta los acontecimientos, la política, las batallas…, sino que se tengan en cuenta los hechos de tipo económico-social, cultural y de las mentalidades. Sería una periodización que respondiese a una concepción global de la Historia, aunque para su análisis se divide en dimensiones separadas entre sí.

La historiografía en el XXI tiene que reflejar, de un modo global – lo que antes se llamaría total– el estudio la mayoría de la sociedad. También una periodización global en cuanto a la temporalidad, ya que es muy difícil que se produzca el cambio de una era a otra a partir de una fecha determinada. Necesitamos, como anclaje para las transiciones históricas, esos hechos que reflejan los cambios de fondo, pero los hechos difieren según la escala. No es lo mismo hablar de cambios en Galicia, en la Península Ibérica o en Europa. Por lo tanto, se debería centrar en el concepto de transición entre edades, del proceso en sí. No hay que centrarse en una fecha como lo único necesario para el cambio, aunque las utilicemos.

Para el concepto de Edad Media, en concreto, surge con el Renacimiento y el Humanismo, a finales del XV y principios del XVI. Nace como una idea de paréntesis, de provisionalidad. La Edad Media transcurre desde la Antigüedad hasta la Época Moderna. Esta segunda, pretendía copiar y reivindicar a la Antigüedad.  El nombre servía para cerrar el período entre estas dos Edades que, según la cultura de élite, sí que habían hecho una aportación importante a la Historia. Es un enfoque culturalista y restrictivo. Éste es en el origen de la división de las Edades, ya que primero se le puso el nombre a la Edad Media y, después, al resto; Antigüedad y Moderna, matizándose según se avanza en el tiempo.

La Edad Media, por lo tanto, nace como concepto negativo. Como una época de barbarie, de inseguridad, de violencia desatada. Es parte verdad, parte mentira. Ese mito de una Edad Media brutal permanece hasta el día de hoy. Para un historiador – medievalista para el caso –, la Edad Media tiene un concepto de violencia más epidérmico que en épocas posteriores, pero menos brutal. La causa es que los muertos en guerras y revueltas medievales son ínfimos en relación con los muertos de la Época Moderna o Contemporánea. La Edad Media vivió sus períodos de Renacimiento, de florecimiento y de bienestar antes del Renacimiento del XV.

La Edad Media se divide en Alta (V-X), Plena (XI-XIII) y Baja Edad Media (XIV-XV). La división de los siglos se establece con matices y criterios historiográficos que se quieran aplicar. Ésta es la periodización que se acepta mayoritariamente con un fuerte consenso. Al mismo tiempo esta subperiodización refleja el período de formación, madurez y crisis, junto con la decadencia de la sociedad medieval.

En el manual de Cortázar sobre la Edad Media se habla de los diferentes acontecimientos que se tienen en cuenta, como la crisis de Roma (siglo III), las invasiones germánicas (V, VI) y la ocupación islámica de la P.I. en el VIII. Se ve como hay una transición desde la crisis de Roma hasta la ocupación musulmana. Hoy en día se consideran a las invasiones germánicas como el punto de partida de la Edad Media más aceptado, aunque no es lo mismo si hablamos para

Galicia (V), o para el resto que la Península Ibérica (VI). Por eso, cuando se habla del inicio de la Alta Edad Media nos referimos al V, VI. Para el caso de la P.I.,[1] la Edad Media comienza con los suevos en el 411 hasta los Reyes Católicos, incluyéndolos, en el XV.

Dentro de estas divisiones internas para la Edad Media en el ala de la Historia tradicional lo hay que coger con relativismo. Por ejemplo, ese antes y después del establecimiento de los suevos en el noroeste. Hay un antes y un después, pero es un sí y no. Sí, porque es un acontecimiento histórico importante y no, porque la continuidad de Roma era muy palpable. La  Alta  Edad Media  también  tiene  sus  divisiones;  los  siglos  V,  VI,  VII  como  una  A.E.M germánica, y tras la invasión musulmana, los siglos VIII, IX, X con una A.E.M cristiana occidental prefeudal, donde se crean las precondiciones para el feudalismo, que se irá creando alrededor del año 1000. Por lo tanto, se ve una Alta Edad Media germánica donde la influencia de la continuidad romana es clara, y una Alta Edad Media en el norte peninsular caracterizada por los reinos cristianos donde se irán desarrollando las precondiciones para el feudalismo.

Se presenta el mismo problema con la Alta Edad Media y, en general, con los conceptos modernos y contemporáneos decimonónicos. Se trata de una mitificación (relativa) de los períodos históricos que para el caso de la Alta Edad Media se considera como una Edad Oscura. Ambos conceptos se utilizan como sinónimos en los viejos manuales. Parece el paréntesis dentro de un paréntesis hasta el feudalismo pleno.

El medievalista no la ve como una época de barbarie, sino que la ve como que, tras la caída de Roma,  se  inicia  un  ascenso  en  la Alta  Edad Media hasta  el Renacimiento  cultural,  social, político y económico que suponen los siglos pleno-medievales, sobre todo, en el XII, XIII. No se puede hablar de una etapa de transición que dure cinco siglos. Supone un escaso reconocimiento  a los protagonistas (unas 20 generaciones) de esos siglos, que para nada pensaban que vivían una transición.

Cada vez más se acepta la Alta Edad Media como una realidad política, social, económica y cultural diferente a la Época Antigua, y a su vez, de la Plena Edad Media. Es decir, se explica por sí misma, por sus propios factores, así como con su propia identidad.

Si cada vez se tiene más dificultades para hacer las clasificaciones y definir conceptos en la evolución  histórica.  Es,  también,  por  influencia  del  marxismo.  Se  nos  habla  de  los  cinco estadios del modo de producción; el primitivo, el esclavismo, el feudalismo, el capitalista y el socialista. Para el caso del feudalismo, abarcaba todo el período medieval y el moderno. Están en los manuales como concepción materialista de la Historia. Se sacó de los escritos de Marx, pero jamás pensó que se pudiesen aplicar de esa manera tan simple y contraria a la realidad que estudian los historiadores profesionales.

El modo o forma de producción es la forma que cada tipo de sociedad adopta para producir aquellos bienes que necesita dicha sociedad para reproducirse familiar y socialmente, para sobrevivir, sobre todo, las capas populares. En los períodos de expansión repercute en la forma de reproducirse, con la mirada en el futuro. Es importante, pero lo que hay que aplicar como los hacía Marx en sus escritos; un concepto que se adecuara a cada hecho histórico que el autor estaba comentando. Es, en los textos que anteceden al “El Kapital,” donde habla de los orígenes y desarrollo del Capital hasta el tiempo que le tocó vivir (XIX). Antes estudió las formas  de  producción,  pero  de  un modo  plural,  procurando  captar  las  diferencias  de  las formas de producción, aunque tuviesen un denominador común. Se hablará, pues, desde un punto de vista utilitario, y no como una filosofía dogmática, mediante marxismo codificado tras la revolución rusa en la época de Stalin.

La Alta Edad Media se identifica como una forma de producción específica. Dividida entre el período germánico y el cristiano occidental, que tienen que ver con acontecimientos políticos. Éstos, a su vez, reflejan cambios de fondo de tipo económico social y en las mentalidades. Durante esa subdivisión, en la época germánica hay un peso mayor de la continuidad romana, mientras que en la época cristiano occidental hay una presencia del pre-feudalismo, última parte de la Alta Edad Media que para la P.I. son los siglos marcados por los reinos cristianos del norte. Al mismo tiempo que combaten con Al-Ándalus, van creando una forma de economía, de sociedad, y de mentalidades acorde con el resto de Europa. Por lo tanto, más ruptura con Roma en esta segunda parte y creación de una forma de producción tras la invasión islámica.

En la P.I. hay una evolución histórica a dos velocidades. Una parte está en el modo de producción musulmán, llamado por Marx, el modo de producción asiático. En la otra, los reinos cristianos estaban participando junto con el occidente medieval en  lo que sería el feudalismo.

Para este momento, ya no hay tantos esclavos. Son sustituidos por siervos, es decir, por los pequeños propietarios que se diferenciaban según estuviesen sujetos a relaciones de dependencia de los grandes propietarios, o una simple relación de arrendamiento para el caso de los colonos. Por el lado de los grandes propietarios, la transición entre los terratenientes de tipo romano a una nobleza laica y eclesiástico se consolidará con la aportación germánica, con la fusión entre la aristocracia germánica y los terratenientes romanos.

El segundo cambio social que caracterizará este tránsito a la Alta Edad Media es la caída de las ciudades y la ruralización plena de la sociedad. Son característicos los pequeños propietarios con un status de servidumbre o libres. Las únicas ciudades que en este tránsito sobreviven, son aquellas que son cabezas de diócesis episcopales, es decir, las residencias de los obispos, caso de Lugo, Chaves o Tui. Es un mundo rural frente a uno romano más urbano y después en la Plena Edad Media.

También, un factor diferencial es el creciente peso de la Iglesia cristiana en la sociedad. El Imperio deja actuar al cristianismo tras el “Edicto de Milán” de Constantino, a principios del IV.

La Iglesia, desde el punto de vista institucional, siempre será una realidad subordinada al Imperio y a las autoridades romanas. La Iglesia será la estructura que más mantenga la continuidad romana. Al mismo tiempo, va adoptando una posición de poder propia en lo cultural, político y económico, que no tenía en época romana. En el período altomedieval la Iglesia de adapta a los muchos cambios históricos. Por ejemplo en el cambio de concepción del trabajo con la regla de San Benito (siglo VI). Antes se consideraba indigno, desagradable para las clases cultas. El monaquismo con el ora et labora juega un fuerte papel en la dignificación del trabajo.

Desde la superestructura política, se pasa del imperio romano de administración provincial a una  monarquía  soberana  construida  por  los  ocupantes  germánicos.  Es  una  autocracia, coronada y divina, apoyada por la Iglesia tras la conversión al cristianismo por parte de sus reyes.  De ser una provincia romana, se pasa a tener un “poder propio.” Paso para el resto de la población de la ciudadanía libre romana (no esclavos), a ser súbditos dependientes de un rey. En la Alta Edad Media, perduran todavía los tributos a la administración. Se han detectado en el siglo IX, tributos públicos que pagaban los campesinos a lo monarca altomedievales. Queda como secuela de la impronta romana.

La forma de producción altomedieval se puede ver en un sentido de retroceso económico y cultural. La Iglesia juega un papel de continuidad romana   para lo cultural, con la copia de manuscritos pero también creativa, pero es un legado cultural inferior al romano, ya que más bien está basado en la conservación de la herencia, además de adaptarse a los cambios. El intelectual laico, relativamente, es un fenómeno pleno y bajomedieval.

Es ésta una época de inseguridad general, aunque ni los señores terratenientes –que irán evolucionando hacia la nobleza – estaban consolidados como para asegurar el bienestar de su gente y territorio, ni el Estado tampoco. La característica de toda la Edad Media es la flaqueza del Estado. Esta inseguridad no solo lo era por las guerras o las invasiones, sino también por conflictos y revueltas.

 LA CRISIS  BAJO-IMPERIAL

La crisis bajo-imperial se extiende entre los siglos III-V. En el siglo V asistimos a una situación mixta; por un lado se van asentando los primeros reinos germánicos, y, por otro lado, se mantiene la autoridad romana en muchos territorios. En el caso de Hispania, coexiste el Reino Suevo  con  la  autoridad  romana  en  la  provincia  Tarraconense.  El  obispo  San  Cipriano  de Cartago, cuenta a mediados del siglo III en “Carta a Demetríades” la situación del Imperio romano occidental. Habla de una crisis ecológica, económica y demográfica, confirmada por posteriores investigaciones. Ejemplo:

El invierno no tiene suficiente lluvia para alimentar la simiente y el grano. No hay bastante Sol para calentar las cosechas” “Faltan campesinos en el campo, marinos en el mar, soldados en los campamentos”  “La epidemia diezma al género humano”

También hay que hablar de la crisis de la moneda con su alza de precios, de cual, San Cipriano no habla.  Son testimonios de época sobre la crisis de las ciudades y del comercio.

San Cipriano habla sobre la moralidad y las mentalidades; “No hay justicia en los juicios, competencia  en  los  oficios  y  disciplina  en  las  costumbres.”  Termina  la  epístola  con  el Apocalipsis de San Juan mediante una forma milenarista, con la segunda advenida de Cristo y el Juicio Final; “Se aproxima el día del Juicio Final”

La crisis avanza en todos los ámbitos, caracterizándose por dos factores:

Un ámbito social. Los terratenientes responden a la crisis tratando de sacar provecho de la situación, y procediendo a la concentración de las tierras. Asumen, en muchos casos, funciones públicas que antes desempeñaba el Estado, ya que sus funcionarios abandonan los puestos ante la caída y desaparición romana. El poder económico se va enlazando al poder jurisdiccional. De la misma forma, el aumento de la administración provoca onerosos impuestos, que son causa directa de los descontentos entre la población de los siglos IV – V.

Un   ámbito   político-militar.   Hay   una   situación   de   anarquía,   con   guerras   civiles   casi permanentes. Las regiones quitan y ponen emperadores a su gusto. En el IV y V la mayor parte de los emperadores murieron por causa violentas. El último emperador, Rómulo Augusto, será depuesto en 476 por el hérulo Odoacro. Es ese vacío de poder lo que hace que, por ejemplo, los terratenientes aprovechan para fortalecerse. Se abandonan las fronteras, tanto en Oriente

como en el Rin, y un abandono de las provincias por parte de los funcionarios. Para el caso de Hispania, ésta era una referencia administrativa para Roma que tenía menos importancia que las propias provincias que se constituyeron.

Con lo que respecta a los germanos, hay dos formas de incursión:

  • Una más militar. Atravesar la frontera del Rin, y por la fuerza militar  quedarse en unterritorio. Es lo que hicieron en el V suevos, vándalos y alanos.
  • Otra más política, como hicieron los visigodos en el III. Entrar sigilosamente, aprovechando lacrisis del   Imperio,   para   mediante   pactos   con   Roma   ir   situándose   internamente, consolidarse, y después, desembarazarse de la dependencia romana.

Otra característica de la crisis es la desconexión del centro imperial con respecto a la periferia. Comienzan a aparecer, según Perry Anderson con “Transiciones de la antigüedad al feudalismo,” en escritos romanos. Hablan de Hispania o la Galia como tierras remotas, primitivas. En la Península Ibérica, se da una reactivación de la estructura religiosa y social de carácter tribal. Las realidades étnicas se van abriendo camino. Está bien documento en el libro “De correctione rusticorum” de Martín de Dumio, en el VI. Intenta combatir el paganismo romano y las anteriores supersticiones que reviven tras Roma. Encontramos, pues, realidades tribales muy potentes en galaicos, astures, cántabros, vascones y gente de los Pirineos. Está documentado que existía un limes que separaba a los pueblos del norte del resto de la Península. Aquí hubo fuerzas permanentes a lo largo de todo el Imperio.

Las primeras incursiones germanas en la Península fueron protagonizadas por los francos. En el258/260, los francos atraviesan la frontera del Rin, la Galia y los Pirineos, arrasando Cataluña, País Valenciano e incluso llegan a Andalucía. Con la arqueología urbana y de villas romanas se demuestra que hubo destrucción, aunque sin instalarse con un poder permanente. Se habla de una segunda incursión franca en el 285, aunque bastantes historiadores piensan que pudo haber sido una revuelta social.

También hay abundantes revueltas sociales. La más conocida es la de los astures, en tiempos de Nerón. En el siglo II d.C. hay una dirigida por un tal Materno, que va desde Italia hasta la Galia e Hispania. En el Bajo Imperio se activan más las revueltas sociales por la crisis de Roma. En 285 hay noticia de un general romano enviado a reprimir una sublevación en la Península, en la zona del valle del Ebro. En el siglo IV tiene lugar, en Gallaecia, un fenómeno de disidencia religiosa con base social, que es el priscilianismo, cuyo líder, Prisciliano, murió degollado en el año 385. Vincens Vives en su “Historia social y económica de España y América   decía de los priscilianistas  que;  “se  llamaban  hermanos.  Practicaban  la  pobreza,  la  continencia  y  la abstinencia de carne y se reunían para leer los Evangelios, e interpretarlos libremente.” Fue un movimiento  socio  –  religioso crítico con la Iglesia y con la realidad. Surge también  como respuesta al vacío de poder de Roma en el lugar. Los ritos de este movimiento perduran hasta el siglo IX, como es el caso de la lectura de los Evangelios, en la zona de Boqueixón.

Curiosamente, las mayores revueltas sociales tienen lugar en el siglo V, debido a esa opresión de los terratenientes, y a la carga que supone la administración romana. En el siglo V se les denominó, a estos rebeldes sociales, como ‘’bagaudas” (bandoleros), con el fin de descalificar. Perry Anderson dice que, esta revuelta, era algo como así como la respuesta al golpe aristocrático desde arriba, de cara a la concentración de poder. En el otro extremo, los suevos se alían siempre que pueden con los rebeldes. Los suevos y visigodos se enfrentan, entre ellos, según el apoyo o confrontación a causa de los bagaudas.

Las noticias que nos llegan de esas revueltas son bastante vagas, pero queda claro que eran en su mayoría campesinos. Son esclavos, campesinos libres, colonos etcétera, sobre todo, a causa de las  referencias de los generales que son enviados a reprimirlos. En el 441/443 se producen por la zona de Pamplona. En el 449, se conoce el nombre de su líder para ese momento; Basilio. Suevos y bagaudas, en alianza, llegarán a tomar Zaragoza y Lleida. Poco después, en el 454, los visigodos  pactan  con  Roma  concesión  de  tierras,  a  cambio  de,  en  nombre  de Roma, combatirlos. Entran en la Península, y derrotan a rebeldes y suevos. En 456, hay otra revuelta en la zona de Braga en contra de las autoridades galaico-romanas. Éstas ya son las vinculadas al reino suevo. De este tiempo es esta cita de Salviano de Marsella (400-490): ‘’en estos tiempos los pobres se han arruinado. Emigran de todas partes hacia los godos y bagaudas, o hacia los otros bárbaros que eliminan por todas partes. Prefieren ser libres bajo una apariencia servil, que ser esclavos bajo una apariencia de libertad’’.

Terminamos recordando lo que aporta al modo de producción altomedieval las incursiones y revueltas  sociales.  Facilitarán  esa  evolución  interna.  La  ruralización  se  completará  con  la entrada de los germanos. La ciudad deja de ser la célula básica del Imperio, a partir del siglo III. También la fragmentación de las provincias con el poder central, y la sustitución de ese poder administrativo por el poder de los monarcas. Un descenso de esclavos, y un aumento de los pequeños propietarios a través del colonato. El auge de la Iglesia, con la bandera de los beatos y el milenarismo. La anarquía militar y la consecuente inseguridad, mediante revueltas sociales o incursiones germánicas.

TEMA 2. INVASIONES GERMÁNICAS.

Las tribus que ocupan los territorios en la P.I. son diversas. Hay dos oleadas, una en el siglo V, y otra en el VI. Difieren, también en la ocupación. Hay una simple ocupación miliar con suevos, vándalos  y  alanos,  y  otra  más  pacífica,  de  construcción  de  un  Estado,  por  parte  de  los visigodos. En este segundo caso es una ocupación más pacífica, pero no siempre con mejores resultados.  Unos  son  Estados  duraderos, mientras que  otros  son Estados  efímeros,  como vándalos  y  alanos.  Entran  en  la  Península  empujados  por  los  hunos.  Es  decir,  antes  de romperse la frontera occidental se rompe la oriental, con los hunos desplazando tribus hacia el sur, pasando por Francia. Se dan resultados diferentes, para luego instalarse en la P.I.

En esta dinámica, de caída de fichas de dominó, que son las invasiones germánicas parece explicar la caída del Imperio romano occidental. Los vándalos, divididos en asdingos y silingos, junto a los suevos, penetran en el siglo V. Se instalan en el noroccidente hispano. Para ello, atraviesan todo el norte peninsular, y buscan, estratégicamente, la Gallaecia para seguir su instinto expansionista que termina por fracasar. Pasan por lo tanto el Rin, en el 406. Aproximadamente, 25.000 y 35.000, siendo la primera oleada, con saqueos y destrucción, en la Galia. Tres años después atraviesan los Pirineos por Roncesvalles. Todo ello sin acuerdo previo con el imperio.  Flavio Constancio (411) firma en nombre del emperador, una paz con suevos vándalos y alanos sin contrapartida. Es una paz que reconoce de facto la ocupación del norte y de la parte occidental de la P.I. No es un foedus, el típico pacto con las tribus germánicas

El Imperio quería conservar el poder en la provincia Tarraconense, y tratan de retenerlos en el arco  noroccidental  de  la  Península  (antigua  Gallaecia).  En  la  propia  distribución  de  las restantes provincias no parece casualidad, aunque Hidacio (400 – 469), obispo e historiador hispano – romano, asegura que fue por sorteo. Los suevos, que eran la fuerza dirigente de la federación germana se queden con Gallaecia, junto a los vándalos asdingos. Incluía  los 3 conventos romanos; la Galicia Lucense, la Galicia Bracarense y la Galicia Asturiciense, con León.

Se incluye la idea de regnum desde el principio. Es el regnum suevorum o regnum Galiciaren. Con la ocupación, es un componente monárquico y un componente identitario. Pronto, los vándalos dejan Galicia y se  instalan en la Bética, en Andalucía. Los alanos se instalan en Lusitania  (centro  y  sur  de  Portugal)  y  la  provincia  cartaginense  (Valencia  y  entrando  en Castilla). Son experimentos políticos que duran poco. Los vándalos serán expulsados por Bizancio en el 533 del norte de África. Los alanos son expulsados en el 418 por el poder visigodo como lanza del poder romano

La estrategia sueva fue la que dio mejor resultado. Se integraron con la población autóctona, sobre todo, con su clase dirigente. Dan lugar al primer Estado creado por los germanos tras la caída  del  imperio  romano.  En  el  siglo  V,  se  produce  la  pugna  entre  poder  romano  y  el germánico en la P.I. Es un siglo de transición, aunque, tempranamente, los suevos crean un primer estado germánico que dura 174 años (411-585), hasta ser por los visigodos. Es, al mismo tiempo, la primera monarquía germánica que sustituye a una provincia romana, así como la que busca una mayor integración con los galaico-romanos. Se convierten a la religión mayoritaria en Gallaecia; el catolicismo. Es la mayoritaria porque, en esos momentos, está viva la herejía del priscilianismo. Los germanos vienen con el arrianismo. Es el caso de Reciario, el primer rey germano que se convierte al catolicismo en Europa. Estuvo 17 años y, cuando murió, sus  sucesores  volvieron  al  arrianismo.  Luego,  poco  antes  de  de  ser  absorbidos  por  los visigodos,  se  volvieron  a  convertir.  Reciario,  a  mediados  del  siglo  V,  aparece  en  la Tarraconense, apoyando a los bagaudas contra los visigodos.[2]

El reino suevo  es la primera forma institucional de la identidad medieval gallega. Es una entidad militarista y no acaban de generar una administración separada (pública). Dejan una débil impronta en la sociedad galaico-romana, sobre todo, si la comparamos con la impronta visigoda. Se adaptaron en exceso a la situación preexistente doble; comunidades indígenas y los gallegos más romanizados. Éstos últimos, normalmente vivían en las ciudades, pero acaban yéndose al campo por la transición inicial a la Edad Media.

Hay una cierta incapacidad administrativa de los suevos, que queda resuelta por la alianza con la Iglesia. La Iglesia es tempranamente, más en el VI que en el V, una especie de estructura administrativa en obispados y parroquias. Se convierte en la columna vertebral del Estado suevo. Consiguen una alianza entre la aristocracia sueva y la aristocracia galaico-romana (terratenientes)  y  la  Iglesia,  que  va  ganando  fuerza  con  figuras  como  Martin  de  Dumio. También las buenas relaciones con las estructuras indígenas emergentes, a partir de la caída del Imperio romano, es decir, la cultura de los castros, con su componente celta. Es mejor esta relación que la posterior con el reino visigodo, más pacífico en su ocupación, pero más jerárquico, y con menos facilidades para integrar a las comunidades indígenas.

Prueba de esto, del componente gentilicio y el administrativo, es, en el siglo VI, el  “Parroquiale suevorum.” Es una lista fantástica de parroquias y sedes episcopales, que deja ver la extensión del embrión de la Iglesia institucional en Galicia. Además, es muy adaptativa a  la  realidad gentilicia étnica anterior (cultura castreña), que empezaba a salir de las alturas de los castros a las llanuras, a causa del cambio en la ordenación de territorio que supone la Alta Edad Media. Los reyes también empiezan a utilizar derivaciones hacia el latín vulgar, que acaban llegando, en la Edad Media, a las dos formas actuales de Galiza/Galicia. Tras la integración en el mundo visigodo, seguirán con la terminología del Reino de Galicia suevo hasta la llegada de los árabes.

En el siglo VI tiene lugar el segundo proceso de ocupación germánica en la P.I. Los visigodos siguen  una  estrategia  distinta.  Sirven  como  tropas  auxiliares  desde  el  siglo  III  al  imperio romano, es decir,  desde la crisis económica y social. En el 418, los visigodos se instalan, mediante un foedus, en plena Galia. Es el reino de Tolosa (Toulouse). El Imperio lo ve como una garantía para la paz en la Galia. Roma quería un Estado amigo, confederado, mientras que los visigodos se apropiaron del territorio.

Pronto siguen su propia agenda. En el 439 se independizan relativamente de Roma, ejerciendo protectorado sobre la P.I. Está de acuerdo, en general, con los preceptos Roma, pero no siempre. A petición de   Roma, hacen incursiones en la antigua Hispania para combatir a los suevos, alanos o bagaudas, o a todos de forma conjunta. Siempre en nombre de Roma, como estado federado.

Rompen con Roma en el 479. El centro de poder es Tolosa. Se trata de una independencia total, siguiendo el camino de los suevos sesenta años después a la hora de crear un Estado independiente, con relaciones, incluso, de hostilidad

En el año 507, desaparece, al ser derrotados por los francos, por lo que tienen que escapar de la Galia y quedarse en Hispania, adonde habían venido grupos de visigodos en el siglo V, posiblemente fruto de una estrategia de cara a ampliar el estado de Tolosa a la Península Ibérica. Se instalaron unos cuatro años después de la derrota. En el año 511 se dirigen a aquella parte de la Tarraconense donde se habían instalado esos grupos. La migración en masa converge con los ya instalados. Entre 555-557, se constituyen como el nuevo reino visigodo.

Cortázar   da   por   buena   la   cifra   de,   entre   80.000/100.000   ocupante   visigodos   en   la

Tarraconense, sobre una población de aprox. de 4 millones de hispano – romanos. Se instalan en lo que, la documentación de la época, se llaman los campus gotorum (campos góticos). Según la investigación documental de Claudio Sánchez Albornoz, se encontrarían contra la zona de Valladolid y Segovia. La capital es la actual Medina del Campo. Ampliaron los límites de su Estado a lo que hoy es Castilla la Vieja, sobre todo, entre el río Duero y el Tajo.

Ellos mismos restauraron el limes militar, aquel límite que los separaban de cántabros, astures y vascones, siempre en rebeldía. Escogen la Meseta porque es una zona estratégica para controlar la Península Ibérica, entre otros motivos.

En el 585, integran al reino suevo de Gallaecia. El artífice fue Leovigildo, en el momento de mayor esplendor del reino de Toledo. Avanzan en el sentido de buscar un reino en la P.I. que se aproximase a lo que fue la Hispania romana. Encontramos una doble causalidad.

  1. Fase de botín y fase de ocupación efectiva de territorio con destrucción.
  2. En esta segunda fase podía quedar ese instinto expansionista de la sociedad, al mismotiempo muy militarizada.

Eran guerreros libres, guerreros – campesinos, que elegían a sus jefes militares como a sus reyes  en  asamblea.  En  las  tribus  germánicas,  en  un  primer  momento,  el  rey  es  electivo. Pasado el tiempo se transforma en hereditario. No se desprenden de sus orígenes comunales, militares o expansionistas, pero miran hacia Roma. Como los suevos, buscan cerrar el espacio que ocupan, logrando cerrar los límites de su Estado.

Los visigodos habían expulsado a los alanos, mientras que los vándalos se habían ido para África. Había desaparecido el último emperador romano, y en el siglo VI pueden extenderse en toda la P.I., solamente con dos limitaciones: los vascones, con el limes militar que los separa de ellos, y la instalación bizantina en sur y levante de la Península. En el año 554 empiezan a instalarse, aunque los bizantinos estarán poco tiempo en sur y oriente de la P.I., porque, en el año 628, termina su poder en la región.

Los visigodos tienen la tarea, ya hecha en su momento por los suevos, de fusionarse con las comunidades y las clases dirigentes autóctonas, lo cual, recibe un impulso veinte años después de la formación del reino de Toledo por parte de Recaredo, hijo de Leovigildo, convirtiéndose al catolicismo.

2.2 Aportaciones germánicas en el sistema de producción altomedieval

La  impronta  dejada  por  los  visigodos  fue  más  fuerte  que  la  dejada  por  los suevos  en  el noroeste. Los suevos están siglo y medio en Gallaecia, mientras que los visigodos están en Hispania desde el 507 hasta el 711. Para el caso de Gallaecia, se suma la impronta sueva y la visigoda, es decir, unos tres siglos.

En primer lugar, porque se da una colonización visigoda en los campos góticos. Hay menos fuentes  para  los  suevos.  Sabemos  que  la  sede  del  reino  (suevo)  estaba  por  Braga  y,  en principio, se piensa que están dispersos, sobre todo, en la Galicia lucense y en la Galicia bracarense. En el caso visigodo, las fuentes, escritas y arqueológicas, son claras. Se trata de una ocupación concentrada, por lo menos en Castilla. Esa mayor impronta está justificada demográficamente. Hay grandes diferencias en la toponimia, onomástica, fuentes arqueológicas, aunque tanto en la numismática a causa de la moneda de oro sueva. El argumento es político, ya que los visigodos dominaban más. Tenían lo que hoy se llamaría un “proyecto de Estado,” con mejor estrategia que los suevos. Con eso, los visigodos lograron configurar un Estado mucho mejor organizado que el suevo, gracias a los dos II siglos de experiencia cosechada de convivencia con Roma (con contacto amistoso) y, por supuesto, del primer estado visigodo, el de Tolosa.

Cuando, en el 511, se produce la migración, es una migración de Estado. No se mueven unas comunidades guerreras con un jefe militar al mando. Emigran, tanto la aristocracia, como la plebe, además de los de experiencia administrativa y los intelectuales.  Es una pirámide política que  emigra  colectivamente  a  los  campos  góticos.  Además,  llegan  a  la  Península  muy polarizados socialmente, facilitando la fusión entre la población hispano – romana.  A mayor influencia de Roma, hay una mayor diferencia social. Es por el contacto, donde se conformaría lo que hoy se llamaría una casta dirigente. Esto favorece la fusión en los campos góticos, tanto por arriba, como por abajo de las clases sociales. Desde el momento en que se diferencian socialmente, y generan una monarquía con aparato administrativo propio, se acaban las comunidades de guerreros libres. La monarquía deja de ser electiva. Con todo, se mantiene en la base de la sociedad un espíritu comunitario. Ha quedado muy estudiado por el libro de los profesores Abilio Barbero y Marcelo Vigil “La formación del feudalismo en la Península Ibérica”

En esta fusión de las clases dirigentes y cultas visigodas no renuncian a sus tradiciones comunitarias y,  sobre todo, a la tradición militar. Prueba de esto es el “Libro de los Jueces,” una especie de fusión del  derecho romano y el germánico. Esto genera un debate entre romanistas y germanistas, por si el derecho visigodo es una simple copia del derecho romano o una creación autóctona germánica. Puede ser un derecho sintético, original y adaptado al Estado godo  pre-  feudal.  La  argumentación  de  Sánchez  Albornoz  parece  sólida,  cuando destaca, sobre todo, lo que el derecho visigodo tiene de germanismo.

Las relaciones sociales son pre-feudales. Perry Anderson en,  “Transiciones  de  la  antigüedad al feudalismo,” dice que el Estado visigodo fue pre-feudal un siglo antes que el de Carlomagno. Aunque se dice que con Carlomagno se establecen las bases, ya, un siglo  antes, hay unas precondiciones, por lo menos, en la Hispania visigoda.

Las relaciones pasan de una preeminencia del esclavismo, en lo tocante a la mano de obra, a una transición hacia la servidumbre. Encontramos aquí al esclavo y al siervo. El primero es propiedad del amo. El segundo también, pero está vinculado a la tierra. Los esclavos también se diferenciaban entre domésticos, rurales o artesanales. Los siervos también son domésticos y rurales.  La  mano  de  obra  pasa,  progresivamente,  de  la  esclavitud  y  el  colonato, a  la servidumbre y a los campesinos libres. Seguirá habiendo esclavos hasta el final de Edad Media, pero será a causa del botín de guerra, no como la base de la estructura económica social.

La causa del paso a la servidumbre obedece a motivaciones de tipo religioso y económico. En el religioso es donde la Iglesia altomedieval trate de humanizar las relaciones sociales, eliminando así la esclavitud. El factor principal es que, a los terratenientes simplemente les salía más barato. A un siervo vinculado a la tierra no había que alimentarlo como a un esclavo, con la posible excepción de un siervo doméstico. Estaba sometido a ciertas rentas y tareas de tipo productivo o militar para con su señor, pero se auto – mantenía.

El segundo componente son los pequeños propietarios, que ya existían en el período romano como colonos. Ahora aparece un elemento nuevo; el patrocinio o la encomienda.   A esto lo ayudará el clientelismo que favorecerá la encomienda y el patrocinio de campesinos libres cara a  un  señor,  para  que  lo  proteja.  Es  resultado  del  clientelismo  germánico  junto  con  la inseguridad de la época. Será el inicio del vasallaje, al igual que lo es la vinculación a la tierra de los siervos de la época visigoda, en vez de la vinculación al amo, que existía pero no definía el período

El tercer cambio en las relaciones sociales es uno de cambio/continuidad. Reforzará el peso de la  nobleza  terrateniente  surgida  de  la  fusión  entre  la  aristocracia  romana  y  la  germana. Primero en Galicia con los suevos, y ahora en el reino de Toledo, con los visigodos. Leovigildo elimina la prohibición de matrimonios mixtos, promoviendo esa fusión en el ámbito familiar de las clases dirigentes hispanorromana y visigoda.

En cuanto a la ruralización de la sociedad y abandono de las ciudades, es un paso más en esa tendencia que se inicia a partir de la crisis del siglo III. Los visigodos (los mismo que los suevos) aprovechan las ciudades como cabeza de las diócesis episcopales. La novedad, es que de una manera  más  clara,  se  abandonan  las  vilae  romanas  (haciendas  de  terratenientes  de explotación agropecuaria). El término permanece, ya que nos encontraremos el término vila o vilae a la hora de analizar la sociedad medieval del momento posterior. El sentido es mucho más campesino. La vila tendrá dos significados. Una aldea dependiente de un señor, o también una granja agrícola con casa y terrenos a trabajar En los siglos VIII-X, los terratenientes las prefieren, antes que vivir en palacios, castillos o torres. Las villas altomedievales son unidades de explotación o de habitación, o ambas cosas. Nacen en las comunidades de aldea.  En éstas, viven siervos o campesinos libres, pero desde el punto de vista identitario tienen, o bien un componente indígena prerromano, o bien uno germánico, sobre todo, en las zonas de concentración de población visigoda. Son campesinos con el mismo status que los anteriores prerromanos. Este papel de las comunidades de aldea es distinto. En Castilla la relación el componente indígena es menor. En Gallaecia es mayor, y una de las pruebas es la continuidad del priscilianismo, una herejía popular muy igualitaria que se vio favorecida por el componente castreño. En Galicia sí que se sabe de la transición del paso del hábitat castreño (lugares elevados), con recinto amurallado, a las aldeas, que se van formando conforme cambie el modo de producción en las laderas de los montes y los valles. Lo que se hereda es el sentido comunitario, en un hábitat concentrado o disperso, pero que se rigen por compartir toda una serie de tareas comunes. La cultura castreña aún llegó, con su influencia, a los primeros siglos de la Edad Media

La Iglesia también tendrá un papel importante. Tenemos una Iglesia entronizada. Es el período donde tiene más poder político, superando a la Iglesia sueva. Tiene además quien la dirija. San Isidoro de Sevilla, en el III Concilio de Toledo de 589, lanza su tesis providencialista. Trata la necesidad  de  subordinar  el  poder  civil  al  poder  eclesiástico.  Es  un  poder  rector  en  la generación de un poder público. Es lo contrario, con la orientación y posible influencia de Martín de Dumio, que para el reino suevo. Martín plantea el problema de la evangelización, mientras que San Isidoro piensa en la necesaria conversión de la mayor parte de la sociedad pagana supersticiosa desde el poder político. Pero, al mismo momento, donde la Iglesia avanza en cuanto al poder político, es en el económico donde no está tan claro. Surgen las iglesias propias. Son iglesias creadas por los laicos donde el poder eclesiástico depende del obispo, pero en su dimensión económica pertenece a sus propietarios laicos. Son iglesias privatizadas. La iglesia siempre pretendió combinar estos dos poderes. Es una debilidad, ya que una buena parte de las iglesias/ monasterios son fundadas por señores laicos que controlan las rentas. Utilizan los monasterios como seguros de vejez.

Estos Estados utilizan la conversión, con sus reyes, para tener un mayor arraigo social y no tener tanta diferencia entre invadidos e invasores. Combinan su aspecto expansivo con el servicio a las poblaciones que deben servir. Una vez establecidas las fronteras, lo que primará será la seguridad que el Estado pueda ofrecer a sus súbditos. Hay un doble lazo de los súbditos con el poder. Por un lado, son súbditos del rey, mientras que por el otro, son clientes o están patrocinados por un señor. Es una doble obediencia, aunque acaban obedeciendo al rey a través del señor. Es un Estado que consigue una unificación religiosa, unos límites precisos y una  mayor  seguridad  para  sus  súbditos.  Se  produce  cuando  los  visigodos  terminan  por dominar la P.I.

En la época altomedieval se van configurando unas mentalidades romanas que se ven superpuestas  por  unas  germánicas.  Éstas  acaban  reduciendo  el  espacio  en  las  mentes colectivas de los romanos, y sustituyéndolas por algo nuevo, germánico. Es una visión del concepto de identidad y de la función militar adscrita a la nueva nobleza. Cortázar dijo que ‘’se produce una toma de conciencia del territorio y del poder. ’’  No es suficiente, ya que falta aquí el factor lingüístico. Conforme avance la vulgarización del latín, hasta llegar a las lenguas romances acaban siendo el factor principal de diferenciación y de identidad separada. Pero, en el período germánico de la Alta Edad, Media, lo que se muestra es que, el latín.se convirtió en la lengua hablada. Era un latín vulgar, en contraposición con el latín culto de las élites, sobre todo, las eclesiásticas.

Lo que si se produce, y con fuerza, es esa conciencia de ser dirigentes de un espacio político diferente Se ejerce un poder diferente, sobre una población diferente a la de otros poderes vecinos.

Se introduce la función militar como atribución de los señores. En época romana, los señores residían en sus villas y ejercían un poder exclusivamente civil, ya que el poder político y militar dependía de la administración romana. Se da esta transición, con esta atribución militar de impronta germánica

Respecto a la cultura, se refiere al ámbito de lo intelectual, lo escrito, lo racional. También incluye lo oral, lo emotivo, lo imaginario, lo inconsciente. El sujeto de la cultura son las élites, sobre todo, en el caso altomedieval. Sí que hay un cambio entre los suevos y los visigodos. Digamos que el intelectualidad por antonomasia de los suevos es Martín de Dumio, un clérigo que viene de Panonia, pero que viene a combatir la superstición con un nivel cultural bajo. En los visigodos, está San Isidoro de Sevilla, símbolo de una cultura de super – élite dentro de una cultura creativa, religiosa. Va más allá de Roma. Habla de la situación de la P.I., pero también con un discurso universal. La aportación en el resto es pobre. Destaca la orfebrería visigoda o la aportación a la vulgarización de latín, así como a la onomástica.

TEMA 3. INVASIÓN ISLÁMICA Y  AL-ÁNDALUS

En el año 711, las tropas árabes y bereberes que cruzan el estrecho de Gibraltar logran la conquista de la España visigoda. Una conquista fácil. Para el califato omeya era éste el punto débil para entrar en Europa. El resto del sur de Europa estaba en manos de Bizancio, y por lo tanto, se trata de un aprovechamiento del mundo árabe-musulmán para quedarse con una parte del pastel. Todo dentro de una lógica geopolítica y de expansión religiosa-política.

Entre los años 711-56 se establece como Al-Ándalus, nombre que aparece ya en los primeros años. Es la provincia más occidental del califato de Damasco, cuyo centro estaba en Siria. Se trataba de la provincia periférica de un emirato gobernada por un emir (especie virrey).

La conquista es muy rápida. Dura un total de cuatro años. El ejército es dirigido, primero por Tariq, enviado por Muza, y luego por Muza, gobernador en Túnez, la provincia califal del norte de África. Ambos son generales de Damasco. Vencen al ejército del rey Rodrigo en el río Guadalete, muy cerca de Arcos de la Frontera, en la provincia de Cádiz. Poseen un ejército relativamente numeroso, pero inferior a los de las invasiones germánicas. Contaba, aproximadamente, con unos 18.000 soldados, de una minoría árabe y una gran mayoría bereber de origen magrebí.

Es una doble composición. Una casta árabe que ocupa todos los puestos políticos militares y económicos, y una masa bereber, que sigue a los árabes y que forman parte del califato. Los primeros  como  dirigentes, y  los  segundos como musulmanes  subordinados. Va a  ser una fuente de contradicciones, tanto en el Magreb como en la España islámica.

La superioridad es clara por parte del ejército musulmán. Cuentan con grandes arqueros y buena caballería ligera. Todo muy motivado desde el punto religioso – político. Tariq y Muza (15 meses en la Península), dejan controlada la situación en la Península. Vencen desde el sur llegando hasta Lugo y ocupando Zaragoza en el nordeste. El sistema es una ocupación de saqueo, con obtención de botín con punición y represión de los hispano-godos derrotados, característica de todos los ejércitos en ese momento. Crucifican a la manera romana a los más rebeldes y hacen esclavos, sobre todo, a los varones, pero también a mujeres y niños. Sin embargo, hacen pactos de sumisión y eliminan una serie de duras medidas. Seguían la máxima, ya vista, de escarmentar al enemigo y, después, pactar para poder conseguir el apoyo de la población.

Cortázar calcula que, entre el primer ejército e Tariq y el de Muza, junto a otras fuerzas que se instalan en los primeros años de la conquista, unos 60.000 hombres, entre árabes y bereberes. Esto se da sobre una demografía de la España goda, en ese momento, de 4 millones de habitantes. Es un número reducido, incluso menor que los visigodos, pero mayor que   las primeras oleadas de suevos, vándalos y alanos

Dentro de la lógica expansionista, estaba la de atravesar los Pirineos y tratar de conquistar la Galia, ocupada en ese período por los francos. Después de intentos sucesivos, Carlos Martel derrota al ejército musulmán en el 732, frenando así su avance. Fracasa el intento de unir la Galia franca a Al- Ándalus.

Ocupan de alguna manera el norte, pero con cierto desinterés, de hecho, se dejan tres grandes focos de resistencia; Asturias, vascones y Pirineos catalanes.  Esos brotes darán lugar al reino de Asturias, reino de Navarra y Condados Catalanes. Ellos necesitaban, desde el punto de vista económico, de sociedad y de modo de producción, tierra llanas para su sistema y un clima más cálido  que  favoreciera  a  su  modo  agrícola  (más  que  ganadero),  al  que  ellos  estaban acostumbrados, y en el que estaban muy avanzados por su sistema de riego. Por esos se concentran  en  el  Sur,  centro  y  Levante  de  la  P.I.,  dejando  la  puerta  abierta  a  los  focos cristianos

Muy pronto toman conciencia del territorio que ocuparon. Aparece ya en una moneda, en el año 716. En los fenómenos identitarios medievales, primero aparece el nombre y, después, aparece el fondo, con su economía, su sociedad… El nombre será el que reciba también cuando árabes y musulmanes pierdan la, Península Ibérica. Dentro de Al-Ándalus, desde el VIII, está también la Septimania; una franja mediterránea próxima a Toulouse.

Entre 756-929 tenemos una segunda fase. Se le llama el emirato independiente de Córdoba. Seguía en un estatus de emirato. El emirato de Córdoba se inicia con Abderramán I, el gran y primer gran califa de los Omeya. Triunfo de los reyes omeya y auge de Al-Ándalus. En este caso, tenemos una unidad política independiente, pero de bajo nivel. Tiene su capital en Córdoba, pero todavía depende de Damasco, por lo menos, simbólicamente. El jefe militar y político, Abderramán, no se atreve a proclamarse califa y siguen dependiendo religiosamente de Damasco. El emir de Córdoba en esta fase sigue dependiendo. La diferencia radica en que el emir, es un jefe político-militar, y el califa los es político-militar-religiosamente. Lo religioso es lo que le da la independencia absoluta.

En la fase del emirato independiente de Córdoba, se dan fenómenos de islamización de la sociedad civil de Al-Ándalus. En tiempo bastante breve, dará la fortaleza a la identidad de AlÁndalus. Pasan de ser un fenómeno de unas élites que vienen ya del Islam, a una sociedad hispano goda (teóricamente) católica que inicia el proceso de islamización. Se completará en el siglo IX, ya con un califato de Córdoba totalmente independiente en el plano religioso.

La gran mayoría de hispano-godos se convierten al Islam rápidamente, sin presión militar y de una manera voluntaria. Se llaman a estos cristianos convertidos al Islam muladíes. A los que mantienen su fe cristiana y son tolerados se les llama mozárabes. Los primeros son la mayoría de la población hispano-goda.

Lo de convertirse rápidamente al Islam es, porque existía un descontento con respecto a las grandes élites hispano-godas. El Estado visigodo católico no tuvo tiempo para cristianizar a la mayoría de la sociedad de una manera profunda. Por eso se da una rápida islamización de la sociedad hispano-goda. En el Norte de la Península la cristianización se completa en la Plena Edad Media, como ha estudiado y concluido Manuel Cecilio Díaz y Díaz.

Además, hay autores que reconocen dos factores que animan a unirse al Islam. Son la promesa de igualdad que supone el Islam, y la facilitación de movilidad social. Lo primero afecta más a las clases populares, mientras que lo segundo a las élites hispano-godas. Tanto en lo político, como en lo social y económico, era un aspecto importante convertirse de cara a  mantener su status social y político

En el emirato, a pesar de los conflictos internos dados por minorías marginadas, se empieza a notar un progreso económico y social. Llega a su esplendor con el califato de Córdoba en el siglo X. Nada facilita más ese tránsito religioso que  una situación de bienestar social, logrando atraer, sobre todo, al mundo campesino. La conversión al Islam no fue por la fuerza.

Para  convertirse, había  que  renunciar  al  cristianismo. Las minorías mozárabes,  fuertes  en

Toledo y Córdoba, juegan aún así, un papel social y político bastante notable. Muchas veces estarán en rebeldía, pero también aprovechándose de la prosperidad de Al Ándalus, de hecho, mozárabes  y  judíos, eran  los  beneficiarios  del  comercio  internacional  que  propugnaba  el califato de Córdoba. Hay un proceso también de migración de mozárabes hacia el norte, tras persecuciones, pero se dará, sobre todo en la Plena Edad Media, con la presencia de los almorávides y almohades

Nos encontramos con una cultura superior, en comparación con la fase germánica de la Alta Edad Media hispánica y europea. Destacamos la lectura y escritura (importancia del Corán), el arte mudéjar, la arquitectura grandiosa, donde se refleja el peso del Estado. Cuando hay una superioridad cultural, también la hay historiográfica. Su representante más emblemático, IbnJaldún, del siglo XIV de origen andalusí. Su obra enciclopédica, “Muqaddima”, introduce los factores económicos sociales y elementos identitarios, además de los políticos. Supone una revolución  historiográfica,  sobre  todo,  en  comparación  con  las  crónicas  que  en  Europa pagaban los reyes. Éstas, eran pura historia narrativa de grandes personajes. Ib-Jaldún hace una historia colectiva, de los pueblos, aunque también con personajes relevantes. Siempre busca la explicación a la evolución histórica de los árabes a través de la economía y sociedad. En Europa habrá que esperar al marxismo y a la Escuela de los Annales en el XX.

Por la conversión musulmana iba también el aprendizaje del árabe, que termina en un dialecto andalusí. En el propio siglo X pasa a ser una lengua literaria. Pasarán unos siglos antes de que en Europa se haga lírica, en provenzal o gallego-portugués (siglo XIII). La árabe-andalusí se da antes.

El califato omeya reafirma la independencia de Al-Ándalus con Abderramán III. Estamos en un nuevo periodo 929-1031.Es la época de esplendor de Al- Ándalus donde se adquiere la máxima identidad.

En los años setenta un geógrafo-historiador-sociólogo francés marxista escribe sobre un libro de Ibn-Jaldún, explicando la economía y la forma de estado a partir del concepto marxista de producción asiática, o tributaria mercantil. Marx reflexionó sobre el modo de producción. Estaría, ya, en el Neolítico y después en Egipto o Mesopotamia y China. Unos Modos de producción lejanos a Grecia y Roma – aquí se puede asociar al Estado – y, después, a la Edad Media.

En el modo de producción de Al-Ándalus vemos una preponderancia económica, política y militar. Todo sobre unas bases religiosas. En la historiografía española, este concepto de modo de producción asiático es difundido por Reyna Pastor a partir de su libro “Del Islam al Cristianismo.”

El éxito más evidente, como modo de producción oriental, es la multiplicación por dos del número de habitantes en la PI para el siglo X. En el VIII, hablábamos de cuatro millones de habitantes, y ahora se calculan siete millones de habitantes en el estado islámico andalusí. En la época califal permite, al estado andalusí, asumir las contradicciones internas que se habían hecho  notar cuando,  el estado, se parecía a  los estados  débiles  altomedievales  e  incluso plenomedievales. En el ámbito islámico, sin poder religioso no se puede constituir un poder fuerte, sobre todo, con las revueltas bereberes (minusvalorados). Los emires, que dependían de Damasco, tienen problemas con las revuelta bereberes del siglo VIII-IX. También hubo revueltas muladíes, pero no por temas religiosos, sino, más bien, por temas sociales, ya que siendo mayoría en la base de sociedad, se sentían marginados por los musulmanes venidos de África. Incluso, a veces, se aliaban bereberes y muladíes. Los mozárabes también por su fidelidad al cristianismo se sienten marginados en lo social y económico

Un factor, que ya había dado problemas incluso al imperio romano, es el particularismo/regionalismo hispano. Cuando se trata de crear una unión, aparece lo que hoy llamaríamos nacionalismos periféricos o regionalismos excesivos, condicionados por factores, incluso, geográficos. Es el éxito económico, social y político del califato de Córdoba, el que mantiene, en un segundo plano, estas contradicciones internas. Tenemos una economía y una sociedad superiores a lo que fue el Estado visigodo y la Europa prefeudal. Hay un ejército fuerte, porque hay unas bases económicas y sociales que lo permiten. Hay una cultura fuerte, porque hay un Estado que, generando un excedente económico, genera una intelectualidad dedicada en exclusividad a la cultura, enseñanza, filosofía…

En el modo de producción de Al-Ándalus radicaba en un Estado fortísimo, favorecido en campo y ciudad, pero que cobraba muchos impuestos. Incluso cobraba impuestos a los cristianos del norte para comprar la paz. Los califas imponen tributos a los reinos cristianos del norte, que pagaron a lo largo de los siglos VIII-IX-X. El Estado aprovechaba su predominio político, social y militar en un momento de no hostilidad. Estos ingresos extraordinarios  hacen un ejército “nacional,” que en el califato se profesionaliza con mercenarios. El califa dependerá menos de sus jefes militares.

El Estado omeya, en el siglo X, recupera para el estado la competencia militar al margen de los poderes locales. Eso se favorece por una administración centralizada. Se concentra en los alrededores de Córdoba, con guarniciones en las fronteras con los reinos cristianos. En España habrá un ejército así con los Reyes Católicos, cuando se den los primeros pasos hacia el Estado Moderno.

El modo de producción andalusí está basado en las ciudades –no en el campo –, en el comercio y en la industria. Se recuperan algunas ciudades de la anterior época o se construyen grandes ciudades,  como nunca se ha visto, en el siglo X. Es dos siglos antes del Renacimiento urbano europeo.  Aquellas  ciudades  que,  la  Iglesia  mantuvo  como  sedes  episcopales  (recuerdo romano) en la época suevo – visigoda y sobrevivieron a las invasiones germánicas, fueron utilizadas por los califas una economía urbana muy potente. Las más importantes; Córdoba, en el siglo X, tenía unos 250.000 habitantes. También Granada, Sevilla, Toledo o Valencia.

La economía andalusí se instala en esas ciudades, con llanuras que permitían unas economías agrícolas muy productivas, en base al regadío. En las ciudades se forma una burguesía importante  de  comerciantes,  de  sectores  profesionales.  Son  semejantes  a  las  ciudades europeas de después, pero, con la diferencia de lo que es el concejo medieval no tendrá correspondencia con lo que es el poder político de las ciudades islámicas. Dependían del monarca y del califa. No juegan un papel político, pero tenían su futuro asegurado en base al comercio y el poder urbano, aunque siempre como funcionarios del poder central.

Hay un mundo artesanal muy desarrollado. Hablamos de industria andalusí porque eran unas industrias que funcionaban con artesanos asalariados y que absorbía fenómeno que se da en el proceso de construcción de Al-Ándalus, la migración de campo – ciudad. Hizo invertir el proceso histórico que generaba el abandono de ciudades, con la ruralización, y que creaba la estructura de poder de la monarquía germánica. En Al-Ándalus hay una mejora del nivel de vida de los que llegaban a la ciudad y que serán plebe urbana.

No son gremios corporativos cerrados. Un artesano que trabajaba asalariado en Córdoba o Sevilla, bien sea para empresas estatales, o de tipo más local o privada, sí que tenían movilidad social y movilidad nacional e internacional, ya que podían prestar de manera asalariada un servicio en Al-Ándalus o fuera de ella. Eran modos de organización de la actividad artesanal muy superiores a lo que será, en el futuro, el mundo gremial en las ciudades medievales europeas. El Estado, aparte de quedarse un quinto de las tierras expropiadas a los hispano – godos, también, tenía manufacturas públicas. Promovía el comercio.

Se trata de ciudades con industria muy potente, ya que la base económica de Al-Ándalus se enmarca  en  el  extremo  más  occidental  de  un  mundo  arabo-islámico,  que  constituía  un mercado global, desde el Mediterráneo hasta la China. Las regiones se especializaban, como en el caso del aceite de oliva o el cuero de Al-Ándalus, pero con un control estatal, que promueve el comercio o la industria. Europa tendrá que esperar al siglo XVI para una economía mundo que vinculaba a los estados europeos con las colonias en América. Se dice que es la primera economía mundo, con el auge de ciudades y la industria. Se combinaba con lo que sería la economía monetaria de Al-Ándalus  del oro del Magreb, ya que poseía influencia en ese lugar, que suponía parte del califato del norte de África. Copiando a los califatos que le precedieron, disponía de una buena marina mercante.

Al-Ándalus, en su esplendor, subordina el campo a la ciudad. Las grandes propiedades de aristócratas hispano-godas son fuentes para el Estado por la vía tributaria. La élite árabe lo que hace, en la primera fase, es substituir en el campo a los grandes propietarios hispano godos. Viven en las ciudades, combinando propiedades agrarias con otro tipo de actividades (más lucrativas). Se trata de unos nuevos señores, con mucho territorio que viven en las ciudades y ponen para la gestión a los antiguos propietarios convertidos al Islam, bien a siervos, bien a colonos con experiencia en las labores agrícolas. Se da un fenómeno clave con un brote de la esclavitud. Aparece el término eslavo; que son esclavos eslavos. Esta tiene como origen la conquista, también en la Alta edad media desde el punto de vista cristiano. Aparece una nobleza burocrática que va a depender del califa. En las grandes explotaciones trabajan esclavos, siervos, campesinos libres, sujetos a grandes impuestos, pero que se benefician de los avances que suponen la inclusión en el espacio económico y social arabo-islámico.

Se apoyan en una economía rural hidráulica. Convierte las grandes llanuras en unas economías agrarias muy productivas. El campo para el califato es necesario para sostener las ciudades, de enorme población. El control directo por parte de las élites califales desde las ciudades se concentra en los territorios que rodean a ésta, que serán una fuente importante de ingresos de un Estado que los necesita, tanto para el permanente ejército, como para todo ese papel del Estado en la economía en la sociedad.

Los califas son monarcas absolutos antes de que en la Península, y en Europa, se instale el Estado moderno (fines de la Edad Media), y más siglos antes de que se instale el Estado absoluto, en el siglo XVIII. Es una verdadera anticipación que seguirá Europa más tarde y de otra manera, sin una relación tan vital con la religión como la que tiene el califa. En el siglo X, con los califas, se da el mayor grado de concentración del poder, pero al mismo tiempo un mayor grado de tolerancia con las minorías religiosas con respecto al Estado moderno y al absoluto.

El fin del califato es en el 1031, aunque hay una prolongación desde el 1008. Ya desde el siglo XI es otra nueva etapa. Se denomina, al período, los Reinos de Taifas. Son los poderes autónomos de base islámica, que suceden al poder centralizado de los califas. Coinciden con Plena y Baja Edad Media europea. El califato se fragmenta en diversos poderes locales, que solo afloran cuando cae el poder central en Córdoba. Con esto, se reactiva la Reconquista Hay unos reinos cristianos mucho más fortalecidos, y con mucha más fuerza económica y social, base del feudalismo. En el año 1085, empieza a coger velocidad la Reconquista con la conquista Toledo. Se considera un punto de inflexión. Los reinos  hispánicos  dejan  de  estar  aislados tanto  por  el  lado  castellano,  como  portugués y catalán-aragonés. Se aprovecha la debilidad y fragmentación de Al-Ándalus. En el siglo XIII se dará el mayor avance de la Reconquista, con el esplendor de los reinos feudales y de su modo de producción occidental. Se toma el Sur y el Levante desde tres frentes (Portugal, Castilla y Aragón). En la Baja Edad Media (XIV-XV,) son los reinos cristianos occidentales y el reino nazarí de Granada lo que quede. Empiezan a cobrar, a los reinos de Taifas que sobreviven, impuestos, en los períodos de calma. Son denominados parias, invirtiendo así la situación que se daba en los siglos VIII, IX y X. A partir de aquí se mantienen a la defensiva con respecto a los cristianos.

¿Por qué cae el califato? Causas diversas. Lo más importante; la crisis de la economía mundo islámica, como consecuencia de los invasores asiáticos, que desde el extremo más oriental rompe la unidad califal. Internamente, a partir del XI, empieza a notarse, con la crisis de la economía y de los ingresos del estado, la incapacidad de mantener un estado y un ejército fuerte. Con todas estas contradicciones, los bereberes, mozárabes y muladís, vuelven a la carga. La fragmentación en poderes locales terminará por hundir más al califato.

Los bereberes, son los primeros que se aprovechan de la debilidad del califato árabe para recuperar un papel en Al-Ándalus y en el Magreb, que le robaron los extranjeros sirios y árabes. Habrá, en el siglo XI, una nueva invasión islámica de origen magrebí y bereber que son los almorávides. Una segunda invasión, en el XII, de origen bereber, que son los almohades. El pretexto, aparte del instinto de expansión, es sustituir a las élites omeyas. Las criticaban por su relajación en el cumplimiento del Corán y de los preceptos islámicos, al estilo de la sucesión de las órdenes monásticas europeas. La sustitución de los árabes como casta dirigente, supone la pérdida  de  identidad  política  de  Al-Ándalus,  ya  que  la  transforman  en  una  provincia  del Magreb, como lógica a su expansión. Las almorávides serán también relevados por almohades, los más rigurosos.

En  la  época  almorávide  se  persiguen  a  las  minorías  religiosas  (retroceso  con  respecto  al califato), pero, en ningún caso, con esa intolerancia y rigorismo de lo que hoy entendemos por fundamentalismo islámico. Ese período, que va del XI al XV, ni almorávides, ni almohades se consolidaron. Los poderes locales siempre acababan volviendo. Derrotados los almohades en Navas de Tolosa (1212), avanza más la Reconquista, ya que los reinos de taifas son poderes descoordinados entre sí, y muchas veces pagan tributos a los reinos cristianos.

El reino nazarí de Granada nace como refugio para muladíes y que además en sus comienzos desde el XIII unen Cádiz, Jaén y Murcia. El ejército “nacional” de los Reyes Católicos termina ocupando Granada en 1492. España inicia su papel como nuevo imperio tras el descubrimiento de América. También en el 1492 se expulsa a los judíos, para la unidad religiosa. Se preparan las condiciones para expulsar a los moriscos. Se busca una manera impositiva de unificación religiosa con una metodología diferente a la del Islam.

La historiografía española tradicional ha adoptado, siempre, una posición crítica, o de ocultación, sobre lo que fue el periodo islámico. Se venía a decir que no eran españoles. Actualmente, se entiende que en la primera fase de ocupación, sí que serían extranjeros, pero en la séptima u octava generación serían españoles, en referencia a ser oriundos de lo que la historiografía llamó la España musulmana/islámica. El sentimiento excluyente se ve cuando se fuerza la salida de judíos y moriscos o con la creación de la Inquisición. Se negaba la aportación de estos sectores a la construcción de “España” tras la Edad Media. Estas historias fueron muy ocultadas hasta que nacen las nuevas historias de inspiración marxista, con la Escuela de los Annales, en el XX. Es un reconocimiento de este período.

TEMA 4. LA RECONQUISTA

El término Reconquista no se emplea en la Edad Media, sino que comienza a aparecer en las crónicas del siglo XVI, con el Imperio de los Austrias. Se recurre a la Historia medieval con este término, un término cristiano-occidental. Entendemos por Reconquista la recuperación del territorio  de  la  España  visigoda  en  manos  del  Islam.  En  711,  los  musulmanes  habían conquistado el territorio del antiguo Estado visigodo, instalando la formación política, social y económica de Al-Ándalus. Un siglo después, las élites, sobre todo de mozárabes migrantes, elaboran una serie de crónicas a la vera de la corte de Alfonso III. Este discurso, se corresponde con el que se llevará al posterior término de Reconquista. Sirve de base para la “Crónica General de España”  de Alfonso X. Esto es así hasta el siglo XV, donde en la época de Juan II lo que se llama Reconquista, ya no solo está en un terreno político o religioso, sino en un término jurídico.  Esto  es,  la  monarquía  de  Juan  II,  que  reclama  las  Islas  Canarias  en  disputa  con

Portugal, usan el argumento de que el reino, en ese momento de Castilla, eran herederos del reino visigodo. Queda el término godo en Canarias. Se utiliza este término también en la nobleza del Antiguo Régimen, para sus genealogías

Este planteamiento es generaliza, en el XIX, en la historiografía española hasta el día de hoy. Este pasado godo comienza a ser reivindicado en el Reino de Asturias, para justificar su deseo de conquistar los territorios perdidos a manos de los musulmanes.  No es el caso con el pasado indígena de las tribus anteriores al Imperio romano, sin un proyecto político, o con la posterior caída romana, ya que los visigodos utilizaron la fusión, primero por arriba y después por abajo, social.

Los musulmanes no buscan la fusión de las clases dirigente, sino que apartan del poder a la nobleza hispano-goda. Tampoco contarían con la Iglesia institucional. Otra cosa es que permitiese a una minoría mozárabe seguir con su religión. Es el propio radicalismo musulmán el que elimina la posibilidad de cierta continuidad entre el Estado visigodo y el Estado musulmán.  A raíz de esto, el enfoque de la nobleza perdedora hispano-goda será por el factor religioso. De hecho, éstos acuden a la guerra santa como reacción a la guerra santa del Islam; primero del Islam oriental, y después contra almorávides, almohades, benimerines… Siempre estará esa justificación y legitimación hasta el final de la Edad Media, incluso en Reino de Granada,  aunque  no  tuviesen la  iniciativa ofensiva.  Es  una guerra  santa simétrica.  Un precedente de lo que serán las Cruzadas europeas

Esta guerra santa  cristiana genera un fenómeno que dará lugar al Camino de Santiago, hilo conductor que une a los reinos cristianos.  Es en el año 813 cuando se produce un hecho de extraordinaria relevancia. Se descubre un sepulcro tardo-romano, que se identificó con el de Santiago el Mayor. Aparecería, según la tradición, en 844 ayudando a los cristianos en la batalla de Clavijo (Rioja). La historiografía tiende a pensar que es en la batalla de Albelda, también del siglo IX, que sería posteriormente mitificada. Esto explica el apoyo de Carlomagno al descubrimiento del sepulcro y al Camino, además de la “participación” de Santiago en la Reconquista

El  segundo  factor,  aparte  del  religioso,  que  explica la  Reconquista  es  socioeconómico.  La nobleza desposeída de sus tierras por los musulmanes deseaba recuperar sus tierras y jurisdicciones. Es una motivación de clases. El Estado visigodo, en el VII, supone la culminación del poder de la nobleza altomedieval peninsular. El pasado visigodo se considera un paraíso para la nobleza altomedieval. Esto es desprendido de los discursos de la corte de Alfonso III; la Reconquista para la religión y goticismo para lo político

El goticismo será la reivindicación del pasado godo como discurso legitimador de los nuevos reinos  del  norte  peninsular  en  su batalla  contra  Al-Ándalus.  Se  consideran  legítimamente herederos de esa nobleza goda y su  Estado unificado. Un siglo después, con los mozárabes refugiados en Asturias durante el reinado de Alfonso III, será cuando se adopte esta postura. Se inspirarán, por ejemplo, en la “Historia  de  godos  vándalos  y  suevos”  de san  Isidoro  de Sevilla. Lo que se está construyendo es una idea medieval de “España,” que aparece perdida por culpa de la invasión islámica. Por ejemplo, en el 1430 en la  “Genealogía  de  los  godos”  se enfoca como la destrucción de España. Esta idea también se encuentra al este; en el Reino de Navarra, Aragón y el Condado, y después Principado, Cataluña. Donde  más se utilizaría esa idea será en el futuro reino de Castilla.

Es difícil saber si, ese goticismo, era compartido por las clases populares, ya que las fuentes que quedan son emitidas por las élites intelectuales vinculadas a la clase dirigente; prelados y nobles. Es una idea pre-feudal, pero con probable arraigo social, sobre todo, en aquellos lugares –Castilla y Aragón –, donde participaran hombres libres en la repoblación (con favor de la nobleza en cuanto a algún privilegio: impuestos) de los espacios conquistados o de los soldados que formaban los ejércitos cristianos

Hay un aspecto general en los tres grandes focos de la zona cristiana. Son esas poblaciones indígenas las que vuelven a iniciar la rebeldía contra el nuevo poder; Al-Ándalus. El origen de los reinos es popular e indígena, pero, tras las primeras luchas, ya entran en escenas los restos de  la  nobleza  hispano-goda. Se  pasan de  la  montaña  al  llano  aprovechando  las  ciudades romanas, que en la época germánica fueron usadas como sedes de los obispados Los tres grandes polos son el astur-cántabro (dos polos unidos), el vascón y el catalán. Se van conformando el Reino de Asturias, con indígenas que pactan con la nobleza con base en Oviedo, el Reino de Pamplona y los Condados pirenaicos, gracias a los francos en esta primera fase. Se aprovecha, en esta fase, que los territorios de la cuenca del Ebro y del Duero estaban relativamente desiertos y abandonados por el propio Al-Ándalus. Esto se debe a que, para su modo de producción, el interés en zona de montaña era escaso y más si había rebeldes.

  • Reino de Asturias: Nos serviremos de la obra de Claudio Sánchez-Albornoz, “El Reino de Asturias ”. El prototipo de Reconquista está en la progresión de Reino de Asturias al Reino de León y Reino de Castilla. Empiezan antes, y con una manera más coherente  en el discurso inicial de la Reconquista. En pocos años, después de 711, es conquistada la casi totalidad de la Península Ibérica. Tariq en nombre de Muza – él vendrá – se encarga de la conquista. Tariq coloca un lugarteniente en León, Manuza, para controlar a los pueblos del norte.

De Pelayo sabemos que era de origen noble, y miembro de una familia disidente con Witiza. Fue capitán en la guardia real de Toledo. Se refugia en Asturias, huyendo de los musulmanes o de Witiza según la “Crónica Albeldense”. Hay también un episodio personal; Pelayo se niega a que su hermana se casara con Manuza, según la “Crónica Rotense”. Huye al monte y empieza su periplo individual. Es un rebelde hispano-godo y bastante joven

Pelayo aprovecha una asamblea tribal para encabezar la lucha alrededor del año 718, en un modo de acción-reacción contra el invasor. El proyecto político se lo “da” Pelayo. La nobleza goda refugiada en la zona no se une a Pelayo hasta 721. Córdoba, en esos tres años, muestra una pasividad total, no dándole importancia a esta fusión entre la nobleza joven hispanovisigoda y las élites astures.

En el 722, Manuza recupera Asturias y se instala en Gijón, desde León, con efectivos militares como muestra de la importancia de ese pequeño reino. Pelayo, según las crónicas, se encuentra en el monte Auseba. Tiene lugar la batalla de Covadonga, en la que se imponen los cristianos. Es un valle pedregoso. Se dice que unos 300 resistentes, en una cueva, vencen a unos musulmanes que les superaban en número. También de 300 hablan las crónicas musulmanas. Estas fuentes confirman a Pelayo, pero niegan la derrota. En cambio, las cristianas la elevan de forma exponencial. En muchos hechos fundadores históricos, en este caso del Reino de Asturias, es lógico que se exageren

Tras la batalla, Pelayo, se traslada a Cangas de Onís, cerca de las montañas. Sánchez Albornoz participa en la idea de Reconquista. Poco dado a esto, dice que, Pelayo, era “un caudillo popular rebelde.” No sería aristocrático. Para el caso de Asturias, es el más claro de los focos de resistencia y de pacto entre indígenas y nobleza hispano-goda. Aunque lo normal es pactar el pago de tributos a Al –Ándalus, y no tanto el de enfrentarse. Pelayo muere en el 737 y lo sucede su hijo. Es obvio que, siguiendo la tradición más genuina visigoda, el primer rey es elegido democráticamente, en la asamblea del 718, hasta que se instale la herencia por parte del rey hacia su primogénito. Tras Pelayo, se hace la unión de cántabros y astures. Los segundos, desde Asturias, incorporan a su lucha contra el Islam a los primeros.

Ese año, 737, Alfonso I ocupa Lugo y Tui con guerreros cántabros y astures. Es la primera avanzada en forma de razias, al estilo musulmán. En el 741, tiene lugar la revuelta bereber contra los árabes y una de sus victorias es expulsar a los árabes de Galicia, abandonando posteriormente el Noroeste. En el 791, Alfonso II fija, en Oviedo, la capital del Reino, tras estar la capital en Gijón

  • Foco vascón: sus orígenes se sitúan a finales del siglo VIII. Lucharan contra Al-Ándalus, y paralelamente contra el Reino de Asturias y los francos, que buscaban su influencia. Todo esto se da en el tránsito del VIII al IX, en el norte peninsular.

En el 718, los musulmanes habían ocupado mediante pacto la ciudad de Pamplona, enclave urbano de origen romano y sede episcopal hispano-goda, rodeado de vascones. Como vecinos, se encontraban los Banu Qasi, la familia del conde Casio, que se había convertido al Islam

(muladí),  en  el  momento  de  la  invasión  y  que,  consigue  bajo  el  poder  de  los  emires  de Córdoba, un pequeño reino en el sur de Pamplona. Controlaban de alguna manera la jurisdicción de Pamplona para los musulmanes.

En el 799, los cristianos nobles refugiados en Pamplona llegan a un pacto con la aristocracia vascona, y expulsan al gobernador muladí, perteneciente a esa familia de los Banu Qasi. Se instala un gobierno afecto a los carolingios, teniendo estos unas posiciones estables en los Pirineos. En el año 802, los francos conquistan Barcelona y terminan la construcción de la denominada Marca Hispánica, una línea defensiva, fronteriza, que se extendía entre Pamplona y Barcelona. Tanto Pamplona como Aragón y Cataluña se librarán casi un siglo después del poder musulmán, gracias al apoyo de los francos.

En el siglo IX, encontramos al primer monarca pamplonés, Íñigo de Arista. Se supone del pacto entre los vascones y la aristocracia hispano-goda. Los datos sobre los primeros monarcas pamploneses los conocemos de una fuente del siglo X. La expansión inicial en el IX es bastante escasa. La dinastía Arista será sustituida por la Jimena, en el IX, en la persona de Sancho Garcés I, aliados con el reino de Asturias y León. En el siglo XI, el reino de Pamplona se beneficia de la quiebra del califato a partir del año 1008, lo que supone una oportunidad para expandirse hacia el sur. Sancho III el Mayor se lanzará a la conquista de territorios del sur, pero, a la larga, el Reino quedará encajonado entre los reinos expansionistas de Castilla y Aragón.

  • Condados pirenaicos: son  Sobrarve  (Aragón),  Ribagorza  y  Pallars  (Cataluña  la  Vieja, conformándose en torno a Barcelona). Están instalados en los valles pirenaicos. Durante los siglos IX, X, XI y XII los condados catalanes forman parte del Imperio carolingio. No solo se produce la influencia cultural o política, sino que eran aquéllos que nombraban los gobernadores de los condados.

La influencia franca será eliminada en la batalla de Muret (1213). El condado de Barcelona alcanza su hegemonía sobre el resto, a comienzos del siglo X. En el momento en que adquieren cierta fuerza alrededor de Barcelona, la Reconquista está parada por el poder militar, político, económico y social de Córdoba. De hecho, en el 985, Barcelona será saqueada por Almanzor. En la zona en la que se configuraría Aragón, en el valle del Ebro, apenas había sido ocupada por los musulmanes. La familia noble que encabeza el condado de Aragón, y que debió pactar con los montañeses, se llama Gargalindo. Serán absorbidos por el reino de Navarra.

En 1070 encontramos a un primer rey aragonés en la persona de Pedro I, tres siglos después que Pelayo. Hace sombra a la expansión castellana. En el año 1137, Aragón absorbe el principado de Cataluña. Este quedará bajo dependencia aragonesa hasta el final de la Edad Media.

En la Plena Edad Media, para la Reconquista, será el período de avance definitivo, a causa consecuencia de la desaparición del Estado centralizado califal. Los cristianos se enfrentaran a reinos de taifas y sus ejércitos, pero divididos y enfrentados entre sí. Esto es ayudado por el modo de producción feudal, que alrededor del año 1000 llevará a la llamada revolución feudal. En el siglo XI y XII, la mitad de la Península está ya en manos de los cristianos. La excepción es el Levante, donde  hay cierto  retraso. La  Corona  de  Asturias, Galicia  y León conquista en 1064 Coímbra. En 1085 Toledo. Con Toledo, antigua capital del Estado visigodo, se  controlan los  antiguos  campos  góticos  del  centro  de  la  Meseta.  Este  es  un  punto  de inflexión. Toledo servía como referencia a la ideología oficial de los reinos peninsulares, sobre todo a la de origen astur-leonés. Así se entendían los avances de la Reconquista.

En la franja inferior del Reino de Galicia se observa un hecho histórico importante.  En el 1143 se  produce  la  escisión  de  Portugal  como  reino  independiente  de  Reino  de  Galicia,  que mantenía tal categoría. El primer rey portugués será Alfonso Enríquez y, cuatro años después, en 1147, conquista Lisboa. Quedaría el Algarve, zona de mayor influencia islámica y que juega un papel similar al de Andalucía en la franja central.

Por el lado de Aragón, en el 1118, Alfonso I de Aragón conquista Zaragoza. En el Levante, el avance es bastante más lento, debido al poder almorávide y almohade de los siglos XI y XII respectivamente

En 1212 se consigue derrotar al poder almohade en la batalla de las Navas de Tolosa. Aquí, castellanos,  aragoneses  y  navarros,  de  forma  coaligada,  aplastan  a  los  musulmanes.  La caballería pesada cristiana vence a la ligera árabe-musulmana. Imponen su ley  militar, pero también su orden político y económica-social, ya que no tenían que enfrentarse a un Estado cordobés centralizado, sino a unos reinos de taifas fragmentados. El avance no fue más rápido porque se produjeron intentos de unificación, con los imperios almorávides y almohades

En el siglo XIII, el avance cristiano es ya imparable. Portugal va dominando el Algarve, aunque el protagonismo recae, fundamentalmente, en Castilla y Aragón. Ambos reinos avanzan hacia el sur compitiendo por el control de Levante. En los años 1179 y 1244 existen pactos entre Aragón y Castilla. Esta última ya controlaba la mayor parte del territorio peninsular. El objetivo político  final  era  reproducir  el  poder  del  Estado  visigodo,  teniendo  como  problema  y competidor a Aragón, que avanzaba hacia el sur. Llegan a un acuerdo, sobre todo por el control de Murcia, ya que este lugar estaba fuera de la órbita idiomática de Cataluña, siendo el eslabón endeble  por  el  que  Castilla  tuviese  salida  al  Mediterráneo.  Los  acuerdos  que  se tomaron entre Aragón y Castilla se respetaron en cierta medida.

Castilla inmediatamente avanza tras las Navas de Tolosa. Es una sucesión de toma de ciudades. En el 1228 toma Badajoz, en 1236, Córdoba, en 1248, toma Sevilla y en 1263, Cádiz, quedando el Reino de Granada hasta finales del XV en manos musulmanas.  Por parte de Aragón ocupan Valencia en el 1238. En el 1266, toma Murcia, aunque antes, en 1243, es tomada simbólicamente por la Corona de Castilla, estableciendo un protectorado. Al final acabará volviendo a manos castellanas. Con Murcia acaba la Reconquista para el Reino de Aragón, mientras que Castilla no ceja hasta el final de la Edad Media.

El tercer de los imperios musulmanes son los benimerines, bereberes o Banu Mari. En 1269 se hacen  con  el  control  del  Norte  de  África,  con  capital  en  Fez,  y  en  1275  auxilian  a  los granadinos, con 17.000 soldados, en su lucha contra los cristianos. En alianza con el reino granadí, los benimerines aguantan en el poder como prolongación de su poder en África. Controlan  algunas  regiones  de  Andalucía,  Algeciras,  Ceuta  y  Gibraltar.  Aún  la  controlan durante 80 años, hasta que, en el 1340 son derrotados en el Salado, por una coalición castellano-portuguesa.

Se observan las diferencias con los pactos de 1212, y la coalición castellana, aragonesa y navarra. Navarra quedará encajonada en la expansión, mientras que, Aragón, alcanzará su tope en Murcia. De este modo, el aliado natural en la expansión para la batalla de El Salado, será Portugal.  Con  esto,  se  acabó  con  el  imperio  benimerín,  que  fue  una  caricatura  con respecto al XI, con los almohades, y al XII, con los almorávides. En el 1492 se termina la presencia musulmana con los Reyes Católicos y su primer ejército “nacional.”

TEMA 5.  REINOS CRISTIANOS DEL NORTE

Los reinos cristianos mantuvieron el lazo, desde el imperio romano, con la Europa occidental y que, desde la invasión islámica rompieron con el lazo africano-oriental. Esto, supone la continuidad con la Hispania goda, ya que es lo que se reivindica la llamada ideología goticista. Esta continuidad tiene que ver con la mentalidad de poder y de ciertos aspectos de la Alta Edad Media germánica.

Por el lado de la discontinuidad, la sociedad cristiana occidental y norteña es una sociedad en guerra permanente, a diferencia por lo tanto de la Hispania goda. Es superviviente de la sociedad del Islam, ya que, desde la montaña, no estuvieron bajo control islámico, o bien por se liberan a partir del siglo VIII. Hay aspectos de los reyes hispano-visigodos que se reafirman e intensifican durante la Alta Edad Media. Se observa cómo, esta formación de los reinos cristianos del norte peninsular, se ve en íntima relación con el avance de la Reconquista. Hasta el siglo XI son relativos o prudentes. Estos reinos cristianos se mantienen, hasta ese momento, a la defensiva, y resisten al empuje islámico en época del emirato y califal (siglo X)

Los hombres juegan un papel muy protagonista en la formación, defensa y relativos avances a través del fenómeno de repoblación del sur del norte peninsular. Normalmente son espacios vacíos, abandonados o que no interesaron a Al-Ándalus para establecerse ahí. Para los siglos VIII-X, interesa la repoblación de territorios vacíos, entre reinos cristianos y Al-Ándalus.

El más notorio es el desierto, que Sánchez Albornoz descubre en el valle del Duero, y que separaba a los reinos cristianos de la hostilidad del Islam. Se establece en lo que es el Sur de Galicia, el norte de Portugal, León, Castilla, aunque también se habla de una despoblación en el valle del Ebro. Para el caso occidental, Sánchez Albornoz dice que esta franja desértica es producto  de  las  razias  que  Alfonso  I  (739-757)  lleva  a  cabo  contra  el  Islam.  Entra  en  el territorio, lo ocupa (Lugo y Tui) y después se repliega. No se trata de una instalación definitiva, pero  genera  ese  espacio  despoblada.  Las  llanuras  despobladas  eran  consecuencia  del desinterés de Al-Ándalus por un control del norte peninsular, y que se incrementa en el siglo VIII, tras la revuelta bereber del año 741. Se trata de una tierra de nadie, tras la marcha bereber, no como la Marca Hispánica, militarizada. Se debate de si, responden a una estrategia consciente de Alfonso I, o es consecuencia de la circunstancia de que Al-Ándalus no tenía interés  y  los  reinos  hispánicos  no  tenían  la  capacidad.  Dicha  zona  desértica  permite  la migración continua a partir del VIII, sobre todo del IX, de población de los reinos cristianos del norte al sur. Es lento, pero con una dimensión de cambio social. Se da paralelamente a la Reconquista, para poder “repoblar” el avance con su propia gente.

El motivo económico de fondo de la emigración –sur Galicia, León, Castilla – es el excedente demográfico en las montañas, desde Galicia a los Pirineos. Los reinos, en lo político, se pasan de la montaña al llano cuando establecen la capital en Porto, Oviedo, Pamplona o Barcelona. Es un fenómeno político y, a la vez, socioeconómico. Salvo Pamplona, rodeada de vascones, no se podía implantar una capital política sin que estuviese rodeada de su propia gente. Hay una colonización   política,   pero   también   de   tipo   demográfico,   ya   que   aprovecharon   la predisposición de los pobladores de la montaña a emigrar cara al sur. Aunque empieza ya a finales del siglo VIII, es en el siglo IX cuando hay una repoblación del Duero, de manera espontánea. En el siglo X hay una nueva fase de colonización en el valle del Duero, semejante a los  reinos orientales. Es más  señorial y eclesiástica,  además  de la  propia  del  rey,  que se superpone a esa emigración del IX, derivada de esos excedentes demográficos. Se ve a través de la toponimia, ya que hay lugares de las llanuras con nombres gallegos, astures, cántabros, vascones y mozárabes.

Con esto, la repoblación del sur del reino de Galicia se hizo con aportes de gallegos del norte (lucense) y de astures. En el caso de León, el espacio entre esta ciudad y Oviedo está “repoblado” por los mismos, además de un aporte de mozárabes con la presencia muy temprana en el reino de Asturias. Para Castilla está protagonizado por cántabros y vascones que a su vez serán destinados para Navarra y Aragón.

En  el  caso  de  Cataluña  se  da  un  fenómeno  específico.  Los  hispanie  huyen  de  la  Marca Hispánica a la Septimania, y más allá del reino franco. En el momento en que se inicia la repoblación por los montañeses de los condados catalanes, esta población se acaba uniendo, apoyados por Carlomagno, a la colonización de Cataluña sur e incluso a la del condado de Aragón y   reino de Navarra. Seguimos, para aquí, los trabajos de José María Lacarra para Navarra y, para Cataluña, a Ramón Abadal, que continuó Pierre Bonnassie.

Posteriormente se relativizó el desierto que había encontrado Sánchez Albornoz. Había cierta continuidad. Hoy, en general, para todos los reinos no se entiende la repoblación como simple llegada de nuevos pobladores, sino como proceso de transformación social. De alguna manera, hay un cambio con respecto a lo que en el VII fue la Hispania goda. Traen un modo de producción proto-feudal, que contradice el modo de producción estatal del mundo andalusí. Este choque de formaciones sociales, situados detrás de la Reconquista y de la guerra doblemente santa, es la de una transición muy rápida desde el Estado, desde el modo hispangodo y la manera de entender todo el conjunto el mundo árabe-musulmán. Es una transición inversa al control del Estado, por parte de los musulmanes.

Algo que se subestima, en la investigación, es el grave problema de los Reinos Hispánicos septentrionales para hacer avanzar su sociedad, por culpa de la religión. La religión ralentiza la instalación el modo de producción cristiano occidental. A diferencia de lo que pasa en el Islam, cuando los reinos hispanos recuperan el territorio que estuvo en manos del Islam apenas hay conversiones al cristianismo. Recristianizar es un proceso muy lento y secular. En ese sentido encontramos a muchos mudéjares, musulmanes que viven libremente en los reinos cristianos. No podían dejar de depender de esos artesanos o campesinos y, en lugares, como la corona de Aragón son mayoría, frente a los conversos. Había poblaciones muy numerosas de mudéjares en León (Castilla),  moros en Aragón y sarracenos en Valencia. Son denominaciones distintas. En algunos lugares, los cristianos viejos eran una minoría. Los conversos son los moriscos, aquellos que permanecen convertidos al cristianismo en territorio de estos reinos son una minoría. Hasta el año 1502, con los Reyes Católicos, no hay una orden real para obligar a los mudéjares a convertirse al cristianismo, pero con un resultado relativo. El problema no se resolvió  hasta  el  1609,  con  la  expulsión  de  los  moriscos  a  manos  de  Felipe  III.  Incluso, acabando la Baja Edad Media, no hay una conversión forzosa, se sigue, más hacia el centro y al sur, con una población mudéjar. Era menos conflictiva que la población judía, perolos mudéjares con un status social bajo.

Siguiendo una vieja tradición de conflictividad, tenemos revueltas mudéjares en el siglo XIII importantes en el sur y en Levante. En el 1244 en Sevilla y Murcia, recién conquistadas. Entre el 1276 y el 1304 hay una revuelta duradera en Aragón (Valencia). Aún hay en 1490 una revuelta en Almería

Hubo una gran resistencia a la (re) asimilación por parte de los reinos cristianos, que generaciones anteriores se habían convertido al islamismo. Fue una islamización muy rápida en el VIII y una recristianización muy lenta, a partir de la toma de Toledo.

En el siglo XIII, donde tuvo lugar el mayor avance de la conquista desde Toledo hasta Sevilla, se produce algo que en el norte no se conocía: grandes movimientos de población. Los reinos cristianos en el sur tenían dos actitudes simétricas de las que tuvieron los musulmanes a la hora de invadir. Una actitud diferente para con los que se resistían, que eran reprimidos y expulsados. Por otro lado, los que capitulaban se quedaban pacíficamente en el territorio, manteniendo su economía. El caso de Toledo es significativo para entender lo que fue la recristianización o castellanización. Recuperarla y cristianizarla de nuevo supone una lucha contra la hegemonía de los restantes reinos hispánicos. También en el sur de Aragón, donde la mayoría era mozárabe. Los procesos de repoblación son, por su dinámica socioeconómica, muy lentos para las necesidades de la monarquía, donde los jefes militares debían de instalar personas para consolidar sus sistema social.

En el 1125, Alfonso I el Batallador de Aragón se trae 10.000 mozárabes para colonizar el valle del Ebro. Se agrava en el XIII con el avance rápido. El problema no es sólo no tener cristianos viejos, sino, además, superar el problema de la mayoría mudéjar. En Sevilla y las Baleares hubo resistencia cuando se tomaron. Hubo represión y expulsión de una parte de musulmanes. Tras las revueltas, también se incrementan las expulsiones. Estos se dirigían, para vivir, al Reino de Granada o atravesaban Gibraltar para instalarse en el Magreb, zona de destino de mudéjares que no se convirtieron en el 1502.

García de Cortázar dice que en el siglo XIII, juntando a la corona de Castilla y Aragón, nos da una  cifra  de  4  millones  de  habitantes  en  los  reinos  cristianos.  Es  el  mismo  número  de habitantes que el autor da para el siglo VII, para el reino visigodo de Toledo, a pesar del avance del modo de producción o del entramado urbano. Se habla de esto porque, García de Cortázar piensa que medio millón huyeron para refugiarse en el reino de Granada. Entre los siglos VIII y XI y la toma de Toledo vemos un proceso complejo del feudalismo, a partir de la experiencia y con cierta continuidad con la Alta Edad Media germánica.En el sur tenemos un fenómeno distinto, que dará lugar a un modo de producción feudal distinta, entre el XI y el XIII hasta la toma de Sevilla.

El avance que se da a partir del XI obliga a tomar importantes decisiones, que condicionará la España del sur hasta el día de hoy. Son los repartimientos, debido a la enormidad de los terrenos. De  ninguna manera  se podían rellenar  con inmigrantes venidos  del  norte y  del centro, porque en parte estaba ya agotada. La monarquía cumplió una función coordinadora para  repartir,  entre  los  grandes  nobles  y  la  Iglesia,  las  grandes  cantidades  de  terrenos o latifundios.  Se  forman  grandes  dominios,  no  solo jurisdiccionales,  sino  de  dominio  pleno. También se dio una pequeña y media propiedad, ya que se dio prioridad a los conquistadores a los soldados. La mayor parte de estos recaían en jefes militares o grandes familias, que participaron en esta fase decisiva de la Reconquista.

Hay una transición inversa clara, de un Estado centralizado a unos de reinos de taifas, proceso que se a partir del XI. Es lo que permite triunfar sobre unos reinos taifas, que se encontraban a su misma altura en cuanto poder político. También, cuando se reunían varios ejércitos para la batalla, dichos ejércitos pertenecían a un Estado, con sus intereses. Los tributos, que antes se pagaban a Al-Ándalus, en la transición se pagan a los respectivos señores de cada territorio. También, la decadencia de las ciudades, que eran la base social y económica de Al-Ándalus fue acompañada de un proceso de re-ruralización  para el Levante y el Sur de la P.I. Afectó menos al norte, donde las ciudades que se iban reconquistando se transformaron en centro de poder político y eclesiástico. En el Sur, durante el momento de la transición, los reinos cristianos se encuentran en un momento de Renacimiento urbano, del XII. La industria, la artesanía y el comercio, que eran el motor económico de Al-Ándalus, quedaron como factores subordinados en los reinos cristianos. También, el tránsito inverso de la nobleza de servicio andalusí, a la nobleza cuasi- soberana y militarizada de los reyes cristianos. Fue más fácil en el norte, donde estaba más cristianizado y con un proceso lento, VIII, IX, X,  para llegar al pleno feudalismo. En el Sur fue más difícil. Se acudió a una vía expeditiva, más rápida, pero también más violenta, y monopolizada por las oligarquías y el nuevo Estado feudal. En el norte participaron todas las clases sociales, mientras que en el sur fue más jerárquica, más por arriba.

Para nosotros, está claro que existe una continuidad entre la Hispania goda y el reino de Asturias. Hay más temas en común con la anterior a la Edad Media germánica que con lo que será la Plena Edad media feudal. La revolución feudal del año mil cambia las cosas en el aspecto socioeconómico. Los propios actores políticos y sociales (clases dirigentes) tienen la voluntad de mantener esa continuidad con la Hispania goda, perturbada por la incursión de las tropas árabes-musulmanas.

Los reinos cristianos aportan al modo de producción altomedieval, sobre todo, la pérdida de importancia de  los  siervos,  factor  fundamental  de las  relaciones  de  producción en  época visigoda. Sobre todo, en los siglos IX y X se da un proceso de emancipación, promovido por la Iglesia. Con todo, siguió habiendo siervos, con designaciones distintas según los reinos; casati en León, mamentes en Cataluña o mezquinos en Aragón. Si, acaso, estaba reforzada, esa parte de servidumbre en la sociedad cristiana medieval occidental, por los esclavos, que llegaban a los distintos reinos por el botín de guerra de Al-Ándalus. En el plano de los siervos domésticos, estos se confunden de una manera clara con los esclavos. Sobre todo, en el caso de los siervos rurales, siguen un proceso de emancipación promovido por la propia Iglesia, debido a que surgían   otras fuerzas de excedente económico y riqueza para los dominios. Se empiezan a formar en el X, dependiendo menos de la servidumbre

El fenómeno que destaca más para los siglos VIII, IX, X es el auge de los pequeños campesinos libre,  mientras  que,  en  el  resto  de  Europa,  el  factor  principal  del  feudalismo  era  la servidumbre. Sigue siendo así en el caso de  Cataluña o Galicia, donde Albornoz destaca mayor presencia de siervos. Sobre todo, en el tiempo donde en Castilla y Aragón, se produce esa eclosión de la pequeña propiedad del campesinado libre. Esto venía acompañado de las comunidades de Aldea (también podían vivir siervos), que compartían tareas agrícolas, el uso del bosque…, que llegan a hoy día, con comuneros en los que se refiere a propiedad colectiva de bosques, de compartir pastos etc. Se trata de una tradición comunitaria indígena, pero que se reactiva en la Alta Edad Media y que estará presente, por lo menos, en la parte norteña de estos reinos hasta el fin de la Edad Media. Estos campesinos libres aparecen en la documentación con términos como ingenui, vilanni…

El auge viene por los siervos manumitidos a causa de la voluntad de sus dueños, primero eclesiásticos, pero después, también, nobles. Quedan como deudores y encomendados a sus dueños, pero tienen amplia libertad de movimientos. Hay dos factores muy abundantes para explicar esa proliferación y son:

  • La repoblación, sobre todo en Castilla y Aragón. Gracias a su avance, se lleva a cabo con hombres libres y siervos recién liberados. Con las Cartas Puebla del rey o por la vía de la presura, que ni siquiera tienen una autorización real, ya que son tierras yermas que ocupan individual o colectivamente. También están los antiguos colonos, que existían en la época visigoda. En la documentación son foreros, iuniores
  • El segundo factor importante es el auge renovado de las estructuras indígenas. Los germanos entran en la PI y, destruido el poder romano, resurgen las estructuras anteriores a Roma. Vuelve a pasar con la destrucción del Estado visigodo, tras la entrada de los musulmanes. Los astures, cántabros, vascones etc viven una nueva primavera, como elemento   fundamental para   constituir   los   reinos   del   norte peninsular. Son los que inician la lucha contra el Islam para su propia independencia (la Reconquista no). Pactaron con los nobles hispano-godos que resistían, y con los mozárabes que se refugiaron en los reinos del norte. Estas comunidades indígenas no son inmunes a los procesos de diferenciación social, ya desde el Bajo Imperio, con los germanos y con esa nobleza resistente. Ellos trasladan a los reinos cristianos, desde lo económico social, esas costumbres comunitarias, que pasarán en los VII, VIII, IX al modo de producción feudal hasta el fin de la Edad Media como las comunidades de Aldea. Ellos protagonizan buena parte de la repoblación de las llanuras, adaptándose a sus  modos  de vida,  de  manera  colectiva.  Los  indígenas  se  benefician  de  la Reconquista, compartiendo, o no, la idea goticista. La toponimia y la antroponimia dejan claras esas evidencias en los lugares de repoblación. En el llano reproducían las comunidades de aldea. Se genera una pequeña propiedad que, aunque parece contradictorio, ya que con el feudalismo es la preeminencia de esos grandes dominios señoriales. Aun así, es condición sine qua non para la constitución de un modo de producción feudal, de esos dominios de tipo jurisdiccional característicos del feudalismo. Será la existencia de pequeños propietarios que acabarán siendo vasallos de los señores por obligación jurídica (por vivir en su territorio jurisdiccional)

También, continúa el proceso de encomendación de la época visigoda, pero de persona a persona. En época de una gran inseguridad se seguirá con la encomendación[3], que aumentará la dependencia de los campesinos con respecto a los señores. Se encomiendan, por ejemplo, por deudas, cediendo las tierras que tiene a condición de que paguen sus deudas, quedando así encomendado al señor y futuro vasallo. En los documentados de los siervos manumitidos está la cláusula, por la cual seguirán encomendados al señor.

El fenómeno no está generalizado, y por eso no presentan un nombre común; en León son los hombres de benefactoría, en Cataluña homini propi. En el IX se caracterizó por una repoblación de hombres libres. En el siglo X es una repoblación más señorial, donde los monasterios o los señores laicos que instalan su dominio no solo atraen campesinos dependientes, sino que obligan a colocarse en esa dependencia a los primeros repobladores, que vinieron como hombres libres. Es una vía de encomendación lenta al feudalismo.

El hábitat de esos campesinos libres son las villas rústicas. En época visigoda desaparecen las villae,  las  villas  de  grandes  propietarios, edificios de  cierto  nivel  de  propietarios  hispanoromanos, con tierras trabajadas por esclavos o colonos e incluso producción artesanal. Los visigodos sustituyen esas villae de potentados por villas campesinas/rústicas, que en la documentación del VIII, IX, X aparecen como vilas (en latín). En unos casos son simplemente una explotación familiar (repobladores individuales), o bien vilas como aldeas; un conjunto de casas  campesinas  vinculadas  a  unas  tierras  que  trabajaban,  libremente  o  en situación de dependencia que a partir del X.

En  el X, ya casi en  todos los reinos  cristianos peninsulares,  la  palabra vila aparece en  la documentación de compra-venta, testamentos o contratos agrarios, como grupos de viviendas/aldeas. Es una forma de hábitat predominante, conforme se vaya avanzando hacia el feudalismo, siendo dependientes del señor feudal de turno.

Por la vía de las vilas y por la de la repoblación podemos decir que, la pequeña propiedad era hegemonía en la Alta Edad Media. No lo eran todavía los grandes dominios señoriales, aunque empieza a cambiar en el siglo X con la conformación de esos dominios, ya fuesen en monasterios, catedrales o nobles laicos, bien en tierras de repoblación bien en tierras viejas. Los grandes dominios surgirán de la absorción de la pequeña propiedad y del proceso de entrada en dependencia de esos pequeños campesinos, individual o colectivamente. Nos movemos entre el X y el XI, que se llamará la revolución feudal del año 1000

Otro factor importante de la aportación de los reinos cristianos occidentales al específico modo de  producción  alto  medieval  es  esa  nueva nobleza,  que  surge  con la  Reconquista. Hablamos de cómo se genera una nobleza, tras la fusión entre los terratenientes romanos y la aristocracia germánica (sueva o visigoda). Avanzando los siglos, para lo que tratamos (VIII, IX, X),  a  pesar  de  la  continuidad  con  la  Hispania  goda,  se  generan  nuevas  realidades  que maduraran en la Plena Edad Media. En el caso de P.I., está vinculado a la guerra secular contra el Islam, que genera una nobleza donde la función militar y la señorial o social se funden, dando pie a lo que será en un futuro el señor feudal.

Se trata de una noble (también de 2ª o 3ª generación) refugiado o resistente que al principio no tienen nada solo su destreza militar. En base a ese papel militar van construyendo un patrimonio nobiliario. Acaban siendo una nobleza con patrimonio territorial, después jurisdiccional, pero a lo mismo tiempo guerrera. Se puede decir que retoman la tradición germánica de guerrear como oficio a su status social y como consecuencia de la Reconquista. Se construyen su patrimonio en base a las victorias militares y por su cercanía a la monarquía, ya que el rey poseía teóricamente la soberanía y dependía en última instancia de la concesión o aprobación de dominios

Empieza a ser un constante en las casas nobiliarias remontarse su origen, inventándolo o no,  a la época goda. Conseguían un pasado prestigioso.

En el caso de la Iglesia, para época visigoda, hablamos de una Iglesia entronizada, pero con escaso poder económico. La gran parte de las iglesias eran de propiedad privada, le servían como parte de su patrimonio. Era una contradicción entre el poder político y el económico en época germánica. En la fase del VIII, IX, X, primera etapa de la Reconquista, esta Iglesia de cruzada consigue el poder económico y social. No tanto en el norte, pero si en el centro y el sur se enriquece con mezquitas (convertidas) y con propiedades árabes – musulmanes, sobre todo las destinadas a un fin religioso. Todo por concesión real. En estos tres siglos se entra en una Iglesia  económicamente  potente,  dejando  atrás  los  pequeños  monasterios  y  las  iglesias propias. Irá en evolución, conjuntamente con la clase dirigente, donde se forman, en el X, grandes dominios laicos pero también eclesiásticos, sobre todo benedictinos (Cluny)

Se empieza un proceso de recuperación de las iglesias parroquiales, aunque en Galicia durante la época de Gelmírez, este tiene que recuperar algún pequeño monasterio en manos laicas. Con esto,  se empieza a recuperar las redes parroquiales y a cobrar, el impuesto, tributo o  la renta eclesiástica que, por su naturaleza, son los diezmos.

En el caso de la re-ruralización, tendrá una importancia tremenda en el centro, sur y Levante. Sin embargo, en el caso del norte, como no se llegaron a crear grandes ciudades con el Islam (la más al norte; Toledo), nos encontramos con una ruralización que continúa. Las ciudades, al igual que hicieron los visigodos, se utilizan como capitales eclesiásticas o políticas, caso de Lugo. En esa Alta Edad Media, hacia el siglo X e incluso en el IX, se generan nuevos brugos como el caso de Santiago de Compostela. En el XI y XII se constituyen verdaderas ciudades, trasladando, a veces, la población del viejo burgo a la nueva ciudad.

Hay continuidad en el ámbito de la ruralización, lo cual favorece la formación temprana del feudalismo en los reinos cristianos occidentales. También continuidad en la utilización de las ciudades romanas como capitales de diócesis (Lugo) o política (Pamplona). Pero, aparecen esos nuevos burgos, caso de Santiago y, con posterioridad, los que surjan en el camino de peregrinación. Es el anuncio de un Renacimiento urbano, que irá paralelo al desarrollo de un feudalismo pleno en toda la vertiente occidental europea.

La  monarquía  altomedieval  estará  constituida  por  Estados  monárquicos  débiles.  En  este sentido, no hay continuidad con los visigodos y menos con Al- Ándalus. Aunque los visigodos constituyan un Estado que ocupa el territorio peninsular, este no era fuerte si se compara con el Al-Ándalus califal. Por lo tanto, seguimos en la norma de pequeños Estados monárquicos caracterizados por la fragmentación, que es propia del modo de producción feudal que se está incubando. Ese Estado monárquico dependía de la nobleza y prelados. Hasta los Reyes Católicos, nunca conseguirá una autonomía plena a causa de las clases dirigentes. El papel militar de la monarquía, en la Reconquista, es el de encabezar los ejércitos, además de coordinar los ejércitos de las distintas casas nobiliarias. Facilitan, en lo económico, la repoblación, además de grandes patrimonios a la jerarquía eclesiástica y casas nobles más importantes.

En el ámbito cultural, hay dos novedades en estos tres siglos altomedievales.

En el siglo IX las “Crónicas  asturianas.”Es algo que no tenemos en los reinos centrales y orientales del norte peninsular. El Reino de Asturias, se anticipa varios siglos a esa idea de; un reino como toma de conciencia histórica por sí mismo. Una  autoconciencia histórica de sus clases dirigentes, neogótica y providencialista.   Las  más tempranas crónicas del reino de Navarra, Aragón y Condados catalanes  son del siglo XI o XII.

El  salto  del  latín  vulgar  al  romance  hablado.  Muy importante  para  el  proceso  de identidades nacionales, que corresponde con ciertos territorios; la Tarraconense, Gallaecia, y la franja norte peninsular. Será el catalán hablado, el gallego hablado y el castellano hablado. Para su cultura escrita habrá que esperar, por lo menos, hasta el XIII.

En el caso de las mentalidades aparecen:

  • La mentalidad de cruzada por parte de la nobleza. Es característica de una sociedadmilitarizada, a causa de su lucha contra el Islam. Afectará, sobre todo, a esa nobleza altomedieval de nuevo tipo. Esa nobleza de cruzada, que adelanta un término que no se generaliza en Europa hasta el XIII. Esta surgirá de la experiencia de la Reconquista, sobre todo en una idea germánica, de expansión sin límites. Acaba formando parte de su ADN, en esa fusión de la función social y militar, que dará lugar al estamento de los defensores, ya en la Plena Edad Media.
  • La aparición, con una potencia histórica extraordinaria, de la creencia religiosa. Tiene unacapacidad de convocatoria, política y social, inexistente en época germánica. Aparece por la Guerra Santa, que era la manera en que las clases populares participaban, a través de la religión y del ideal goticista de la Reconquista, según se entendía en las cortes y en la nobleza. También, está como fuerza histórica, la creencia cristiana en un formato  pacífico del Camino de Santiago.

TEMA 6. EL FEUDALISMO PLENO PENISULAR: SIGLOS XI- XIII

6.1 El concepto de feudalismo

Hemos visto como, poco a poco, se iba configurando lo que sería el feudalismo, que alcanza su apogeo en los siglos XI-XIII. A la hora de hablar de feudalismo, hay que tener en cuenta las distintas nociones que se tienen sobre él y que, de una manera, se fueron sucediendo cronológicamente:

-Concepto  jurídico-institucional: es  consecuencia  del  enfoque  positivista,  de  origen jurídica, hasta la transformación del paradigma de la Historia como ciencia, a finales del XIX. Este concepto cree que, el feudalismo, se entiende dentro de las relaciones entre señores a través del feudo, el beneficio. Bien el rey, bien un gran señor, cedía el feudo (tierra con vasallos) a otro señor de menor rango o a una casa señorial determinada por el rey. El feudo es la transmisión de la propiedad de uso, del usufructo, en determinadas condiciones, por parte del grande al pequeño. Dicho concepto es restringido. Fue difundido en la Historiografía (también española) por el historiador belga Ganshof, con su libro “El feudalismo.”

-Concepto  económico-social:   es  impulsado  por  la  revolución  historiográfica  del  XX, protagonizado por el marxismo y la Escuela de los Annales. Su esencia era cambiar la Historia institucional, política etcétera, por una económica social, donde no estarían en el centro las grandes figuras, sino que estaría la mayoría de la sociedad. Colocaría a la economía y al hombre en el centro de la nueva Historia. El feudalismo se define como una nueva sociedad de señores y vasallos, extendiendo el concepto de feudo de las clases dirigentes al conjunto de la sociedad. En ambos casos, hay pactos de vasallaje, con ciertas obligaciones hacia el señor y viceversa. Fue asumido por el marxismo, pero también por el marxismo más dogmático, sobre todo el soviético, que generalizó la idea de los 5 estadios de producción, simplificando al máximo las ideas de los fundadores marxistas.

-Concepto  histórico-global:  tienen  importancia  todos  los  aspectos;  económico,  social, político, judicial y de las mentalidades colectivas que introduce la subjetividad humana en la Historia. Es una síntesis y una mejor aproximación histórica. De manera que habría una cierta variedad de feudalismos con elementos comunes.

Hay que tender a una relación bilateral, aprovechando los descubrimientos de Marx y Engels. En  los  “Grundisse”  o  “ Elementos   fundamentales   par a   la   crítica   de   la   economía política”  (1858),  Marx  insiste  en  que,  en  todos  los  modos  de  producción   precapitalistas, la superestructura decide la relación social. En el capitalismo, el obrero tiene que aceptar esa relación asalariada con el empresario, sino se muere de hambre y, por lo tanto, no se necesita de ninguna estructura coactiva. En los precapitalistas, por ejemplo, un campesino medieval, sino no paga rentas a su señor vive mejor, al ser el mismo el productor y controlar los medios. Obliga a estudiar la economía y la sociedad teniendo en cuenta los factores de poder y de mentalidad.  El  aspecto  negativo  es  que  parece  que  en  la  sociedad  medieval  solo  hay coacción, y no es así.

Sobre esa base jurídico positivista, se ha construido una tipología de los distintos feudalismos que se dieron en Europa, admitiendo que existieron varios tipos de feudalismos. Esa diversidad fue aceptada críticamente por el marxismo y por Annales,  aunque hubo una cierta “pereza teórica”. Se siguió el esquema de los debates romanismo-germanismo, que el derecho y el positivismo alemán habían difundido, de cara a entender el resultado de las invasiones germánicas en la Alta Edad Media, base de la creación de una sociedad feudal. Se ve en un libro de síntesis de Perry Anderson  “Transiciones de la Antigüedad al feudalismo.”  Se habla de tres tipos para la Europa Occidental:

-Francés: es el ideal, el clásico. Se da una síntesis equilibrada de los principios romanos y germánicos,  siempre  con un enfoque  jurídico.  El  texto  que más  lo  ha  propagado  es “Señorío y feudalismo,” de Bourtruche.  Se explica cómo es el feudalismo clásico franco, que resulta de la disolución del sistema carolingio.

-Meridional: afectaría a España e Italia, y sería, sobre todo, un feudalismo de influencia romana y escasa influencia germánica.

-Norte: con una influencia predominantemente germánica. En estos países – Alemania, Inglaterra, países nórdicos –, la influencia romana es escasa o inexistente. Obvio que la realidad fue más compleja, y que los factores de tipo jurídico son secundarios a la hora de entender una formación social nueva.

Los diversos factores, del más variado tipo, se enlazan entre sí, de una forma más compleja qué esta división tripartita. Hoy se acepta que, hay un nombre común para esa sociedad que surge en la etapa intermedia de la Edad Media, aunque con muchas variantes. No es que exista un feudalismo más puro (aplicación de un criterio historiográfico más riguroso y menos sujeto a la norma), sino que las diversas condiciones de partida marcan la evolución del sistema.

En 1978, en el congreso de Roma, organizado por P. Goubert (especialista en Italia) y P. Bonnassie,   (especialista   en   España),   se   desmiente   esa   idea   de   que   el   feudalismo mediterráneo,, era un feudalismo de segundo nivel, y de que no era tan puro ni precoz como el francés. Realmente no hay una jerarquía de feudalismo. Todos tienen unas mismas características,  si  aplicamos  un  enfoque  social,  económico  o  cultural.  Queda  clara  la uniformidad del feudalismo en el marco del Occidente medieval.

En el caso del Mediterráneo, se debatió sobre el feudalismo hispano. Se decía – el primero fue Bourtruche – que, la formación del feudalismo se vio interrumpida en 711 por la invasión islámica.  Es  un  error.  Los  reinos  cristianos  del  norte  peninsular,  aseguran  una  cierta continuidad con la España goda. Se considera que la invasión islámica aceleró, por reacción, los factores que llevaron al feudalismo, en la 2ª fase de la Alta Edad Media. Esta aceleración acrecentará los rasgos germánicos, en contraposición a una mayor influencia inicial romana. Esa mayor continuidad romana, sí se ve perturbada. Si pensamos que, la continuidad reside en la Iglesia, nos equivocamos, ya que esta tiene poco que ver con la Iglesia del Bajo Imperio. La Iglesia tuvo una capacidad inmensa para absorber influencias (incluso germánicas), y para adaptarse  a  la  situación  histórica  correspondiente,  además  de  ser  el  puente  entre  la Antigüedad y la Edad Media. Lo que cambiaba invasión islámica, son dos factores que reequilibran las influencias romanas y germanas en la formación del feudalismo peninsular. Es en favor del germanismo:

-Importancia del comunalismo indígena. Renace en la península cantábrica en el siglo VIII, como consecuencia de la invasión islámica. Es la idea comunal prerromana, aunque también con    su    propia    evolución.    Es    cuando    se    habla    de    un    feudalismo preponderantemente  de  influencia  germánica,  gracias  a  ese  espíritu  comunal.  Nacen como tribus, jefes militares y campesinos armados.

-Espíritu  expansionista  de  la  nobleza  cristiana  en  los  siglos  VIII-X. Estos  nobles  se consideran herederos de los godos. Ese instinto expansionista es bastante sorprendente en la Europa Alto-Medieval (caso carolingio u otónida). Es una nobleza reconquistadora, de inspiración visigoda, cuyos integrantes ocuparon, siglos antes, la Península Ibérica.

Por lo tanto, tenemos un feudalismo tan equilibrado y precoz como el feudalismo franco, ya que se equilibran las influencias romanas y germanas. Sánchez-Albornoz, con orígenes juridicistas y positivistas, fue criticado, y con razón. Se basaba en la idea de los campesinos libres, en la idea de repoblación, sobre todo para la Corona de Castilla, para decir que en España, mejor dicho, Castilla, no había habido un verdadero feudalismo por razones de tipo jurídico. Sin embargo, esos campesinos libres fueron la condición sine qua non para crear el feudalismo, en el momento, en que entran en masiva dependencia con los nuevos señores feudales. En todo caso, sería un feudalismo de tipo tardío e incompleto.

6.2 La mutación feudal

Hoy  es  aceptado  que,  entre  el  siglo  X y  el  XI,  hay un período  de  tránsito, que  se  llama Revolución feudal. El año 1000 puede simbolizar, como fecha, ese cambio  que alcanza su apogeo en el XIII, el “siglo de oro” del feudalismo, iniciándose la decadencia, en el XIV, con su posterior crisis.

La Plena Edad Media, supone la plenitud del lazo de la Península con el resto de Europa. Se extendió al resto de la Península en los siglos XI, XII, XIII, que coincide con el avance definitivo de la Reconquista, imponiendo por vía militar una nueva forma de producción feudal. Se dice que hay una influencia franca en la adopción, por parte de los reinos cristianos peninsulares, especialmente en Cataluña, por ser posesión carolingia durante varios siglos, y Galicia, a través del Camino de Santiago, con la entrada muy temprana de ideas francas y europeas. En general, pesa  mucho  más  el  paralelismo  en  la  formación  de  un  nuevo  sistema  social  en  lugares diversos, donde existían las mismas  condiciones históricas de producción. Una razón no quita la otra.

6.3 Características del Feudalismo en la Península

  • Los señoríos laicos y eclesiásticos jurisdiccionales,

Sustituyen a los antiguos dominios territoriales, y evolucionan a lo largo de la Alta Edad Media, desde los terratenientes romanos hasta los siglos de la segunda fase de la A.E.M. Los dominios territoriales anteriores estaban constituidos por grandes propiedades plenas de magnates laicos eclesiásticos, que conseguían ampliar, esos dominios, mediante compras, donaciones, herencias o, incluso, mediante la presión a los pequeños campesinos. Está bien documentada para el siglo X para los grandes monasterios, pero menos para la nobleza de los siglos VIII, IX, X de la Reconquista. La pequeña propiedad pasa de ser mayoritaria, en esos siglos, a ocupar un lugar de inferioridad con respecto a las grandes propiedades, entrando en dependencia de los mismos (nobles, eclesiásticos) para los siglos X y XI. Estos magnates acumulan un enorme poder, ya que a la acumulación de tierras (propiedad privada), también se hacen con el poder público en esos territorios, algo que ya habían iniciado los carolingios. Asistimos, por tanto, a la privatización del poder público, a la aparición de los grandes señoríos jurisdiccionales, que supera a lo estrictamente territorial. También encontramos el concepto de inmunidad, donde el señor puede, incluso, cobrar parte de los tributos del rey, según acuerdos.

  • La generalización del vasallaje.

Bourtruche lo explica muy bien para el reino franco, donde dice que tiene lugar la “nivelación de los estatutos jurídicos en el mundo rural del siglo IX al XI.” Con el concepto de vasallos se absorbe figuras anteriores, caso esclavos, colonos, encomendados o incluso campesinos libres, que serán la cantera de campesinos dependientes para los nuevos señores de vasallos. Todo el que  vivía  en  una  jurisdicción  era,  automáticamente,  vasallo  del  señor.  Es  una  manera acelerada de establecer relaciones de dependencia, que antes eran de persona a persona. También se unifican por arriba los antiguos potentados y magnates, hubiesen sido condes o magnates. Ahora son señores jurisdiccionales cedidos, esos derechos, por el rey o, incluso, usurpados. Encontramos, por tanto, en la Plena Edad media, la generalización del concepto romano de patrocinio, aunque, ahora, pierde el matiz de ser persona a persona y se generaliza, haciendo innecesario un documento privado de encomendación o patrocinio.

El vasallo no es un siervo, ya que éste está sujeto a la tierra. En realidad, el vasallo puede cambiar de señor   e, incluso, se dan circunstancias en las que se tienen dos señores. Se prefería el feudo eclesiástico al laico por ser más benigno, pero, también, se deseaba asentarse en ciudades o tierras de realengo para el caso de Galicia, ya que se pensaba que habría menor presión fiscal, menores exigencias…

En  los  feudos  dependientes  de  un  monasterio  se  procedía  una  relación  bilateral.  Los campesinos recibían una casa y ciertas tierras a cambio de varios tributos, pero no se dejaba que ese forero volviese a ser vasallo de un hidalgo o caballero, es decir, que realquile su foro. Los vasallos normales no reciben nada, sólo pagan ciertos tributos por vivir ahí. También se daban casos de que, se establecía un foro entre un monasterio y un campesino que no estaba claro  que  estuviese  dentro  su señorío  (o  tenían  dudas  acerca  de  su  fidelidad).  Entonces, incluyen una cláusula de vasallaje para que, cuando admita el foro, al mismo tiempo se hace vasallo del monasterio. El señorío territorial de viejo cuño quedaba englobado dentro del señorío jurisdiccional, al igual que las rentas. Obviamente, el campesino entra en dependencia continuamente, tanto desde el punto de vista colectivo como individual. Colectivo por las comunidades de aldea (País Vasco comunidades de valle), que entran en dependencia con el señor.

  • La renta feudal.

El pasar de pequeños campesinos y siervos a un mundo rural de vasallos, supone un cambio jurídico, económico y social. La norma jurídica es un pretexto para cuando se produce un incremento de los beneficios del señor, desde el momento en que obtiene más poder a partir del poder jurisdiccional. De todas maneras, así como en obispos y nobles laicos el grueso de los ingresos es de origen jurisdiccional, en el caso de los monasterios (puede que de los cabildos catedralicios) hay un peso mayor de la renta territorial.

A  diferencia  del  resto,  los  monasterios  eran  señoríos  colectivos.  El  abad  tan  sólo  era  el primero entre pares de la comunidad (otro ejemplo de señorío colectivo es el alfoz de las ciudades). En relación con Galicia, la abundancia de las fuentes monacales ofrece una imagen distorsionada, que parece que tenía menos peso las rentas jurisdiccionales. Lo que pasa es que hay menos fuentes para estas. Se pueden estudiar, sobre todo, a través de los pleitos que surgen por esas rentas, ya que dependen de la tradición oral y del derecho consuetudinario. La renta  jurisdiccional  tiene,  en  el  caso  peninsular,  una  connotación,  debida  a  factores meramente históricos, en especial, la Reconquista. El conjunto de pagos y servicios serían, fundamentalmente, seis.

-Rentas en productos (agrícolas ganaderas, pesca, recolección madera). Consisten en el pago de parte –un cuarto o un quinto- de la producción campesina, desde lo producido en el campo a la pesca. Son pagadas al señor en un día determinado, normalmente un día relacionado con una santidad. Estas rentas en productos se transforman, con el tiempo, en rentas en dinero, a causa de la monetarización de la economía y conforme avance la Plena Edad Media.

-Rentas en trabajo. Tienen que ver con los trabajos agrícolas y ganaderos, pero también con la aportación, en tiempo de trabajo, en obras diversas, relacionadas con la construcción o reparación de fortalezas, de iglesias… Se contaban por jornadas, es decir, x días al año. Se trata, más bien, de un servicio de tipo personal. Están justificados y son frutos de un proceso consensuado, ya que pertenecen al derecho de usos y costumbres. Se va perdiendo el consenso, y ganando la coacción, según se avance en el XIV.

-Servicio militar obligatorio. Se relaciona, fundamentalmente, con la lucha contra el Islam. Para los reinos cristianos es fundamental convertir a los vecinos en soldados, a fin de conseguir grandes ejércitos. Se trata de una obligación universal, que llevó al servicio obligatorio militar. Todos los vasallos tenían sus armas en la casa.

– Servicios de tipo personal de origen servil. Se les llamaba malos usos en Cataluña. Se encuentran, desde el derecho de pernada al de maltrato. También algunos tributos muy gravosos para los vasallos, como el de mañería (pago de que tenían que efectuar las familias para  heredar  los  bienes  al  morir  el  padre  de  familia,  al  final  en  dinero),  la luctuosa (al morir el padre de familia, había que darle al señor la mejor pieza de ganado; vacuno, caballar…), aprovechando el descabezamiento familiar, pero que estaban aceptados y consensuados. También el derecho de hospedaje del señor.

-Tributos  del  Rey.  Pueden  ser  directos,  de  forma  más  tardía  (servicios,  monedas  o pedidos), o indirectos. Gravaban la compra-venta, siendo el más importante el de las alcabalas, que gravaban el comercio, o los alfolíes que gravaban la producción de sal. El rey usó mucho el tributo directo para conseguir apoyo y premiar a ciertos señores. En realidad, casi siempre cobraba tan sólo una pequeña parte de lo que le correspondía, porque el resto lo donaba a otros señoríos, a ciudades o se lo habían usurpado. Desde el punto de vista jurídico, el rey cede buena parte de sus tributos a los señores, pasando a ser rentas feudales, bien privilegio, bien usurpación.

-Diezmos. Es la décima parte de la producción. Debía de entregarse a la Iglesia, aunque, muchas veces, era usurpada por nobles laicos.  Se sumaban a sus propios tributos, estos de condición de señor jurisdiccional.

Después tenemos contratos de tipo bilateral, que son de tipo prefeudal. Es la relación del señor con campesinos arrendatarios, foreros, caseros. Aunque se trata de una renta territorial, está dentro del marco del poder feudal, del poder del señor sobre todo sus vasallos, tenga o no con ellos un contrato bilateral. En definitiva, aún tratándose de una renta territorial, forma parte de la renta feudal, porque la relación social-jurisdiccional es mayoritaria, como forma de relación y de producción.

  1. El pacto feudal.

Tanto si tenemos una concepción restrictiva del feudalismo (clase nobiliaria), como una más amplia, se trata de un acuerdo entre las partes, como lo era el patrocinio y la encomienda en la Alta Edad Media. En este caso, no hay un documento individual entre el señor y el vasallo. El vasallo recibe, fundamentalmente, protección por parte del señor. No obstante, el campesino también tenía obligación de defender a su señor. Hay, en los documentos y en la realidad práctica, tanto consenso como coacción, con una cláusula punitiva; de penas en caso de que se deshaga el pacto, siendo el vasallo desleal. La protección del señor (eslabón fuerte), justificaba el pago de las rentas, aunque el incumplimiento de este pago, suponía un castigo o la negativa a hacer determinados servicios por parte del vasallo (eslabón débil)

Del pacto feudal sale las concepciones del “buen vasallo” y de “buen señor”, además de todos los análisis que se han hecho en cuanto a deberes y derechos (Bourtruche). Contradice la caricatura de la Edad Media como época de barbarie y violencia. También la idea de superexplotación del hombre por el hombre

  1. El sistema de fortalezas

Goubert lo estudió para la Italia pleno feudal, acuñando el término de “incastellamento.” La construcción de fortalezas, como sede del señorío, es uno de los factores que explica el paso de la Alta Edad Media al pleno feudalismo. También se le llama la revolución de los castros del siglo X. Aparece en la documentación de estos siglos y, bien puede significar un recinto fortificado, o bien empieza a significar una torre o un castillo altomedieval.

El sistema de fortalezas primero es perimetral. Está pensada para la defensa externa,  en esa línea de frontera contra el Islam o para el caso gallego, la línea de costa para defenderse de las incursiones nórdicas. Con la madurez del sistema, desde el X los castillos empiezan a ser interiores en el feudalismo. No están pensados para enemigos exteriores, sino que están pensados como un instrumento para vertebrar la jurisdicción y el señorío. Aún así, estas torres, castillos o fortalezas plenomedievales tienen una vertiente de consenso y una de coacción. El consenso es una de las formas que tiene, la nobleza laica y episcopal, de cumplir su función como defensora de la sociedad, de cara a defender de terceros a los habitantes de sus jurisdicciones. Esos terceros pueden ser unos invasores o un señor de las tierras feudales limítrofes. Es una función militar, sobre la que suele haber consenso en el territorio. Después una función social que varía según la estabilidad o los conflictos.

Las fortalezas, como centro del señorío o territorio jurisdiccional, es donde estaba la administración señorial, donde se cobraban las rentas. Además de soldados y alcaides, había un administrador señorial (mayordomo), que no tenía por qué residir en el lugar. La fortaleza está para disuadir de una posible rebeldía, y ejerce un papel defensivo e intimidatorio; es decir, una doble función militar y social.

  1. Mentalidad de los tres órdenes de la sociedad

Hay una mentalidad común a todas las clases sociales, pero también conciencias estamentales, que se manifiestan con mayor fuerza en la Baja Edad Media, donde la conflictividad crece. La sociedad se articula en tres grandes grupos:

  • Bellatores o la nobleza laica, que es la encargada de defender al conjunto de la sociedad.
  • Oratores, la Iglesia, que tiene la función de rezar para que toda la población, toda ella creyente, pueda ver asegurada su ultratumba, el más allá. Se veía necesario todo un orden, dedicado a tiempo completo a rezar y a asegurar que se viviese de acuerdo con el precepto cristiano
  • Laboratores. Son los que sostenían a los otros dos estamentos, que estaban eximidos de trabajar con las manos. Son los campesinos.

A este sistema también se le llama “sistema trifuncional.” Cuando comienzan a estallar revueltas, es cuando rompe el sistema de los tres órdenes. Los bellatores no defienden la sociedad, sino que, incluso, llegan a agredirla. Los oratores, en su función señorial, no cumplen los preceptos del Santo Evangelio. No se entiende la conflictividad si antes no se entiende la mentalidad previa. Del modelo trifuncional, sale el caballero y el eclesiástico como modelos de comportamiento social. También entran en crisis al finalizar la Edad Media. De este sistema se ha dicho que se extendió por toda Europa a partir del XI, pero más bien tiene un origen prerromano, indoeuropeo, ya que en todas las sociedades tribales anteriores a Roma había un jefe militar, un sacerdote/brujo y el resto de la población, vinculada al poblado o a la etnia, y destinada a las tareas socioeconómicas

  1. Excedente económico.

Toda esta arquitectura de mentalidad social y económica es posible, justamente, porque el feudalismo supone lo que hoy llamaríamos; un modo de producción progresivo o progresista. Beneficia de manera diversa, pero de forma indirecta a todas las clases sociales. Supone la expansión de la economía y la sociedad, que permite generar un excedente económico para mantener a la superestructura política y de mentalidad.

Primero, este excedente económico feudal deriva de la fuerza productiva. Hay más hombres para producir y mejoras técnicas. Como ejemplo de avance técnica, sería el arado de hierro o el sistema trianual de rotación, con un año de barbecho en un tercio de la tierra. No son tanto innovaciones, sino difusión de avances técnicos, que ya se conocían.

Para el feudalismo ibérico/ hispánico, la mayor parte del excedente económico, que permite hablar del modo de producción feudal tan avanzado para el ámbito europeo, deriva de la Reconquista.  Permite  a  las  clases  dirigentes  hacerse,  con  mucha  rapidez  y  de  manera cuantiosa, con tierras y hombres. Hay un avance económico, que facilita un excedente a través de la calidad (avances/difusión) y de la cantidad (tierras y hombres), ya que más de la mitad de Península están a disposición de estos señores, laicos o eclesiásticos.

El campo, muy mayoritario visto desde la economía y la sociedad, permite, a partir del XI, sostener sin trabajar a los nobles, en su función de defensa, y a los eclesiásticos, con su función de rezar por la sociedad. Hay un sector de la Iglesia señorial que también trabaja. Es algo que el monacato intentó, sobre todo a partir de la regla de San Benito, con el ora et labora, que se acaba cumpliendo  durante la Plena Edad Media, por parte de la Orden del Císter. Es un fenómeno menor. En general, la clase feudal se preocupa escasamente de la producción y gestión. Algo más en los eclesiásticos, sobre todo los monasterios, y nada, o casi nada, los señores laicos. Lo que interesaba era la disposición de tierras y hombres para el pago de rentas. No  dependían  de  la  productividad  agraria  ni,  en  las  ciudades,  de  lo  artesanal. Dependían del poder, que podían perder por la conflictividad social (Baja Edad Media) o guerra interseñorial.

Con este excedente también se “construyen” las ciudades. Cierto que la ciudad disponía de su alfoz, es decir, la tierra circundante donde se ejercía un señorío colectivo. Aunque los sectores urbanos no viven del campo, sino del comercio, de sus profesiones para las clases medias o de la industria artesanal. Esto es posible cuando, el campo feudalizado, genera unos excedentes que permite la construcción de todo lo esplendoroso (ciudades, catedrales) de la Plena Edad Media.

  1. La nueva nobleza

Se deduce de todo lo anterior. La nobleza laica, en general, es hegemónica en la clase feudal. La Plena Edad Media supone el cénit de esta nobleza guerrera con poder social. Todos los aspecto anteriores  convergen  en  una  característica  crucial;  la  fragmentación  del  poder político. Se inicia, mediante la vía expuesta por los reyes carolingios, el ceder la soberanía del rey sobre un territorio a un señor en tres aspectos principales; el Ejército, la Hacienda y la administración de la justicia.

Esto se explica para Francia. Cuando cae el imperio carolingio, el poder cedido a los condes se transforma en un poder independiente. Se da en toda Europa Occidental y, para el caso de la P.I. también. Es el caso del condado de Barcelona, que se independiza del impero franco, para poder constituirse como el mayor señor feudal de Cataluña la Vieja.

A diferencia de lo que sucederá, en la Edad Media el poder se define a través de la administración de la justicia, que es lo mismo que ejercer el poder, tanto en un concejo, un señorío feudal o la propia monarquía. El rey es el primer juez en su ámbito de influencia. También el alcalde es juez o el señor. Se crea la paradoja de que, el señor feudal, presida el tribunal que juzgue todo tipo de delitos y pleitos. Esto le hace ser juez y parte cuando se relacionan con sus intereses señoriales. Es una contradicción del sistema que acabará estallando en la Baja Edad Media, como es el caso de los Irmandiños.

Este feudalismo de cruzada, que no se puede explicar sin vincularlo a la Reconquista, lleva, entre la toma de Toledo y la toma de Sevilla, la preeminencia de las armas, tanto en la guerra como en la paz. Los belatores, la nobleza que encabeza, en el aspecto militar, la Reconquista, al mismo tiempo que recuperan tierras de Al – Ándalus, llevan a cabo la inversión del modo de producción estatalista (andalusí) al modo feudal. Es una expansión del feudalismo del norte al sur.

Estos defensores, en el sistema trifuncional peninsular motivado por la Reconquista, donde la “cruzada” se anticipa a Europa, necesitaban de grandes ejércitos y de caballería pesada. Era necesarios grandes medios provenientes de las rentas y vasallos. Por lo tanto, la formación del feudalismo es lo explica las victorias militares. Es así porque aporta un número muy elevado de peones para la infantería y para la caballería pesada. Esta última, se trata de una institución militar dirigida por el gran señor. Por eso el era el primer caballero de su señorío. Lo tenía que demostrar en sus valores y en el campo de batalla. La caballería se constituye con la pequeña y mediana nobleza del reino o del propio señorío. A veces, también, con gente rica de la ciudad, que podía pagarse el caballo y todo lo demás, como es el caso de la caballería villana.

En toda esta estructura militar, jerárquica, destaca la obediencia. Cuando se hacen los repartimientos de tierras se benefician también a los hombre libres, a los hidalgos y a los caballeros de 2º nivel, aparte de a los grandes señores. De esta manera conseguían, vista la necesidad de los ejércitos, y facilitaba su hegemonía política. No siempre fue tan fácil, porque se  dividían  por  el  control  de  la  monarquía,  solían  tener  sus  diferencias  con  el  brazo eclesiástico y tenían que soportar las revueltas y conflictos sociales que se terminaron por generalizar; en el XIV y XV. También hay que contar con la competencia de las ciudades, ya que tenían una relación directa con el rey teniendo un poder político que iba más allá del que cabría esperarse para esos ”pequeños” lugares con respecto a los señores y vasallos.

  1. La Iglesia feudal

En la Plena Edad Media juega un papel central en la formación del feudalismo. Alain Guerreau en su libro, “ Feudalism o.  Un  horizonte  teór ico” ,  lo destacó. Más bien, se tiende a valorar su papel como parte de la economía y sociedad rural feudal. A veces, se olvida el  gran papel espiritual de la Iglesia, clave en el sistema trifuncional. Quitando las habilidades políticas de lo prelados, este papel final, espiritual, acaba explicando el papel económico y social en el Pleno Feudalismo.

La Iglesia conquista su autonomía con respecto a la de los laicos. Hablamos de como, en la Alta Edad Media disponía de poder político por sus relaciones con la monarquía y aristocracia, pero no el poder económico social. La Iglesia no tenía una capacidad económica suficiente como para  disponer  de  un  patrimonio  propio,  que  le  permitiese  ejercer  sus  funciones sociales. Esto lo consigue en el pleno feudalismo, donde disponen en un alto grado de tierras y vasallos. Es beneficiada por las donaciones de la monarquía e, incluso, más los obispos y arzobispos que los abades, se tenían que vestir con armadura y encabezar los ejércitos, al igual que los nobles laicos. Por eso, la Iglesia episcopal, está mucho más feudalizada que la monacal. A la hora de los conflictos, con frecuencia, los vasallos preferían serlo de un monasterio y, en general, también se prefería ser vasallo eclesiástico antes que de un noble laico (con más capacidad de coacción). Ejemplos de obispos de Santiago en batalla:

  • Sisnando II hijo de Hermenegildo y Paterna, fundadores de monasterio de Sobrado. En el año968, con sus vasallos, intenta impedir que los vikingos penetraran en Santiago. Muere en la batalla.
  • Entre 1477 – 1481, el arzobispo Fonseca (hijo), con su armadura, participa en la toma, porparte de los concejos de Muros y Noia, del castillo de Outes, una fortaleza reconstruida por los Altamira tras la revuelta Irmandiña. Fonseca ayuda, tras establecer la paz con los Irmandiños después la revuelta finalizada en 1469.

Cuando se producía la llamada del rey para ir contra un objetivo concreto, el arzobispo de Santiago tenía que estar presente, sólo por ser el mayor señorío feudal de Galicia.

En el feudalismo de cruzada, el papel de la Iglesia es doble. Por un lado, es el mismo que los demás señores feudales en la faceta social, económica y política. Después queda la faceta religiosa, que explica su papel como parte de la aristocracia feudal. La mayoría de los obispos y arzobispos pertenecían a los linajes nobiliarios más influyentes. Era habitual que el jefe de un linaje destinara al primogénito a la función militar y a otro de sus hijos a la función eclesiástica.

La función religiosa es muy importante, ya que el cristianismo es la mayor creencia, casi única (minorías). No se entiende la construcción de la Europa medieval sin el papel de la Iglesia. Además de las funciones antes mencionadas, también desempeña la función intelectual. Aunque empieza a haber una competencia de intelectuales laicos a partir del renacimiento urbano europeo, se puede afirmar que, hasta el final de la Edad Media, la hegemonía está en los intelectuales religiosos.

El sistema de los 3 órdenes es un producto de la inteligencia de la Iglesia. Nace en Francia, en el XI a partir del sermón de un clérigo que se fue difundiendo por el ámbito francés y europeo. En la simbología artística de los 3 órdenes hay dos maneras de representar los órdenes;

  • En la cúspide el rey. Por debajo los belatores y los oratores al mismo nivel. Por debajo en labase los laboratores. Todo en forma de pirámide.
  • En otros diseños aparece la Iglesia encabezando el sistema funcional feudal. Sustituyen alrey. Aparece una dignidad eclesiástica y después se desarrolla de forma igual; clérigos, nobles laicos y el resto, la base, los trabajadores.

Esta hegemonía religiosa e intelectual era eficiente a la hora de modelar una mentalidad. Era asumida por el conjunto de la sociedad como factor legitimador, del pago de las rentas y de otros servicios.

El modo de producción feudal, en su esencia, está compartido por la Iglesia y por nobleza laica. El rey suele actuar como árbitro, pero obviamente pertenece a la nobleza. También, en momentos puntuales, la ejercerá entre señores y vasallos.

Hay un fenómeno mixto, que son las órdenes militares, con un papel importante en el XIII a través de la Reconquista. Son los monjes guerreros. En lo fundamental, son algo así como el brazo armado de la Iglesia, aunque también surgieron a lo largo del Camino de Santiago, como protección para los peregrinos. Más bien se comportan como caballeros, pero a su vez poseían una importante red de Iglesias.

La Iglesia, en la Plena Edad Media, secularizada sus intereses. Se incluye en la jerarquía feudal, lo que implica una pérdida con respecto al conjunto de la sociedad, como referencia espiritual y pastoral. Por eso, surgen en la Baja Edad Media nuevas órdenes, como son las mendicantes, con el objetivo de volver al mensaje primigenio, evangélico, al ejemplo de Jesús… La Iglesia no evita que se levanten contra ellos, ya que, como se  decía en los Irmandiños; “contra los señores prelados y caballeros”

  1. El Estado feudal.

El rey, ante todo, parte de una familia nobiliar que, en esos momentos, ostenta el poder. Es debido al peso de su familia, o bien por una alianza nobiliar. La monarquía era hereditaria, pero dependía de los brazos del poder y, en los momentos más difíciles, dependía del brazo nobiliario, quien ostentaba la fuerza de las armas.

Era un poder,  más o  menos provisional. El rey ejerce  la jefatura militar en un momento determinado en el ámbito de su corona, también la jefatura religiosa. No se puede comparar con los califas, más bien lo que trataba de guardarse, en materia religiosa, es el poder político, es decir, a, por ejemplo, tener la última palabra en el nombramiento de los obispos.

El rey juega un papel activo y directo en la economía y en la sociedad. Es el elemento promotor de esto. Se beneficiaba de esto manteniendo algunas ciudades de base realengo o algunas tierras. Muchas veces, tuvo que recurrir a las ciudades y al apoyo popular para mantenerse en el poder (Enrique IV y los Irmandiños). Lo que sí hicieron bien fue servir de coordinador, impulsor  y  mantenedor  de  ese  expansionismo  militar   y  religioso  feudal.  También  la constitución de las grandes coronas; Castilla y Aragón, que en el XIII se logran extender del norte al sur.

Los reyes de Aragón y Castilla también fueron los guardianes del goticismo. Lo extendieron hasta el XV. Esto le dio una dimensión civil a la Reconquista, que no tuvieron las Cruzadas europeas del XII y XIII.

  1. Renacimiento urbano (se explica en el próximo tema)

Con todas estas características se puede expresar, sintéticamente, que, el feudalismo generó a sus propios enterradores.

TEMA 7. ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN LA PLENA EDAD MEDIA (SIGLOS XIXII-XIII)

Hay que decir que, encontramos cierta contradicción entre el feudalismo pleno y el auge de las ciudades.  Ya  dijimos,  no  obstante,  que  la  ciudad nace  como  consecuencia  del  excedente generado por el rural feudal. Es una consecuencia de este régimen de explotación. No existen compartimentos estancos entre el mundo rural y el urbano, entre el mundo de señores y vasallos y el mundo de burgueses y artesanos. De hecho, la demanda de las necesidades alimentarias de las ciudades, hace tirar de la economía agropecuaria. Las ciudades son fruto del feudalismo pleno, pero, al mismo tiempo, su desarrollo transforma ese feudalismo pleno, que tiene su base en el mundo rural, ya que nunca dejará de ser el motor del crecimiento pleno medieval.

Se ve un cambio socioeconómico, político y de mentalidades. A lo largo de la Edad Feudal (XIXV) se va a encontrar, permanentemente, entre el poder señorial y  el apoyo de la monarquía, que intenta instaurar un “interés de Estado” por encima del poder de la clase señorial, a la cual pertenece el propio monarca. Cuando hablemos de renacimiento urbano en el pleno feudalismo,  hay  que tener  en  cuenta  que,  las  ciudades  de  la Península  no son como  las ciudades – Estado del norte de Italia, sino que están mucho más sujetas al campo, en el sentido de dependencia de los señores. Tendrán que esperar a su propia revolución burguesa.

El factor diferencial de la Península, con respecto a Europa, durante buena parte de la Plena y Baja Edad Media, es el peso de la Reconquista. Modela las clases sociales, sobre todo las fundamentales para el período; señores y vasallos. Lo que pasa es que los señores feudales no se plantean animar ni industria, ni el comercio, ni siquiera el mundo urbano, pero por influjo de la monarquía van entrando en el aro. Con reticencias, porque saben que generan un poder y unos excedentes económicos que ellos tienen difícil controlar. El señor feudal no promueve, en términos generales, las innovaciones (industria, ciudad, comercio), sino que persigue la obtención de recursos a partir de la Reconquista. En el XI, XII, XIII junto a la reactivación urbana, asistimos a un fortalecimiento territorial de los señores. En términos modernos, diríamos que, el señorío, era una formación parasitaria

Estamos a hablar de la corona de Castilla y de la de Aragón, menos de Cataluña, que es una excepción. A finales del XIII, en Cataluña, hay una gran industria textil y un tipo de comercio internacional con el Mediterráneo. Posee unas características ajenas al resto de la P.I., ya que, en Castilla y resto de Aragón, tienen unas características más retrasadas, en cuanto a las ciudades con “industria” y comercio. Aunque la ciudad medieval la hay que entender como parte del sistema feudal, no como algo ajeno. En Cataluña, con ese auge de la burguesía, va a seguir, ya en la Baja Edad Media, un período de segunda servidumbre, que dará lugar a una crisis muy fuerte en el XV. Es decir, esta reacción señorial feudal, será el germen de la guerra de los remença, revuelta popular de 1460. Esta, junto con los Irmandiños, son un punto de referencia para la transición del siglo XV al XVI.

El auge demográfico que sigue al renacimiento urbano  y económico  se refleja, también, en los reinos  cristianos  de  la P.I.  Hay  que  tener  en  cuenta  que,  en  la  Península,  impera  un feudalismo de cruzada. Quiere decir que, el incremento de la población que se produce entre los siglos XI y XIII, es consecuencia del aporte de nuevas tierras y hombres, a raíz de la anexión de la “media España” de Al-Ándalus y sus territorios, por parte de los reinos cristianos. Es un factor distintivo con respecto a Europa. El incremento demográfico es menos producto del desarrollo de las fuerzas productivas y, mucho más, de la política de rapiña por parte de la nobleza  castellano  –  aragonesa,  siguiendo  la  senda  goticista.  Nuevos  señoríos  y  nuevos vasallos surgen con ese gran aporte de tierras y hombres. Hay que tener en cuenta ese medio millón de musulmanes que valoraba García de Cortázar, y que se produjo durante la fase más decisiva de la Reconquista.

A pesar de esta pérdida de población, para los reinos cristianos, fue compensada, mucho más, con la simple conquista de tierras. Esos hombres que vivían en esas tierras, las cedían a los nuevos señoríos jurisdiccionales. Se dice que, los que repueblan las nuevas tierras desde el norte, lo hacen en detrimento de la población del norte. Se puede afirmar que el fenómeno de incremento poblacional es de tipo político – militar, más que económico. En estos reinos cristianos, el auge demográfico es consecuencia del pleno feudalismo, del avance de la economía agropecuaria y de las ciudades, que compensa la población cedida para las tareas de repoblación en el centro y el sur. Buena parte de esa inmigración hacia el sur procedía de las ciudades, que, a su vez, estaba conectadas con el resto de Europa, en un renacimiento a todos los ámbitos. Hubo pues, cierta compensación entre las expulsiones y la conquista de nuevas tierras y vasallos. Por un lado, con el descenso de habitantes, sobre todo en el mundo urbano del norte que iban hacia el sur, y la propia generación de nuevos vecinos, con mejoras en las tasas de nupcialidad, natalidad etc.

ECONOMÍA

AGRICULTURA

Participamos, junto con el resto de Europa, en la difusión de nuevas técnicas agrícolas. Estos no implican un aumento sustancial de los rendimientos, que siguen siendo modestos. Lo que si supone un progreso, son los desarrollos avanzados de la economías agrarias “recuperadas” del Islam. Por ejemplo, las tierras en regadío en el Levante peninsular, con mantenimiento de campesinos musulmanes. El tercer elemento, que explica el auge de la economía rural durante el feudalismo, es el empuje de la comercialización. La revitalización de las ciudades y el comercio extra peninsular favorecía la economía agropecuaria. Estos tres factores, nos llevan a hablar de una economía rural, pero relativamente floreciente.

Si las nuevas técnicas no parece que influyeran mucho, en este momento asistimos, también, a un aumento de las roturaciones, con el fin de cultivar cereales, vino y obtener pastos para el ganado. Se le resta terreno al bosque. Bien fuese para alimentar a las ciudades o para el comercio. Entre los cereales, destaca el trigo, que es el cereal de los ricos hombres y de los sectores privilegiados. Para las clases populares, en el campo y la ciudad, se mezclaba el trigo con el centeno, avena y cebada, para realizar el pan. El vino es otro producto en auge para las ciudades, pero también para un comercio superior al de las ciudades, siendo muy requerido por las clases privilegiadas. El ganado, por su parte, es, sobre todo, ovino, ya que la lana era uno de los productos estrella de la economía castellana. Son los siglos de la era dorada de la trashumancia. Se trata de una producción y un comercio controlado por los señores feudales, que logran tener un beneficio directo e inmediato sobre esta realidad del comercio urbano. Esto lo intentan por otras vías, caso de Galicia y las alcabalas. Siempre con la sombra de amenaza del señor feudal sobre la ciudad, que se hace efectiva con la crisis de la Baja Edad Media.

Como herencia de Al Ándalus esta la huerta, en Valencia, y el olivo, en  Andalucía del sur y del este. Las ciudades promueven también la pesca. Otro sector importante es el de la producción de sal. Las salinas generan numerosos impuestos (indirectos); los alfolíes, fuente importante, en principio para el rey, pero también para las ciudades y los señores feudales, que se adueñaban legal o extralegalmente de estos impuestos indirectos que gravaban el comercio.

Por último, y en contradicción con lo dicho, las nuevas roturaciones reducen la parte de tierra dedicada al bosque. Por otro lado, hay un incremento de las talas, como consecuencia de la demanda de madera para la construcción (salvo la casa de los señores, torres e iglesias) y posterior calefacción de casas, construcción de navíos, para cubas destinadas al vino… Es una manera avanzada de construir casas, frente a un mundo campesinado que, normalmente se hacían con paja, barro, adobe, es decir, unos materiales más volátiles.

MUNDO URBANO

Entre  los  siglos  X-XII,  tiene  lugar  la  transición de  los  burgos  altomedievales a  las  villas  y ciudades fortificadas, características de la Plena Edad Media. Son ciudades poco habitadas, en general, y de escaso tamaño, ya que, en algunos casos, se conservan las murallas, como las romanas reutilizadas de Lugo, conociendo así su perímetro. Nada que ver con las ciudades islámicas, pobladas por decenas o centenares de miles, como el caso de Córdoba. Aún así, supone un salto importante, ya que se parte de unas sociedades plenamente ruralizadas.

Se caracterizan por murallas de piedra, que sustituyen a empalizadas de madera o, en algún caso, como Galicia, que las referencias a murallas no están claras, damos por hecho que, lo que había, era un muro alto. Las murallas suelen ser de cantería, capaces de soportar un asedio y un asalto de un ejército feudal. Todas ellas tienen un alfoz, es decir, una tierra jurisdiccional circundante sobre el que ejercen un señorío colectivo. En la zona andalusí, ese territorio tenía una finalidad militar, ya que servía como obstáculo, una zona de resistencia ante un posible atacante. Encontramos también los concejos, que no existían en Al – Ándalus). En principio eran abiertos, pero se acabarán por cerrar. Es un inicio de la democracia municipal muy destacable,  condicionados  únicamente  por  el  señor  feudal,  que,  en  algunos  casos, controla la ciudad, aunque en Castilla y Aragón se intenta dar una autonomía a la ciudad.

Su autonomía se basaba en el fuero o una Carta – Puebla, un documento por el cual, los reyes cristianos y  señores  laicos  y  eclesiásticos  de  la  Península  Ibérica,  otorgaban una  serie  de privilegios a grupos poblacionales, con el fin de obtener la repoblación de ciertas zonas de interés económico o estratégico durante la Reconquista. Constituyó la primera manifestación de derecho local. Por supuesto, los reyes tuvieron un papel fundamental en crear estos entes relativamente democráticos, como islas en un océano feudal. Buscaban, en las ciudades, un apoyo político, para no depender en exceso de los señores feudales; laicos o eclesiásticos. Por otro  lado, tomaba medidas que favoreciesen la prosperidad pública, para verse como un Estado árbitro, que se preocupa por el bien público. Se inicia, en esta Plena Edad Media, una monarquía con pretensiones de Estado, más allá de lo feudal.

Podemos hablar de una tipología para las ciudades de los XI, XII, XIII, que tiene que ver con el avance de la Reconquista. Dejamos al margen a Barcelona, de origen romano, que se reutiliza como tantas otras, durante la Edad Media, como capital política del condado y posterior principado de Barcelona. Genera esa expansión comercial de Aragón por el Mediterráneo, y se ve beneficiada de ello, ya que va unida a esa expansión y ampliación de Aragón. Barcelona es el polo principal para el ámbito urbano, comercial e industrial. Hay tres tipos:

-Creadas  a  lo  largo  del  Camino  de  Santiago.  El  Camino  es  el  principio  de  todo.  Los primeros burgueses nacen a la vera del Camino. Conecta los reinos cristianos con el resto de Europa.  Es  un  eje  económico  y  de  coordinación  política.  En  la  Alta  Edad  Media encontramos ejemplos, tales como; Santiago, León, Burgos o Jaca, capital de Aragón, antes de Zaragoza.   Son las principales capitales. Se ve en el deslizamiento del poder político, de Oviedo a León. El camino primitivo –cornisa Cantábrica – deja paso al camino francés, que recorre los reinos cristianos. Genera unos pequeños y medios burgos, que están en contacto con Europa, y que atraen a una población extrapeninsular; francos y judíos… Es un Camino  de peregrinos, de comerciantes y de núcleos urbanos que se generan. Es la primera manifestación de ese resurgimiento de las ciudades, donde los nombres venían dados con “vilas” o “pueblas” nuevas. También es la primera red urbana de la P.I.

-Las ciudades creadas en Castilla, como consecuencia de la Reconquista y la repoblación, o, también, revitalizadas de núcleos anteriores, bien romano, bien germánico. Nacen en el sur de Castilla La Vieja, sur de León; Salamanca, Soria, Segovia, Ávila. No son frutos del comercio, aunque lo generan y se benefician. Pero, el comercio, está en un segundo plano, a diferencia de las del Camino de Santiago. Son ciudades creadas por campesinos del entorno, y fortalezas por cuestiones militares. Se genera una caballería villana; hombres libres de origen urbano que se trasladan del norte al sur para vivir en estos burgos, generando un movimiento que acaba fortaleciendo a lo feudal por la base, pero, en principio, eran hombres libres que luchaban a caballo. Eran ciudades de frontera, hasta que, en el XIII, la frontera se desplaza al sur, entre la conquista de Toledo y la de Sevilla.

-Arrebatadas al Islam, sobre todo tras la caída del califato de Córdoba, caso de; Toledo, Sevilla, Córdoba, Zaragoza y Valencia. Eran las ciudades florecientes de la zona islámica. Hay una situación inversa, del modo de producción estatalista e hiperurbanizado al modo feudal, donde   las   ciudades   aún   empezaban   a   florecer.   Para   Castilla   y   Aragón, fortalecieron la posibilidad de dotarse de un entramado urbano. El fenómeno de reutilización fue complejo.

En un primer momento, se produce el desplome del poder andalusí, con el retroceso del mundo urbano. Se alimentaba del Estado y conectado a todo el mundo musulmán. En un segundo momento, se observa la preocupación cristiana tras la conquista de ciudades, en lo referente a, cristianizar a la población y el hábitat urbano. Por un lado, se traduce en la expulsión de musulmanes  y traer cristianos del resto de la Península e incluso franco, de cara resolver la minoría cristiana en esas ciudades andalusíes. Por otro lado, la marginación de la población  musulmana,  en  barrios  periféricos  o  morerías,  y,  de  paso,  a  los  judíos  wn  las juderías.  En resumen, cristianizan y alteran el urbanismo

Los  nuevos  vecinos,  que  llegan,  son  de  dos  tipos:  los  soldados,  y,  posteriormente,  una migración desde el norte, por parte de gentes que buscaban mejores condiciones de vida. Las ciudades fueron repartidas así, siendo traumáticas, las consecuencias, para las que se resistían, como el caso de Sevilla. La repartición de tierras era para los grandes caballeros, siendo para los medianos y la infantería, menor. No solo se repartían terrenos en el alfoz de las nuevas ciudades, sino que, también, repartían las casas, aprovechando el vacío  gracias a la expulsión o marginación en juderías o morerías. Tras estas medidas drásticas – Sevilla es buen ejemplo –, lo que se hizo fue, enlazar esta infraestructura de las ciudades musulmanas con el renacer urbano europeo y, por tanto, de la P.I.

Se suele poner un cuarto tipo de ciudades, las del Camino de Santiago vinculadas al Reino de Galicia, que son las ciudades de dominio eclesiástico. Las demás son de realengo o señorío laico, como el caso de A Coruña, Betanzos o Ribadeo, aunque, esta, no de forma continuada. Las demás dependen, o bien del arzobispo, o bien del obispo de las otras sedes, caso de Ourense, Tui o Lugo. Se da cierta continuidad con esas ciudades, ya utilizadas en el V en época sueva como sedes episcopales.

En resumen, hay tres vías. Ciudades romanas, suevas y visigodas reutilizadas durante la Plena Edad Media. Nuevas ciudades de creación cristiano –occidental, tanto en el norte, como en el centro. Además, una remodelación a la baja de las ciudades de Al–Ándalus. Al final, la importancia de las ciudades, dependerá del mayor o menor arraigo del comercio y la industria.

COMERCIO

El feudalismo de cruzada no favorece el comercio, vinculado a la actividad industrial. No se producía –o no tanto –, ya que los señores tenían dinero líquido, resultado de los botines cosechados en la razias o los impuestos de los reinos taifas. Nos centraremos en la actividad comercial, que avanzó, sobre todo, gracias a la demanda de las ciudades por un lado, y, por otro, porque los gastos suntuarios de las élites feudales hacían necesario pagar, con dinero, productos de lujo que llegaban, por el Camino en un primer momento, y, por el Mediterráneo después, e, incluso, de Oriente. Estos gastos suntuarios crecerán durante la crisis del feudalismo, en siglos XIV y XV. Es un sentido depredador, el de esta clase.

Encontramos varias novedades, en esta época, en lo tocante al comercio; local, medio y de largo alcance:

En  primer  lugar,  tenemos que  decir  que  es  ahora cuando  florecen  los mercados  y  ferias urbanas de ámbito, en general, comarcales.

Un aumento de la circulación monetaria, que alimenta el comercio. La plata, siguiendo el modelo carolingio, será la más importante en Aragón, mientras que, en Castilla y León, siguiendo el modelo suevo y visigodo, y beneficiándose del caudal monetario que obtenían de Al-Ándalus, el oro es la base del sistema monetario, y las monedas de referencia. Se utilizaron monedas de plata, bronce y  de vellón, estas últimas de menor entidad

El oficio de cambiadores. Los primeros de los cuales aparecen en Santiago de Compostela, en el siglo XII. Los judíos, a sí mismo, se especializan en diversos oficios relacionados con los negocios, como el comercio o cobro de tributos. Los usureros (judíos), en el XII, cobraban un 100 x 100 de interés anual. Por influencia de la monarquía se fue reduciendo a un 25% por sus servicios. Al mismo tiempo que generaban riqueza, también se beneficiaban, muy personalmente, de la necesidad de la economía, de las personas de dinero y de bienes de consumo. Fue una de las bases del antisemitismo de tipo popular, manipulado por la nobleza y la monarquía.

Las sociedades mercantiles, muy avanzadas en el norte de Italia. Hay una influencia, sobre todo en Catalunya, de Venecia, Florencia o Génova. Esta relación benefició al comercio internacional, medio y local de Catalunya (C. de Aragón). Los genoveses estarían también muy presentes en Sevilla. Es una asociación para el comercio, que va más allá del mercader trashumante.  Los  medios  de  transportes  eran  relativamente  pobres  para  el  comercio  de ámbito  peninsular,  con  la excepción del  Camino  de  Santiago.  Se  trazó  sobre  una  calzada romana, que fue, en el XI, restaurada para el período de más florecimiento del Camino.

Surgen tres grandes polos, a medida que avanza la Reconquista: uno en torno a Barcelona, otro en el Camino de Santiago y  otro en Castilla, dividido entre Burgos y Sevilla. Esto hace que, en el XIII,  se  produzca  un  desplazamiento, en Castilla,  hacia el  sur de su eje  económico, consolidándose un eje vertical entre el Cantábrico y el sur, que deja aislada a Galicia de los principales tráficos económicos. Tiene el descenso de peregrinos y actividades comerciales en la Baja Edad Media como consecuencias. Es un encajonamiento comercial.

Todo esto parece confirmar la tesis de Henri Pirenne (historiador belga), que decía que, el comercio es aquello que genera las ciudades.  No es así para las ciudades que surgen al calor de la Reconquista, o de las ciudades recuperadas al Islam, que eso sí, en su momento de esplendor,  fueron  producto  del  comercio.  Para  el  Camino,  desde  Jaca  a  Santiago,  es  el comercio el que genera la red de burgos. Son los reyes de Aragón quienes dinamizan, con Navarra, el Camino. En cambio, Castilla, supo ver la importancia que este tenía para la Reconquista desde lo político – militar, no desde lo comercial.

El comercio catalán (y aragonés), contrasta con la situación de Castilla. Barcelona en el IX, X, XI, está muy activa en el comercio internacional de esclavos y oro como. Es una ciudad intermediadora entre la cristiandad y el Islam. Ejemplo; en el XII, un viajero judío describe las naves arribadas en el puerto de Barcelona. Con esta experiencia precoz, la corona de Aragón (Castilla “completa” la Reconquista), se encarga de iniciar su imperio mediterráneo. En el XIII, la toma de Mallorca y Sicilia, y en los XIV, XV conquista Cerdeña, Nápoles y Atenas

SOCIEDAD

La  parte  segunda  de  este  tema  estará  dedicada  a  clases  y  grupos  sociales.  En  los  siglos centrales de la Edad Media, asistimos al fortalecimiento de los nobles. Controlan la mayor parte de los obispados y abadías, además de buena parte de los cargos palatinos. Constituyen lo más destacado de las cortes. Cada vez, acumulan más cotas de poder, primero en Castilla, en el siglo XI, y después en Aragón, en el XII.

Lo anterior es consecuencia de la rápida conquista de territorios y de un fenómeno en la retaguardia; los vacíos dejados por la población del norte, que se marcha a repoblar el sur, favoreciendo una señorialización en el norte. Se aprovecha la debilidad de campesinado para hacerse con propiedades e imponer mayores rentas y servicios feudales. También las atribuciones señoriales de tipo público, que se unían al privado. En el XII, crecen los honores y tenencias dados a estos grandes señores como premios por la Reconquista. El señorío jurisdiccional se extiende, llenando los bolsillos de señores, y con aportes de tipo mobiliario; personas, tierras… La nobleza castellana, entre el XII y el XIII, duplica su poder territorial y vasallático. En el siglo XII, se generaliza la institución del mayorazgo, que permite la conservación unitaria del patrimonio; jurisdiccional y territorial. También se refuerza la concepción de estirpe, de linaje, es decir, la memoria genealógica de estas grandes familias. Pugnan con la monarquía, más en la zona de Castilla, y eclesiásticos por el control de las tierras.

La evolución de la nobleza se plasma, también, en la nomenclatura. De los ricos hombres o magnates altomedievales, pasamos, ya en el XI, a milites (guerrero) y también, infanzones. Esta última, se trata de una pequeña nobleza sin grandes propietarios ni vasallos, y que dependían de la fuerza de su linaje, además de su dominio de las armas. Estos caballeros se fusionarán, en el ámbito de las mentalidades de la Plena Edad Media, con los grandes señores, cuando, estos, quieren ser los primeros caballeros de sus estados.

Otro estrato bajo de la nobleza, que acaba convergiendo con los anteriores en constituir la base social de la pirámide feudal, son los caballeros villanos, que encontramos en las ciudades fronterizas de  Castilla  y  León.  Aparecen  en villas de  repoblación.  Son,  fundamentalmente plebeyos, que se distinguen porque podían mantener un caballo,  compareciendo a la llamada del señor con su montura y armas.  Todas las Coronas acaban transformando estos caballeros villanos en hidalgos. Acaban por engrosar a la pequeña nobleza.

No podemos dejar de hablar del campesinado. Clase social mayoritaria durante toda la Edad

Media. Habíamos visto como los siervos, colonos y campesinos libres se van unificando y, en la Plena Edad Media, podemos referirnos a ellos como campesinos vasallos. La mayoría es de origen libre, protegiéndose a sí mismos mediante las comunidades de aldea, cuando se generalizan las aldeas. En la documentación se deduce por las tareas que comparten y las posesiones colectivas, caso de bosques o prados. La forma institucional pueden ser, bien las parroquias,  bien  los  concejos  rurales.  Hacía  de  escudo  para  el  campesino  vasallo,  en  su relación  con  el  señor,  ya  que  podía  hacer  valer  ese  peso  colectivo,  aunque  no  siempre. Estamos hablando para Castilla, León y parte occidental de Aragón.

En Catalunya es distinto. Entre el XI y el XV, se mantienen figuras jurídicas de servidumbre, que en  el  resto  de  la  península  desaparecen durante  la  transición al  feudalismo pleno.  Están adscritos a la tierra. Eran aquellos siervos rurales de la Alta Edad Media. Son los conocidos como payeses de remença. Este último término, hace referencia a un pago que tenían que realizar al señor para ser manumitidos. Es una paradoja entre el avance urbano y el atraso rural en Cataluña

En el mundo urbano aparecen:

-Burguesía: en  principio,  hace  referencia  a  todo  habitante  del  burgo.  En un segundo momento, lo identificamos con comerciantes, notarios, hidalgos urbanos, clero medio, hombre de negocios, dirigentes de los gremios artesanales… Será lo que se conoce como oligarquía urbana. Esta burguesía conocerá su gran ascenso a partir del XVI, y ejercerá un papel importante en la destrucción del Feudalismo, no ya medieval, sino con la rectificación  en  la Edad  Moderna,  con  el  comercio  y  el  poder  del  Estado.  Estarán limitados por los nobles y prelados, siendo una contradicción en el sistema.

-Artesanado: es el ‘’común de las ciudades’’, ‘’o pobo miúdo’’. Son trabajadores urbanos organizados en gremios, que protagonizarán conflictividad interna con la oligarquía burguesa, aunque también se unirán a ellos para enfrentarse al señor feudal. En las revueltas del XIV, como en la Irmandiña, la alianza campo-ciudad será algo habitual.

TEMA 8: MENTALIDADES Y SOCIEDAD FEUDAL (SIGLOS XI – XII)

Al hablar de mentalidad, hay que empezar por definir lo que entendemos por mentalidad. La mentalidad colectiva tendría cinco componentes: un componente racional, un componente emocional/sentimental, un componente imaginario, tanto entendido como un conjunto de imágenes como realidad inventada, el inconsciente y, por último, los hábitos o prácticas, es decir, todo aquello que hacemos. En general, se dice que, la mentalidad son las maneras de pensar, de sentir, de ver la realidad, pero también son importantes nuestras acciones, porque tras  ellas  subyace  una  mentalidad.  Las  prácticas  no  sólo  son  una  manifestación  de  la mentalidad colectiva, sino una fuente histórica para el estudio de esas mentalidades colectivas. George Duby, miembro de los Terceros  Annales, fue uno de los que más teorizó sobre la historia  de las mentalidades. Él dice que no hay unas fuentes específicas para hacer una historia de las mentalidades, como se pensó en un principio que podían ser la literatura y el arte. La psique colectiva, pues es la que nos interesa, se puede encontrar en todas las fuentes, y, por supuesto, en las propias acciones humanas.

La historiografía española, en este aspecto, lleva más de 30 años de retraso. La renovación de la historiografía española, paralela a la transición, se hizo, influidos por la Escuela francesa de los Annales y por el materialismo histórico. Fue una renovación historiográfica vinculada a los Segundos Annales. Después, cuando los franceses, avanzados los años 70, dieron el salto a la historia de las mentalidades, España no los siguió. La resistencia del estructuralismo a valorar el sujeto, tanto social como mental, dificultó que, además de la objetividad económica y social, se investigara con el mismo rigor la subjetividad de las mentalidades.

Nos centraremos en el estudio de la dimensión más decisiva de la mentalidad medieval, que es la existencia de los tres órdenes sociales. Se llama también sistema trifuncional, concepción tripartita de la sociedad, tripartición… Estos tres órdenes son: defensores, oradores y laboratores,  es  decir,  caballeros,  clérigos  y  campesinos. El  origen  de  este  sistema  es  muy remoto. Un antropólogo francés, George Dumézil, lo estudió en un origen, cuya concepción es indoeuropea,  acabando  por  influir  en  toda  Europa.  Con  este  origen  indoeuropeo,  nos referimos, en Europa, a los celtas, que casi cubren por completo la Península. Las mismas influencias, que pueden haber tenido lugar en Francia, han tenido lugar en prácticamente toda la Península Ibérica. La transmisión fue a través de los reinos cristianos occidentales.

Es muy probable que la resurgencia indígena, que ha tenido momentos importantes en la Península Ibérica, influya a lo largo de toda la alta Edad Media; de manera que, de una forma u otra, está presente en el momento en que se adopta, de forma clara, la tripartición de la sociedad en clérigos, caballeros y campesinos. Este sistema es una clave explicativa esencial para entender la formación y evolución del sistema feudal. El sistema trifuncional explica muy bien la relación de los hombres con la sociedad, de la sociedad con la economía y la economía con el poder. La tripartición legítima se da con el cobro de rentas y servicios por parte de los grupos  que  constituyen  los  privilegiados.  Se  ha  criticado  al  sistema  trifuncional  por  la desigualdad  social,  la  diferencia  de  clases  o  la  detracción  del  excedente  económico  que generan los campesinos por parte de las otras dos partes.

Podemos dar por seguro que las contrapartidas, que oradores y defensores prestaban a la mayoría de la sociedad y justificaba el pago de las rentas, eran tremendamente sentidas y necesarias. El tercer estado sabía que, en el periodo de funcionamiento más eficaz y estable del dicho sistema, tenían garantizado la seguridad física de ellos y sus familias, ya que la formación  del  feudalismo  tiene  que  ver  con  la  necesidad  de  protección,  y  la  seguridad espiritual, el deseo colectivo de superar la vida terrenal en momento de la muerte, es decir, tenían garantizado el “acceso” al cielo.

En la Baja Edad Media, se produce una ruptura del sistema trifuncional, y para muestra,  lo que decían los Irmandiños en Galicia: que ellos se habían levantado contra señores caballeros y prelados, aún teniendo en cuenta que, la mayor parte de la Iglesia gallega apoyaba, en ese momento, la revuelta popular, porque estaba dirigida contra la oligarquía/alta nobleza. Aún así, no dudaron en incluirlos.

Para el estudio de este sistema nos encontramos tres tipos de posibilidades.

  • Las más socorrida e importante, porque ofrece un discurso homogéneo, es lo que extraemosde las fuentes narrativas. Aparece formulado, literariamente, este sistema trifuncional. No es menos importante la documentación de archivo.
  • En la iconografía artística, donde es costumbre encontrar las tres funciones representadas porseparado, realizando cada uno la actividad que le es propia.
  • Por último, las propias prácticas: en la vida social, económica, política y cultural, dondeaparecen acompañados de sus propias mentalidades, los hechos históricos…

Durante la Alta Edad Media germánica queda muy claro como, la aristocracia, asume la función militar por influencia de los indoeuropeos. Queda reforzado por las resurgencias indígenas prerromanas, que se dan por todo el noroeste peninsular. La función militar y la eclesiástica, que se dan durante la época germánica, eran muy endebles, faltaba su fusión como clase dirigente, una visión más de conjunto de la sociedad. Se empieza dar la formación de una clase noble, con sus dos vertientes, laica y eclesiástica, a partir del momento en que, los reyes germanos, se convierte al catolicismo. Durante la Alta Edad Media cristiano-occidental (siglos VIII-X), aparecen las primeras formulaciones trifuncionales por escrito, donde se combina la función de los clérigos, de la nobleza y de los propios campesinos.

El texto más antiguo, para la época germánica, es de Isidoro de Sevilla. No habla de la tripartición aplicada a su época, sino que habla de Roma, y, al hablar de Roma, comenta como los primeros romanos estaban divididos en tres “órdenes”. Era una tripartición de tipo étnico. Según la tradición de los orígenes, Roma aparece dividida en senadores, caballeros y pueblos menores, entendiendo con esto a la plebe. Isidoro jugó un papel importante para que, en el Estado  visigodo,  la  Iglesia  tuviera  poder  político,  pero,  en  su  texto,  no  aparece  esa preeminencia de la Iglesia sobre los poderes públicos. La Iglesia ya tenía cierto poder político, por  la  conversión  al  catolicismo de  las  élites  suevas  y  visigodas,  pero  no  tenía  influencia política.

Entrando más en la Alta Edad Media, seguiremos los análisis hechos por antropólogos e historiadores franceses. George Duby publicó el libro “Los tres órdenes o lo imaginario del feudalismo.” En él, recogió los datos para Francia, pero extrapolándolo al resto de Europa. Con esta obra, se pasó a prestar mayor atención al tema de la tripartición de la sociedad feudal. En la primera cita/referencia, del s. IX, aparece claramente la tripartición, tal y como la conoceremos durante  la  Plena  Edad Media: sacerdotes,  milites  y  agricultores.  La  segunda referencia, que nos menciona George Duby, es del s. X. Se trata de un clérigo, y pone como primer ordena a la Iglesia. El autor de esta cita, lo primero que hace es dividir la sociedad en laicos y clérigos, y, después, a los laicos los divide en; agricultores y combatientes. La función de los agricultores es la de alimentar a la Iglesia, además de pagar rentas a esta. Los combatientes  (milites,  caballeros),  reciben  una  paga  para  defender  la  Iglesia.  Esta  paga proviene del Estado carolingio. Se pasa de, una división bipartita de laicos y clérigos a una tripartita, que incluye a los clérigos, agricultores y combatientes. Se relaciona con el pago de rentas y prestación de servicios.

En el s. XI, el obispo de Laon dice “triple es la casa de Dios que se cree una. Unos oran, otros combaten, otros además trabajan. Los tres están unidos y no soportan la desunión”.  Es la formulación de la trifuncionalidad. Es curioso ese “además”, ya que los agricultores también tienen que orar y combatir, además de trabajar. La última frase llega a su punto máximo para función social de la Iglesia, como que ya forma parte de la cúspide. El uso del número tres, está en relación con la idea de la Trinidad. Además, “la casa Dios,” porque es el creador de todo, incluyendo la sociedad, siendo el que dice que papel va a desempeñar cada uno.

Es muy probable que, esta formulación final de la sociedad trifuncional, llegara a la Península Ibérica a través del camino de Santiago. Con todas estas formulaciones, lo que se busca, en realidad, es de poner un nombre a unas prácticas, que ya existían desde los orígenes de la Edad Media (s. V). Las tres funciones se venían ejerciendo social, económica y políticamente desde varios siglos atrás. Se fue añadiendo la función militar a la nobleza, mientras que, la Iglesia, fue ejerciendo con más fuerza su función de rezadora. Los campesinos ya estaban ahí, antes de que se formasen los grupos dirigentes, trabajando para ellos mismos. Cuando se necesita una formulación clara de este sistema es en el momento, en el cual, se constituye el feudalismo en la Plena Edad Media. La mayor parte de los estudios sobre el ámbito de las mentalidades, para esta época, son  franceses. Es la falta de investigación, más o menos concreta y detallada, del fenómeno del sistema trifuncional en la Península Ibérica.

Del siglo XIII, decían algunos autores, apoyándose en algunas fuentes narrativas, que se podía pensar que se da una tardía aparición de los tres órdenes en la Península. Otros autores, consideran que esto se debe a falta de investigación, ya que consideran que, en la mayor parte de las fuentes y archivos, sí que se encontrarán referencias al propio sistema feudal. En todo caso, lo que sí es cierto, es que, el siglo XIII es el siglo de la madurez feudal. En este sentido, es el siglo final de la Plena Edad Media, en la que encontramos de una manera más completa, formada y articulada el imaginario y la sociedad feudal.

La primera fuente que, se merece citar, son los “Fueros de Aragón”, redactados en 1247. Fueron compilados por un obispo con gran trascendencia política. Al mismo tiempo que fue canciller de Jaime I,  nos lega un texto amplio, donde habla de defensores, de oradores y de otro tipo de hombres. En el texto se nos dice: “El formador del sieglo (siglo) ordenó ante todos los hombres [esto nos quiere decir, en lenguaje medieval, que lo contenido en este texto va dirigido al mundo civil y al clero secular –aquel que no está sometido a ninguna regla monástica-]   que fueran de partidos [separados, divididos] por departidas órdenes en el sieglo. Que los clérigos velasen continuamente del servicio a Dios, e queles que los caballeros fueresen siempre los defensores de los otros hombres y de las tierras  [es decir, claramente se refiere a que los clérigos deben su función en el mundo al servicio a Dios –principalmente mediante la oración-, y los caballeros con la función de defensores del conjunto de la sociedad y de las tierras (el tema de las tierras es importante, porque en el mundo feudal no es un concepto geográfico sino que es un concepto más bien social, hace referencia a un espacio habitado que pertenece a la  jurisdicción  de  un  señor), fuentes del mantenimiento del sistema  feudal]  e los otros hombres que usasen siempre su menester (su oficio, su tarea, ya que a los artesanos, a partir del  siglo  XIII,  también  se  les  llama  menestrales)  cada  uno  el  suyo  (evita  hablar  de los agricultores o labradores, y los sustituye por los otros hombres; en el sentido de que el tercer estado, ya a mediados del siglo XIII, incluye los oficios urbanos).

La aparición de los oficios urbanos, con la revitalización del mundo urbano a partir de la Plena Edad Media, supone un nuevo reto para justificar el orden trifuncional, de campesinos, clérigos y caballeros. Hay varias formas de incorporar a estos pujantes sectores urbanos. Una de ellas es nombrar a los labradores y, después, una serie de oficios, que se generaron posteriormente a partir del auge de las ciudades.  Otra manera es como se hace en el Fuero de Aragón, llamándolos hombres, en su conjunto vinculados al trabajo, que podrá ser agrícola o gremial/artesanal/comercial. Estas serán las dos vías para resolver la complejidad social del Tercer Estado. Los labradores, hasta el final de la Edad Media, serán el principal componente de ese Tercer Estado, no sólo cuantitativamente, sino también cualitativamente, porque la economía  agropecuaria  sigue  siendo absolutamente  hegemónica  hasta  el final de  la  Edad Media. Esto no es  así en la Época Moderna, donde la burguesía, el pueblo, el artesanado y la industria urbana tendrán un papel, aunque no hegemónico, mucho mayor que en la Edad Media, que les llevará a protagonizar las revoluciones burguesas, ya en Época Contemporánea. El tercer Estado, de una manera simple, es el conjunto de gente que trabaja (laboratores).

Otra  fuente  muy  importante  serán  las  Partidas  –también  llamadas las  “VII  Partidas”, redactadas  entre  1256  y  1265  –,  fuentes  por  excelencia  para  entender  como  pensaban, sentían, es decir, cómo se imaginaban la realidad los hombres y las mujeres medievales en la Península Ibérica. Teóricamente es un texto jurídico, pero no se aplicaba. El mundo jurídico medieval se regía por la jurisprudencia, mediante la sentencia de jueces, fuero etcétera, y mucho por el derecho consuetudinario, de tradición oral. De hecho, cuando las partidas aparecen en la prelación de fuentes para dictar sentencia en el Ordenamiento de Alcalá de Alfonso XI, lo hacen en tercer lugar. Realmente, es un texto que se usa, sobre todo a partir del siglo XVI, desde el punto de vista jurídico, pero elaborado, en la corte de Alfonso X, de una manera  narrativa.  Sirve  como  una  enciclopedia  del  saber  medieval,  vinculado  a  eso  que venimos llamando las prácticas sociales, económicas y políticas. No se trata de un texto teórico, sino de un texto pensado para la aplicación del derecho. Por lo tanto, estará muy vinculado a la vida económica, social y política de los sujetos históricos de época feudal. Las Partidas serán de referencia, casi obligada, para los estudiosos de las mentalidades en la Edad Media de la Península Ibérica.

El título XXI de la “II Partida”, es la mencionada “De los caballeros”, un texto que estaba en el comienzo del apartado, en el cual se trataba el mundo de la caballería. En general, cuando empiezan a aparecer textos de autoría no religiosa, lo normal es que la nobleza y los señores laicos aparezcan en primer lugar, sobre todo desde el momento, en el cual, se produce la fusión de la caballería con el señorío feudal. La partida dice así: “Defensores son uno de los tres estados porque Dios quiso que se mantuviese el mundo”.  Destaca el origen divino de esta formación social, para que el mundo pudiera organizarse, siempre a partir de la “generosidad divina”, que concede a esa sociedad la manera de funcionar de los grupos y de las clases. Continúa  diciendo:  “Así  también  como  los  que  ruegan  a  Dios  por  el  pueblo  son  dichos oradores”. Hace referencia, pues, a los oradores, cuya función principal era rogar por el pueblo. “Y otrossí, los que labran la tierra, que fazen en ella aquellas cosas por que los omnes han de vivir de mantenerse, son dichos labradores”.

Las fuentes hablan siempre, primero de los defensores, después de los oradores y, por último, de los campesinos. Los labradores aparecen, en esta fuente, con total claridad. No resultan, digamos, nublados para la inteligencia del lector por los otros oficios, que aparecen en el mundo urbano y que están tan presentes entre el año 1256 y 1265, años de redacción de las Partidas. En ese sentido, tenemos aquí la formulación clásica, siempre con el problema de qué pasa con los que trabajan en el campo, y cuál es su función social. Trabajar la tierra, pero, dice en  la  fuente,  para  mantenerse  el  sistema  mental  trifuncional  para  que  se  mantuviese  el mundo. Los labradores, de la tierra sacan los productos,  de los que tienen que mantenerse todos los hombres de toda la sociedad, enmascarando el hecho de que ellos, en el marco de las economías campesinas de época medieval, son autosuficientes, y trabajan para la subsistencia de ellos mismos. La transmisión del excedente generado, vía renta feudal a los señores, se justifica, porque los campesinos están para mantener a todos los hombres.

Otro texto que podemos emplear, es la “V Partida”, la cual se considera que es de otra autoría muy posterior, con una diferencia de doscientos años con respecto a las Partidas de Alfonso X. Se considera, generalmente  por los historiadores de la literatura, de autoría laica, por parte de Sánchez Arévalo. Es, ya, muy de fines del siglo XV, prácticamente en la Edad Moderna. En esta partida aparece una anomalía muy notoria, y es que en el prólogo, Sánchez Arévalo, pone como cabeza del sistema trifuncional al propio rey. Hacia el siglo XIII o en la Baja Edad Media se representa como base de la sociedad a los campesinos y artesanos (laboratores), después a los caballeros, por encima los clérigos y, encima de todos ellos, al Rey y la Monarquía. Es obvio que, en la formulación tripartita originaria, el rey es un primus inter pares, por lo tanto, tiene también el deber de la defensa de toda la sociedad. Incluso, sustituye a Dios como creador de esa idea trifuncional   de la sociedad. Eso se debe a que, cuando se redacta esta partida, estamos, ya, en plena transición del feudalismo medieval al feudalismo moderno, es decir, del poder los señores feudales al poder pleno del Estado. Sánchez Arévalo, en el prólogo a la Partida V, dice así: Noble Rey don Alfonso, considerando que los hombres son nascidos para trabajos e infortunios…De entrada, ya nos recuerda al Génesis del Antiguo Testamento,  que estamos en el mundo para sufrir y ganar el pan trabajando con las manos, como castigo a causa del pecado original, es decir, una formulación ciertamente autoritaria. No sólo introduce la función política de la monarquía, sino que, además, el autor introduce el trabajo como una obligación  bíblica,  por  lo  que  se  puede  entender  que,  eso,  también  incluía  a  clérigos  y caballeros, aunque, de todas maneras, tiene también una intencionalidad, referida al estado de los labradores y otros oficios. Continúa, la “Partida”, desgranando los tres órdenes; unos servían a Dios, (los clérigos), otros (interpolando la función política de la monarquía) para gobernar los pueblos (no habla de la nobleza feudal, sino que habla del rey, que aparece como creador, sustituyendo a Dios en esta sociedad imaginada de forma tripartita), y otros para ejercer el servicio de armas así como caballeros para la defensa de las tierras (los caballeros), y otros obras fabriles (artesanos, constructores…), otros mercaderes (en ningún momento nombra a los campesinos, porque quizá pensaba que no era tan necesario, fruto de que el autor es un intelectual urbano, con formación jurídica). Los que escriben desde las ciudades, están mucho más impactados por el influjo del comercio y las actividades urbanas de la industria urbana. Generalmente, también son escritores laicos, lo que les lleva a decir que, el creador de esta sociedad es el rey, y no Dios.

En el siglo XIV, tenemos una formación de origen literaria para el ámbito de la Corona de Aragón, cuya autoría es de Pere March, un poeta y político valenciano que vivió entre el año 1338 y el año 1413. En una poesía suya, escrita en catalán, habla de clero, caballeros, menestrales. Viene  a  decir  que,  el  mundo  está  ordenado  por  los  clérigos,  caballeros, labradores, mercaderes  y menestrales, y, después, añade más oficios urbanos, cada uno con su función, explicando lo anterior de manera más detallada. Así pues, los clérigos son los que rezan por la comunidad, los caballeros son los que la guardan, mientras que, los labradores, hacen pan, vino y alimentan al resto de la sociedad. Después, también nombra a menestrales y mercaderes. Aquí, aparece, mucho más claro que en otros textos de la época, la búsqueda del equilibrio, entre los nuevos actores sociales y profesionales del mundo urbano con el núcleo duro de sistema trifuncional de; caballeros, clérigos y labradores.

Toda esta sociedad trifuncional entra en crisis en el año 1348, cuando estalla la crisis epidémica de la peste negra y las hambrunas. Con la crisis del feudalismo, salta en pedazos, en mayor o menor medida, el sistema trifuncional, según los diferentes reinos y territorios de la Península. Lo que hace estallar, de forma definitiva este sistema trifuncional, será, por un lado, el auge de las ciudades, con la aparición de nuevas clases y grupos que surgen en su seno, adquiriendo un mayor protagonismo político. En el año 1250, en el Reino de Castilla se crean las Cortes de León y Castilla, donde están, en representación del Tercer Estado, exclusivamente las ciudades más importantes, que actúan como contrapeso del enorme poder que, en el ámbito de la monarquía, tenían la nobleza y el clero. El Tercer Estado adquiere un poder político importante, ya que supone la primera grieta dentro del sistema trifuncional. Dicho esto, por mucha presencia política que tengan las ciudades y los oficios urbanos (sobre todo la burguesía que era  predominante  en  el poder urbano), no quiere  decir que  el poder feudal de nobles y eclesiásticos dejara de ser hegemónico, ya que, lo sigue siendo hasta el final de la Edad Media. Esta primera “grieta,” se traduce en la presencia de un Tercer Estado, más variado y menos homogéneo en las fuentes. En algunos casos, hasta desaparece el papel de sustentadores, principal cometido del Tercer Estado.

A esa primera grieta, se añaden las luchas y las revueltas sociales para la segunda mitad  del siglo  XIV  y  el  siglo  XV.  Estas  revueltas,  hacen  un  daño  irreversible  al  consenso generado en la Plena Edad Media, que gira alrededor del sistema trifuncional. Además de los intereses económico-sociales, que están en la base de la revuelta, también se trata del cuestionamiento ético-social del orden social, es decir, del papel de la nobleza y el alto clero. Es muy evidente, ya que, la sociedad, comienza a cuestionar su aportación al resto de la comunidad. Estos sectores, vistos desde el pueblo llano, adquieren una concepción negativa, presente en, por ejemplo, la Galicia hiperfeudalizada de la época Irmandiña. El motor de la impugnación social, reside en el incumplimiento de sus funciones sociales, que son la defensa de la sociedad y, en menor medida, actuar como intermediarios con Dios, aunque esto último estaba  ya  muy debilitado.  Los  defensores  (señores)  incumplen con  su función,  porque  se transforman en malhechores, y, en el caso del alto clero, también se convierten objetivo de crítica, aunque de una manera menor con respecto a la nobleza.

El sistema trifuncional será substituido por un sistema bifuncional. Pasamos de la sociedad de caballeros, de eclesiásticos y campesinos a una sociedad de señores y vasallos, que, aunque siempre fue así, era percibido de una manera distinta. Al desaparecer, en las mentalidades, ese sistema trifuncional, a los señores se les cuestionaba por las elevadas rentas que cobraban. La manera de cuestionamiento de su hegemonía era de tipo más moral. Aquí, los caballeros, pasan  de  ser  los  defensores  de  la  sociedad  a  ser,  ellos  mismos,  los  acusados  como malhechores. También, el Tercer Estado, en el momento de crisis, incumple su función como vasallos, aunque antes de eso, incumplen su función de alimentar a clérigos y caballeros, es decir, a cederle voluntariamente rentas y a prestarle los servicios, que según el derecho consuetudinario, caracterizaba, en cada lugar, al señorío feudal.

Se produce el fin del consenso feudal, con mayor claridad en aquellos lugares con revueltas feudales. Este fin, es lo que abrirá la puerta a la creación de los Estados Modernos, donde el rey, y el Estado, recuperan las funciones políticas, delegadas al final de la Alta Edad Media a señores y nobles de cada territorio. Entre el siglo XV y XVI, la clase feudal pierde su hegemonía. Es sustituida por la concepción transitoria de señores y vasallos, para dar paso, después, a la emergencia de un nuevo estado, mucho más fuerte, tanto en el consenso como en la coacción, asumiendo las funciones políticas de la nobleza feudal. Ocupará su lugar en el seno de la sociedad, garantizando un nuevo consenso sobre la res pública. Esto, se basa en la divisoria entre señores y vasallos, privilegiados y no privilegiados, donde se acepta, de una manera clara, el papel de las ciudades, de la industria… La nobleza, ahora desposeía de sus funciones de protección o políticas/jurídicas, aún mantiene ingresos y un estatus elevado. Pasa a ser una nobleza de servicios a la monarquía.

El cambio de la mentalidad popular hacia eclesiásticos y caballeros no se da en la misma medida. Debido a la falta de poder de coacción, y por su propia función, la Iglesia sufre menos el embate de las revueltas sociales, aunque no discriminan a los eclesiásticos como señores feudales. Ese embate se amortigua desde el momento en que la Iglesia recupera, en esa transición del siglo XV al estado moderno, su función, ya más apoyada y dependiente de la monarquía. Será cambiada, de manera radical, a mediados del siglo XVI, con el Concilio de Trento. Se  reforzará  la  catolicidad de  la  Corona  de  Castilla  y  de  la  Corona  de  Aragón.  La monarquía intervendrá directamente sobre la Iglesia, y su fuerte catolicidad se verá, por ejemplo, en la expulsión, primero de los judíos, y de los moriscos después, ya en la Edad Moderna.

Donde  realmente, ese  cambio de  popularidad es mayor, es hacia los señores laicos y  los caballeros. Esta nobleza laica era el sector más fuerte de la nobleza feudal, pero acabará siendo el eslabón más débil para la Baja Edad Media. Es desde el momento en que, en vez de guardar a la sociedad, éste grupo, la combatía en el marco de las revueltas. Una de las causas de estas revueltas será la refeudalización, que se vivirá, tanto en la corona de Castilla como en la de Aragón. En los citados “Fueros de Aragón”, redactados en 1247, nos encontramos, después de la definición de los tres estamentos, una coletilla. Es una muestra temprana hacia la inquietud que genera una determinada parte de la nobleza que no era demasiado acorde con su función en la sociedad. Es importante señalar que, esta cierta advertencia, está escrita por un religioso. No es casualidad que, cuando la nobleza laica cambia y se convierte en depredadora, su primer objetivo será el patrimonio eclesiástico, ya que, los religiosos son los primeros que detectan una  evolución  dentro  de  la  nobleza  feudal,  una  evolución  que  va  en  contra  del  modelo caballeresco del sistema tripartito, es decir, de defensores en la sociedad. Se dice en los fueros que; “algunos caballeros desamparando su honesto y sagrado oficio, non temiendo nuestro señor Dios y soterrada la vergüenza, por escarnir de la dignidad de la caballería usando y faziendo muchas romerías”. Se habla de caballeros malhechores. Se pasa de su consideración como ideal dentro de la sociedad, a una visión muy negativa, que transgredía el código de la caballería, dejando desprotegida su función en la sociedad. La crisis de la Baja Edad Media, llevará a los señores a cometer más fechorías y a salirse de su propia legalidad mental, con el fin de robar a la Iglesia y al pueblo. En definitiva, sin el estudio de las mentalidades, no se puede entender la formación, desarrollo y resultado de la crisis bajomedieval.

TEMA 9. IGLESIA, CRISTIANIZACIÓN Y RELIGIOSIDAD

Partimos de la doble función de la Iglesia. Un papel mental, que tiene que ver con los tres órdenes, y uno social, que tiene que ver con ser señores feudales. ¿Son dos funciones inseparables? Sí y no. Inseparables para el historiador, pero no para la mentalidad de la época, que distinguía en razón de los tres órdenes. Para poder enfocar de forma global esta lección, tenemos que mezclar dos tipos de bibliografía; una de historiadores de la Iglesia y otros de la economía y sociedad en la Edad Media, con gran papel de la Iglesia. Es algo necesario, porque permite realizar una historia global de la Iglesia en la Edad Media.

Se potenciaron mutuamente estas dos realidades a la hora de la cristianización. El latinista Manuel Cecilio Díaz y Díaz explicando la cristianización de Galicia en la Baja Edad Media, afirmaba que, ésta, no se consolidaría totalmente hasta la Plena Edad Media. Dicho de otra manera, es el feudalismo el que facilita la cristianización completa de la sociedad. Por ejemplo, los vascones no serán definitivamente cristianizados hasta el XI.

Otro factor del que hablaremos es la religiosidad popular que, como hemos visto, es fruto de cierto sincretismo con las creencias indígenas. Estas rebrotan con la invasión visigoda y con la invasión musulmana. Es la base de la religiosidad popular conformada en los reinos del norte.

La Iglesia en la Alta Edad Media contiene un momento de debilidad, junto con la inseguridad general, ya que se encuentra en un lugar subalterno con respecto a los señores laicos. Destacan cuatro rasgos, interrelacionados entre sí:

  • Monaquismo: la Iglesia es, ante todo, eremítica y monacal. Es un monacato familiar, fuera delas reglas conocidas, aunque es el inicio del benedictismo, con San Benito y su máxima del ora et labora. Consiste en la recuperación del trabajo, de cara a buscar esa conciliación entre la Iglesia y  la  sociedad  popular  de  su    La  Iglesia  secular  era,  para  ese  momento, demasiado débil, y con dificultad para cumplir la función pastoral, función realizada a menudo por los monjes. También es débil porque su patrimonio está en mano de los laicos (señores)
  • Sincretismo mediante las comunidades indígenas. La actitud de la Iglesia, con respecto a lassupersticiones indígenas, cambia. En “De correctione rusticorum,” Martín de Dumio combate, con violencia verbal, las supersticiones indígenas y el paganismo romano. Es decir, de una actitud combativa, se pasa, partir del período que sigue a la invasión islámica, a encargarse de cristianizar los lugares de especial significación para las comunidades: castros, cuevas, montes, el mundo de la magia y los adivinos.Todo ello estará presente en los diversos sínodos (siglo XI), en los cuales se condena la superstición de origen precristiano. Demuestran la incapacidad de marginarlas, ya que, de alguna forma, estaban en la religiosidad popular cristiana. Ese culto a la naturaleza o animismo, se transforma en un animismo cristiano. Por ejemplo; el miedo a las tormentas o conseguir el favor de la naturaleza pasará a ser obra de Dios, no del Diablo. Es una capacidad de absorber estas supersticiones. Ya cristianizadas, se extienden por toda la Edad Media, hasta el punto de que, en el siglo XIII, Francisco de Asís considera a los pajaritos provistos de alma en el “Cántico a las criaturas.” Derivado de esta concepción precristiana de que; los seres naturales no humanos, vivos y no vivos tenían vida propia, queda el poso de que la naturaleza tenía espíritu.
  • Preeminencia del Antiguo Testamento: Se prefiere al Dios tronante, compartido por moros yjudíos. Especial predilección por el mundo apocalíptico, como demuestra el Beato de Liébana y su Comentario al Apocalipsis  de  San Juan.  También, en la  Crónica  profética  del grupo de Crónicas del reinado de Alfonso III, se difunde la profecía de Ezequiel del Antiguo Testamento. Pone  en  relación  el  fin  del  mundo,  pero,  con  el cambio,  se  refiere  al  mundo  musulmán.

También se escriben, leen y difunden los evangelios apócrifos, influyendo mucho en la religiosidad popular.

  • Fuerza de las herejías: en el norte destaca el priscilianismo (s. IV-IX). En el centro y surencontramos herejías mozárabes, que afectan profundamente a la jerarquía eclesiástica subsistente en  al-Ándalus.  Los  mozárabes  se  mostraban  ortodoxos  en  el  norte,  pero heterodoxos en su lugar de habitación, de cara a ser una forma de conciliación. Era el adopcionismo (Eripando de Toledo en el VIII), en el que se veía a Cristo como un profeta, hijo adoptado de Dios. Alfonso I derrotó esta herejía, mostrando una participación política. La segunda es la de los mártires voluntarios, siendo su intérprete más reconocido san Eulogio de Córdoba. Creía que la sangre de los mártires renovaría la Iglesia. Entre el 854/59, 51 mozárabes serán ejecutados en Al-Ándalus. El 75% eran sacerdotes. Su método solía ser el de hacer apostasía (pública) del Islam o insultar al Corán y a Mahoma. Este movimiento tuvo influencia en las élites de la Iglesia mientras que escasa en la religiosidad popular, que en este momento, encuentra su fuerza en la convergencia con el mundo indígena.

En  la  Plena  Edad  Media  encontramos  una  Iglesia  episcopal,  que  es  ahora  mucho  más organizada y centralizada. Sustituye, en importancia, a la Iglesia monacal, que pasa a depender de los obispos. A partir del XI se necesita una Iglesia más jerárquica y organizada. Prieto Soria, historiador madrileño, denomina este proceso como; ‘’burocratización de la Iglesia’’. En la Plena Edad Media se crea una tupida red de parroquias, arciprestazgos, arcedianatos, canonjías etcétera. Es un sistema administrativo y pastoral que logra la plena cristianización del norte mediante cuatro elementos:

  • La absorción, por parte de la cultura cristiana, de una parte de la cultura precristiana.
  • Una ortodoxia clara respecto a la doctrina.
  • Un esfuerzo exitoso de cara a la recuperación del patrimonio en manos de los laicos.

-Disciplina, como consecuencia de todo ese esfuerzo, que siempre fue muy liviana. En la práctica  (no  en  teoría)  tuvo  que  hacer  tres  concesiones:  la  familia,  con  la  no práctica del celibato, la extensión del concubinato o la sexualidad, el poder más el dinero y la absorción de las supersticiones, como parte de la religiosidad en la época feudal. En el siglo XIII, hay un arzobispo de Santiago, Pedro Muñiz, al que se llama el Nigromante.

En el tránsito de la iglesia monacal a la episcopal no se hace sin pagar un precio. La secularización de la Iglesia, supone la secularización del conjunto de la creencia religiosa

Cuando hablamos del auge de la Iglesia diocesana en la P.E.M., hay que hablar del punto de partida: en la Alta Edad Media solo existían, como sedes importantes, Iria, luego trasladada a Santiago, Dumio, cerca de Braga, Britonia, de origen celta para el norte de Lugo, y Pamplona, rodeado de vascones y no cristianizados hasta el XI. En el siglo IX se crearon los episcopados de Oviedo y Urgel, en Cataluña La Vieja.

Los clérigos son ahora mucho más cultos, si bien fue un proceso lento. Los conocimientos de latín, no del vulgar hablado, que también, sino del erudito para memorizar los evangelios, epístolas o oraciones se extiende Así, crecen las escuelas en monasterios y catedrales.

En el avance decisivo de la Reconquista, en el XIII, donde se llega hasta Sevilla y Córdoba, las Coronas de Castilla y Aragón heredan un territorio de población islámica que no se quiere convertir. El proceso de cristianización, a partir del sur de Toledo, tendrá lugar en los siglos XIV y  XV.  La  historia  evoluciona  en  dos  etapas  distintas  norte-sur.  Como  las  conversiones voluntarias eran pocas, el problema no se soluciona hasta 1502, donde se ordena la conversión forzosa. Pasan a denominarse moriscos. Así, el cristianismo se impone gracias a la fuerza y la emigración. Aún con todo, lo más efectivo es el nuevo sistema social de señores y vasallos, además de esa Iglesia mucho más organizada, a caballo de la “reorganización de su diócesis en señoríos feudales”.

Entre los siglos XI-XIII se genera una tupida red eclesial. Tiene este carácter mixto que es muy efectivo, ya que sirve como señorío y como administración pastoral. Los monasterios se reforman. Durante la Plena Edad Media se generan, aprovechándose del nuevo sistema social, grandes monasterios benedictinos, que son también poderosos señores feudales. A la vez que refuerza su papel social, también se incrementa su función mental como oratores. Hubo tres procesos paralelos de reforma de la Iglesia. Son, los tres, de influencia francesa:

  • Reforma gregoriana: impulsada por el papa Gregorio VII, en el siglo XI. Destacamos dosdimensiones; conseguir que los reinos ibéricos declaren su fidelidad al Papa, en una época en que el Papado trata de centralizar y consolidar su poder. Que el nombramiento de los obispos pasase a ser atribución exclusiva del sumo pontífice. La liturgia también pasa a ser la romana, en vez la hispano – visigoda. En ese sentido, también como resultado de la reforma gregoriana, comienzan a ser obligatorios los sínodos, presididos por el obispo, y los concilios, que se adscribe al ámbito del reino, peninsular o más. El fin era buscar el control de la Iglesia y los creyentes. Parece un fracaso teatralizado, ya que, en los sínodos se hablaba de cara a la galería, sabiendo que se pecaba. Con todo, había que condenarlos por obligación de Roma. La que más se resistió, a nombrar obispos, fue la monarquía castellana.
  • Cluny (s. XI). Se inicia paralelamente a la reforma gregoriana. Supone la benedictización plenadel monacato. Se expande por toda Europa. Sus orígenes, en Francia, se remontan al siglo X. Eran los llamados monjes negros, a causa del hábito. No se valoraba el trabajo de la misma forma que con San Benito, en el VI. La orden está fuertemente centralizada, poseyendo un papel importante en lo que respecta a la promoción del Camino de Santiago.
  • Císter (s. XII). Nace en el monasterio de CÎteaux en Francia en el 1098. Se les llamaba losmonjes blancos, rompiendo con el hábito negro de los cluniacenses. Recuperan formalmente la obligación de trabajar para los monjes de sus monasterios. Pero la mayoría de los que trabajaban eran conversos, seglares generalmente, campesinos adultos no educados y que no podían tomar los votos, pero que vivían en el convento. Las granjas cistercienses jugaran un papel importante a causa de los avances tecnológicos. Rompen con la despreocupación del señorío altomedieval, en lo que se refiere a la productividad agraria. También juega un papel importante en la Reconquista, en los siglos XII y XIII. Es una orden más centralizada. Parte de las órdenes militares que combaten en la Cruzada, están sujetas a las reglas del Císter. En Aragón, cuenta más el papel del Císter en las órdenes militares; mientras que, en Castilla, cuenta más para la economía y la sociedad.

Este predominio de las nuevas órdenes religiosas está acompañado del predominio del Nuevo Testamento, que tiene como consecuencia una cristianización de la onomástica. La Alta Edad Media es germánica y veterotestamentario. También supone, este salto, una difusión de los curas, que ahora tienen que memorizarlo y, por tanto, un auge del uso de la cruz y de un marianismo –culto a la Virgen-. De esta Plena Edad Media datan los inicios de la pastoral cristiana;  bautismo,  catequesis,  predicación,  uso  del  santoral;  culto  a  las  imágenes…  Se convierte en esencial para la cristianización de la sociedad y la liturgia. También data del XI la importancia de la penitencia y la peregrinación, como forma de salvación y hacer penitencia. En cuanto a la difusión del pastoral cristiano, no nos referimos solo a los nombres de los apóstoles de Jesús o a los mártires del cristianismo primitivo, sino también de los santos. Empiezan a aparecer santos en los reinos del norte, como san Rosendo de Celanova. Este ha generado “La leyenda dorada.” Un libro de relatos hagiográficos, que fue uno de los libros más copiados en la  Baja  Edad  Media.  Realizado por el benedictino Santiago de  la  Vorágine, a mediados del XIII.

En el Concilio de Letrán de 1215 se exige que los creyentes debían confesarse, al menos, una vez al año. Cuando de verdad se empiezan a cumplir es tras el Concilio de Trento. El que dificultara sus intereses, no siempre religiosos, se le aplicaba la excomunión. La excomunión será un arma importante para extender la cristianización, al servir como castigo a aquellos que infringen la ortodoxia o los mandatos de la Iglesia. Con esa liberalización, en la Península, las herejías apenas tuvieron fuerza en la Plena y Baja Edad Media, ya que la Inquisición no llega hasta el XV, estando activa en Francia desde el XII.

Se decía que, en la Plena Edad Media, aparecen dos caras del cristianismo, en el norte pacífica, y, más al sur, violenta. En el siglo VIII, lejos de la guerra directa con el Islam, se origina el Camino de Santiago, que comunica Santiago con la cristiandad occidental. Santiago El Mayor será representado como caballero matamoros, (la Reconquista) peregrino (humilde peregrino) y sedente (poder). Finalmente se impone el Santiago peregrino, como reflejo de la nueva espiritualidad pleno-medieval. Esta está entrada en la vida de Jesús, que hizo de su vida un peregrinaje para predicar su verdad. Santiago pasa a competir con Roma y Jerusalén, a la hora de hacer balance de la peregrinación medieval. La vía de Jerusalén era peligrosa; la de Roma, la primera cronológicamente, al lugar de Pedro, era al centro del poder. Sin embargo, la peregrinación masiva a Santiago de Compostela, acaba siendo el mejor ejemplo del Evangelio, al realizar los peregrinos un viaje espiritual.

Este  “cristianismo  amigable” es posible  gracias  a  la  prosperidad económica  y  al consenso feudal. En la retaguardia norteña hay una sociedad pujante, y que beneficiaba a todas las clases sociales. También, había otro tipo de beneficios para los que partían al sur como repobladores o soldados. Para estos últimos, obviamente, será más importante la iconografía de Santiago Matamoros.

En el sur tenemos otra cara, menos amigable y pacífica del cristianismo pleno-medieval. Los siglos XI-XIII son los de la ofensiva cristiana con el apoyo papal, que le da el título de cruzada. Encontramos tres elementos nuevos, de lo que llamamos, desde el punto de vista goticista, la Reconquista: apoyo papal, participación fuerzas ultrapirenaicas y creación, con participación, de órdenes militares –templarios, hospitalarios, Calatrava, Santiago-. En ellas se funden dos de los estamentos; el de oradores y bellatores. Se conforman los monjes soldados. En el 1064 se inicia la rebautización, como Cruzada, de la Reconquista, con una cruzada franco –aragonesa para la toma de Barbastro. Reinaba el rey Sancho Ramírez y, como papa, Alejandro II. En 1123, Calixto II reconoce explícitamente la Reconquista como Cruzada, nombre que se usaba, hasta ese momento, para las campañas en Oriente.

No debemos dejar de lado las disidencias religiosas. No son herejías endógenas, que origina la propia  religiosidad peninsular, sino de  herejías, que  llegan desde Francia  y se  instalan en Cataluña, fundamentalmente. Las herejías del XIII son:

  • Para el siglo XIII y como máximo exponente está Pedro Valdo. Poseen unareligiosidad rigorista, mediante una pobreza evangélica. Permitían predicar a los laicos, además de leer la Biblia en lengua romance.
  • Cátaros: Denominados puros o perfectos. También llamados los albigenses, por su origen enla ciudad de Albi. Buscaban la perfección y la pureza evangélica. Es un fenómeno de la Francia meridional, que contagia a determinadas poblaciones catalanas. La Inquisición se formó para luchar contra la herejía cátara. También habrá focos en Aragón, como consecuencia de los cátaros que  huían  al      En  el  libro;  “Montaillou, aldea occitana, de 1294 a 1324,”de Emmanuel le Roy-Ladurie, se analiza y reproduce la vida de una aldea cátara.

Llegamos a la Baja Edad Media, con la crisis del feudalismo y la ofensiva de la nobleza.  Ante la crisis de sus ingresos, la nobleza penetra en los territorios jurisdiccionales de la Iglesia. Toda esta crisis social afecta a la Iglesia, pero menos que a la nobleza, porque su poder descansaba menos en las armas que la nobleza. Hay que relativizar esto, ya que, lo dicho, vale más para la Iglesia monacal que para la episcopal. Esta crisis tiene también una dimensión pastoral. Ya, desde el siglo XIII, en plena madurez del sistema feudal y con una Iglesia integrada en las nuevas estructuras sociales y económicas, se genera una reacción popular contra el poder y la riqueza de la Iglesia. Esto se inicia en el XII, potenciándose con la crisis del feudalismo hasta el XV.

Con respecto a las herejías, llegan a Cataluña y, por ende, a Aragón influencias extrapeninsulares, ya no solo francesas, sino también italianas, a causa de la expansión mediterránea. Se trata de una serie de movimientos que podemos englobar en dos tipos: unos que funcionan dentro de la Iglesia institucional y otros que rompen con la Iglesia institucional. Serán perseguidos, pero no tanto, a causa de la inexistencia de la Inquisición y que, el poder político catalán – aragonés no persigue a estas herejías con dureza. La Iglesia se había cuidado mucho de mantener una red de hospitales (interés por los débiles), promoviendo la práctica de la caridad. Con la crisis del feudalismo esto no bastó, produciéndose, entre la Plena y la Baja Edad Media, un giro religioso con las órdenes mendicantes, por lo cual, los que daban limosna ahora la piden, dando testimonio evangélico.

Hablamos de las órdenes mendicantes; dominicos y franciscanos, que consideran su ámbito de actuación las ciudades. Su sistema de evangelización es la predicación,  así como el ejemplo y la humildad como principios. Rompen con el aislamiento en monasterios de Cluny y Císter, y se muevan entre las gentes, vistiendo hábitos austeros.

  • Creados  a  principios  del  XIII,  por  Domingo  de  Guzmán.  Se  le  ocurre,  en  elmomento en el cual participa en la Cruzada contra los cátaros. Es la Orden de los Predicadores. En 1250 ya tenían 20 conventos en la Península. El gran número de conventos se construían extramuros, porque, ya en el XIII, el propio despegue demográfico no dejaba mucho espacio libre dentro de las murallas. Era, en estos barrios de extramuros, donde estaban las gentes más pobres. Predican la pobreza y difunden el Evangelio. Sus orígenes están del lado más violento del cristianismo, ya que salen a la luz cuando figuran como componente esencial de la Inquisición.
  • Es más coherente con esa vuelta al Evangelio. En el 1208, fundan el primerconventos en Italia y, en 1214, Francisco de Asís “hace el Camino.” A finales del XIV existían 42 monasterios en Santiago. Se llamaban, a sí mismos, los frailes menores. Su rama femenina serán las clarisas. Fundan una tercera orden: la de los seglares casados, a veces ortodoxos, a veces heterodoxos. Los franciscanos fueron más consecuentes que los dominicos, y siempre estuvieron al filo de la herejía. El propio Francisco de Asís dejó, en parte, resuelto el problema. Peregrinó hasta Roma y se postró a los pies del papa. Significaba acatar la obediencia a Roma.

Donde se dieron  estos fenómenos de  herejías bajomedievales fue, fundamentalmente, en Cataluña y Mallorca, algunas zonas de Aragón y, en menor medida, Castilla.

  • Espirituales o fratricelli. El gran portavoz es Arnaldo de Vilanova, en el siglo XIII. Tenían una vida al margen de cualquier obediencia. Estaban en contra de la Iglesia institucional y de los franciscanos conventuales, ya que son una rama disidente del franciscanismo. Se denominaban los hermanos del libre espíritu, y tenían una concepción muy panteísta de Dios. Este está en todo a  través  del  Espíritu  Santo,  que  es  consecuencia  directa  de  la  religiosidad  animista indígena. Un ejemplo es a  través del “Canto de las criaturas,” de Francisco de Asís Confunden el  Espíritu Santo con Dios, creyendo que el segundo estaba siempre presente a través del primero. No creían en los sacramentos, ni tampoco en la divinidad de Jesús. En esto último, se observa una influencia adopcionista.
  • Tienen su origen francés en el siglo XII. Son, fundamentalmente, viudas que tienenuna vida en común. No es una orden institucionalizada, sino una comunidad monástica femenina desregularizada. Poseen una mayor influencia en el XIV, y en el noreste peninsular. En cuanto a simplicidad y panteísmo, tienen una influencia valdense y franciscana.
  • Las encontramos en Cataluña y Aragón. Para vivir en contacto íntimo con Dios,habitaban en celdas pegadas a los muros de monasterios e iglesias. Vivían de limosnas y de orar, más que de predicar y hacer penitencia, al estilo mendicante.

Conclusión. Las herejías de esta época fueron muy débiles para la Península, y se localizaron en las partes con mayor relación con Francia e Italia. Esto es lo que explica que, prácticamente no hubiera Inquisición medieval, la cual fue creada, en 1478, por los Reyes Católicos.

TEMA 10. MONARQUÍA, REINOS Y CORONAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

Primero vamos a tratar algunos conceptos. En el sistema feudal se daba una delegación del poder del rey, depositario de la soberanía, a los señores feudales, pero también a ciudades o a territorios, donde se respetaban los fueros. Son tres, las atribuciones de poder que se desplazan del rey a los señores jurisdiccionales: administración de justicia, capacidad para formar ejército y cobro de tributos.

El feudalismo hispánico es el responsable de esos cinco siglos de Edad Feudal, donde esos reyes no fueron capaces de crear un Estado unificado, a la manera goda. Los estados feudales, en la Península, generan unos reyes débiles, algo típico de la Europa Occidental, pero aquí tiene unos rasgos especiales, dado la fragmentación geográfica, política y económica. Los reyes, que dependían siempre de los señores feudales, comienzan a emplear, en la Plena y Baja Edad Media, a las ciudades como contrapeso al poder nobiliario.

A la monarquía, solemos denominarla como la superestructura del sistema feudal¸ frente a la infraestructura económica y social, pero con un elemento particular, que es la unidad indisociable entre la vertiente económico-social y lo político. Tiene, aquí, especial interés el ámbito de la cultura y las mentalidades. Fuera ya del determinismo simplista del marxismo del siglo pasado, debemos atenernos a denominaciones complejas, propias del sistema feudal.

Como ejemplo de la pertinaz influencia de la infraestructura sobre la superestructura está en lo que, algunos autores, denominan “el particularismo hispano.” Está en el resurgimiento de movimientos identitarios, que se producen en el momento de cambios históricos de importancia. Anima la conflictividad social.

Si nos fijamos en la Reconquista, uno de los factores que llevaron a que se extendiera por un tan largo período de tiempo es ese particularismo hispano. Acabó fragmentando el poder andalusí a partir del XI, y también en el norte. Por otro lado, el factor de formación del modo de producción feudal ibérico capacita a los reinos para crear unos ejércitos poderosos y centralizados.

El Estado juega un papel activo en la formación del feudalismo, ya que si no hubiese desaparecido completamente, no se hablaría de su debilidad. De forma contradictoria, el feudalismo genera el Estado feudal. Este tipo de Estado presenta pocas atribuciones, pero con las que tiene, contribuye a entender las relaciones sociales y las tareas que la clase feudal se proponía, sobre todo, en la Reconquista.

Otro concepto a aclarar es el de reyes y coronas. Como hemos dicho, la debilidad de los reyes es característica de las etapas  pleno y bajo medieval. En ese contexto, la autoridad real sólo es debidamente efectiva en las ciudades y tierras de realengo, es decir, en aquellas tierras y centros urbanos que tenían al rey como su señor feudal. Sobre esa parte, siempre menor en Castilla y Aragón, realmente, la monarquía, tenía unas atribuciones directas sobre una pequeña parte de la población, además de unas atribuciones etéreas sobre la mayoría, sobre todo en la corona de Castilla por lo que suponía la monarquía unificada sobre los reinos que se fueron añadiendo. A diferencia de Aragón, que no se respetaba cualquier tipo de institución real. Por ejemplo, en Galicia, ser vasallo del rey era casi como la libertad, debido a las fuertes condiciones en cuanto a rentas y  servicios de los señores feudales. No es el caso del resto de Castilla, con confrontaciones de ciudades y tierras con la monarquía. En Galicia se quería huir del dominio señorial al real por la propia correlación de esas dos fuerzas. En el resto de territorios, la capacidad del rey para ejercer su autoridad es muy limitada.

En el siglo XIII tiene lugar, en la corte de Alfonso X, un intento extraordinario de dotar a la monarquía castellana de una doctrina que justificase su soberanía sobre la población y los señoríos feudales. Para ello se trata de imponer el derecho romano sobre el consuetudinario, pues, en ese derecho, destacaba la res pública sobre los poderes señoriales. Tuvo escasa fuerza en la vida social y política, siendo más bien teórica. En las “Partidas” encontramos, con detalle, todo un desarrollo jurídico, influido por el derecho romano y la filosófica escolástica de Tomás de Aquino. Pero, las “Partidas”, no tuvieron apenas implantación, sino que siguió primando el derecho local consuetudinario en sus recopilaciones de fueros viejos. Cuando Alfonso XI, en el 1348, intenta introducir en el ordenamiento de Alcalá las Partidas para dictar sentencia, lo hace en cuarto lugar. En primer lugar se ubican los usos y costumbres, en segundo lugar las sentencias de los jueces locales, y en tercer lugar las compilaciones. Es un gran fracaso de Alfonso X, aunque relativo, ya que da un nuevo aire a la monarquía asediada por los poderes feudales. Las “Partidas”, a partir del XIII, servirán para la formación de juristas reales y para hacer propaganda escrita de la monarquía. Hasta el XVI, con el Estado moderno,  las “Partidas” son unas herramientas indispensables para el derecho moderno.  Hoy día, es una buena herramienta para el historiador, al ser un testimonio de la mentalidad de las gentes de ese momento.

La reacción señorial de la Baja Edad Media, con la crisis económica – social, impedirá la consolidación, o más bien, la creación de ese gran estado al que siempre aspiraron los monarcas. La crisis económica social y mental de lo feudal, que se inicia en 1348, aunque se trata de una fecha simbólica, provoca continuos conflictos civiles y revueltas sociales.

El rey era acompañado, en sus labores, por una corte o curia feudal, que así quedaba reflejada en la documentación. Estaba compuesta por una serie de señores, que le debían obediencia vasallática por dos vías:

  • Auxilium: defender al rey con sus ejércitos privados en las tareas de la guerra.
  • Consilium: asesorar al rey (la corte). El origen del feudalismo está en la relación de la clase dirigente. La relación de señor y vasallo, en su origen era la relación del rey con los nobles que le rodeaban, exigiéndose obediencia y vasallaje.

En cualquier caso, el grueso de la población estaba más ligada íntimamente con su señor feudal que con el rey (de naturaleza política), al que se le veía como una figura lejana. Lo primero, vasallo de un señor, primaba sobre lo segundo, súbdito de un rey. La importancia queda explícita tanto si se habla de coacción como de consenso. Aún con todo, el rey es una figura concreta. Desde la Plena Edad Media toma la iniciativa, al menos en aquellos aspectos que la corte feudal o los fueros viejos le permitían. En ocasiones el rey es llamado, en los tratados políticos, ‘príncipe,’ sobre todo en la Baja Edad Media. Las funciones del rey se describen según el fuero viejo de Castilla, que luego se recogen en las Partidas. Privilegios;

Alta justicia. Esta se encuentra por encima de la justicia señorial, aunque está muy limitada en su aplicación. La apelación es en última instancia, si no se resolvía en una primera parte. El problema de la justicia, en época feudal, radica en que, el rey,  es juez y parte. El señor imparte justicia, pero, según los temas, también era parte interesada en el conflicto. De ahí que se deriven, del proceso jurídico, conflictos sociales. También cabía la posibilidad de resolver conflictos en casos de que sucediesen en la corte. Estos eran determinados delitos, atroces en general, que correspondían a esta jurisdicción. Se llevó a cabo, sobre todo en conflictos internos de la nobleza y en los lugares de realengo, no más. Tiene, eso sí, una gran importancia simbólica, además de adornar el poder monárquico.

Acuñar moneda. Se reconoce el papel del rey en la nueva vida económica.  Se relaciona con la industria, el comercio y las ciudades. En cada nueva ciudad, suele haber un documento del rey o de un señor local avalado por el rey. Son atribuciones residuales desde el punto de vista señorial.

Liderar el ejército.  El rey tiene derecho a proclamar la guerra, a dirigirla y a coordinarla. El factor, para la Península, es el más importante respecto a los otros dos.  En ningún momento se le concede al rey la posibilidad de formar un ejército permanente, algo que sí poseían sus señores en sus territorios.

Por otro lado, en la Plena Edad Media, los ingresos/tributos del rey provienen de los impuestos del comercio y la guerra. En ésta última, se solicita dinero a las ciudades a través de las cortes. Esta petición se acabará configurando como un impuesto fijo.

La guerra es la base del poder real en la Península Ibérica. Es la primera tarea que justifica dicha institución, y la única posibilidad de mantener ocupados  a la nobleza y al alto clero, ya que supone la oportunidad de obtener nuevas tierras a cambios de servicios y homenajes. El rey no podía conceder estas “mercedes” a causa de su escaso patrimonio. Necesitaba de las tierras conquistadas para mantener fieles a los señores feudales, sobre todo a los laicos,  los principales beneficiarios. La evolución del poder político militar, monárquico, de norte a sur no tiene explicación sin la guerra. Es el factor más importante para acercarnos a la monarquía como institución. Es la guerra permanente, no en un sentido cronológico, sino a la hora de marcar las instituciones. La guerra define el mapa y la evolución de los reinos hispánicos por la superficie de la sociedad. En esta superestructura se generan, durante la Plena Edad Media, tres fenómenos interrelacionados;

La existencia de reinos sin reyes propios. El reino de Galicia existe entre el V-XV. Es un reino social, sin rey propio. No tiene rey propio desde el fin del reino suevo, con dos excepciones. El rey don García II, en el siglo XI, o el caso de Alfonso Raimúndez, coronado como rey de Galicia en Compostela, por Gelmírez, aunque fuese la plataforma para tomar el poder en León. Será el rey Alfonso VII. En los siglos XIV y XV, hemos detectado un siglo sin presencia física de ningún rey de Castilla en Galicia. Esto ayuda a crear la noción de rey imaginario, es decir, ni conocían el nombre del rey, ni su persona. Sólo a través de representantes, cartas o monedas.

Una característica acumulativa de las coronas de la Península. Los reyes sí que cumplieron esa función ideológica, no escrita, que tenían, el rey y su corte, de llevar a cabo la profecía goticista en favor del triunfo de una España de inspiración goda unificada frente al Islam. Esto lo acaban consiguiendo los Reyes Católicos en el XV, pero es iniciada por los monarcas asturianos en el VIII. Es un éxito que tiene que ver con el principio de representación social, tanto en un sentido de mentalidades como en otro de representación social directo. Fueron capaces de asumir y difundir un imaginario político – religioso. Consiguieron, al mismo tiempo, resultados económicos – sociales  importantes para la nobleza, al obtener nuevas tierras, así como para la cosa pública, gracias al auge de las ciudades. También con la finalidad de obtener su apoyo político, aunque en un segundo lugar.

De manera que, ya en el XII, pero sobre todo en el XIII, se crea al lado de la curia feudal, las Cortes del reino. Buscan que las ciudades tengan una representación directa cerca de la monarquía. La razón inicial era conseguir fondos para financiar las guerras. Estaban también representados la nobleza y el clero. Era ansiado, este apoyo, por el poder arbitral del rey. La creación de las hermandades en las ciudades, con atribuciones de justicia, servía para garantizar el orden público (ejército) en situaciones delicadas, caso de guerras, crisis sucesorias, vacíos de poder, posibilidad de nuevos tributos. Un ejemplo es el de la Santa Hermandad. Fue una concesión generosa y a la vez interesada a las ciudades, ya que siempre se busca un contrapeso, de apoyo político, a la nobleza feudal. El máximo de ese apoyo mutuo llegó en 1467, con la Santa Hermandad del Reino de Galicia, consiguiendo del rey Enrique IV el apoyo a sus actividades.

A la hora de hablar de la evolución histórica que lleva a la consolidación de los reyes hispánicos encontramos una profusión confusa de reyes y batallas. Vamos a destacar dos rasgos que parecen fundamentales entre los siglos XI-XV.

Encajonamiento de algunos reinos del norte peninsular, caso del Reino de Galicia, de Navarra y el Principado de Cataluña, favorece la fortaleza y diferenciación de los factores económicos, sociales y culturales que caracterizarán a gallegos, vascos y catalanes.  Menguado en poder político, estos reinos/principado, intensifican esta diferenciación, que tiene la máxima expresión en la potenciación de las lenguas romances o de la primitiva lengua euskera

El Reino de Galicia forma parte, sucesivamente, de los reinos de Asturias, León y Castilla desde el momento en que es absorbido por el Estado visigodo, en el período anterior. Es un proceso clásico de encajonamiento, porque cada vez Galicia queda más lejos de la Corte. Deja de ser frontera con el Islam muy tempranamente, siendo un reino de retaguardia. No se beneficia tanto de todas las nuevas tierras y privilegios, ya que su vivencia no es de frontera o no participa activamente en la Reconquista. El momento decisivo del encerramiento es en 1085, cuando la capital pasa de León a Toledo. Queda agravado por la separación de la Galicia del sur, la Galicia Bracarense, que será el germen del reino de Portugal en el 1143. La pérdida total de influencia de este reino en la Corte, tiene lugar en el 1230, cuando muere el rey leonés Alfonso IX. Esto implica una feudalización del reino de Galicia más temprana y específica

El Reino de Navarra reúne las provincias vascas y la Rioja. Siempre estuvo, a partir del X, encajonado entre lo que sería Castilla y Aragón. Tuvo su momento más brillante en el siglo XI, con Sancho Garcés III el Mayor, muerto en 1035. Para ese momento reunía Castilla y los Condados Catalanes. El rey llegó a tomar León (1034) y a proclamarse Imperator totius Hispaniae, redundando en la idea goticista. Con Sancho IV, que muere en el 1076, el reino desaparece como tal durante 67 años. Quedan repartidos, los territorios, entre Castilla y Aragón.  En 1143 vuelve a reaparecer, resaltando lo efímero y cambiante de los reinos, mediante herencia o guerra de tronos. En el 1200, el reaparecido reino de Navarra pierde Álava-Guipúzcoa a manos de Castilla, quedándose sin ninguna salida al mar. Desde ahí, orientará sus miras al otro lado de los Pirineos. La anexión forzosa del reino por parte de Castilla se produce en el año 1515, si bien conservan los fueros viejos. Esto se debe, seguramente, por influencia de Aragón, más que de Castilla.

Cataluña. Al igual que Galicia, se integra en una entidad política superior, que es la corona de Aragón. Uno de los tres condados sirvió de base para la creación del Condado de Aragón, que por estar mejor situado geográficamente, fue una plataforma para la Reconquista. Hay que decir, no obstante, que Aragón respetó la categoría de los territorios que iba anexionando. Los aragoneses, supieron valerse del potencial económico catalán para expandirse por el Mediterráneo, en los siglos XII, XIII y XIV. En el X se produce la independencia de los Condados Catalanes con respecto al Imperio Carolingio. En el XI, es el momento de la hegemonía del conde de Barcelona con respecto a los demás condados, además del momento en el cual se empieza a configurar el feudalismo. En el XII, el condado de Barcelona –ya de Cataluña- se integra en Aragón. En el XIII colonizan Valencia y Mallorca bajo el paraguas del reino aragonés, extendiendo el catalán a lo que hoy se llaman los Países Catalanes. En el XIV se constituye la Generalitat de Cataluña. Cataluña pasa de ser un condado a ser un principado en ese siglo. En 1410 muere el último conde de Barcelona. Fue un encerramiento hacia afuera. Fue provechoso, al ser una zona muy desarrollada en los temas de competencia real, con ciudades comercio, industria y economía monetaria. Todo esto explotará con la crisis de Cataluña y su re – señorialización, a partir del XIV. Es una especie de reacción de la nobleza contra la crisis y los intentos de las burguesías urbanas y comerciales de conseguir un espacio de poder, siendo apoyados por la monarquía. Se notó en el XV, en el Principado de Cataluña. Como en los otros casos, el encajonamiento reafirmó la identidad catalana.

Expansionismo de otros reinos, caso de Castilla y Aragón. Son fronterizos con el Islam, y prueba de como el poder político – militar avanzaba hacia al sur, conforme avanzaba la Reconquista. El poder monárquico es síntoma, causa y consecuencia del avance de la Reconquista. La base social del esfuerzo reconquistador es la nobleza –laico y eclesiástico –, además de ser su principal beneficiadora.  Están muy vinculados a la conformación final del Imperio Español, en el XVI.

Castilla. En el 932, el condado de Castilla es autónomo con respecto al reino de León. En 1037 tiene lugar el primer intento unificador de León y Castilla. En 1212 tiene lugar la batalla de Navas de Tolosa. A partir de aquí, la Reconquista avanza muy fuerte, con el reino de Castilla, de León y Portugal En 1230 tiene lugar la integración definitiva de León en Castilla, siendo las cortes leonesas absorbidas por las castellanas. El siglo XIII es cuando se consolida la hegemonía territorial y política en la Península Ibérica, siendo más de la mitad del territorio peninsular perteneciente a Castilla. Es un éxito económico –social, pero también de mentalidades colectivas, ya que son los dueños de la franquicia goticista. El rey es el depositario de los destinos, que según la ideología de Cruzada se atribuían a las monarquías hispánicas.

Aragón. Avanza paralelamente a la expansión castellana, pero sin tener tan claro el objetivo final. Además, tenía otras opciones de expansión territorial, como el Mediterráneo o el sur de Francia. Se forma en el XII, a través de la integración de Cataluña y Aragón. Se pactan acuerdos con la Corona de Castilla y León, de cara a la lucha con los almorávides, pero hay un conflicto con Castilla y León, es decir, en el enfrentamiento entre Urraca I y Alfonso el Batallador. Después se delimitan unas zonas de marcha hacia el sur, para evitar enfrentamientos. Estas zonas siempre favorecieron a Castilla, a causa de tener más fuerza en la negociación. En el XII, la expansión se da por el sur de Francia, por la Provenza y el Languedoc. El rey aragonés Pedro II cayó en Muret, en el 1213, lo que frenó la expansión aragonesa por el sur francés. Desde entonces se enfocó, la expansión, hacia el Mediterráneo. Con Jaime I el Conquistador se ocupan Valencia, por caballeros catalanes, y Mallorca. En el 1244 se unen a Castilla y derrotan a los musulmanes en la batalla de Almizra. Después se renuevan los acuerdos del XII. Pero se da un esquinamiento de la corona de Aragón en el territorio hispánico. El Mediterráneo, y las buenas relaciones internas de los reyes aragoneses con los nobles catalanes durante la Plena Edad Media, compensan la dificultad por obtener nuevas tierras después de la batalla de las Navas de Tolosa, en la cual esta Corona no participó.

En el XIV, a raíz de la victoria de Enrique de Trastámara sobre Pedro el Cruel, se inicia un proceso de re-señorialización a cargo de la nueva nobleza trastamarista. Esto lo explicó Salvador de Moxó, medievalista español, siendo esta nobleza mucho más agresiva. Esta nobleza, posterior a 1369, llevará el espíritu expansionista a nuevas tierras de infieles, más allá del Atlántico y a partir de 1492.

TEMA 11. IDENTIDADES MEDIEVALES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

Para empezar, explicamos algunos de los conceptos que emplearemos para desarrollar el tema:

El primer concepto que hay que tener claro es que hay una tradición, en la cual se distingue entre nación y nacionalidades, y que está plasmada en la Constitución española de 1978. Aquí fue donde se propone el término de nación para España, y el de nacionalidades históricas para Galicia, Cataluña y Euskadi. Todas ellas tienen en común que son soporte de un idioma propio o, mejor dicho, que el idioma propio acompañó al proceso de formación nacional a lo largo de la Edad Media.

Siguiendo a Marx, este emplea el uso de la nación para todos los periodos históricos. Por otra parte, son las Ciencias Sociales las que han puesto de moda el concepto de identidad. La mayoría de las CC.AA. actuales, se pueden considerar que tienen una identidad propia, con in origen en la Edad Media. Nos referimos a regiones como Andalucía o Aragón.

Es pertinente tratar este tema y en esta asignatura, porque, si algo se puede demostrar empíricamente, esta es la sincronía cronológica entre la formación de las nacionalidades medievales y la formación del feudalismo. Decir también que, dentro de nuestra opción historiográfica, hemos encontrado la clave explicativa de la formación de las nacionalidades. Radica en la relación que existe entre la sociedad y la cultura, o la sociedad y la lingüística.

Evidentemente, los fenómenos nacionales atraviesan un modo de producción. Una de las razones es que no dependen del ámbito político, donde la fluidez de los cambios es extraordinaria. Ni tan siquiera depende de los cambios de un modo de producción a otro, por mucho que el concepto de nación cambia según las diferentes formas de producción. Aquí nos centramos en la época medieval, donde surgen las identidades nacionales en Europa.

La historiografía española no ha prestado atención a este fenómeno por dos motivos. Debemos tener presente, en primer lugar, la existencia de dos grades corrientes:

La historiografía tradicional, centrada en el ámbito político, militar, narrativo, diplomático e institucional. Aquí solo interesa el Estado-nación. Entre otras cosas, porque el positivismo es fruto del nacionalismo decimonónico. Incluso, luego, los nuevos historiadores de la economía y de la sociedad, tampoco trataron el tema. Simplemente, a la hora de investigar se adaptaron al contexto político. De esta forma, vemos que cualquier manual de Historia Medieval de España, que aborda la economía y sociedad, toma como referencia reinos y coronas, adaptándose a los esquemas de la historia positivista-tradicional. Hay que decir que, también supone una complejidad grande tener que tratar con varias especialidades a la vez, ya que para tratar el problema de la identidad, hay que tocar historia social, económica, política, de las mentalidades, cultural etc. En ese sentido, esto va a contrapelo de la fragmentación historiográfica, que se produce gracias al descubrimiento de nuevos ámbitos para los historiadores, por parte de la historiografía renovadora del siglo pasado.

Una nueva historia, representada por la Escuela de Annales y el marxismo.

Como conclusión se añade que, las variedades del feudalismo, junto a las variedades lingüísticas producen las nacionalidades medievales en la Península ibérica.

Ya vimos, en temas anteriores, como en la P. Ibérica el peso tan diverso de la geografía, la economía y la sociedad generó el denominado particularismo hispano, es decir, la tendencia constante, en momentos de cambio, a encerrarse en determinados territorios, la mayor parte de las veces estancos respecto a los territorios vecinos. Eso es así desde la caída del Imperio romano hasta la transición al feudalismo.

Lo que vamos a ver es como ese proceso de particularismo hispano genera nacionalidades específicas durante la Plena Edad Media, como consecuencia, no sólo de los cambios económicos y sociales en un contexto geográfico muy diversificado, sino también de la evolución del latín vulgar a las lenguas romances, adaptándose a los cambios que hubo en la propia evolución del feudalismo. Hay que decir que, cuando los hispanos hablan ese latín vulgar, no tienen conciencia de estar hablando una lengua distinta del latín, es, simplemente, un latín popular influenciado por las lenguas indígenas. Eso no ocurre con las lenguas romances, ya que se tiene conciencia de que es una lengua distinta, y una toma de conciencia al pertenecer a una nación distinta. Con esto, ese particularismo genera lenguas y nacionalidades distintas, y eso, además, va a ser para varios siglos.

Hay que decir que, en la Alta Edad Media cristiana, se generalizan las lenguas romances en el ámbito oral. Ya en la Plena Edad Media, se produce su transición a la escritura. Es un proceso coetáneo del Pleno Feudalismo.

Antes distinguíamos entre nacionalidades y regiones en la P. Ibérica, desde el punto de vista histórico medieval. La razón más importante son las lenguas diferentes. Partimos del hecho de que, el mayor factor de diferenciación social entre nacionales en la P. Ibérica es la lengua, y que ha generado comunidades de nuevo tipo, de un tipo nacionalitario de muy larga duración, que ha llegado hasta hoy.

¿Cómo se produce la formación de esas lenguas romances en los espacios que generan las nacionalidades medievales? Es la consecuencia de que, en algunos espacios peninsulares, se ha dado un mayor grado y una mayor duración de interacciones sociales en un espacio relativamente homogéneo. Esto ha conformado unas fronteras lingüísticas y sociales paralelas.

Ejemplo. Si  se nos pregunta hasta donde llegaba el Reino Medieval de Galicia, pues, llegaría hasta donde llegó el gallego hablado y escrito, lo que viene a incluir el occidente asturiano y el Bierzo leonés. Fernando el Católico, en un viaje a Galicia para reunirse con el Conde de Lemos, dice al llegar a Ponferrada que ‘’estamos en las puertas de entrada del Reino de Galicia’’.  Existe también una cierta homogeneidad social, como prueba está la extensión de la Revuelta irmandiña a estas zonas. De hecho, los irmandiños persiguieron al Conde de Lemos hasta Ponferrada.

Por lo tanto, si decimos que el mayor factor diferencial de las nacionalidades son las lenguas, hay que añadir, a continuación, que esa identidad nacional es una identidad social, eminentemente popular, ya que la conversión del latín vulgar a las lenguas romances es un fenómeno de abajo-arriba. De ahí que esto reste importancia, desde el punto de vista de creación de entidades nacionales, al fenómeno más elitista de la consolidación de las lenguas romances en el ámbito escrito. De este modo, hablamos de una identidad popular, y que abarca al conjunto de la sociedad, no solo a unas élites. De hecho, la lengua de uso habitual generó una literatura propia, salvo en el País vasco, lo que no restó fortaleza a su identidad nacional.

Sobra decir, con todo esto, que no existe correspondencia entre las nacionalidades medievales de la P. Ibérica y los estados que se suceden, mucho más inestables. Donde se produce este fenómeno de tipo nacionalitario es en el norte de la Península, extendiéndose luego hacia el sur. El sur, nos referimos al sur de Toledo, se encontraba bajo el dominio de Al-Ándalus, y se desarrolló, en todo caso, bajo los Reinos de Taifas, por lo que no conoció ese proceso de feudalismo cristiano occidental, así como tampoco el surgimiento de las lenguas romances a partir del latín medieval. Por tanto, las regiones del sur, sólo fueron receptoras a partir del XIII, con la expansión de los reinos cristianos del norte.

En este discurso nos estamos refiriendo a las cuatro nacionalidades medievales, surgidas en el norte peninsular: Galicia, Cataluña, País Vasco y Castilla. Todas ellas surgen de abajo-arriba, tanto en lo que toca a la formación del feudalismo como a la formación de las lenguas romances, jugando el papel político un papel subalterno. Una relativa excepción a esto último es el caso castellano, que se trata de una nacionalidad de tipo expansivo, al contrario de las otras tres. Es a causa del encajonamiento de los reinos del norte, como consecuencia del avance de la Reconquista.

Decíamos que no se corresponde nacionalidades medievales con estados, y más bien, lo que pasa, es que cada nacionalidad pertenece a monarquías diferentes:

En el caso de Galicia, desde el siglo VI con la época del Reino visigodo, pertenece, ya, a ese reino, luego a Asturias, León y Castilla, de forma sucesiva. Además, en el XII, la parte sur de Galicia se separa, y forma el Reino de Portugal. En el período pleno-medieval, deberíamos referirnos, más bien, a una nacionalidad gallego-portuguesa, y que se sigue desarrollando al margen de la pertenencia de la Galicia norteña a Castilla.

En lo que concierne a Cataluña, los Condados Catalanes pertenecieron al Imperio carolingio, y a partir del XII a la monarquía aragonesa.

En cuanto al País Vasco perteneció, sucesivamente, a Navarra y Castilla, mientras que la parte francesa dependió del reino franco e incluso, por momentos, al Reino de Inglaterra, en los momentos en el cual, el ducado de Aquitania, perteneció a este reino.

En el caso de Castilla, es una relativa excepción, ya que genera su propio Estado a cuenta de su expansión en detrimento de Al-Ándalus. Castilla, que empezó siendo un condado del Reino de León, genera ese estado propio, configurándose como una monarquía acumulativa y cada vez más plurinacional.

Hay que insistir en que si no dependen de los Estados, ¿de qué dependen? El factor fundamental es la formación de lenguas diferenciadas y de la evolución del feudalismo. Esa sincronía se produce cuando se alcanza el feudalismo pleno y las lenguas romances pasan a ser literarias. Por tanto, lo que tiene de específico cada tipo de feudalismo, es que desarrolla, en los espacios cristianos del norte, sociedades diferenciadas y lenguas romances distintas, a través de tres vías de interacción de tipo horizontal al margen de toda la jerarquía feudal. Es importante valorarlas, porque ese tipo de interacción genera maneras distintas de hablar. Siempre que existan límites de tipo social se reflejan en los límites lingüísticos, o viceversa.

La forma en que se genera una lengua aparte se produce a través de seis vías:

La red viaria romano-medieval, que se hace más densa conforme nos acercamos al momento de la revolución feudal.

La Iglesia como red social, con misas, romerías etcétera. Supone la concentración de gente.

Los mercados, las ferias y las ferias ambulantes que se mueven de un lugar a otro. Ya en la Plena Edad Media se consolidan esos nudos de relación social, que será la red urbana.

La red de fortalezas, uno de los atributos de la revolución feudal del año 1000. Torres y castillos son el lugar al que se acude a pagar las rentas y, en ese sentido, son también centros de comunicación.

La cultura popular oral, con los juglares difundiéndola de un lugar a otro, ya que se aprovechan de las redes antes comentadas.

En un momento algo posterior se consigue una consolidación de la red urbana. Las ciudades dan un impulso decisivo para la puesta por escrito de esas nuevas lenguas romances.

Sintetizaremos las características de ese doble proceso de formación feudal y lingüísticocultural para cada una de esas cuatro nacionalidades.

Galicia. Encontramos, aquí, un reino social sin rey ni instituciones propias, como es común en esa centralista Corona de Castilla. Se produce el fenómeno del encajonamiento, donde deja de ser fronterizo y, por tanto, se producen unas intensas relaciones internas de ese reino, fundado por los suevos en el siglo V, y que se inician ya en la propia Alta Edad Media. Como ya se dijo, la frontera entre la Galicia norte y sur, después de la fundación del Reino de Portugal, no existe en ese aspecto de comunicación y de comercio. De hecho, los señoríos eclesiásticos y laicos tenían patrimonio y vasallos, tanto en Galicia como en Portugal.

Otra característica de este reino social, sin casi influencia política en la conformación de esta identidad gallego-portuguesa, es el carácter clerical de su feudalismo. La tierra de Santiago del siglo XII, con Gelmírez a la cabeza, es el mayor señorío feudal de la Península Ibérica, de manera que, la nobleza gallega, juega un papel subalterno, aunque siempre presionando. Esto reduce al mínimo las tierras de realengo en Galicia.

Esta situación se explica porque, desde el tiempo de los suevos, la Iglesia establece una alianza con los sucesivos poderes. Así, la red parroquial ya tenía un papel importante en el siglo VI. Hay, también, un proceso de cristianización de las élites muy precoz. En el siglo IX, viene la invención del sepulcro del apóstol, lo que genera unas donaciones continuas por parte de los monarcas asturianos y leoneses a la Iglesia gallega, tanto a los obispados como a los monasterios. Después, vino el refuerzo del Camino de Santiago, que favoreció que, Galicia, estuviera a la hora de la revolución feudal hacia el año 1000. Además, el Camino fue un factor de conciencia diferenciada para los habitantes del reino social de Galicia.

A partir de 1369, una nueva nobleza trastamarista pasa a ejercer una hegemonía violenta sobre la parte eclesiástica de la clase feudal. Ejercen un proceso de re-feudalización respecto al mundo de los vasallos. Así, se apropia de los señoríos eclesiásticos, terminando en un siglo con la hegemonía de la Iglesia.

Esto acaba generando, en las clases populares, una reacción revolucionaria, que llevó al poder, entre 1467-69, a la Junta General de la Santa Hermandad del Reino de Galicia, máxima expresión de la nacionalidad gallega medieval.

La transición del latín vulgar al romance genera una lengua única, desde el Duero hasta el Cantábrico, de manera que, cuando el Condado portucalense crea una monarquía propia en el XII, es demasiado tarde, en el sentido de que, tanto en el norte de Portugal como al sur de Galicia, el gallego ya era la lengua preponderante. Lo que realizó el nuevo poder monárquico portugués, fue hacer suya esa lengua que, ellos, habían construido con la Galicia del norte a lo largo de los siglos anteriores. Durante los siglos XII y XIII, se da el paso de la lengua gallega, ya preponderante en los siglos anteriores, al ámbito escrito, con un grado de conciencia importante. En la “Historia Compostelana” siglo XII, hay, como es muy habitual en los textos en latín de esa época, interpolaciones de palabras gallegas. El gallego sustituye a cualquier otra lengua en la Galicia medieval, pero  es animado por la fuerza popular, siendo asumida por las clases dirigentes del entramado feudal. Eso no pasará en el País Vasco, pero si en Cataluña y Castilla. La generalización del paso de los documentos administrativos al gallego lo sabemos gracias a la documentación de los monasterios gallegos. En cambio, sólo en tiempos de Alfonso X encontramos en Castilla una preponderancia del gallego como lengua literaria. Por otro lado, en Portugal, será hegemónico en la administración. Eso es consecuencia del feudalismo pleno, porque si tiene que haber pacto feudal, hay que hablar una misma lengua. En el siglo XIII la documentación de la administración monacal es totalmente en gallego. En la lírica, ya dijimos que el rey Alfonso X la adoptará, sobre todo en las “ Cantigas de Santa María” .

La separación de Portugal no interrumpe, insistimos, ese tránsito del gallego oral al escrito, aunque debemos hablar de gallego-portugués. Otra cosa es cuando la monarquía portuguesa, siguiendo el ejemplo de Castilla y Aragón, completa la conquista hasta el Algarve, adquiriendo su feudalismo matices distintos al del noroeste, siendo ahora más colonizador.

Cataluña. Llega al feudalismo y a la formación de la nacionalidad de una manera distinta al caso gallego. Encontramos unos condados siempre pertenecientes a una entidad superior, primero con el reino franco y después con Aragón, vueltos hacia sí mismos por ese encajonamiento, ya que la expansión por el sur es obra de Aragón. Encontramos, aquí, la creación de una entidad nacional medieval completa, donde cambia todo el sistema social al igual que el lingüísticocultural, sobre todo en Cataluña la Vieja, es decir, las provincias de Barcelona y Gerona. A diferencia de Galicia, aunque formando parte de una corona superior, la nacionalidad catalana tiene instituciones propias que, a partir del siglo XII, giran en torno al conde de Barcelona, que ejerce su hegemonía, primero en la Cataluña Vieja y luego en la Cataluña Nueva, es decir, las provincias de Tarragona y Lérida. Realmente, acaba siendo un principado, ya que el conde de Barcelona es una especie de rey de segundo nivel que lidera, en lo político, la nacionalidad catalana desde el XII hasta el XV.

En este principado feudal, además de un cuasi-rey propio aunque el Principado se instaura oficialmente en el XIV, encontramos fueros. De especial relevancia son las recopilaciones del derecho consuetudinario catalán, las Cortes propias, la Diputación de las Cortes, que se convierte en Generalitat, etc. La existencia de estas instituciones específicas de Cataluña, aunque no adopten ningún papel activo en la formación del idioma, favorecen el tránsito del catalán hablado al catalán escrito. Esas instituciones propias facilitan que, Cataluña, sea el motor económico de la Corona de Aragón, y que mantenga, dentro de ésta, un poder que no logrará Galicia a partir de la unificación de Castilla y Aragón.

Otro rasgo importante es la consolidación de un patriciado fuerte, que llega a unos niveles de estatus y poder semejantes a los de la nobleza, contando con el apoyo del rey de Aragón en el marco de Barcelona como gran urbe peninsular. Esta era un centro comercial e industrial, punto de partida de la expansión aragonesa por el Mediterráneo. La nobleza e Iglesia feudal, en Cataluña, juegan un papel relativamente subalterno, en detrimento del patriciado urbano y la vida urbana con sus actividades comerciales y artesanales.

En el proceso de encerramiento, cuando la Reconquista avanza cara el sur, Cataluña juega un menor papel, por lo menos para la alta nobleza. Con este encajonamiento se produce un incremento de la presión señorial sobre los campesinos vasallos/payeses. Es una refeudalización, que comienza ya en el XIII hasta el XV, alrededor de los payeses de remensa y los malos usos. Sobre todo en la Cataluña la Vieja. En 1486, tras la segunda guerra de los remensa, Fernando II de Aragón elimina los malos usos y la necesidad de pagar la redención de los miembros de la gleba. Es un apoyo de la monarquía.

Identidad catalana nacionalidad – popular. A diferencia de Galicia, con más apoyos, aquí se trata de una lucha de clases. Estos payeses de remensa son una consecuencia dramática de esa especificidad de ese nacionalismo catalán. Es una parte. La otra, es el peso de la burguesía, del comercio y de las ciudades que conviven de mala manera. Cuando llega la conflictividad bajomedieval en la nacionalidad catalana estaba constituida y sigue, el idioma catalán como lengua administrativa, literaria…

El paso del catalán oral al escrito se da antes que en Galicia. Este fenómeno transcurre en la Plena Edad Media, por su relación con el espacio occitano con lírica en provenzal, pero la poesía en catalán la detectamos en el XIII. Mucho antes se escribe la documentación administrativa en catalán, en los siglos XI y XII. Son documentos feudales, costumbres que están en catalán. Es el derecho consuetudinario pasado al escrito. En el XIII, toda la documentación está en catalán. Es una época monolingüe, con los fueros, la prosa, las cuatro crónicas catalanas y también homilías, aunque ya en el IX, en el Concilio de Tours, se recomienda predicar en romance. En el  1410 muere el último príncipe de Cataluña, Martín I (de Aragón) el Humano y dos años después, un rey Trastámara, Fernando I, asume la corona de Aragón. Entra en la órbita de la violencia de la nobleza trastamarista. Barcelona será sustituida por Valencia como motor de la economía de Aragón.

El País Vasco es un caso excepcional. La nacionalidad medieval está formada en los territorios vascones, una etnia milenaria anterior a los celtas y los indoeuropeos. El espacio, que adquiere un aspecto feudal, se caracteriza por el empuje de la etnia vascona, que no sufre, sino muy tardíamente, la romanización y la cristianización. Cuando se produce, en tránsito al feudalismo, es un tránsito de golpe, de una Alta Edad Media mayoritariamente indígena a un feudalismo de sincronía europea.

El País Vasco disfruta de una Edad Media floreciente pero la más peculiar, por lo indígena, la continuidad. El mayor ejemplo es la hegemonía del euskera en la comunicación oral, hasta en final de la época. Mayor peso de las comunidades de aldeas y de valle. Como se genera con la ayuda de la monarquía unas clases medias urbanas y rurales que disminuyen el peso específico del feudalismo clásico. Es la multiplicación de hidalgos rurales y de villas urbanas.

En la Plena Edad Media se crean 88 villas costeras, además de en los caminos, también de Santiago, del rey. Es una reducción del peso de los señores. En Euskadi, al igual que en otros lugares, se va generando el sistema de fortalezas con la generación del vasallaje, pero con el contrapeso “democrático” horizontal de esta clase media y de la influencia del rey. Al no existir, con el proceso de encajonamiento, la posibilidad de adquirir nuevas tierras, el sistema se vuelve contra sí mismo y de forma violenta. El País Vasco, en el proceso de Reconquista, juega un papel expansivo hacia La Rioja, un proceso de vasquización.

Para el País Vasco, Pamplona debió de ser lo mismo que el condado de Barcelona para Aragón o el condado de Castilla para esta misma corona. Pero no. El reino de Pamplona del IX, hace el pacto con la población vascona del campo. La mayor expansión del reino fue con Sancho el Mayor, en el XI, e incluye Vizcaya, Guipúzcoa y Álava. Duro poco tiempo. Castilla las integra en el XIII. El reino de Navarra queda encajonado Fue el germen, en Pamplona, del euskera, que se extendió absorbiendo sus distintas ramas dialectales. Más allá de los Pirineos, también se produjo la incorporación de la zona vasca francesa a la corona francesa.

El romance navarro o el romance occitano no se impusieron. El euskera fue la lengua oral de todas las clases sociales, sobre todo de las populares. No tuvo una literatura medieval, ya que el primer libro en euskera se da en el XVI. La nacionalidad vasca vive en una situación de diglosia; el latín y después el castellano o el francés, según. Es una fractura social entre las élites y los populares.

La falta de lenguas romances es un síntoma, causa y consecuencia de que no hubo un pacto feudal. También hay agresiones de los señores, no solo contra sus vasallos, sino contra el resto de la sociedad, incluso antes del 1348. En los XIV y XV, hay una lucha de bandos nobiliarios, algo específico de este lugar. Es una especie de clanes, que se forman entre nobles bajo la dirección de una casa noble. Un clan dominaba en una provincia. Es una influencia tribal en una nobleza que necesitaba coordinar horizontalmente.

Esto es, la crisis del feudalismo genera las revueltas, por reacción a las luchas internobiliares. Esta reacción fueron las Hermandades, de hidalgos y villas, que fueron capaces de vencer, con el apoyo del rey, al bando nobiliar. Tenían que asegurar sus fueros. La nobleza queda con escasa influencia. Un ejemplo se da en la reina Isabel que, en 1483, jura los fueros bajo el árbol de Gernika, tal y como se hace todavía hoy.

Castilla. Es un principado feudal fronterizo, que representa el espíritu goticista y cruzado en la P.I. Se consideran herederos de los godos y organizan la sociedad castellana para conseguir un estado unitario. Es hegemónica en el siglo XIII, transformándose en el eje político. Es una nacionalidad que en sus genes lleva el expansionismo, con la iniciativa de la Reconquista, tras León y Asturias. Lleva una militarización de la sociedad castellana y también de los plebeyos urbanos, que pasarán a formar parte de la baja nobleza. En la hegemonía política social de la nobleza feudal, las Cortes luchan en inferioridad para conseguir el apoyo de la nobleza. Es un fracaso del romanismo y de la cosa pública gracias a esta alta nobleza.

El romance castellano se impone en toda la parte central, desde Cantábrico hasta Toledo o Sevilla. Se da por vía de absorción o desplazando a los márgenes a diversos dialectos norteños, con la excepción de vasco. Como ejemplo está el astur, cántabro, leones, navarro, aragonés…

No hay lírica a causa de la gallego-portuguesa, pero sí Cantares de gesta como la “Canción de Roldán”, que llega en el XIII a la P.I. a través de Castilla. Primero tenemos el poema de Fernán González y después el “Cantar del mío Cid”, con una influencia en el objetivo reconquistador.

Se dice que el primer escrito en castellano son las “Glosas Emilianenses”, a inicios del siglo XI. Realmente aparecen en La Rioja, en Navarra, un espacio disputado entre la nacionalidad vasca y la castellana. Estas glosas son frases en castellano y en navarro-mozárabe, que aparecen apuntadas e intercaladas en los márgenes de códices latinos, de cara a una mejor comprensión. Se consideran como el primer escrito en castellano, aunque ya, desde el siglo X, empiezan a aparecer en textos de latín, palabras y frases en lenguas romances, incluido el castellano, pero mezclado parcialmente con el navarro. En todo caso, ninguno de estos ejemplos son obras escritas en romance, completamente.

El castellano se expande de dos formas distintas. En el norte, a través de la integración y centralización de todos esos pequeños espacios de habla dialectal próximas al castellano. En el sur, a través de la colonización y presencia militar castellana, con el proceso de transición inverso. Se produce a partir del siglo XIII, entre el modo de producción andalusí y el dialecto andalusí al modo de producción feudal y la lengua castellana. En este caso, es más bien una imposición, pues el guerrero viene acompañado de su lengua, aunque parece que, finalmente, la propagación del castellano por el sur es, más bien, obra de los repobladores.

La máxima expresión de la nacionalidad castellana y de tipo militar, tiene lugar con la Castilla Trastámara desde finales del siglo XV, aunque la dinastía Trastámara comienza a reinar en Castilla desde finales del siglo XIV. En Castilla, a diferencia de en Galicia, Catalunya y País Vasco, hay una muy pequeña resistencia a la refeudalización, fenómeno que antes o después se produce en todos los lugares, entre los siglos XIV y XV. Hay conflictos, pero no alcanzan, en ningún caso, la dimensión de los irmandiños en Galicia, de las Hermandades Provinciales en el País Vasco o de los payeses de remensa en Catalunya. Esa reacción será, además, muy tardía, entre los años 1520 y 1522, con las comunidades de Castilla, pero, en este caso, se tratará más bien de una revuelta contra el rey, más que contra los señores feudales.

Cabe preguntarse cuál es la identidad histórica de España en la Edad Media, además de si existe este concepto de España. Se recomienda “El concepto de España en la Edad Media” de J. A. Maraval, un libro ya antiguo que puede resultar interesante, ya que el autor tuvo un vínculo estrecho con la escuela de Annales, de modo que el estudio de la mentalidad es visto desde una perspectiva adecuada. También hablamos sobre “La formación medieval de España” de Ladero Quesada, aunque es criticable que se centre solo en el aspecto socioeconómico y político de cada uno de los reinos y coronas. Resulta algo similar a un manual, que continúa con la tradición historiográfica de los años 70. Aun así, puede resultar interesante. Trata de manera diferencial el fenómeno de la repoblación en cada uno de los territorios.

Según unos documentos, “Hispania” nace de dos maneras muy interrelacionadas en la historiografía medieval. Por un lado, como referencia topográfica de origen romano, que son quienes divulgan este nombre para referirse a la Península Ibérica, aunque hay quien dice que podría ser fenicio. Para la administración territorial romana no existía ninguna provincia romana, sino que Hispania se veía dividida en provincias diferentes, más relacionadas con las nacionalidades medievales que se forjarán siglos después: Gallaecia, Tarraconense, Bética… Incluso, aquí, surge ya la denominación de Baskonia, aunque no será una provincia. Podemos decir, por tanto, que el nombre de Hispania es una referencia meramente geográfica que no contempla separaciones político-administrativas, similar a la denominación de “Sefarat” para los judíos. Además, debemos remarcar que el nombre “Hispania” pervive durante la Edad Media, y no podemos hablar de “España” hasta el reinado de los Reyes Católicos, ya casi entrando en la Edad Moderna.

En segundo lugar, el término “Hispania” o “hispano”, tanto en latín como en las lenguas romances, aparecerá en los documentos en relación a los reyes y las crónicas, muy marcados por el goticismo. Entonces, si la monarquía castellana quería conseguir un nuevo reino como el de los godos que unificara toda la península, inevitablemente debía referirse como Hispania a ese ideal político. Por ejemplo, Alfonso VI cuando toma Toledo, en el año 1085, se proclama “el emperador de toda Hispania”.

Dicho todo esto, podemos concluir que no hay nacionalidad española histórica en época medieval, sino castellana, ni tampoco un Estado español, ya que, si bien Castilla es hegemónica, tiene que compartir el espacio político con el reino de Portugal y con la Corona de Aragón, esta última hasta los Reyes Católicos. Es decir, los inicios de un Estado propiamente español no se verán hasta vísperas de la Edad Moderna. Eso sí, cinco siglos de convivencia bajo un Estado generarán, efectivamente, una identidad española. Esta se refleja en cualquier sondeo de opinión que se haga hoy en día sobre los territorios regionales.

TEMA 12. MUJERES EN HISPANIA MEDIEVAL

Estos estudios poseen muchos problemas. Tienen problemas en cuanto a la presentación de resultados, así como el retraso de los estudios sobre las mentalidades. También problemas de cómo se construye la historia género es decir, sólo se atienden a las elites femeninas. Es un aporte puramente descriptivo, ya que falta el factor subjetivo.

Todas las sociedades históricas son patriarcales por definición. Es un término definido por el feminismo historiográfico, y que se refiere al poder que en el ámbito familiar ejercen padres, hermanos y maridos. Ese poder masculino en la familia, como célula de convivencia, está en el origen de la discriminación de género. Hay que decir que, las relaciones de género, por mucho que se hallen dada de forma desigual en todas las sociedades históricas, no corresponden a un concepto a-histórico. Es decir, las relaciones de género cambian al igual que la Historia.

Otro criterio, que nos va a guiar en nuestra exposición, es el carácter de las relaciones de género. En el espacio peninsular, esto tiene unas características propias, distintas unas e iguales otras con respecto a los demás espacios europeos, como por ejemplo, subordinación, discriminación de género, machismo, etc. Se da como un hecho sobradamente contrastado desde la Antigüedad hasta la actualidad. En un contexto de subordinación hallamos avances importantes para las mujeres, pero también regresiones.

En la Alta Edad Media nos interesa subrayar la preponderancia de la familia extensa, lugar donde conviven dos o tres generaciones. En la Plena Edad Media, se pasa a la familia nuclear, a la familia conyugal, donde el papel de la mujer es más importante en la vida social y económica, aunque no tanto en la política. El paso de la familia extensa a la nuclear supone un avance para el papel de la mujer en la sociedad, y el hecho de que se diera más en las clases populares que en la nobleza, nos da una pista sobre lo que vamos a ir viendo, a la mujer popular con más libertad que la noble. En el sector nobiliario, el feudalismo pleno supone la consolidación del linaje nobiliario, de la memoria genealógica, funcionando como familia extensa. Esto redunda en algo que resultará evidente, es decir, los avances de la mujer, en la era feudal, resultarán menos claros entre las mujeres de la nobleza. Podemos hablar, por tanto, de diferencias de clase, en cuanto a la evolución del papel de la mujer en la Edad Media. Esto no es necesariamente bueno para la mujer humilde. Aunque disfruta de mayor libertad, sufre una doble discriminación o subordinación, tanto por ser mujer como por ser vasalla. En cuanto al enfoque de género, es muy clara la superioridad de la relaciones de género en las clases populares.

Un estudio demográfico de Reyna Pastor, con el enfoque de género, ha determinado que, en Castilla y León durante la Plena Edad Media, hay menos mujeres que hombres. Es una de la razones para el cambio de la situación de la mujer. Reyna Pastor detecta un 50% de hombres célibes, mucho mayor que en las mujeres, que estaban casadas. Hay una alta mortalidad femenina, como consecuencia de las infecciones producidas en el parto. La situación se equilibra en la Baja Edad Media, a causa de las guerras y epidemias. Estas acabarán con buena parte de la población masculina que, no olvidemos, constituía la mayor parte de su población. Los datos ofrecen una edad de entrada en matrimonio, para las mujeres, de entre 15 y 17 años, mientras que para los hombres es de 20 años. En 10 años, el hombre suele enviudar. La esperanza de vida de las mujeres es de 25-27 años, casi la mitad que la de los hombres, que llega a los 44 años. En el XIV, la esperanza de vida de los hombres desciende de los 44 años a los 36  años, con lo que se aproxima a la esperanza de vida de la mujer. La vida de las mujeres es muy dura, a pesar de “los avances” de la Plena Edad Media.

En esta lección, nos hemos de una síntesis, realizada por Cristina Segura de la UCM, del año 1997. Aporta la parte medieval a una obra general sobre la situación de la mujer en la historia de España.

Hay que dejar claro la contradicción que existe entre la legalidad y la realidad, de cara al estudio del papel de la mujer en la historia de los reinos medievales de la Península Ibérica. La oralidad es hegemónica. Hay que tener en cuenta que el derecho consuetudinario y los usos y costumbres están muy presentes en la época. Por ejemplo, el derecho de pernada no aparece por escrito en ningún fuero o ley, sino que se encuadraría dentro de estos usos. También vemos como, las “Partidas”, apenas llegaron a aplicarse, fueron parciales. También encontramos que, en los concilios y sínodos, existe una mayor conciencia historiográfica. Lo que prohíben estos sínodos y concilios es lo que existe.

Comentar, a modo de resumen, que la situación de la mujer es más libre y oral en las clases bajas frente a las altas, así como en el medio rural frente al urbano. Además, hay tres tipos de matrimonio; de hecho, civil y eclesiástico;

De hecho. Son hombres y mujeres que se casaban sin mediar un contrato administrativo, así como tampoco la participación de la Iglesia. Constituyen la inmensa mayoría de los matrimonios en la sociedad medieval, mayoritariamente popular y campesina. Otra variante son los matrimonios clandestinos, que se relaciona más con las clases altas. Aquí no participaban notarios, ningún documento escrito, así como tampoco la Iglesia. Puede que sean matrimonios por amor, que aparecen como matrimonios por rapto o hurto, viviendo un matrimonio de facto. Tenía tanto valor como el civil. Son válidos, pero no para el valor de la herencia patrimonial. Aquí, también las barraganas de los miembros del clero, que, siguiendo los comportamientos de la Alta Nobleza, establecían contratos para proteger a los hijos. No son concubinas al estilo de la nobleza. Es el léxico utilizado en los sínodos

El civil. Es el pan de cada día entre los nobles, patriciado urbano y obispos. Hay un patrimonio que conservar, que obliga a pasar por el notario o a establecer un contrato privado. Normalmente, son acordaros por las familias mediante un acto civil, que se podía romper en cualquier momento. Hay que decir que no existía el divorcio –ni siquiera como palabra –, pero si se practicaba, tanto de hecho como civiles. Primero se establecía un documento para ambas familias, con cláusulas sobre la dote y las arras. Era firmado por ambas partes, la firma de los esponsales. Luego venía el acto del desposorio, es decir, la entrega de la novia al novio, lo que nosotros entendemos como la boda civil, seguida, generalmente, de una fiesta de gran importancia. La mujer noble  era menos libre que la campesina, ya que, aquí, el marido podía repudiarla en cualquier momento y tener oficialmente concubinas. Se han encontrado documentos de compromiso del hombre con una concubina. En casos de adulterio, solo era considerado delito para la mujer. Comentar también que, en el caso de estos matrimonios, el control de la natalidad no existía, mientras que si existía en el mundo campesino, con abortos o sistemas anticonceptivos.

El sacramental. Nace en siglo XIII. En los siglos XIV y XV regula los matrimonios en el ámbito de la alta nobleza y el patriciado urbano, no así entre el alto clero, que seguía siendo civil. Se trata de un matrimonio indisoluble y bendecido por la Iglesia, donde las ataduras entre ambos cónyuges alcanzan un grado máximo. En las “Partidas” hay unos títulos de cómo debía de ser el matrimonio sacramental. De este modo, hay que rebajar la afirmación de que no se aplica, por lo menos en el ámbito de la nobleza.

Vamos a ver, sucintamente, la situación de la mujer en distintos ámbitos.

Al tiempo que la situación, en el XIII, de la mujer en el seno nobiliario se endurece, las mujeres campesinas experimentan un proceso contrario. Aparecen pruebas evidentes de la igualdad judicial entre hombres y mujeres. Un ejemplo es la investigación de Reyna Pastor para los foros de Galicia. Está confirmado que igual que los hombres, las mujeres podían recibir foros, heredarlos y venderlos, es decir, ellas también tenían esos privilegios. Es una influencia del derecho romano, que está en alza después de Alfonso X. Esto no es así. En realidad, ni las “Partidas”, ni los fueros confirman esos derechos. Es como consecuencia del peso que las mujeres tenían en las economías campesinas, y también porque es una supervivencia de los contratos agrarios bilaterales de tipo romano, que los señores firmaban con los campesinos libres. Juegan un papel muy importante en la economía de las granjas campesinas, con labores como el cuidado de los animales, la huerta, asegurarse de que haya agua y leña, el cuidado de la viña, tejer hilo, elaborar el pan y colaborar en los trabajos del campo. Esto sirve para el autoconsumo, así como pagar las rentas. En algunos casos, llevaban el peso de toda la actividad, como, por ejemplo, las viudas, o cuando se quedaban solas por motivos distintos, como las guerras. Incluso, cuando más adelante se feudaliza la sociedad y vuelve la servidumbre altomedieval, a la mujer le toca la peor parte.

La mujer no estará sola. El carácter comunitario de la vida de aldea generará una fuerte sociabilidad y solidaridad entre ellas, que supone un cordón sanitario frente al dominio masculino. Los espacios de interacción eran, fundamentalmente, las fuentes, los molinos, las iglesias y las fiestas. Era muy importante la transmisión de los saberes femeninos, como los anticonceptivos, el alargar la lactancia, las cuestiones de tipo sexual etcétera. Recordemos que se casaban sobre los 16 años, lo que también implicaba una boca menos que alimentar. También se transmiten saberes culinarios y curativos.

Mujeres artesanas. A partir del auge de las ciudades, encontramos un notariado que nos ofrece una información más social-económica. La mujer no tiene derecho a ser vecina, aunque sirvan para transmitir la ciudadanía a hijos e hombres. En documentos, la mujer puede actuar por delegación del hombre, sobre todo ante la falta de estos. No pueden participar del concejo, ni tampoco  de ningún cargo que implique poder político. De iure no se hace ninguna concesión, otra cosa es como se realizase de facto. Tampoco podían ser testigos en juicios, salvo si se trataba de conflictos entre mujeres. Encontramos contradicciones entre la legislación y la práctica. Así, vemos que pueden disponer de sus bienes, legando bienes y participando en su compra–venta. También las encontramos formando parte de los gremios, incluso como maestras, pero de iure no podían. En todos los casos, se da la circunstancia de que entran, en ese mundo artesanal, a través de su padre o marido. Cuando son nombradas para esos cargos, lo hacen en delegación de esos varones y en espera a que su hijo mayor se haga cargo. Esto también se produce para el oficio de marino –mercante. El único trabajo puramente femenino y regulado era la prostitución y las mancebías. En muchos casos eran propiedad del rey o del obispo, del señor noble. Respecto a otros oficios de mayoría femenina, se han podido estudiar para la Baja Edad Media, concretamente para la ciudad de Córdoba.  De una manera más o menos generalizada, esto es extrapolable. Los oficios mayoritarios eran los de hortelanas, alfayates, olleras, panaderas, fruteras, carniceras, pescaderas, zapateras, las que hacían textiles, las mesoneras, en el servicio doméstico, en los hospitales o incluso en los cobros de impuestos. Hay dos oficios puramente femeninos como las nodrizas y parteras, depositarias de un saber popular del que se beneficiaba la propia nobleza. Por tanto, en la práctica si había gremios femeninos, y de facto si jugaban un papel importante en la vida social, aunque no es así en la vida política. Con todo, si que participaron también en las revueltas sociales. Por ejemplo, en la revuelta de Compostela en 1116 narrada en la Historia Compostelana, aparece la reina Urraca apedreada por una mujer vieja.

Las mujeres nobles. Podemos conocerlas mejor, gracias a la mayor abundancia de documentación. También nos beneficiamos que el derecho escrito tiene una mayor aplicación. Los valores del modelo caballerescos son valores masculinos, un tanto machista, aunque en cualquier modelo, los caballeros, protegen a los débiles; niños, ancianos y mujeres. En cualquier caso, la mujer está también sometida al hombre. Los matrimonios eran acordados de ante mano, de manera que las mujeres tenían dos opciones, bien casarse con quien quisiera su familia, bien irse a un convento. Si se casaba con un plebeyo, esta perdía la condición noble, por lo menos por la ley. Los matrimonios son siempre civiles hasta que, en la Plena Edad Media, empiezan a ser sustituidos por los matrimonios sacramentales e indefinidos temporalmente.

La afectividad está más que ausente. En contraste encontramos el amor cortés, que se recoge, en el caso gallego, en las cantigas de influencia provenzal. Es una especie de divertimento feudal. La llegada de los trovadores implica una pequeña victoria, ya que en sus cantos y chanzas, la mujer figura como si fuese la auténtica señora, aunque solía ocultar ciertas intenciones por parte del trovador. A veces eran sexuales, ya que no siempre era amor platónico. Hay cierta inversión y cierta victoria femenina. De pronto, se da una imagen de subordinación. Con los trovadores aparecen, las señoras, siendo el señor feudal, y ellos el vasallo. En cualquier caso, en las cantigas, es vista como el sexo débil y pasivo. El modelo es la Virgen María, sufridora, y no tanto Eva o Magdalena

Hay que decir que los peores años eran aquellos donde tenían un hijo tras otro, siendo la mortalidad bastante frecuente. Para los linajes, un símbolo de poder conllevaba tener muchos hijos. Cuando dejan de estar en el período fértil, llegan a ser muy longevas. En general, la mujer vivía recluida en el castillo, en parte para evitar relaciones extramatrimoniales, que estaban legalizadas para los hombres. Los bastardos mencionados en las fuentes son casi siempre del señor. La sucesión era para los hijos legítimos. Cuando no había descendencia legítima, es cierto que heredaban el hijo bastardo, pero son del hombre, no de la señora. El adulterio estaba penado para esta parte de la población, pero especialmente para las nobles.

Las relaciones cotidianas se establecían con criadas y mujeres de su propio linaje, ya que, aquí, la familia extensa se mantiene. Era el medio social por donde se movía, además de su cordón sanitario. Salía del castillo, aunque allí recibía al clérigo de la capilla o al mayordomo, y poco más. Siempre estaba la duda del adulterio. La mujer participaba notablemente de todo el ocio caballeresco, como fiestas y torneos, donde lucían sus mejores galas. A veces, gracias a la investigación, encontramos a la mujer al frente de la administración feudal, algo que suele originarse por la falta del varón, pero que, en ocasiones, se hacen permanente, tanto por guerra, como por su marcha a las cortes. Se puede hacer permanente al controlar, el hombre, las relaciones políticas, y las mujeres las relaciones sociales y económicas. También está la educación de los hijos. Un ejemplo es el manual de educar a los hijos o Liber manual de Duoda, una noble catalana de la zona ultrapirenaica, del siglo IX. Sobre todo, es una educación religiosa, del bien y del mal, aunque de poco le sirvió, ya que, sus hijos, fueron decapitados en la lucha contra los francos, junto con su padre.

La responsabilidad de educar a los hijos es  de la señora. Se produce una distinción entre los hijos y las hijas. Las hijas aprenden a leer y a realizar cuentas para ser buenas esposas,  o leer y religión para entrar en los conventos. En el caso de lo hijos, eran instruidos en el arte de la caballería, guerra, caza, torneos. Es un grado de incultura mayor, el que se da en los hijos nobles. Es decir, el poder de la mujer es más de auctoritas que de potestas, autoridad que en un momento dado por delegación, por desaparición o muerte, hasta que el hijo adquiera la edad para ejercer el poder. Una excepción sería que muriese el cabeza de familia, sin hijos, y que la mujer herede, aunque debe casarse con un hombre de su condición para que se le reconozca esa condición. Un ejemplo es doña Urraca, que tuvo que casarse con Alfonso I (el Batallador) de Aragón para poder ser reina, al igual que la reina Isabel la Católica

Las mujeres religiosas. Decíamos que la única vía de emancipación para las mujeres era la entrada en el convento. En principio, el discurso del cristianismo propone una concepción igualitaria, tanto en los discursos de Jesús como en su relación con ellas. La Iglesia se jerarquiza y se burocratiza, es decir, se aparta a la mujer. La historiografía feminista viene a decir que, este cristianismo, volvió a la concepción del judaísmo patriarcal. Hay que tener en cuenta las herejías, caso de cátaros o priscilianistas, donde la mujer participaba. En la elaboración de la doctrina cristiana, la mujer estuvo ausente. Eran unos cánones eclesiásticos hechos por y para los hombres.

En la Alta Edad Media existen los monasterios familiares, donde surgen los monasterios dúplices que, en la Plena Edad Media, se separan con el benedictismo. Entrar en el convento significaba cumplir decisiones familiares o, en la medida de su poder de decisión, para escapar de un matrimonio indeseado y sus daños colaterales, como eran los partos. En la Baja Edad Media, con el auge urbano, encontramos que las mujeres llegan más lejos  en los monasterios benedictinos característicos de la Alta Edad Media.

En el caso de las franciscanas, es cierto que dependían del prior de la orden, obispo o papa, pero podían organizarse. Santa Clara fue una de sus principales seguidora de Francisco de Asís, que le permitió establecer su propia orden franciscana femenina; las clarisas. Por otro lado, las beguinas eran mujeres laicas que formaron una orden muy independiente, aunque tenían que rendir pleitesía al poder eclesial regular. También había ortodoxas y heréticas. En general, fue una orden bastante condenada por parte del papado. Las mujeres vivían libres fuera de la ortodoxia y del sistema patriarcal. Ambas tuvieron implantación en Cataluña, pero las clarisas se expandieron por todos los reinos peninsulares.

La mayor intelectual de las monjas medievales en los reinos peninsulares, en su conciencia de género, fue la clarisa Teresa de Cartagena, en el siglo XV. Nos legó   “La querella de las mujeres,un género literario sobre la superioridad o inferioridad de las mujeres. Al principio, sobre participaban hombres defendiendo ambas posturas, pero después se unieron las mujeres, sobre todo en Francia. Si se quiere, es una concepción de una literatura feminista de origen medieval, que suponía un contrapunto a la literatura misógina que reinaba. Podemos traer a colación la pregunta que recordaba Marc Bloch en “Introducción a la Historia.” Le preguntó su hijo que; “¿Para qué sirve la Historia?” Pues, la Historia que nosotros hacemos sirve para vivir mejor.

TEMA 13. CULTURA E HISTORIOGRAFÍA HISPANO-CRISTIANA

Cuando nos referimos al término cultura, hay que decir que entendemos por ella ambos conceptos, es decir, la definición tradicional como cultura escrita, intelectual, de élite, pero también, la antropología y la filología, nos enseñó una cultura oral y popular. La cultura en la España medieval es plural, – de carácter etno – religioso – y cambiante, tanto en el tiempo como en sus diferentes manifestaciones geográficas.  La cultura medieval es alternativamente tolerante entre las tres culturas (musulmana, cristiana y judía), pero también se práctica desde los reinos cristianos la cultura de Cruzada. Se establecen unas relaciones dialécticas. Cultura pacífica y violenta por los reinos de la llamada Reconquista.

La cultura oral y popular es la mayoritaria en la sociedad medieval peninsular, a pesar que son escasas las fuentes que nos han quedado para trabajar sobre ella. Quienes más han trabajado este tema, han sido los filólogos como Menéndez Pidal y Gómez Moreno. Hay que dejar claro que, en época medieval, existe una interrelación continua entre lo oral y lo escrito.  La oralidad está presente en la cultura tradicional, escrita, y, a su vez, está presente la cultura savant, trufada de oralidad. Desde el punto de vista comunicativo predomina la oralidad. También hay que tener en cuenta la influencia que generó la adopción de las lenguas romances por parte de las élites. Desde que comparten una misma lengua, comparten, en gran medida, una misma cultura. Hasta el Estado Moderno no habrá diferencia entre lo popular y lo culto, teniendo un gran protagonismo la Inquisición, la cual, entre sus múltiples tareas, estaba la de perseguir la cultura popular.

Admitimos que la cultura sabia expresa e incide directamente en la sociedad, pero tenemos menor conciencia que, si acaso, la cultura popular incide más en la sociedad por ser ellos mismos el grueso de la sociedad. Pasa, la cultura popular, desapercibida ante la falta de estudios, caso de la  historia oral, de mentalidades, de cultura popular etcétera. Para poder estudiarla, debemos recurrir a los restos que, de esa oralidad, quedaron en las fuentes escritas, como, por ejemplo, las incorporaciones de documentos de tipo oral en los documentos escritos. Esos restos de oralidad aparecen, incluso, entre la cultura escrita más adelantada de finales de la Edad Media, como las novelas y las crónicas.

Tenemos el ejemplo de los juglares, que antecedieron a los trovadores. Estos iban de mercado en mercado, y se manifestaban en ámbitos populares. También todo tipo de poesía, incluso la culta, al estar escrita para ser cantada, o los juegos de escarnio o diálogos bufos/regueifas que fueron prohibidos en los concilios de los siglos XIII, XIV y XV. La mayor fuente para conocer esta cultura son las cantigas gallego/portuguesas y también, en cierta medida, en Cantar del Mío

Cid.  

En lo tocante a la cultura escrita es la mayoritaria en los ámbitos del poder. Son, estas fuentes, las que llegan a nuestro tiempo, aunque minoritarias con respecto al conjunto de la sociedad. Se posee una tendencia a seguir acríticamente las fuentes, aunque son producto y prolongación de las esferas de poder. Se produce, por parte de la Iglesia, un monopolio evidente hasta el XIII de esta cultura escrita, aunque si no fuese por esta, no habría tal cultura. Se cambia, cuando se pasa del latín a las lenguas romances, y se produce, con el paso de la P.E.M. a la B.E.M., una cultura plural y diversa. Encontramos, en la cultura escrita, una dicotomía entre cultura de cruzada y cultura pacífica, consecuencia del modo en que se implanta el feudalismo en la Península.

La cultura de cruzada la encontramos, para Castilla y Aragón, en las crónicas, mediante la ética el arte de las fortalezas. La cultura pacífica, está vinculada a los tres órdenes y al feudalismo como orden, producto del consenso, que en un primer momento se introdujo por el Camino de Santiago. Esto, se refleja en la convivencia pacífica entre cristianos, musulmanes y judíos, que ha sido estudiado por el profesor Carlos Barros para el ámbito del monasterio de Celanova, en los siglos X y XI. Luego, para el XII y XIII, encontramos el ejemplo de la denominada Escuela de Traductores de Toledo. También, para el caso de Aragón, en la zona de Mallorca, Ramón Llull, catalán, en “El libro del gentil y los tres sabios” hace la síntesis y promueve ese tipo de diálogo entre las culturas, a la manera de la dialéctica escolástica.

En la Alta Edad Media la característica peculiar de la cultura es que era en latín, además de llevarse a cabo en monasterios con bibliotecas, que eran el puente con el mundo antiguo, como, por ejemplo, con San Isidoro de Sevilla y sus “Etimologías”, o  autores como Virgilio. Para esta etapa, destaca San Toribio de Liébana en Asturias, en el VIII, como  el beato de

Liébana y sus “Comentarios al Apocalipsis”. También San Pedro de Montes en León, y, en Castilla, Silos y Cardeñas.  Este saber, es un saber inmóvil, sin creatividad, ya que copiaban y repetían.

A partir del XII hay un saber móvil, con textos más originales y en lenguas romances. Los intelectuales no solo son religiosos, también hay laicos y seglares, además de diversificarse la temática. Se desarrollan las glosas, caso de las “Glosas emilianenses”. No solo es la copia de manuscrito, sino que se junta con la opinión del autor.

La poesía lírica tiene sus orígenes en la lírica provenzal, que llega a través del Camino de Santiago. Las cantigas gallegoportuguesas se desarrollan en los siglos XII-XIV. Son de tres tipos; amor, amigo y de escarnio y maldizer. Esta última de fuerte impregnación popular, oral. Las dos primeras, se encuentran más allegados al mundo trovadoresco. También están las Cantigas de Santa María escritas en la corte del rey Alfonso X el Sabio, y además musicalizadas. La lírica, en castellano, se desenvuelve entre el XIII y XIV. Es lo que se ha denominado como el mester de clerecía. Se trata de alta cultura, representada por Gonzalo de Berceo y el Arcipreste de Hita.

Otro ejemplo se encuentra en la poesía épica, en Castilla, con el Cantar del Mío Cid, que desarrolla su vida en torno al siglo XI. Son tradiciones orales que serán pasadas a la escritura, para cual se necesitará alrededor de un siglo. Tenía como precedente la “Historia Ruderici” de 1188, aunque se corresponde más con una crónica. Son, ambas, transcripciones de la tradición oral. “El Cantar de Roldán”, cantada por los normandos en Hastings (1066) e incluido en el ciclo carolingio, y, la “Materia de Bretaña,” llegan a la Península a través del Camino de Santiago, son otros ejemplos

La poesía satírica y burlesca tiene amplias raíces populares. Se desenvuelven en castellano en los XIV y XV, mucho más tarde que las de escarnio e maldizer Nos encontramos, en ambos casos, con una crítica a los tres órdenes de la sociedad que, para el caso de la poesía satírica, tiene que ver con toda la cultura popular crítica y señorial. Los precursores son el Arcipreste de Hita y López de Ayala. La máxima expresión de este tipo es la poesía cantada, bien por ser de origen popular, bien por qué se escribe y después de transmite oralmente. Son, realizadas, sobre todo durante el XV, con las compilaciones de coplas particularmente irreverentes;   “Ay  panadera” ,   “ Coplas de Mingo Rebulgo” , y las  “ Coplas Provincial” . Muestran un trasfondo de conflictividad

La educación en este momento está muy influenciada por la escolástica, tanto por la filosofía como por la pedagogía, estando sustentada por el Trivium y el Cuadrivium. Se produce en la fase de madurez del feudalismo. Es una educación elitista, dada en latín. Hasta el XI, las escuelas son monásticas, transmitiendo saberes bíblicos y de los Padres de la Iglesia. Además, educan a otros clérigos u otros jóvenes monjes. El paradigma puede ser San Millán de la Cogolla. En el XII se forman las escuelas catedralicias o escuelas urbanas, caso de la escuela de la catedral de Santiago de Compostela, donde se enseñaban el Trivium; gramática, retórica y dialéctica, y el Cuadrivium; aritmética, geometría, música y astronomía. También hay escuelas municipales, sobre todo en Aragón, centradas en la gramática y la aritmética, con sus cuatro reglas. Esto era una revolución, ya que la sociedad no sabía contar.

En el siglo XIII la gran novedad la constituyen las universidades, que suponen un avance con respecto a la secularización de la cultura, y que se ampliará en los siglos XIV y XV. La primera universidad es la de Salamanca, en 1255, cuando empieza a funcionar de verdad. El latín sigue siendo, para el ámbito educativo, la lengua franca/internacional de uso. Se organizaba, al estilo de la universidad de Bolonia, la más antigua, casi como si fuese un gremio, aunque también como una comunidad/ universitas. Estaba pensada, sobre todo para hijos de nobles e hidalgos y, también, de élites urbanos. Buena parte de los estudiantes eran clérigos pero no quedaban reflejados en la estadística, siendo, también, los profesores pertenecientes al clero o al cabildo, en su mayoría. Estas comunidades de maestros y estudiantes se gobernaban de forma cuasi democrática, y tenían bastante autonomía con respecto a sus patronos, fundamentalmente la Iglesia – aprobaba su fundación – y la monarquía, que la promovía por el desarrollo urbano. En la Corona de Aragón, los concejos también realizan una función de mecenazgo, aunque en la Baja Edad Media, se produce un declive de las universidades, que tiene como principal apogeo el siglo XIII.

Con respecto a la escolástica/dialéctica, se trata de un método de generar y enseñar conocimientos heredados de la cultura antigua a través de Aristóteles, y desarrollado, en esta época, por Santo Tomás de Aquino, figura más destacada del método y de la filosofía pleno medieval. Por una parte, es una técnica de conversación, de aprender mediante el debate. Desde el punto de vista del conocimiento se basa en la trilogía de; tesis, antítesis y síntesis. Además, lleva a realzar las contradicciones en el campo de la cultura, de pensamiento y de la sociedad. El hombre medieval estaba muy preparado para entender la contradicción en donde vivía; la contradicción entre lo real y lo imaginario. Esto llega hasta nosotros a través de Hegel y la dialéctica del mundo de las ideas, así como a través de Marx con la dialéctica del mundo de la sociedad. Estas contradicciones presentan un dinamismo en las Universidades y en la sociedad, con ese Renacimiento pleno medieval y el saber móvil. La escolástica siempre es libre, pero dentro de los cánones medievales. El hombre era libre, actuaba en función de la razón – de Santo Tomás –, siempre y cuando no traspasase los designios divinos. Todo era remitido a Dios

La Baja Edad Media se entiende como un momento de secularización de la sociedad y de la cultura. Esto es, avanza la cultura laica, mientras que, los  clérigos, secularizan sus intervenciones. La pérdida del monopolio de la cultura por parte de la Iglesia no nos debe de engañar, ya que los clérigos seguían siendo los intelectuales más preparados. Todos los que practicaban ese pre-humanismo de los siglos XIII, XIV, XV eran clérigos. En estos años, entran en contacto los intentos por recuperar el modelo caballeresco con el modelo humanista. Hay que ter en cuenta que, el intelectual que hoy conocemos es producto del Siglo de las Luces, no de esta época

Con esto, se produce una dialéctica entre una cultura más conservadora y otra más renovadora. La primera está vinculada a la nobleza trastamarista, que había perdido poder durante la P.E.M. en favor de las ciudades y monarquía y que querían recuperar. Se da un intento de recuperar el modelo caballeresco por parte de la nobleza para recuperar el poder, junto, también, a la violencia. En estos años entran en contacto los intentos por recuperar el modelo caballeresco con el humanismo. En la B.E.M. no hay caballero, ya que el sistema de los tres órdenes entra en crisis. Cuando más se difunde, con sus novelas, es cuando menos incidencia tiene. Es una nostalgia con respecto a ese mundo. En la alta nobleza se dan figuras de señores cortesanos que, al mismo tiempo que cultivan la milicia (función militar), cultivan la política y las letras. Ponemos dos ejemplos, caso de Juan Manuel y Pedro López de Ayala, con sus libros, crónicas, novelas, tratados…

La cultura escrita, savant, se da también a través de la competencia por parte de las ciudades y de la monarquía. Entra en colisión y continua interacción la nobleza trastamarista con los autores pre –humanistas. Es un contexto de conflicto, revueltas y refeudalización, segundo el lugar. Algunos modelos, en esta época, se establecen como caballeros malhechores. El humanismo se movía contra esa refeudalización cultural, aunque no sería un humanismo completo. Si hablamos estrictamente de humanismo italiano, para el caso de la Península, esto se situaría con Antonio de Nebrija en 1492 y su “Gramática castellana”

Respecto a la historiografía y, en concreto, a las crónicas, hay que decir que se trata de una manifestación de la cultura escrita. Reflejan la conciencia histórica de una nobleza, incluyendo también a la monarquía. Esta nobleza situaba su acción en la Historia, siendo el Reino el sujeto político. Además, estos textos, generan este tipo de conciencia. Es un círculo vicioso. La orientación ideológica se basa en el goticismo y el providencialismo, es decir, encuadrarse en la Historia sagrada, la cual se inicia con el Génesis y termina con el Juicio Final. Se traduce en una santificación de los objetivos goticistas y, por lo tanto, santifica ese proyecto político de unidad y de expulsión musulmana. Convencer a los grupos dirigentes, pero sobre todo estos los beneficios de la guerra. Las clases populares podrían interesarse más o menos, según el momento. La crónica es una fuente histórica e historiográfica. Solían, las crónicas, acabar en el presente vivido por el autor. De forma mitológica se retrotraían pasando por diferentes Historias, pero la acaban transformando en Historia inmediata de aquel momento y de los pasados. Está muy presente el determinismo. La monarquía es partícipe en dicha difusión, tanto para su reinado como para los reinados anteriores. Se muestra la figura del historiador “profesional,” a la manera medieval, muchas veces pagados por la monarquía o desempeñando otras funciones, como el historiador de los Reyes Católicos, que también era Secretario. Es una Historia parcial cronística

Las crónicas goticistas son, a partir de la  P. E. M., castellanistas, que consideraban que el condado y después Corona de Castilla estaba llamada por la Historia y Dios para restaurar la unidad de la Hispania visigoda. Aparece, en el XIII, el término España referido a esa voluntad de hacer conjunta la historia de las dos Coronas.

También hay un tipo de historiográfica biográfica, que en realidad son crónicas de un señorío y un tiempo. Por ejemplo, los hechos y la vida de Diego Gelmírez en la “Historia Compostelana” del XII, – en latín – constituye uno de los ejemplos de mayor valor. Ya en el XV, con las lenguas romances, tenemos ejemplos de obras sobre la vida de nobles. De forma didáctica se exageran sus virtudes caballerescas, como la biografía de Álvaro de Luna o “Generaciones y Semblanzas,” de Pérez de Guzmán

Volvemos a la tripartición que hicimos sobre las principales crónicas. En la A.E.M. son  las crónicas asturianas: la Albeldense, la de Alfonso III (Rotense, Ovetense o Sebastianense y Profetense). Para el siglo XIII y mediados de XIV, está la “General Historia” de Alfonso X, seguida por Alfonso XI, que se retrotrae hasta el Génesis, la historia romana e, incluso, con elementos de la historia del Islam. Lo más importante es el titular su ciclo cronístico, además del concepto de Historia de España. Es una obra laica humanista y didáctica. Entre 1369 -1516 Crónicas de los reyes Trastámara, realizadas por Pedro de Ayala, con mucha evidencia oral, cubriendo de Pedro I a Juan I.

Ya en el siglo XV, Enrique del Castillo, cronista de Enrique IV, presume de qué trataba de escribir, en sus crónicas, lo que vieron sus ojos. Una visión del historiador como testigo, pero también buscando la interacción del historiador con su objeto. Esto contrasta con el objetivismo del positivismo, que el historiador tiene que desaparecer, ser un simple notario, mito de la imparcialidad.

Ponemos dos ejemplos de conceptos de Historia. Hernando del Pulgar; “La Historia es  luz de la verdad, testigo del tiempo, maestra y ejemplo de la vida, mostradora de la Antigüedad.” Pérez de Ayala; “Es el libre juego de la libre libertad individua” (con todas las limitaciones).

CULTURA ARTÍSTICA

Nos queda hablar, ahora, de cultura arquitectónica, en la cual destacan los castillos. Es el arte en piedra. Destacan, sobre todo por su función militar. Son los no-religiosos, simples fortaleza o murallas, con una evolución artística somera, ya que se consideran como estructuras sólidas, para resistir. Los religiosos también, pero funcionan como una especie de Iglesia –fortaleza, sobre todo las episcopales, aunque también sirve esto para las pequeñas y rurales. Por supuesto se encuentran, en ellas, las funciones religiosas y estéticas, relacionándose entre sí. Es una manifestación del poder ostentado para impresionar al creyente, al igual que con los castillos

Aquí destaca el arte mudéjar, que está especialmente presente en la Corona de Aragón, ya que, en esta zona, se quedaron más mudéjares, al ser menos violenta la Reconquista. Es un arte que emplea el ladrillo, la cerámica para decorar fachadas y torres, así como campanarios tipo torre alminar y una profusa decoración, que se mantiene en la techumbre. También se reproduce este estilo en Castilla.

Debemos empezar hablando de Asturias, donde se dan varios hechos significativos. Es el foco inicial de la resistencia contra los musulmanes, la redacción de las crónica por una corte mozárabe de Alfonso III, el pacto hispano godos y mundo indígena, y en Liébana, donde tiene lugar el Beato de Liébana, en el siglo VIII, con “Comentario al Apocalipsis”. El arte asturiano es un arte prerrománico, que bebe de la Antigüedad y del arte visigodo. Quedan ejemplos, caso del palacio de Ramiro I, Santa María do Naranço o San Martín de Lillo, como iglesia. El palacio de Naranço es una mezcla de tradición tardorromana, visigoda, elementos mozárabes e, incluso, se puede hablar de un pre- románico de repoblación para San Miguel de Celanova, que se funda en el X, aunque antes existía una iglesia pre- románica, de influencia mozárabe.

Del prerrománico asturiano pasamos al románico, que se relaciona con el Camino de Santiago. La primera catedral románica (iglesias fortalezas) se construye en 1034/35, la catedral de Palencia, a iniciativa de Sancho III El Mayor, rey de Navarra. Cuarenta años después, se inicia la catedral de Compostela, tras la existencia de una iglesia pre-románico. Siendo el románico una influencia artística de origen francés, que viene a través del Camino de Santiago, no debe de extrañar que llegue antes a Navarra que al Reino de Galicia.

El arte románico, con su máxima expresión en el Pórtico da Gloria, trata de influenciar, en hacer ver, a través de la catedral, el poder temporal y religioso de la Iglesia. Se muestra una imagen de jerarquía, que impacta en las mentalidades, sobre el poder de Dios representado por la Iglesia. Aparece, en el pórtico, el Juicio Final, como destino de la humanidad. Tiene también una doble función; eclesial y militar, al servir, en ocasiones, como fortalezas. La religión escogida es apocalíptica, veterotestamentaria. Se trata de infundir el temor al más allá, que, si no fuese por la intersección de la Iglesia, sería un más allá infernal.

Estas obras románicas se financiaron con los medios que la Iglesia obtenía como parte del entramado feudal, es decir, de rentas que pagaban sus vasallos y, también, por servicios prestados. En Cataluña encontramos el románico lombardo, alrededor del año 1000, al ser una influencia del norte de Italia. A partir del XII encontramos las dos grandes órdenes benedictinas; Cluny y Císter, que ejercerán una labor de promoción de este arte.

En contraste, el gótico será promovido por las órdenes mendicantes en la fase final de la Plena Edad Media y en la Baja Edad Media. Es un estilo menos austero y fortificado. Se beneficia de la mayor paz que hay en la Península, a raíz del cercamiento de Al-Ándalus en el extremo sur peninsular. También es de origen francés, concretamente de la Île-de-France. Le Goff hablaba de que, el gótico, era el arte de la luz como manifestación de Dios. La mayor diferencia, desde el punto de vista estilístico y funcional, es que, en esa concepción artística, la luz entra a raudales. Como ejemplo visual, se encuentran las grandes vidrieras o los rosetones.

Las primeras catedrales góticas son Burgos, León y Toledo, en los siglos XIII y XIV. También incide el gótico en la escultura, como por ejemplo los grandes sepulcros de caballeros, donde la idea de fama juega un papel fundamental y, por supuesto, su forma monumental. Son copiados por obispos y arzobispos. En el XIII es la etapa del gótico clásico, mientras que, en el XIV y XV, es el llamado gótico tardío flamígero, donde se ve la influencia de flamenca. Un ejemplo es la catedral de Sevilla. Donde se desarrolla el gótico civil es en la Corona de Aragón, como consecuencia del papel que la burguesía catalana jugaba aquí. Nos referimos a palacios, ayuntamientos o lonjas comerciales.

Hay que hablar de un problema relacionado con los sujetos históricos, que deben ser estudiados desde el punto de vista de las mentalidades, además del punto de vista externo. El arte no se entiende sin el contexto mental de la época, pero no hay demasiados esfuerzos. Una excepción es el historiador del arte, Erwin Panofsky (1892-1968), que escribió un libro llamado ‘’Arquitectura gótica y pensamiento escolástico’’. En él, trataba de relacionar filosofía y arte.

TEMA 14. LA CRISIS DEL FEUDALISMO EN LOS REINOS HISPÁNICOS

El impacto de la crisis feudal dependerá de las condiciones de producción. Estas son distintas en la España tan diversa que tenemos, desde el punto de vista de las nacionalidades y regiones, aunque, por supuesto, hay rasgos comunes. En el sur peninsular, el feudalismo se implantó de forma más tardía y reciente, mediante los repartimientos. Las clases sociales, tanto en los grupos de poder como en los subalternos, cuando llega el feudalismo, están relativamente bien colocados, desde el punto de vista económico-social para resistir. Mucho más cuando se desarrolla un comercio de características señoriales, vinculado a la producción de vino, lana y aceite. Soportan muy bien la crisis del feudalismo, sino que, incluso, se fortalecen, en contraposición con la economía tradicional de señores y vasallos. En el norte, será mucho más duro

El argumento lineal, aunque hay muchas interacciones para explicar la crisis del feudalismo, así como sus causas y consecuencias, es el siguiente; primero hay una crisis demográfica, es decir, una falta de brazos para el campo. Le sigue una crisis agraria, con una regresión del excedente, con las que se pagaban las rentas y se mantenía una economía campesina de subsistencia. Esto acabará produciendo una crisis señorial, al caer sus rentas, con sus consecuentes guerras y revueltas. Tenemos, para la Baja Edad Media toda una serie de revueltas y acontecimientos bélicos, donde señores y vasallos aparecen enfrentados. La guerra será algo habitual, sobre todo tras la peste. En ese estado de guerra, el Estado árbitro, representado en las esperanzas de Alfonso X como un estado en que la cosa pública estuviese por encima del sistema, se diluye. Incluso se diluye en vida del propio monarca, aun existiendo el “Ordenamiento de Alcalá” en el 1348, realizado por Alfonso XI.

En la ½ del XIV tenemos, antes de la peste, una serie de síntomas que nos hablan de estancamiento y recesión de la economía agraria y del comercio, especialmente en el norte. En esta zona se vivía más del propio sistema feudal. Hay que precisar, por tanto, que, cuando llega la peste, ya había una cierta crisis económica, ya que, en  XIV, el Camino de Santiago es un pálido reflejo de lo que era en la Plena Edad Media. Hay un pre – crisis que afecta también a Europa.

En el siglo XIV se produce un empeoramiento del clima, que trae como consecuencia años de malas cosechas, como, por ejemplo, en los años 1301, 1303, 1333/34, 1343/47 para la Corona de Castilla. Consecuencia directa de las malas cosechas son las hambrunas, carestías alimentarias etcétera. Además, las malas cosechas tienen una particularidad en Castilla – se da más en el sur – que agrava la crisis, y, es que, desde 1270 retroceden las roturaciones, al ser menos rentables para los señores. En ese momento se estaba promoviendo un sistema extensivo, basado en la producción de lana, vino y aceite, en detrimento de los cereales. Influyó en la subida de los precios. La malnutrición dejó vulnerable a la población a las infecciones. En estos momentos se empiezan a detectar los primeros despoblados. Ya no queda el recurso a la Reconquista como vía de oportunidades para señores, campesinos y ciudadanos urbanos. Julio Valdeón dejó escrito, al igual que, en el resto de Europa, la peste negra supuso el “aldabonazo final.” Fue una caída vertical de la población, una catástrofe demográfica que hizo mella en los cuerpos débiles de la mayor parte de la población.

La Peste Negra, de origen asiático, se transmitía a través de los ratones. En nuestro caso, el contagio procedió de los barcos de Italia, y, por eso, se encuentra, primero, el Mediterráneo. En febrero de 1348 la peste está en Mallorca, en mayo ocupa Valencia y, en  octubre de ese mismo año, llega a Galicia. La enfermedad, la muerte, no hizo distinciones en cuanto a sus víctimas. Por ejemplo, el rey Alfonso XI muere por la peste y, en Barcelona, cuatro de cada cinco consellers de la Generalitat también mueren. Se habla de una pérdida de la población de entre el 25%-60%, según los lugares. Se producen continuos rebrotes entre 1361 y 1495, aunque los más fuertes se producen cada 5-10 años, si bien, en el siglo XV serán menos graves, porque se toman dos medidas que alivian la influencia de la peste; una mayor higiene en las ciudades y una búsqueda de aislamiento. Todavía no sabían cómo llegaba la peste a sus cuerpos, pero, empíricamente, se habían dado de cuenta que, donde había más higiene, había menos peste. Lo mismo pasaba con el aislamiento, con la cuarentena y cerramiento de las murallas de la ciudad.

La peor parte de la peste se la llevó Cataluña. Emilio Mitre dice que se cebó en Cataluña con especial crueldad, debido a que, la peste, se valió de la mayor vida urbana catalana para propagarse con mayor rapidez, aprovechándose, a la vez, de las lamentables condiciones de las ciudades de la época. Barcelona bajará casi en la mitad de su población, aunque hay porcentajes, como en el caso Vic, de hasta el 68%.

Sus efectos hacen irreversible la crisis del feudalismo, y, cuando este empieza a recuperarse, ya en el XV, no solo no se recupera el consenso feudal, sino que por el contrario, ese consenso todavía se destruye más. Todavía veremos, en el XV, un número elevado y continuo de guerras, conflictos y revueltas. Por tanto, las consecuencias fueron a largo plazo y tuvieron, en esos conflictos, su manifestación más clara. En las guerras y revueltas vemos su causa y su consecuencia, al impedir la recuperación definitiva. Esto se acompañara de la quiebra del sistema de los tres órdenes. Se producen divisiones en el sistema feudal entre caballeros y prelados, y, también, dentro de la propia nobleza laica, con un hiper-individualismo nobiliar. También quiebra la fidelidad y unión de señores y vasallos. De una mentalidad tripartita se pasa a otra bipartita.

Lo único que podría restablecer el consenso general era un rey justiciero, que se situara por encima de las diferencias internas dentro de la clase jurídica y de la lucha de clases, experiencia que no fue posible. Donde se mejor se expresa, además de en los documentos, es en la literatura. Ahora, el propio rey, era objeto de una crítica severa por parte de la poesía satírica y las coplas populares. La crisis, pues, llevó hasta el final todas las contradicciones internas del sistema feudal e impidió su reconstrucción,

Hay una cierta recuperación de la economía, tanto agraria como comercial, en el siglo XV. Fue desigual según las coronas y las nacionalidades, y muy fragmentada en la unificación. En la Corona de Castilla se da el crecimiento de la economía agraria y comercial en el XV; por el contrario, en Aragón, se agrava la crisis agraria y comercial, especialmente en Cataluña, que arrastra a todo Aragón. Con todo, Barcelona es sustituida por Valencia como motor económico, aunque no compensa la regresión económica, demográfica social de Cataluña (y Barcelona). A finales del XV, dentro de un siglo de recuperación europeo, Castilla tiene más territorio y una economía más potente que Aragón.  Castilla constituye la hegemonía política en la P.I. Fue más allá de la desigualdad de género en la unificación de Isabel y Fernando, que era parte más débil del matrimonio en términos de política, ya que, el matrimonio, quedaba bajo la economía de Castilla. Se observa más la desigualdad política y económica. Castilla, en los siglos XII y XIII, posee un mayor territorio peninsular, pero se enfrentaba con la dimensión económica de Aragón. En los siglos XIV XV, también se invierte la situación en lo económico. Entre 1300  y 1480, la Corona de Castilla recupera los 4 millones de habitantes, que tenía anteriormente. Por el contrario, la población de Cataluña baja de 550.000 a 260.000 habitantes.

En Castilla, hay una redistribución distinta de la población tras su recuperación a partir el impacto de la peste. La ciudad tiene mayor peso. Con todo, el campo mejora desde el punto de vista de sus rendimientos. En el XV encontramos que, las nuevas roturaciones, son más rentables. Se produce un cambio en el eje comercial, beneficioso para los andaluces; es un eje horizontal frente al vertical. Aquí, Sevilla multiplica por dos su población en la Baja Edad Media, acercándose a su época califal. En el resto de la Corona de Castilla también hubo, como consecuencia de la apertura de mercados a través del mar, un auge de las ciudades costeras, tanto en la parte andaluza como gallego-cantábrica. Pero la basculación población rural-urbana tuvo, como ejemplo, fundamentalmente a Sevilla. Así, el siglo XV, para Castilla, es un siglo de reconstrucción agraria, donde el motor principal entre los siglos XIV y XV es la ganadería organizada por la Mesta, y controlada por los grandes señores.

En el XV se recupera la economía y algo el sistema feudal, aunque se debe matizar. Las guerras y las revueltas se intensifican, junto con la señorialización, ya que, con el aumento de la producción, conduce a que todos quieran más. La recuperación económica, en Castilla, favorece la desigualdad, incluso entre los propios señores, señores y vasallos y en las ciudades, entre las oligarquías y la mayoría de la población. Es una mejora económica, pero también en la desigualdad y la conflictividad, tanto horizontal como vertical.

El feudalismo no depende, directamente, de la economía, sino de las relaciones políticassociales, mediatizadas por las mentalidades colectivas. La señorialización alcanza su punto álgido. Este proceso se inicia con una nueva nobleza surgida tras la victoria de Enrique de Trastámara sobre su hermano, Pedro el Cruel (1366-69). Es una nobleza, la trastamarista, mucho más agresiva, que busca recuperar el poder perdido a lo largo de la Plena Edad Media. Mientras el sistema fue floreciente, no lo notaron, pero cuando entra en crisis, echan de menos, por ejemplo, que los campesinos se hubiesen liberado de la servidumbre, que las ciudades funcionen autónomamente, buscando el patrocinio real, y que la monarquía buscase su autonomía, apoyado por todo un cuerpo doctrinal Esta nobleza presume del modelo caballeresco, aunque presumen en contradicción con su existencia política-social. Hay dos medidas para recuperar el poder perdido.

La primera son las mercedes enriqueñas, en la primera mitad del XIV, Enrique II, Juan I y Enrique III crean nuevos linajes a partir de casas de segunda línea. Son aquellos nobles fieles a su dinastía, que van desplazando a los viejos linajes. Así, el propio rey privilegia a miembros de su familia, que ocupan un lugar importante en la vida política de la época. La segunda medida es la elevada participación política de la nobleza en el poder. Por ejemplo, en la Farsa de Ávila de 1465, un grupo de nobles deponen una estatua del rey legítimo, Enrique IV, y proclaman rey al infante Alfonso, medio hermano del rey). Es una rebelión de la nobleza con el fin de controlar a un rey.

Más allá de compensar la caída de rentas del siglo XIV, esta nobleza, cambia el tipo de feudalismo que venía funcionando desde la P.E.M. de una forma “equilibrada.”Generan otro modo de producción feudal más violenta, no en consenso, tanto entre ellos como  entre ellos y los vasallos, sino en la imposición. Es, por tanto, una nobleza nostálgica de los tiempos de la Reconquista, en el sentido en que, este momento, estaba casi finalizada y prácticamente parada. De esta forma, vuelcan la violencia contra sus vasallos. La violencia se vuelve contra los reinos. Pretenden limitar el poder del rey y poner la monarquía al servicio de la nobleza.

Los objetivos de la nobleza se podrían resumir en  cuatro apartados. Limitar y, por lo tanto, desplazar el poder de otros linajes con el apoyo del rey. Limitar el poder del rey y la Iglesia en sus jurisdicciones. Incrementar la presión sobre los vasallos, en cuanto a impuestos y recuperación de otros, caso del derecho al maltrato y el de pernada.  El control de las ciudades.

En este sentido, hay lugares de control directo de los concejos por parte de la nobleza. También el control del comercio, como, por ejemplo, el comercio de la Mesta.

Donde se fue más allá, en esta señorialización, fue en Galicia y Cataluña, con  el proceso que denominamos refeudalización.

Cataluña es el lugar donde este proceso de refeudalización, de segunda servidumbre, se dio antes. Por su esquinamiento, en la Cataluña la Vieja, en el XIII, se recupera la remensa y los malos usos, como el derecho de pernada, y que no fueron abolidos hasta 1486.

En Galicia, este papel fue desempeñado por la nobleza trastamarista. Se sistematizan males y agravios, y una serie de delitos que responden, tanto a un interés económico como un interés de poder. Se incrementan los tributos feudales tradicionales, las llamadas nuevas imposiciones. Esto se da en toda la Península, pero no en el grado de crueldad y generalización de aquí. Se produce por la vía de usurpación o de encomienda, donde la nobleza laica empieza a ocupar monasterios y catedrales. Esta sustitución cambiaba el mando en estos señoríos eclesiásticos, imponiéndose nuevos tributos bajo la amenaza de violencia, o, simplemente, se recurre al robo y la extorsión. En Galicia, hay un incremento evidente de delitos cometidos por los señores y sus secuaces. Se desarrolla, entre la población gallega, una percepción muy crítica con respecto al papel de los señores y el aumento de la criminalidad en Galicia. Cuentan con el apoyo de la Iglesia, interesada por ser víctima, y, de la monarquía, muy perjudicada por esa violencia. Se desarrolla una mentalidad anti señorial y justiciera que eclosiona en 1467 en la revuelta Irmandiña, de manera que, a lo largo del XV, crece la impresión de que, en realidad, los caballeros eran los malhechores del reino, traducido a toda la clase social, no al caballero de forma individual. Los delitos y malos usos son parte muy considerable de las rentas de los señores. En este sentido, un sistema coactivo eficaz era el sistema de fortalezas

Por último, están las guerras feudales, las luchas entre señores por tierras y vasallos, que se incrementan durante la crisis. Es un período de anarquía nobiliar. Cuatro son las formas de las guerras de la Baja Edad Media, que se pueden dar de forma simultánea:

La lucha entre grandes casas, un todos contra todos. En Galicia se dan antes y después de la revuelta Irmandiña. También se dan en Castilla y Aragón.  La lucha de bandos, como unos enfrentamientos entre clanes nobiliarios. Es algo hegemónico en el País Vasco. La lucha entre los señores laicos y eclesiásticos. Para Galicia fueron frecuentes, con la particularidad de la hegemonía de la Iglesia en Galicia. Para desalojarla utilizan la fuerza bruta. Hay diferencias notables entre estos señores, salvando al arzobispo de Santiago. En general, la nobleza laica tenía el monopolio de las armas y experiencia. Las guerras políticas, como la lucha por el control del poder público de la monarquía. En ocasiones parece una lucha entre los nobles y el rey, pero, en realidad, siempre lleva a las guerras civiles por la Corona, que, en ciertas ocasiones, tenían impactos internacionales.

Desde finales del XIII, las guerras entran como causa y consecuencia de las crisis. Hasta la ½ mita del XIV, los mayores conflictos militares sucedieron por minorías de edad o cuestiones sucesorias, que siguieron a los reinados de Alfonso X, Fernando IV y de Alfonso XI. En la segunda mitad del XIV hay tres guerras importantes, enlazadas con la Guerra de los Cien Años (1337 – 1453).

Guerra Trastámara (1366-1369); Enrique II de Trastámara derrota a Pedro I el Cruel. Lo mata en el fratricidio de Montiel (1369)

Guerra de los dos Pedros (1356-69); el enfrentamiento entre Pedro I el Cruel y Pedro IV de Aragón.

Guerra entre Castilla y Portugal (1383-85); los castellanos intentan absorber el reino de Portugal, pero son derrotados por los portugueses en Aljubarrota.

En el siglo XV seguimos con este tipo de guerras:

Guerra civil entre el rey Enrique IV, apoyado por las ciudades y la Galicia Irmandiña, y su medio hermano Alfonso, aupado por parte de la nobleza en su lucha por controlar la Corona (146569).

Guerra entre Juan II de Aragón y el patriciado catalán, que duró diez años (1462-1472). Refleja las tensiones internas del campo y del mundo urbano en Cataluña. Juan II, apoyado por artesanos y mercaderes de Barcelona y otras ciudades, así como por buena parte de los campesinos de remensa. Por el otro lado la Generalitat, el patriciado urbano…

Guerra de sucesión castellana (1475-79), entre Isabel y Juana la Beltraneja – hija de Enrique IV y sobrina de la primera –, casada con Alfonso V de Portugal. Isabel, apoyada por Aragón, vence a la facción favorable a Juana.

Si sumamos todos estos conflictos, concluimos que, la Península, está asolada por la guerra en los siglos XIV y XV. Se traduce en efectos terribles para la economía, sociedad cultura y la población. Las guerras continuas agravan las crisis, con la devastación de la economía agraria, el utillaje agrícola, la destrucción de viñedos etcétera. La costumbre de las razias, en la guerra entre señores, elimina a los vasallos, así como producen obstáculos para la economía comercial e industrial, ya que se necesitaban las vías de comunicación. La nobleza y las fortalezas son vistas como parásitos.

TEMA 15. CONFLICTOS, REVUELTAS Y MODERNIDAD EN EL XV

Hay que distinguir entre conflictos verticales y horizontales. Los primeros son manifestaciones de las contradicciones de clase,  y expresan mejor el devenir histórico, tanto para el campesinado como para lo urbano. Aquí no trataremos conflictos entre señores ni entre las clases populares – conflictos horizontales –, sino aquellos entre vasallos y señores – conflictos verticales –.

También es menester diferenciar entre revuelta y conflicto. Entendemos revuelta como un conflicto, donde la violencia juega un papel central. Normalmente, la revuelta es armada. Ambos conflictos sociales, los cuales accedemos a través de la documentación judicial, pueden ser más o menos duraderos. Las revueltas pueden pasar del motín a una que se configure y sea duradera en el tiempo. En los conflictos pasa de igual forma. Por ejemplo, el conflicto en el obispado de Tui a causa de las luctuosas duros años. También diferenciamos los movimientos sociales instantáneos u otros de carácter más duradero. La revuelta es más significativa que los conflictos, de cara a ver los cambios históricos.

La historiografía de los años 70 ha sido pionera en el tema de la historiografía de los conflictos, pero con algunos límites. Por ejemplo, si la clave es estudiar los conflictos para entender la evolución de la sociedad, es importante contextualizarlos. Además, hay que ver como esa sociedad y esa economía influye en los conflictos, y viceversa, con la evolución social, política y económica. Si en su origen, pero, poco o nada en los efectos de esos conflictos y revueltas tenían sobre la evolución histórica. Esta noción es por la influencia del estructuralismo en la historiografía económico social de los 60 y 70. Es un estructuralismo de origen lingüístico y, sobre todo, por su influencia sobre la historia de origen antropológica que, en general, se caracteriza en minusvalorar o incluso negar el papel del sujeto humano, social y mental en la Historia.

También tiene relación con la mentalidad colectiva, muy unida a la historiografía de conflicto, ya que nos acerca a las motivaciones de los protagonistas. Por ejemplo, para el caso de las revueltas y las motivaciones de los participantes. Dato fundamental para comprenderlo desde una posición de presente y de élite académica. Lo que hace cambiar la Historia es esta conflictividad que algunos minusvaloran, tanto extensiva como intensiva.

También, hay que distinguir conflictos locales de los que abarcan el reino o la nacionalidad. En ese sentido, las coronas de Castilla y Aragón no son marcos de conflictos generales. Estamos en un período, el tardo medieval, en el cual, el marco de los conflictos, es local, rural, urbano, de nacionalidad o reino.

Es importante estudiar la conciencia y la mentalidad de clase. La conciencia es la parte racional, más intelectual de la mentalidad, siendo esta más importante en la Edad Media, ya que incluye los aspectos sentimentales, imaginarios, del inconsciente, así como la propia práctica en sí, fuente y expresión de esa mentalidad. Los estudios son casi inéditos. En este sentido, el sistema de los tres órdenes tiene un origen de clase, quedando para el estudio la mentalidad entre los subalternos y los grupos dirigentes, sin abandonar, aquí, la conciencia de los diferentes estamentos o gremios que articulan de manera legal este sistema

En la Península, las revueltas se generalizan a raíz de la crisis del siglo XIV, pero se multiplican a partir de finales del XIII. Cuando hablamos de conflictos y revueltas estamos hablando, sobre todo del XIV y el XV. En la Península, las mayores revueltas tienen lugar en el XV, y no en el XIV, como ocurre en el resto de Europa.

En general, para las coronas de Castilla y Aragón, tenemos un número elevado de conflictos de tipo local y puntual que para nada hay que subestimar, pero que no tuvieron el alcance de los conflictos de Galicia y Cataluña. Se dan en aquellos reinos donde las estructuras sociales son más profundos y definen una nacionalidad, caso de Galicia, Cataluña y País Vasco. Son sociedades más homogéneas, y, además, sujetas a una refeudalización. El motivo de que no fuesen a más es que, la clase señorial, se benefició de los efectos de la Reconquista, lo que tuvo un efecto amortiguador sobre las tensiones sociales provocadas por la crisis. La rápida recuperación castellana, tras la crisis, fue otro factor a tener en cuenta. De hecho, la grandes revueltas en Castilla y Aragón tienen lugar en el XVI, destacando, respectivamente, las Comunidades y las Germanías (1520/23), que tuvieron como enemigo principal a la monarquía de Carlos I. Son reprimidas por tropas reales, no por tropas señoriales. Vamos a dar ejemplos locales para Castilla y Aragón. Estas son todas de la segunda mitad del XV, importante para entender la transición de la Edad Media a la Moderna.

Vascongadas: se les concede a las tres provincias Hermandades para mantener el orden público. De fondo hay una unidad nacionalitaria. Navarra sigue una trayectoria diferente hasta el 1512, fecha en la cual es absorbida por Castilla. Las Hermandades sirven para mantener el orden, de una duración larga. Tienen como adversario principal a los grandes señores vascos. Tienen la bandera de la paz y de la justicia, Respondiendo a una alianza entre las villas, los hidalgos y el rey Enrique IV de Castilla.

Esta es una revuelta victoriosa. Se logra el destierro de los parientes mayores a la frontera de Granada, desarticulando los bandos nobiliarios y los ejércitos, además de derribar algunos castillos. Las Juntas de Hermandad provinciales que se crean, y sus ordenamientos, los fueros, consiguen desplazar a los parientes mayores del poder. A diferencia de lo acontecido con Galicia, van a sobrevivir al paso a la Edad Moderna. En todo caso, no llegó en ningún momento a unificarse la lucha de los hermandinos vascos, ni se transformó tampoco en un movimiento general. Fue un conflicto a nivel provincial

Castilla: conflicto de  Fuenteovejuna, en 1476, recordado gracias a Lope de Vega y el lema de “Fuenteovejuna, todos a una”. Cerca de Córdoba, se produce una revuelta que conocemos a través de fuentes indirectas, como las crónicas. Sabemos que se asesina al señor en un motín, como parte de las consecuencias del proceso de re-señorialización, que, en este caso, supone pasar a las manos de la Orden de Calatrava, y, en concreto, de su comendador Fernán Gómez, que es el asesinado al grito de ‘’¡Vivan los Reyes!’’. Es un sentimiento de agravio, que desemboca en una mentalidad justiciera con ese grito. Apoyo en la monarquía en una eficaz pinza contra los señores más belicosos. Entre los diferentes agravios que se le imputaban, estaba el derecho de pernada, que había perdido su razón de ser ritual vinculado a los inicios del feudalismo. Con todo, el motivo principal era la negativa a ser vasallos de la Orden de Calatrava. La ciudad de Córdoba les dio su apoyo por interés propio. La revuelta resultó victoriosa abriéndose un doble proceso judicial; uno por el asesinato del comendador, y otro para determinar si tenía derecho la Orden al dominio de la dicha villa. Con el proceso judicial, llevado de forma lenta es una victoria, ya que no se produce una represión. Al final la villa pasa a formar parte del alfoz de Córdoba.

Hay obras de referencias publicadas en su momento, sobre todo en los años 70 e, incluso, los años 80 en la colección de Movimientos Sociales de la editorial Siglo XXI. Destacan; Julio Valdeón con “ Conflictos sociales en el reino de Castilla en los siglos XIV y XV ”, Reyna Pastor con

Resistencias y Conflictos (corona de Castilla XI, XI, y XIII)”, Carlos Barros con “Mentalidad justiciera de los Irmandiños”, o Esteban Sarasa con “Conflictos Sociales en la Corona de Aragón; Siglo XIII al XV”

CORONA DE ARAGÓN

Conflicto de la Busca (astilla, algo pequeño) de la Biga[4]: tuvo lugar entre 1450-53, en la ciudad de Barcelona. Fue la respuesta del patriciado urbano a la movilización social que se organizaba dentro del “sindicato” de los Tres Estamentos. El patriciado, aliado normalmente con la nobleza (Biga), poseía tierras y vasallos fuera de la ciudad, imitando además los modos de vida de la nobleza. Aquí, el rey, aparece apoyando a los menestrales –artesanos-, mercaderes (Busca), que pretendían entrar en el concejo de Barcelona. Entre 1453-62 triunfan y llegan a gobernar Barcelona. Ese año de 1462, se acaba el gobierno de los humildes y se inicia la guerra civil que durará diez años entre el rey Juan II y la nobleza y patriciado. En ese conflicto, naturalmente, los artesanos estarán con el rey contra la Biga y sus aliados nobles. Con el monarca Juan II también se alinearon los campesinos de remença. El éxito fue para las fuerzas reales. El triunfo de la monarquía moderna, con Fernando el Católico – antes de ser Católico –, lo es también de las reivindicaciones del pueblo menudo de la urbe catalana.

Revuelta Forana (1450-53): forans viene de foro. Fue un movimiento estrictamente campesino en la isla de Mallorca y, en menor medida, en Menorca. El gran enemigo era el patriciado urbano y el rey, lo que separa esta revuelta del resto de las que estamos estudiando. Producen simpatías en la gente menor de la ciudad. La causa del conflicto se debía a los impuestos, una cuestión que enfrentaba a la parte forana de la isla con la ciudad de Palma. También tenían el problema de acceder a la propiedad y volver a ser campesinos libres. Los forans intentaron tomar la ciudad en 1450 y en 1451, siendo, en ambos casos, derrotados por tropas reales enviadas por Alfonso V desde Nápoles. Ahí se ve la contradicción de la revuelta de Mallorca con respecto a las demás. Tampoco consiguieron mantener su unidad interna. Es un elemento común, donde la unidad no es tal, con unos campesinos acomodados y otros pobres. Tampoco consiguieron el apoyo de los artesanos de Palma. Si bien, algunos intentaron abrirles las puertas a los campesinos en 1451, pero fueron ejecutados. Tiempo, después, los propios artesanos de la ciudad de Palma sí que participarían de las Germanías.

El conflicto de los remença y la revuelta Irmandiña son las dos revueltas más importantes del siglo XV, y también con el tránsito a la Moderna. Son revueltas diferentes a las del XIV, caso de la Jacquerie, en 1358, o el levantamiento ingles de 1381. Son más duraderas, mejor organizadas y más exitosas. La historiografía europea no les da la misma importancia que a las primeras. Comparten tres rasgos, estas revueltas tardomedievales:

Tienen lugar en reinos que tienen nacionalidades históricas, constituyéndose en la Edad Media. Son insurrecciones armadas, generales y duraderas, en base a alianzas en un contexto político favorable a causa de un sistema de vacío de poder, derivadas de las guerras civiles que asolaban, tanto Castilla como Aragón en sus momentos. Poseen un final victorioso, en ese contexto de tránsito del XV al XVI. Se quiere dejar atrás el feudalismo descompuesto, en el final de la Edad Media.

EL CONFLICTO DE LOS REMENÇA

La obra de referencia es la de Jaume Vicens Vives ‘’Historia de los remença en el siglo XV’’. Es una obra no superada hasta el día de hoy. Es un autor de los Annales, de perfil clásico, cronológico, y con mucho análisis político.

La remença hace referencia al pago que, los campesinos, sometidos a la servidumbre de la gleba debían pagar para abandonar las tierras de su señor. Está acostumbrada de los malos usos, y, en esa falta de libertad, afecta a, por ejemplo; si el hijo se quería casar, dependía del señor. Para el caso del derecho de pernada, según la   “Sentencia de Guadalupe, se ejercía de forma simbólica, aunque, en la práctica, con el derecho consuetudinario dependería del señor local. Pernada significa colocar la pierna sobre el lecho conyugal, cuando se casaba unos vasallos, o que el hombre pasaba el cuerpo por encima de la vasalla, que se encontraba boca arriba en el lecho, resultando un gesto de poderío.

Desde el XIII tienen el apoyo de la Generalitat, la nobleza, la monarquía, aunque con vacilaciones en el apoyo, y, sobre todo de la Iglesia con su jerarquía. La crisis del siglo XIV con su secuela re-feudalizadora reavivó el problema de la remença en Cataluña. Vicens Vives nos dice que era una cuarta parte de la población rural. Aparece una noción de no avanzar si no se arreglaba el problema de los remença. Tienen lugar dos insurrecciones, en 1462 y en 1484.

La primera de ellas – 1462 –  estuvo liderada por un pequeño noble, Verntallat, en el contexto de la guerra civil entre Juan II y el patriciado urbano, aunque se inicia algo antes que ésta. Formaron parte de las huestes de Juan II, junto con algunos señores y la Busca, frente a la nobleza y el patriciado urbano de Barcelona. Aunque Juan II apoya a la remença, la guerra civil recibe todas las atenciones. Hay una especie en paréntesis, ya que, hasta 1472, no se vuelve a la cuestión, pero Juan II no les presta demasiada ayuda para no importunar a los señores de su bando, intentando ganarse a los dirigentes con mercedes, sobre todo a Verntallat y a su lugarteniente Pere Joan Sala, con resultados diversos. El primero sí, pero el segundo no aceptará, y continuará en contacto para ser el líder de la segunda insurrección remença.

En 1484 tiene lugar, reinando ya Fernando II de Aragón, la segunda insurrección, de carácter mucho más radical, y que busca la liberalización total con respecto a los señores. El rey Fernando adopta una doble estrategia. En el 28 marzo de 1485 Sala es vencido, represiva. El año siguiente,  el 21 de abril,  Fernando firma la “Sentencia de Guadalupe”, en la que se decreta la abolición de los malos usos de los remença, una vía beneficiosa. Se impone el principio de la autoridad real. Para el resto de campesinos, continuaban las relaciones de vasallaje habituales, en un proceso de revisión en toda la Península y Europa. Por la “Sentencia de Guadalupe” se permite el acceso de los campesinos a la propiedad, a través de un contrato de larguísima duración o perpetuo –los foros-, y  a cambio de un pago. Ferrán Soldevila dijo que esta posibilidad de acceso permitiría a Cataluña atravesar más de cuatro siglos sin convulsiones de carácter social.

LA REVUELTA IRMANDIÑA (1467-69)

Es, para el profesor Carlos Barros, una revuelta social paradigmática, de cara a entender el tránsito a la modernidad en la P.I., como para el conjunto de Europa. La sociedad se libera de la vieja clase feudal, y, en el caso de Galicia, surge desde abajo, pasando a la modernidad en el 1467, con la destrucción de las fortalezas. Se da por sus propios medios, un mínimo de violencia social, espontánea pero consciente, y un fuerte protagonismo social.  Los Reyes Católicos llegan en los años 80 y consolidan su poder sobre los señores. El trabajo duro ya estaba hecho. Aquí, tenía como problema para el poder la nobleza levantisca, derrotada por los Irmandiños, pero que intentaban de nuevo restaurar el orden social existente antes de la revuelta. A los restantes nobles les conceden el exilio dorado

La fuente directa es el “Preito Tabera- Fonseca”, 204 declaraciones verbales de protagonistas y descendientes. Es la propia voz.

El origen de la revuelta está en el aumento de la presión por parte de los señores sobre sus vasallos. Aquí, los malos usos significan recurrir al secuestro, al robo, a la violencia pura y dura. En 1465, las ciudades de Galicia piden Hermandades al rey Enrique IV, que, a comienzos de 1467, concede la extensión de la Hermandad de Castilla y León, con el fin de mantener el orden público. Guardar esa orden, para ellos, era destruir las fortalezas y expulsar a los señores – malhechores. Esta tardanza se puede deber al miedo, transmitido por la alta nobleza, a que esas Hermandades fuesen movimientos de revuelta.  Aquí, las alianzas entre campesinos, burgueses y nobles se dieron en el marco de la Hermandad. También participó la Iglesia, sobre todo, cabildos catedralicios, clérigos y el capitular, así como la baja y media nobleza y agraviados, caso de Alonso de Lanzós. El rey Enrique IV también apoyó este movimiento.  Ruy Vázquez, clérigo irmandiño escribe en la “Crónica de Santa María de Iria” que “los señores quedaron desnudos como vinieron al mundo, sin tierras y sin vasallos

En dos meses, entre que viene un corregidor de Enrique IV a Compostela a la Iglesia de Santa Susana y la destrucción de fortalezas, viene a confirmar la teoría de la nobleza, sobre todo del Conde de Lemos. También, Pardo de Cela le dijo al Conde de Lemos que “ynchiese los carballos con sus vasallos,” aunque el Conde de Lemos habría de vivir de esos carballos. La existencia de las Hermandades daría lugar a un movimiento señorial. Fue una especie de comunidad de agraviados por parte de los señores de las fortalezas

Los Irmandiños detentaron el poder durante dos años, desde la primavera de 1467 a la primavera de 1469, en nombre del Rey, mediante la Junta General del Reino de Galicia. Vivieron dos años sin señores. En 1469, tres ejércitos señoriales penetran en Galicia al mando de Pedro Madruga (Portugal), del arzobispo de Santiago (Salamanca), y del Conde de Lemos (León), derrotando a los Irmandiños. Las ciudades aguantaron, por lo menos, dos o tres años el intento de recuperación por parte de los señores, llegándose a negociaciones. Hubo, por tanto, un intento de restauración, con, incluso la ejecución, mediante la horca, de varios alcaldes de la Hermandad en la tierra de los Andrade. Acuña y Chinchilla llegaron enviados por los Reyes Católicos para imponen la autoridad real, activando, de paso, a los irmandiños mediante milicias, para luchar con la nobleza levantisca. A través de la Audiencia de Galicia se inicia un proceso de regresión de las rentas jurisdiccionales.

todos los grupos que integraron la Revuelta Irmandiña acabaron por triunfar. Los campesinos se libran de lo más duro de la presión señorial, y acceden a la pequeña propiedad a través de los foros. La burguesía consigue el apoyo directo del Rey, a quien compensan con su apoyo durante la Guerra de las Comunidades. La Iglesia sustituye a la nobleza laica, una vez que esta es descabezada, primero por los Irmandiños y después por los Reyes Católicos. Al mismo tiempo la Iglesia gallega se ve cada vez más dependiente a la castellana, por lo que va dejando sus tierras en manos de la hidalguía, que será la clase dirigente a partir del XVI.

En conclusión, el tránsito a la Modernidad no es algo superestructural, sino que afecta al conjunto de la sociedad, además de ser un cambio en el modo de producción. El concepto de modernidad se aplica al Antiguo Régimen.

El Estado recupera, ahora, el control sobre el ejército, la hacienda y la administración de la justicia, imponiéndose a la nobleza, y con el apoyo de las clases populares y la burguesía. La nobleza pasa a ser una nobleza de servicio. Pesan más las rentas públicas que las jurisdiccionales. Otro cambio estructural importante es el papel que, el comercio y las ciudades, van a jugar en la Modernidad.

En el ámbito de las mentalidades, digamos que el primer motor importante es la nueva mentalidad sobre la justicia, la seguridad y la paz, algo que consiguen los Reyes Católicos, desde arriba. Los Irmandiños lo intentaron desde abajo. Se produce en el ámbito de la cultura y las mentalidades una convergencia entre el humanismo social y el humanismo letrado, así como el imperio de la ley, que pasa a ser un elemento indispensable con las “Partidas”. Pasamos de la sociedad trifuncional a la sociedad estamental, bajo la soberanía de una monarquía católica que tenía, ya, el monopolio de la violencia.

Pero el acceso a la Modernidad tuvo un precio. En el ámbito religioso, homogenización forzada en torno al cristianismo (expulsión judíos en 1492 y de los moriscos en 1609, obligados antes con los RR.CC. a convertirse). Nace la Inquisición que margina la cultura popular.

Otro precio a pagar fueron las nacionalidades históricas surgidas en la Baja Edad Media, en Castilla éstas son desprovistas de sus instituciones propias; mientras que en Aragón fueron conservadas. Con el matrimonio entre Fernando e Isabel se impuso el centralismo castellano al pactismo aragonés. En el ámbito de las lenguas, no hubo un decreto que los prohibiese, sino simplemente un proceso administrativo de la imposición cotidiana. Ese proceso se da de una manera más clara en el siglo XVIII. Los caminos del progreso y la modernidad no son lineales, y es tarea del historiador explicarlos siempre con la idea de no entender la historia como un movimiento de élites, sino como una evolución de la que participa toda la sociedad.

[1] A partir de ahora, P.I. equivale a Península Ibérica

[2] Los suevos, en su expansión, llegan hasta Mérida, pero no pueden controlar tal territorio.

[3] Forma jurídica bajo imperial que se desarrolló en la época visigoda y que seguirá en los siglos VIII, IX, X

[4] La Biga y La Busca eran los dos bloques políticos principales en que estaba dividida la burguesía catalana durante el siglo XV.